Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL NÚCLEO-LUZ INMACULADA CASA DEL ALIVIO DEL SUFRIMIENTO, SAN CARLOS, SAN PABLO, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, CON MOTIVO DE LA INAUGURACIÓN DE LA FUENTE DEL SUPREMO CURADOR

Hoy, en este día solemne, vengo a erguir las bases verdaderas que se pueden consolidar en Mí; para que, a través del ofrecimiento de los corazones honestos, la obra preparatoria de Mi Retorno sea cada día una realidad que primero se pueda espejar en el corazón humano, en el corazón consecuente, en el corazón donado totalmente a Mí; porque quien así lo hace, nada debe temer y nada tendrá que perder, porque su vida está en Mis Manos y sobre todo en Mi Corazón.

Vengo aquí para dar fuerza a lo que se puede sostener espiritualmente, que no es visto por todos los ojos ni es reconocido por todos los corazones; porque ustedes saben cuán grande es la ceguera de estos tiempos en la humanidad y en el planeta, y cuántas almas se siguen perdiendo en este mundo sin poder ver la Luz, esa Luz del Retorno de Cristo que se aproxima, Luz que vendrá a desterrar el mal de este mundo y a rescatar a los que están en los abismos de la ilusión humana y del sufrimiento.

Sin embargo, aún les puedo seguir diciendo que el valor de Mi Preciosísima Sangre derramada no es comprendido por la humanidad, solo es visto como un evento histórico y como un momento importante en la evolución de esta raza de superficie.

Pero los que abrazan con amor y devoción el Poder de Mi Sangre, sí podrán reconocer el valor de este acontecimiento vivido por Mí en aquel tiempo, en el que muchos de ustedes estuvieron presentes para ser testigos de las enseñanzas del Reino de los Cielos que, tanto en las montañas como en los mares y también en los pueblos pobres y humildes, Yo prediqué para todos, sané, curé y resucité a los que lo necesitaban para dar testimonio del Amor de Dios en el mundo. Mas ahora, Yo se los vuelvo a decir para que no lo olviden y lo tengan presente.

El propio milagro deberá ser en sus vidas. Sus vidas deben ser un milagro para Dios, el milagro de ser consecuentes y perseverantes ante el final de estos tiempos. Porque no hay nada más importante en este momento que estar en el lugar correcto y, si fuera posible, en el lugar donde está la Jerarquía; porque sin Nuestro Fuego de Amor no podrán conocer el Propósito en este mundo. Y es este Fuego de Amor que silenciosamente, como parte del Propósito Divino, se estableció en las almas que una vez fundaron este Núcleo en el principio y en todos los que llegaron después.

Existe algo muy oculto que aún no podrán comprender en esta vida y que se guarda en el Corazón de Dios, no como un misterio inalcanzable, sino como algo que se revelará a su debido tiempo y momento, cuando puedan acompañar la obra del Amor a través del cuidado de los que sufren, en Mi amada Casa de San Lázaro.

No podría existir otro nombre para esa casa de servicio. Lázaro, Mi mejor amigo en aquel tiempo, les recuerda que es posible superar la condición humana y toda adversidad; porque Lázaro, cuando murió, murió sintiendo fe en el Señor, creyendo en Su Palabra de que algún día él resucitaría de entre los muertos.

¿Cuántos viven en este tiempo la muerte espiritual sin percibirlo? 

Mi Santa Madre, a través de la Casa de San Lázaro, viene a abrir una fuente de Amor y de Cura interior para que, todos los que pasen al próximo tiempo y a la próxima experiencia, sepan que ya no existirá el sufrimiento ni la agonía.

Pero mientras estén en este mundo, así como lo dije en Mis Enseñanzas, conocerán las aflicciones, así como el Señor, su Maestro, las conoció en el Huerto Getsemaní y en cada paso que Él dio en Tierra Santa.

Por eso, hoy vengo a abrir esta Fuente del Supremo Curador y también abriré una tercera Fuente del Supremo Curador en el Núcleo-Luz de San Pablo, algún día; para que las células principales de esta Obra, que son los Núcleos-Luz, sigan siendo esa usina espiritual que atrae a las almas al servicio y a la caridad por los que sufren, y también por los Reinos de la Naturaleza.

Cada Núcleo siempre deberá ser un espejo que refleje la Voluntad de Dios en la Tierra y Su Propósito, porque aún hay almas que esperan poder llegar a Mi Corazón a través de la Obra en los Núcleos-Luz.

Quiero agradecer el espíritu consecuente de los que sostienen este momento, esta transición, y sobre todo esta obra de manifestación de la Casa de San Lázaro.

Mi Santa Madre será la primera que cruzará la puerta de esa casa para bendecirla, junto con Sus ángeles; para que, en cada espacio, en cada lugar, y sobre todo en los que servirán, las almas necesitadas reencuentren el amor que las preparará para una nueva experiencia de espíritu.

La muerte no es una condena, compañeros, sino la síntesis de toda la experiencia vivida y aprendida a través de la encarnación. Es el momento tan importante en el que el alma se prepara para alcanzar el Reino de los Cielos y para estar al servicio en los planos de consciencia en donde también hay sufrimiento en este mundo, en los llamados infiernos de la Tierra.

La muerte es la liberación de la escuela de la Tierra y es el renacimiento a un nuevo futuro, que está escrito en las estrellas y en el firmamento, para que las almas sigan aprendiendo a través de los grados de amor y de servicio, en este y en otros universos.

Hay almas que formaron parte de esta Obra, que ya no están aquí encarnadas, y que sirven en otros universos. ¿Lo sabían?

Porque es el Soplo del Espíritu que los conduce y los guía hasta vivir el encuentro con el Infinito que habita en cada ser, en cada esencia, en cada espíritu.

Celebremos este momento, compañeros, en el que una fuente de Gracia más se abre en este lugar y en el mundo, sumergido en la oscuridad, en la guerra y en el sufrimiento; y para que, a través de estas almas servidoras que aquí se encuentran, esas Gracias se multipliquen y puedan ser recibidas por todos los que las necesiten, en esta hora difícil del planeta y de la humanidad.

Por eso, iremos ahora hasta la Fuente del Supremo Curador, en solemne procesión y canto, para que sea bendecida en compañía del silencio de Mi Madre Celeste, Madre del Alivio del Sufrimiento.

Vayamos al encuentro de la Gracia que nos purifica, de la Gracia que nos renueva y de la Gracia que nos consagra en esta vida y en la próxima.


Cristo Restaurador,
Jesús de los enfermos,
habita en cada célula de esta humanidad.
Amén.
 (3 veces en portugués)
 

Por la Gracia que brota del Corazón de Dios, en solemnidad y en reverencia, su Maestro y Señor, Rey del Universo y de toda la vida, viene a bendecir esta fuente para que las almas se laven, se purifiquen, se renueven y se curen a través del bálsamo de Mi Amor Redentor y Consolador; para que las almas beban de esta fuente y se nutran de Mi Espíritu de Vida, de Restauración y de Misericordia.

Laven sus rostros, confiando en el poder de la renovación. Bauticen sus seres, confiando en el Espíritu Consolador; porque todo es contemplado por el Padre Eterno, Su Mirada está en todo y en todos. Por eso, Él envía Su propia Gracia a través de la Presencia de Su Hijo y del Amor de la Santísima Madre, la Madre Universal.

Que el agua, que toque sus cuerpos, los libere.

Que el agua de Mi Fuente de Gracia les expanda la consciencia para amar el poder del servicio y de la donación de sí, para que a través de las almas consagradas y servidoras en este tiempo esté presente el Reino de Dios en la Tierra y en todos los lugares posibles en donde la Obra del Amor y de la Paz se cumpla a través de los corazones que dicen sí.

Bajo la autoridad divina que el Padre Me concedió y en el nombre de las huestes del Cielo y de los ángeles de las naciones, en el nombre de los consecuentes servidores y colaboradores de Cristo, en el nombre de los consagrados y de los sacerdotes, y también en el nombre de los más pobres entre los pobres y de los que sufren, para que alcancen liberación y redención, bendigo esta fuente porque, así como es en el Cielo, así hoy es en la Tierra y en cada corazón que participa de este momento.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén