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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hijos, con el Soplo más sublime del Espíritu de Dios, hoy vengo a su encuentro a recordarles la paz, para que invoquen la paz no solo a través de sus oraciones, sino también a través de sus acciones y obras de caridad, porque cada gesto de amor que ustedes puedan expresar en el día a día significará y representará para Dios la posibilidad de que se abra la puerta al universo de la paz para el mundo.
Ante los graves pecados y ultrajes que se siguen cometiendo en la humanidad, ante tantos desastres de la naturaleza, pero también ante tantos desastres morales y sociales, Yo vengo a recordarle a cada hijo Mío que invoque en profundidad al Gran Espíritu de la Paz, que se refleja como el Soplo del Espíritu de Dios en todas las almas de este universo.
Yo les dije hace un tiempo que la copa estaba casi llena, después les dije que la copa ya estaba rebasando y, ante tantos errores que son cometidos, es el momento y es la hora en los que Mis hijos, fieles orantes de Mi Corazón, deberán implorar con todo su corazón a Dios para que el veneno de los errores del mundo no se siga expandiendo en las almas y en los corazones; porque en este tiempo es tan grande la ceguera de las almas y de los espíritus de este mundo que, a veces, Nuestras Palabras ya no resuenan, ya no hacen eco en los corazones.
Por eso, Yo vengo aquí como su Madre e Intercesora, pero también vengo aquí como la Madre Suplicante que le suplica a todos Sus hijos del mundo que abran sus ojos y, sobre todo, que abran sus corazones para que escuchen el Llamado que viene de Dios, a fin de que todas las almas posibles puedan ser reintegradas en el Principio y en la Ley para que el rescate sea posible en más corazones y todos los que ya se están perdiendo puedan ser salvos por Mi Materno e Inmaculado Corazón antes de que sea demasiado tarde.
No vengo aquí a darles una alerta, sino vengo aquí a entregarles un último llamado, porque agosto será Mi tiempo definitivo al igual que lo será para Mi Amado Hijo y San José.
Llegó el tiempo y el momento, hijos Míos, de que la Palabra de Vida de Nuestros Sagrados Corazones sea parte de cada uno de sus seres y se exprese hasta en la vida cotidiana, en los hechos y en los acontecimientos de la vida.
En ese momento, hijos Míos, si así lo hicieran y si así lo vivieran, comprenderán todo lo que les hemos dicho a lo largo de los tiempos y sus vidas podrán ser un signo para Dios, un signo de obediencia y de reverencia por haber escuchado la Palabra de Dios a través de Sus Divinos Mensajeros.
El ciclo, que ya estaba escrito que se cerraría, se está acercando y esto no significa el abandono espiritual de Dios de Sus Criaturas, sino que es el gran impulso para la madurez espiritual de las almas, el compromiso y la responsabilidad que cada corazón puede vivir en este tiempo en nombre de Mi Hijo.
Por eso, vengo aquí, en nombre de Mi Hijo, también para preparar los últimos discípulos de Cristo, aquellos que no se darán el permiso de retroceder, sino que se abrirán para poder avanzar y alcanzar así, a través de la Ley y de la obediencia, de la humildad y de la simplicidad de la vida, lo que Dios quiere concretar y realizar en este mundo a través de las almas en este tiempo final.
Por eso, hijos Míos, deben recordar y saber que durante tantos años a través de tantas oportunidades y por intermedio de Nuestras Apariciones, de Jesús, de María y de San José, han estado ante una oportunidad desconocida, ante la puerta infinita de la Gracia de Dios, que nunca más podrán olvidar, porque es una Gracia que la mayoría no merece y esto no significa injusticia de Dios; porque Dios es justo, es justo porque Dios es Ley y Su Ley es el Amor, fundamentado y basado en Su Sabiduría infinita que es lo que promueve e impulsa las Gracias para todos los corazones. Esta Fuente de Gracia se cerrará para que las almas puedan vivir la Gracia de Dios, después de todo lo que han recibido espiritualmente.
¿Ahora, comprenden la importancia de que vivan Nuestras Palabras y de que Nuestras Palabras no solo queden en los libros?
Porque esa no es Nuestra finalidad y misión, Nuestro propósito es que la Palabra de Dios se cumpla en las almas por medio de una transformación sensata, humilde y simple, sin arrogancias ni prepotencias, sin expectativas ni deseos propios.
Queremos que, en el final de este ciclo, todos puedan aprender a vivir de Nuestra Humildad que es la Humildad del Dios Vivo, expresado en la Creación y en la vida, en cada corazón que vive la Verdad y que no la ultraja con nada, ni siquiera con sus actitudes. Porque como dijo Mi Hijo, que es la Propia Verdad, la Verdad los librará de ustedes mismos para que alcancen algún día la vida eterna.
En estos últimos días del mes de julio, Yo vengo a preparar espiritualmente a todos los que se dispongan a ingresar en este definitivo mes de agosto, tan definitivo y tan importante como todos los meses de agosto que han pasado a lo largo de los tiempos.
Pero este mes de agosto se caracteriza por el fin de un ciclo y por el comienzo de un nuevo ciclo y de un nuevo impulso que colocará a las almas y a la vida de todos los servidores de Cristo en el anillo espiritual en el que verdaderamente deberían haber estado desde el principio.
Mi Hijo tiene grandes aspiraciones para las almas, porque Él viene a saciar Su sed en los corazones que se abren en honestidad para recibirlo por medio de la Santa Comunión, como también en cada momento de adoración.
Sacramentos, Eucaristía, Evangelio y vida de oración y servicio son los pilares importantes para las almas en la transición del final de estos tiempos. Allí están los Tesoros de Dios que se pueden unir y realizar en los corazones por medio de una vida de consagración y de servicio a Dios, sin esperar nada a cambio, confiando en lo que es desconocido e impalpable, amando el Infinito para encontrar así la morada que a cada espíritu le pertenece en este universo sideral.
A partir de hoy, dejo la puerta abierta, la última puerta preparatoria para los que se animarán a atravesarla camino al mes de agosto; momento de síntesis, momento de conclusión, pero un momento de un nuevo comienzo del contacto que las almas puedan tener con los orígenes, principios y atributos que fundaron esta Obra Espiritual, que es una Obra propia de la Jerarquía.
¿Ahora, comprenden la necesidad de poder volver a comenzar?
Dios es tan misericordioso, bondadoso y prodigioso, que siempre les da oportunidades a las almas, aun sabiendo que pueden errar o equivocarse, porque la Mirada de Dios no observa los errores, sino la riqueza espiritual que Él dejó en cada alma; una riqueza espiritual que solo se puede vivir a través de la verdad y de la honestidad consigo mismo. Si esto no está presente, no es posible vivirlo.
Por eso, Dios siempre busca la forma y el medio, a través de Nuestros Sagrados Corazones, para enseñarles el camino correcto a Sus Hijos, hasta que cada uno pueda caminar con sus propios pies por la senda que Cristo le ofrece, Su senda de simplicidad, libre de poder, de toda autoridad o aun de toda creencia. Porque la senda que Mi Hijo construyó fue a través de Su Sacrificio y de Su Calvario. Él trazó la senda para todas las criaturas a través de Su Sangre derramada.
Así como Él lo dio todo, Él espera que ustedes lo den todo, y que lo hagan aún más cuando Nuestras Voces se recojan, cuando Nuestras Presencias se recojan; porque siempre, desde el Cielo, oraremos por los que son valientes, por los que no temen enfrentar la realidad y transformarla; oraremos por los que tienen el coraje de ser honestos, porque es allí donde Mi Hijo colocará Sus últimas semillas e impartirá Sus últimos dones para que sus últimas ovejas preparen la llegada del Pastor, abriendo caminos en este mundo, tocando corazones con el ejemplo del amor y de la simplicidad.
Dichosos los que escuchan sin haber visto. Agraciados serán los que se adhieran aun sin saberlo; porque Dios escribe con Su silenciosa Mano en las almas, en los que lo reconocen a través de Su Faz dentro de sí mismos, sin propiedad alguna, sin poder alguno, sin querer nada. Porque Dios vive Su propio vacío; pero, al mismo tiempo, el Absoluto vive en todo, lo que hace vivificar a la Creación, a los universos y a toda la vida.
Los bendigo, a través de la Luz de Mi Hijo, para que Mis Palabras hagan eco en los corazones, las últimas Palabras de la salvación y en el nombre de la paz, de la paz universal.
Por la Misericordia de Cristo, los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Que la caricia de Dios sea sentida en sus rostros; pero, sobre todo, en sus corazones. Sientan esa misma caricia que una vez sintió el pequeño Niño Jesús.
Sientan sus almas en los Brazos de la Madre Celeste y les aseguro que todo estará bien. ¿De qué preocuparse si Yo estoy aquí y Soy su Madre? ¿Acaso sus corazones ya no se consagraron a Mí?
Pero sé que para sus almas este día es importante, no solo porque estamos en camino de finalizar la Cuaresma, prepararnos para contemplar la Pasión de Jesús y, sobre todo, Sus méritos y Sus triunfos en la Tierra, sino también este día es especial para ustedes, Mis hijos, porque sus almas, junto con sus ángeles de la guarda, ante las puertas del Reino de los Cielos, reconfirman sus votos de consagración, de servicio incondicional a través de la oración perpetua y de servicio a los que más sufren y se desesperan.
Que este ofrecimiento, que agrada a Mi Corazón y que proviene de cada Hijo de María, otorgue a las almas que más sufren en las guerras la Gracia de reencontrar la paz, el sosiego y el bien para poder rehacer sus vidas.
Así como Mi Hijo una vez entró triunfante en Jerusalén y ese día ningún ser murió en la Tierra, hoy, su Madre Celeste, la Divina Madre del Cielo, otorga una Gracia especial y una amnistía espiritual a través de todos los Hijos de María, para que el mundo alcance la paz y la paz se establezca, para que acabe la ambición de la guerra y de la destrucción, para que entre seres humanos de una misma familia universal no exista más la violencia, la indiferencia y la agresión moral y física, porque todos son preciosos a los Ojos de Dios. Esto disuelve todo mal y toda oscuridad que los rodea.
Recuerden que, en espíritu, alma y esencia, todos son preciosos a los Ojos de Dios. Así, el Padre Eterno, en este día de reconsagración, les reabre la puerta para que puedan ver en ustedes mismos las santas virtudes, para hacer el bien por donde vayan o por donde caminen.
Esta es la virtud principal: hacer el bien. Este es el compromiso auténtico de los Hijos de María, para que sus vidas se aparten ya de todo lo que hace sucumbir al mundo y a la humanidad; para que sus vidas, ya consagradas, sean un atributo verdadero para Dios en la Tierra, que represente los valores de la dignidad espiritual y humana.
Que cada uno de ustedes, ofrecido a la ardiente oración del corazón, proteja y guarde los valores que surgirán en la Nueva Humanidad. Porque esto es lo que está perdiendo el mundo: el valor de saber amar, el valor de hacer el bien, el valor de vivir en paz, el valor de saber unir, el valor de dar la vida por el prójimo, así como Mi Amadísimo Hijo la dio por ustedes. Esta es la lección que les dejo a todos.
¿Quién dará la vida por los demás, así como Mi Hijo la dio por ustedes?
¿Quién, a través de esta Cuaresma y de esta próxima Semana Santa, será capaz de decidirse y dar un paso para superar en el Amor a Mi Amado Hijo?
Esto es posible, ¿lo saben?
Esto justificaría los graves errores del mundo, porque los Nuevos Cristos ya serían una realidad y dejarían de ser una promesa; los Cristos del Nuevo Tiempo, consagrados como Hijos de la Madre Santísima, que a pesar de ser imperfectos se transforman día a día y no le temen al fuego transformador de Mi Amadísimo Hijo.
A través de este día especial, en el que sus almas están ante Dios por un momento, para hacer una síntesis de todas las experiencias vividas hasta el presente; como Madre del Redentor y Salvador, vengo a establecer una alianza entre sus corazones y Dios, una alianza que deberá volverse inquebrantable, una alianza inalterable que ninguna circunstancia o situación la disuelva.
Pero, Mis hijos amados, todo esto dependerá de cada uno de ustedes. Dios, su Padre, que los ama y los contempla con el Amor más grande que puedan imaginar o sentir, siempre está de Brazos abiertos y con Su Eterno Corazón expuesto en las alturas; Corazón que es adorado y venerado por todos los ángeles del Cielo y los bienaventurados; Corazón Misericordioso de Dios que nunca les impartirá justicia, sino que les dará Misericordia; Corazón que nunca los condenará por sus errores, sino que los salvará.
Este es el Sagrado Corazón flagelado del Padre Eterno que en este tiempo final y crucial precisa ser reparado todos los días a través de las acciones de misericordia de todos los Hijos de María; a través de una oración que no se debilite, sino que se fortalezca; a través de una disciplina consciente y espiritual que los mantenga unidos espiritualmente a la Fuente Suprema y a todos los códigos de Luz que guarda, que son inagotables, inextinguibles y eternos; códigos de la Fuente Inmaterial que, en esta próxima Semana Santa definitiva para muchos de Mis hijos, necesitan descender a las almas y a los corazones para prepararlos para el último y gran tiempo: el tiempo del Retorno de Cristo.
Yo vengo aquí como una Madre Mediadora e Intercesora. Vengo como una Madre que los acoge y que los recibe; y los coloca en este día bajo Su Manto Espiritual y Divino, para que los Hijos de María en el mundo entero protejan primero de sí mismos todas las reliquias espirituales que Mi Hijo les otorgó a través de los tiempos, reliquias preciosas e inmaculadas que se guardan en las almas que son fieles a Dios y que en esta Tierra representan a los servidores y discípulos de Cristo.
Todos ellos, Hijos e Hijas de María, son la Legión de Dios para el final de los tiempos. Porque cuando este planeta se mueva por entero, su fe, la fe de cada uno de ustedes, no podrá titubear; deberá ser una fe que fortalezca a sus hermanos y hermanas, porque la fe siempre los protegerá. La fe los alimenta espiritualmente, porque es un don precioso y eterno del Espíritu Santo.
He aquí el Espíritu Santo de Dios, que viene a bendecir a los que siguen caminando hacia Cristo. Espíritu Santo que viene a suplicar e implorar por los que sufren, por los que perdieron la Gracia, por los que perdieron la dignidad ante Dios. Espíritu Santo que suplica por los enemigos y por todos los que están contra el Plan de evolución del Señor. Porque la Divina e Insondable Misericordia, que también emana a través del Espíritu Santo, está más allá de toda circunstancia o situación.
Dejen y permitan que, en estos días previos a la Semana Santa, sus pies y sus manos sean lavados por Cristo, para que entren al templo espiritual de la Iglesia Celestial, limpios y purificados, volviendo a sentir en ustedes la Pureza de Dios, que nadie ni nada les puede quitar; y, sobre todo, sintiendo el Amor que merecen de parte de Nuestro Padre Eterno, un Amor que siempre los impulsará a la transformación y al cambio, a la transformación de sus hábitos y costumbres humanas. Porque recuerden que lo que Cristo necesita en esta próxima Semana Santa son las virtudes de cada ser.
Pregúntense, a ustedes mismos, ¿cuál es la virtud de Dios que mora en mí y qué haré con cada una de las virtudes que Cristo me confió? ¿Soy capaz de ir más allá de mi personalidad? ¿Soy capaz de ir más allá de mis aspectos humanos? ¿Confío en el poder insondable de la Misericordia que todo lo transforma?
Quiero decirles algo: sí, sus vidas están camino a la libertad.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a escuchar, a pedido de nuestra Madre, el Himno de Consagración de los Hijos de María, y vamos a llamar aquí a los Hijos que se han ofrecido a vivir hoy la consagración.
Pueden acercarse.
Y ante el Inmaculado y Sagrado Corazón de María, que se arrodillen todos los que puedan, porque ante la Madre Divina vamos a acompañar esta consagración de nuevos Hijos de María; pero también vamos a tener la oportunidad interna e íntima, en el silencio de nuestro corazón, de renovar nuestros votos con el Plan de Dios y con la vida divina.
Ahora, los sacerdotes van a bendecir con agua bendita a los que hoy se están consagrando y también los incensarán, para que la oferta de cada uno de sus corazones se eleve a los Cielos; oferta sincera y honesta de que, a partir de hoy, no solo son Hijos de María declarados, sino también son parte de Su ejército celestial.
Delante de María, nuestra Madre Celestial, hacemos nuestra oferta interna de renovación de votos para que, a través de Su Inmaculado Corazón, los eleve al Reino de Dios.
En este momento de silencio, hacemos nuestra oferta.
Vamos a cantar este himno, agradeciéndole a nuestra Madre.
Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más