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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
He aquí al Señor de la Noche, que conduce a todas Sus ovejas, especialmente a las que están más perdidas, para que retornen al establo del Corazón de Dios y beban de la Sagrada Fuente de Su Divina Humildad, porque si la humildad no se vive en este mundo, si la humildad no se expresa en las almas y en los corazones, no será posible evitar una tercera y difícil guerra.
Por eso, hoy estoy aquí, en lo más alto de los Alpes. Una vez más, Yo los congrego a los pies de estas sagradas montañas, en donde la Jerarquía está reunida y unida a ustedes para implorarle a Dios por una última oportunidad para esta humanidad; para que las naciones del mundo, y especialmente las naciones de Europa del Este, puedan reflejar la armonía y la paz tan urgente en estos tiempos.
Por eso, no hay nada ni nadie que haya impedido al Señor de la Noche llegar aquí, porque Él ha traído Consigo a todo el Universo, a toda la Creación; y Él pisa con Sus Pies a todo el mal existente en este planeta y muestra, a través de la Luz de Su Sagrado Corazón, el camino que las almas deberán recorrer en esta noche oscura, para que nunca pierdan delante de sí la Llama del Divino Propósito, sino que a través de esa Sagrada Llama inmaterial las almas encuentren en sí mismas la Voluntad de Dios, expresando en esta vida material el Propósito que está escrito desde el origen.
Por eso, en estos días de oración misericordiosa, en nombre de Dios, vengo a pedirles que oren de verdad; que cada cuenta de la oración de la Misericordia, que será ofrecida, sea sinceramente rezada para evitar una terrible tercera guerra en este mundo y, sobre todo, en este hemisferio norte.
Pero no pierdan la fe, porque ustedes son Mis compañeros y Mis amigos, son Mis hijos y son Mis hijas, y hoy los tengo a todos dentro del Sagrado Cenáculo de Mi Corazón para que, como hace más de dos mil años, vuelvan a celebrar Conmigo la Sagrada Eucaristía, el Legado infinito del Amor de Dios que se ofreció a ustedes incondicionalmente a través del pan y del vino.
Por eso, estamos en un tiempo semejante, como fue hace más de dos mil años; pero ahora, ustedes como postulantes a ser los Nuevos Cristos del fin de los tiempos, no solo deberán comer de Mi Cuerpo o beber del Cáliz de Mi Sangre, sino que también deberán aprender a vivir su propio Huerto Getsemaní.
Y, a pesar de la oscuridad reinante en este planeta, a pesar de las puertas inciertas que aún están abiertas, a pesar de la ignorancia, de la guerra, de la indiferencia, de la frialdad de muchos corazones, a pesar de todos los pecados y de todas las ofensas que recibe el Corazón de Dios día a día, Mi Sagrado e Insondable Corazón, en estos días de intensa imploración a la Divina Misericordia, recogerá de cada uno de ustedes cada una de las cuentas que Me ofrecerán sinceramente, no solo por la paz en Ucrania y en Rusia, por el fin de la guerra en esa región del planeta y en otros puntos de la Tierra, sino también recogeré sus oraciones como un verdadero ofrecimiento a Dios, porque tendrán la chance de poder volver a confiar en Mi Misericordia.
Para que vean cuán grande es Mi Misericordia, hoy vuelvo a estar aquí, en esta región del planeta, contemplando a través de Mis Ojos y sintiendo a través de Mi Corazón el dolor y la angustia de las almas que viven en la guerra y en los conflictos del mundo.
Compañeros, quiero decirles sinceramente que todas las Jerarquías están trabajando mucho por esta situación planetaria; que cada uno de sus pasos, los pasos de los servidores de Cristo, están siendo contemplados en este mismo momento como justificación y expiación, ante todos los horrores y ultrajes de este mundo, de esta humanidad.
Por esta razón, compañeros, estos días serán decisivos no solo para todos Mis servidores de la Obra Redentora de Cristo en la Tierra, sino también serán definitivos para estas naciones de Europa, porque lo que sucederá en el próximo tiempo en esta región del planeta, sí o sí, repercutirá en las demás naciones del mundo, y Europa ya está sintiendo el peso de la guerra de Ucrania.
Dios, a través de Su Poder y de Su Amor, a través de Su Misericordia y de Su Sagrada Intercesión, ya hubiera podido detener esta guerra; pero, compañeros, la adhesión de las almas a otras fuerzas de este mundo material compromete esa intervención, no solo espiritual sino también material.
Pero confíen y no se lamenten, confíen en el poder y en la luz de la oración del corazón. Encomienden a Dios todas sus súplicas, todas sus intenciones, todos sus ruegos, para que en Europa del Este se detenga la guerra y estos acontecimientos actuales como otros acontecimientos en el mundo, que son ocultados a los ojos de todos, no sean utilizados como armas de guerra, fomentando la carencia, la necesidad y la injusticia.
Por eso, a través de los méritos alcanzados por Mi Sagrado Corazón, Yo los invito a estar Conmigo en esta larga noche oscura que vive el planeta, sin perder de vista la Luz del Divino Propósito, porque muchas almas en este tiempo pierden de vista su Propósito Espiritual.
En verdad les digo que les corresponderá a muy pocos hacer la tarea espiritual de muchos, así como lo fue hace 2 000 años, cuando muy pocos, unidos al Maestro del Amor, dieron todo de sí mismos, dieron su vida por la redención de la humanidad, por la salvación de este planeta escuela.
Sé que lo que Yo les prometo en este momento no es maravilloso, Yo les prometo vivir un sacrificio espiritual que en ningún otro momento de sus vidas vivieron.
Por eso, a través de los símbolos de Mi Dolorosa Pasión, Yo podré derramar, en aquellos que acepten, nuevas experiencias de cristificación y de crecimiento del amor interno.
¿Quién aceptará tomar con sus manos la Corona de Espinas del Señor?
¿Quién aceptará llevar consigo los clavos que traspasaron las Manos y los Pies del Señor?
¿Quién aceptará cargar Conmigo la cruz planetaria?
¿Quién permitirá que la lanza traspase su costado?, sabiendo que ustedes no merecen todas estas cosas y menos las mereció su Maestro y Señor.
Pero, ¿qué fue lo que le permitió a su Maestro, al Rey del Universo, vivir todas estas cosas?
Hay una sola y única razón: el Amor, el Amor que confiaba, el Amor que aceptaba, el Amor que incluía, el Amor que nunca rechazaba, el Amor que soportaba, el Amor que Me hacía crecer como Divinidad y Espíritu. Fue el Amor que Me hizo aceptar la Voluntad de vivir la Dolorosa Pasión.
Por eso, Yo les ofrezco a los simples, les ofrezco a los imperfectos, les ofrezco a los pecadores, la oportunidad de la cristificación interior.
Vean cómo está Mi Iglesia y cómo están Mis sacerdotes, cuántas heridas Me causan por alejarse de Mí, por tomar otros caminos que no son los de Cristo.
Por eso, Yo Me sirvo de este momento y Me sirvo de cada uno de ustedes, más allá de las imperfecciones o de las dificultades, más allá del dolor o de las pruebas, para que el Corazón de su Maestro sea aliviado en silencio por la adhesión de las almas, por el sacrificio silencioso de los corazones que Me dicen sí, en los que Yo puedo recostar Mi cabeza sobre sus pechos, para descansar y confortarme con el amor de los Míos.
El mundo no está preparado para escuchar esto, pero Yo Me comprometí a decirles la Verdad, porque Yo siempre seré el Camino y la Vida para ustedes.
El mundo debe rendirse a Mi Misericordia para que no suceda la Tercera Guerra Mundial, para que la humanidad no siga abriendo la puerta al mal, que sofoca a los corazones y que confunde a las mentes por alejarse de Dios.
Que esta Maratón de la Divina Misericordia sea un momento de gran madurez, sea el gran momento en el que cada uno de ustedes deberá preguntarse si está Conmigo o no lo está. El tiempo ya se está acabando y antes la copa estaba casi llena, ahora ya está rebasando.
¿Quién impedirá que eso suceda?
¿Será necesario que más sangre inocente corra por este mundo?
Dios no desea el sacrificio de la humanidad, Mi Padre desea para ustedes la felicidad eterna, a través de Mí, la alegría de vivir y de pertenecer al Reino de Dios, de una vez y para siempre.
Les vuelvo a pedir que recen de verdad. Estaré atentamente escuchando la voz de sus súplicas y sé que podré contar con todos ustedes, así como con todos sus hermanos del mundo.
En los simples, en los humildes, en los adheridos, en los puros de corazón, está Mi Iglesia Celestial. Y, a través de esas almas, a través de los corazones verdaderos y simples, Yo puedo consagrar y sacramentar a este mundo para que algún día deje de ser infiel para ser fiel, para que algún día ya no tenga más voluntad propia y pase a vivir la Voluntad Divina, la Sagrada Voluntad de Dios que siempre los llevará a la paz y al bien.
Les agradezco por escucharme. Les agradezco por preparar este espacio para Mí, porque por más que en este mundo tenga cientos de catedrales que Me ofrecen, solo podría estar en ellas si en verdad existiera el amor, la transparencia y la entrega.
Por eso, una vez más, Dios vuelve a mostrarle al mundo que Su Presencia está en los humildes, que Su Mano derrota a los poderosos, que Su Verbo resuena en los simples y expulsa a los egoístas, aun aquellos que dicen estar Conmigo.
Mi Iglesia está en el corazón de Mis hijos. Allí está Mi Amor. Allí está Mi Vida para siempre.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más