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Hoy, las santas madres consagradas vengan aquí y póstrense ante Mi Altar.
Como a las santas mujeres de Jerusalén, Yo les entregaré Mi Legado para este tiempo definitivo.
Póstrense y vivan junto a Mi Madre Santísima, que hoy ha venido Conmigo, la Comunión Eterna, para concelebrar esta ceremonia con ustedes.
Arrodíllense los que puedan en el suelo, como los ángeles, por lo menos por un tiempo; así entrarán en el Universo de Mi Corazón para participar de esta Eucaristía que nuevamente vengo a renovar en este Jueves Santo.
Quisiera que las santas madres tuvieran una vela encendida para adorarme, así como las tuvieron ayer en unión a Mi Corazón de Luz.
Hoy el Cenáculo se establece en este lugar, el Cenáculo Espiritual que concibió y permitió la manifestación de la Santa Comunión, a través de Mi Cuerpo y de Mi Sangre en el pan y en el vino.
Dichosos de aquellos que saben celebrar esto, que se arrepientan y se humillen ante el Maestro de los maestros, porque podrán ser consciencias nuevas, almas en rehabilitación y paz, espíritus congregados por Mí de diferentes puntos del Universo que llevarán Mi estandarte de Paz, así como lleva Mi Corazón Glorificado para los cuatro puntos de la Tierra.
Alégrense y vivan Mi Comunión eterna, la renovación de sus votos en el Plan del Creador delante de un tiempo de crisis.
Antes de encender las velas quisiera bendecirlas para que ellas estuvieran purificadas, pues Mi Espíritu vive en la pureza, así como Yo los introduzco a todos en Mi Espíritu de Paz, para que trabajen su sublimación.
Estoy preparando una ceremonia para ustedes. Estén atentos a lo que hago, porque es único para este tiempo y para todos los corazones de la Tierra.
Renovaremos esta mesa sagrada con ofertas que me han hecho, desde sus corazones para el Mío.
Estén en adoración como está Mi Madre, postrada a Mis Pies, orando por el mundo en Su magnífica Santidad.
Agua bendita, por favor…
Sigan las instrucciones que Yo les estoy dando para que la Ceremonia sea perfecta, en el Cielo como en la Tierra, en sus almas como en sus cuerpos, en esta institución que Yo hago de los Códigos de Mi Luz en cada uno de los elementos.
Si las madres pueden venir aquí, por favor...
Con esta vela que Yo les entrego rezarán por trece días después de las Pascuas, para que Mi Corazón pueda ser más glorificado en el mundo, especialmente por las almas que deban despertar y que se pierden.
Así lo harán junto a Mi Madre, cada vez que enciendan esta vela, en conmemoración a Mi Corazón Misericordioso. Especialmente lo harán por aquellos, sus hijos espirituales, que deben ser cuidados por su maternidad, así como Mi Madre cuida a todos Sus hijos hasta el fin de los tiempos.
Queridas madres, den ese testimonio de perseverancia y de amor, para que sus hijos caminen así como ustedes caminan.
Ahora colóquense en semicírculo de un extremo al otro de la mesa.
Cada una, en su interior, emitirá una oferta a Mi Corazón, por la humanidad, la cual Yo acogeré con plenitud, para que sea transformada por Mi Misericordia y por Mi Paz.
Las escucho en el silencio.
Coloquen su mano izquierda sobre el corazón, madres y, emitan esa petición a su Esposo Celestial.
Ante la Divinidad de María, fúndanse con Mi Corazón y restablezcan Mi Legado en el mundo para todas las criaturas que encuentren en sus caminos y que necesiten de mucha ayuda para soportar la transición.
Así como Yo reuní a los doce en el Cenáculo, así reuní a las mujeres de Jerusalén, en la Comunión Espiritual con Mi Cuerpo y Mi Divina Sangre.
Reunidas con María todas comulgaron y se prepararon para enfrentar la Pasión del Señor y así Me ayudaron a soportar las crueldades del mundo, las injusticias del hombre y la omisión de los corazones, fases que podrían vivir en estos tiempos, madres. Pero en la plenitud del Inmaculado Corazón de María, su Gobernanta y Comandante, todo superará por el potentísimo Fuego del Amor y de la Paz, en Perdón y Misericordia.
Ahora, detrás de las madres, estarán los sacerdotes para que concelebren Conmigo esta renovación Eucarística.
Hagan todo en armonía, porque Yo estoy donando un tiempo especial para ustedes y para el mundo, y con suma importancia para este lugar.
Cuando ya estén los sacerdotes, podré proseguir con esta celebración y este Cenáculo.
Traigan a Mí el incienso y el agua bendita de nuevo, para que pueda purificar esta mesa.
Ahora compañeros, a los pies de este escenario, se colocaran los residentes consagrados de las Comunidades Luz y acompañarán Conmigo esta Consagración, así como Yo los consagro a Mi Padre Eterno.
Estamos preparando la mesa para este Sagrado Sacramento.
Vamos a cantar juntos Kyrie Eleison.
Kyrie Eleison...
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Podemos ponernos de rodillas, las madres y los consagrados también.
Vamos a prepararnos, compañeros, para la divinización de estos elementos.
Agua, Sangre, Vida y Redención que brotaron del bendito Corazón herido de Jesús,
ten piedad, misericordia y compasión por todos nosotros, Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Jesús dice que escuchemos "Así habló el Maestro".
Las madres podrán venir a lavarse las manos.
Jesús dice que hay que traer otra jarra de agua.
Con esta agua Yo purifico sus sentimientos y sublimo sus ideas. Con ella bautizo a los humildes y elevo a los simples, uno a los puros con Dios, santifico a los que se consagran, elevo a los pequeños hacia el Reino de Dios; perdono y curo a los que siempre Me han buscado, encuentro en los servidores, la Paz, trasciendo a todos hacia Mi Reino, vivo el sacrificio de los que recién comienzan, Me presento en los corazones abiertos, Me vivifico en los que sufren. Me elevo en los que oran Conmigo, curo en los que Me buscan, Me sirvo en los que se dan, los libero en el poder del silencio.
En aquel tiempo, compañeros, las santas mujeres comulgaron Conmigo. De la misma forma que Yo lo hice con los doce, con Mi Santa Madre lo hicieron para instituir el poder de la maternidad, a través de los tiempos, la infinita obra del amor y de la caridad para todos los corazones caídos y perdidos.
Por eso María, en Su santa bondad, en vez de tomar un Cáliz con vino, tomó entre Sus manos un Cáliz con agua, lo elevó en el nombre del Poder de Su Hijo, para instituir la liberación del mal del planeta y la redención de las almas, a través de Su infinita caridad.
Y en aquel tiempo, en el Cenáculo silencioso de María, elevó el Cáliz en el Nombre de la Pasión de su Hijo, agradeció a Dios por ese sacrificio que viviría el Primogénito de Dios y siendo el Cáliz santificado por los ángeles de todo el Universo y en su santa visión y locución interior dijo:
Hijas Mías, tomen y beban de este poderoso Sacrificio que derramará Mi Hijo por ustedes y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Hagan esto por vuestra santidad y la santidad de todos los seres de la Tierra hasta el tiempo en que Él retorne al mundo, por segunda vez. Beban de la sangre Preciosa que es derramada por el Cordero de Dios. Purifiquen vuestros cuerpos con la infusión de Su Espíritu Divino, que los acoge en Su Purísimo Corazón. Beban de la Humildad que el propio Padre manifestó a través de Su Corazón, del Corazón de Su Hijo.
No pierdan tiempo, porque así como Él vierte Su Sangre, Él derrama Su Misericordia hasta el fin de los tiempos. Beban, hijas Mías del Código perfecto de la redención y nutran sus esencias con la divina Pasión de Mi Hijo.
De la misma forma Yo lo hice con los doce, cuando elevé el Cáliz de la Redención y de la Paz por todos los ultrajes del mundo y les dije a Mis compañeros como les digo hoy a ustedes:
“Tomen y beban todos de él porque esta es Mi Sangre que los elevará al Cielo y los purificará en espíritu”. Beban y no teman porque Mi Luz se hará visible en sus corazones.
Confíen en lo que Yo he derramado por el mundo entero. Confíen y amen así como Yo amé cuando derramé cada gota de Sangre por las almas de aquel tiempo y de los tiempos de hoy.
Arrepiéntanse de todo corazón y no perderán el camino que Yo he venido a encomendar para sus vidas, ante los ángeles del Cielo, que hoy se congregan para hacer resplandecer la Tierra por los siglos de los siglos.
Así María, entre Sus Santas Mujeres, tomó el pan, lo elevó en el Nombre poderoso de Su Hijo y de todos los Reinos Celestiales, pidiendo al Creador, Adonai, que se convirtiera en el Cuerpo precioso de Su Hijo y en la Comunión Espiritual con todas las almas de la Tierra.
En ese mismo instante su Maestro y Redentor también elevó el pan, instituyendo la Eucaristía en la Presencia de la Santísima Trinidad, lo partió y dijo en la humildad de Su Corazón, como dijo María, coman hijas Mías, este es el Cuerpo del Señor, que en nombre de todos se entrega para establecer el perdón de los pecados. Coman y vivan antes de Mi hora, la Pasión del Cordero de Dios. Coman y renueven sus votos con Dios, el Creador.
Y así compañeros, antes de Mi Muerte dejé para el mundo Mi mayor testimonio de amor por aquellos que Me entregarían a través de los tiempos, por sus indiferencias, ultrajes y, por los castigos a los inocentes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Gracias Jesucristo por cuánto nos das.
Después, compañeros, harán comulgar a todos sus hermanos de esta bendición sacratísima que hoy Mi Corazón ha realizado para todos los presentes.
Me elevo en oración y vigilia hasta el momento de Mi Cruz.
Contemplen Mi Gloria. Cuando Yo estoy presente todo es perfecto y nada hiere.
Hoy, les ofrezco nuevamente la cruz del mundo para que la carguen Conmigo en esta Sagrada Semana que se aproxima; porque después de tantas Gracias todo ya es diferente y nada puede ser igual.
Hoy, están aquí por Mi Misericordia, que es la Misericordia de Dios; la que los ha reunido a través de Mí y alrededor de Mí, para honrarme.
Hoy, estoy con ustedes y estoy con el mundo, con las necesidades de cada corazón y de cada alma, sin dejar de atender las peticiones de Mi Padre, para que se haga Su Voluntad.
Hoy, les muestro las llagas de Mis Manos para que las veneren durante toda esta próxima semana, donde daré señales precisas para estos tiempos finales, para que las almas continúen en Mi camino y en ascensión a Mi Sagrado Corazón.
Yo sé que es difícil vivir el caos del mundo, el caos de las almas y de las consciencias que se resisten purificar. Pero no puedo hacer más nada.
Sus corazones y el corazón de sus hermanos debe estar abierto para que Yo pueda obrar y así ayudarlos hasta el final. Porque es la Voluntad de Mi Padre que vivan en Mi Gracia y es el sentimiento de Mi Corazón que se regocijen en Mí todos los días de la vida, para que así conozcan Mi Voluntad, que es invisible ante sus ojos y perceptible para la intuición de los puros.
Yo necesito alcanzar en ustedes la santa humildad, la pacificación, la entrega y la mansedumbre. Pero sé que todo es por grados. Deben alcanzarlo a través del esfuerzo y de la dedicación que viven por Mí Corazón y por la Voluntad de Mi Padre que está en el Universo y que siempre los contempla con mucha compasión. Porque si de Él no brotara la compasión por ustedes y por las almas del mundo, ya no habría humanidad.
La tónica de estos tiempos es la intercesión de los Sagrados Corazones, de María, de San José y de Mi Corazón, de lo contrario nada sería posible, compañeros.
No vengo aquí para traerles decepciones sino la verdad; verdad que deben amar todos los días para poder alcanzarla y para que sus corazones sean cristalinos al igual que el Mío, sin soberbia, sin negación, sin indiferencia.
Deben persistir como Yo persistí por ustedes en la Cruz.
Deben madurar en el amor, como Yo entregué el Amor de Dios por ustedes en cada etapa de la Pasión, así como Mi Madre entregó el Amor por cada uno de Sus hijos que negaban y rechazaban al Rey del Universo.
Necesito que en esta Sagrada Semana, sus corazones vivan en humildad Mi Pasión. Que sientan Mi Pasión como la gran victoria y como la gran promesa para aquellos que aún no han despertado y que se separan de Dios día a día.
Necesito, compañeros, que a través de esta Sagrada Semana vivan Mi Pasión, para que sus almas confirmen que Yo estoy aquí presente todavía acompañándolos, así como también Yo acompaño a aquellos que más necesitan en esta hora aguda del mundo.
Necesito, compañeros, que en esta Sagrada Semana no solo vean Mi sacrificio, sino la victoria del Arcángel Miguel a través de Mi Corazón y de Mi Consciencia, que en el momento más culminante dejó Mi Ser para que Yo Me cristificara, así como en estos tiempos Yo los invito a vivir la cristificación del corazón a través de la entrega y de la oración perpetua.
Si no hubieran almas como ustedes en el mundo, así como hay otras almas que aman Mi Corazón insondable y misericordioso, Yo ya no estaría aquí y eso no sería una negación porque no tendría dónde derramar Mi Gracia y Mi Misericordia sobre aquellos que la claman de verdad por sus hermanos y por toda la humanidad, como por los Reinos menores creados por Dios, vuestro Señor, vuestro Padre Eterno.
Así Yo necesito, compañeros, que en esta Sagrada Semana, multipliquen Mi Misericordia por todos los lugares donde vayan y que ella se multiplique aún más cuando se retiren de aquí, de este Centro sagrado, después de haber recibido Mi impulso espiritual de amor y de compasión.
No necesito que se martiricen con Mi Pasión. Hubieron mujeres santas en el pasado que vivieron eso por Mí a través de los tiempos y sobre todo al lado de Mi Cruz, junto a María, Mi Madre.
Yo los invito, compañeros, en esa Sagrada Semana a ser santas consciencias que veneran Mi Sagrado Corazón a través de la Pasión y de la cruz y de cada paso que Yo di por ustedes desde la última Cena hasta Mi resurrección.
En esos pasos que hoy Yo les encomiendo meditar día a día, encontrarán la fortaleza para estos tiempos, la fuerza interior para superar sus problemas, la disipación de todas las dudas y de la falta de confianza al Corazón del Creador.
Necesito, compañeros, que revivan Mi Pasión por aquellos que no lo hacen y sobre todo por aquellos que nunca lo hicieron y que menos Me conocen en las diferentes partes del mundo, por vivir su propia idolatría.
Eso pesa para Mi Corazón, porque Yo vengo con Mi Gracia para todas las almas, para todos los que a pesar de todo continúan en Mi camino, como es en el día de hoy ante Mi presencia.
Así verán, compañeros, cómo es la Misericordia de Mi Corazón, cómo es el sustento y el apoyo que Yo puedo dar para sus espíritus cuando confían en Mí y lo decretan.
Yo no solo les traigo la revelación de Mi Gracia sino también la presencia de Mi Gloria celestial alcanzada después de Mi ascensión al Universo, a las moradas de Dios.
Necesito que se purifiquen en Mi confianza y que acepten la tarea que Yo, con tanto Amor, les he encomendado para estos tiempos desde el principio de sus nacimientos.
Así como Mi Corazón infinito agradeció el apoyo de Mi Santa Madre durante la Pasión y desde el principio de Mi vida en este mundo por cada uno de ustedes, así espero, compañeros, que ustedes agradezcan a sus madres por su existencia y presencia en este momento tan especial Conmigo. ¿Qué sería de ustedes sin sus madres?
Aunque sus madres no parezcan lo que ustedes desean, ellas son el modelo perfecto de la transformación para sus corazones y vidas. No podrán seguir caminando en Mi sendero sin antes recordar a sus madres por todo lo que han dado, aunque hayan sido errores, pruebas o conflictos.
Dios, a través de sus madres, quería quebrar sus corazones endurecidos para que sintieran el verdadero amor que nace de la maternidad de todas las santas mujeres que conciben ante la Creación y dan a luz, como Mi Madre dio a luz por cada uno de ustedes.
Necesito que amen la fuerza maternal y que no la rechacen, porque en la fuerza maternal se encuentra la salida a las posibles dificultades del camino.
Entre Mi Pasión para esta Sagrada Semana y el espíritu de la maternidad, encontrarán dos grandes puertas para alcanzar también el perdón y la reconciliación entre sus seres queridos.
No necesito, compañeros, que juzguen sino que amen lo que Dios les entregó a través de sus madres y también de sus madres espirituales que Yo he colocado en el camino, para trabajar el sendero de perfección y de santidad en ustedes.
Descubran en el misterio de Mi Pasión y de la maternidad el camino para la conversión y para dar los pasos en la simplicidad del espíritu y del alma que se dona al Padre celestial, abriendo su corazón y comprendiendo todas las cosas que llegan a la escuela del aprendizaje.
Les dejo en esta noche, compañeros, el símbolo de las llagas de Mis Manos, de las Manos que se donaron por ustedes, de las Manos que curaron, que sanaron, que multiplicaron los panes y los peces, de las Manos que derramaron gracias y prodigios, que resucitaron a los muertos, de las Manos que hicieron levantar a los paralíticos, que curaron a los ciegos y que redimieron a los corazones endurecidos por su propia voluntad.
Estas son Mis Manos, las Manos de Dios a través de Su Hijo amado, que nuevamente para esta Sagrada Semana se donan a ustedes y al mundo para santificarlo por la efusión del Espíritu.
Que sus manos imiten Mis manos. Que sus seres se donen en confianza y sin resistencia, porque Yo conozco, compañeros, la pasión de cada corazón, la pasión interior, los miedos y las incertidumbres.
Espero que en cada uno ustedes y de sus hermanos, Yo pueda hacer brotar lo que vengo a buscar hace tanto tiempo y después de tantas veces y de tantos intentos.
Ahora, compañeros, que saben todas estas cosas, anímense a dar el paso y a no retroceder, porque Mis pies caminan descalzos frente a los suyos, marcándoles el camino hacia la paz y la transformación.
Un pedido más para los que escuchan Mi voz. Quisiera verlos arreglados y limpios todos los días para recibirme. Así como Yo mandé a bañar a los pozos de Betsaida, de Samaria a los enfermos para que se purificaran, Yo los invito a prepararse todos los días para el encuentro Conmigo a las tres de la tarde, en armonía y orden, interior y exterior. No necesito que se embellezcan por Mí, sino que comprendan y sientan la importancia de la ceremonia en cada detalle, porque eso forma parte a la Ley de la Jerarquía.
Y ahora, compañeros, en esta víspera de preparación que sus corazones ya pulsen y sientan la Sagrada Semana latiendo en su interior como una llama viva que se moldea y se prepara para recibirme en confianza.
Y la síntesis de toda esta Sagrada Semana que viviremos por una humanidad enferma, separada e indiferente; por aquellos que no pueden vivir esto Conmigo y que aún no lo conocen, les recuerdo el misterio infinito del sacramento de la Comunión, del pan hecho carne de Cristo y de la Sangre preciosa del Maestro como fuentes de salvación y conversión para las almas que comulgan en la fe con la divinidad de Mi Espíritu ante el Padre Universal.
En gloria a Dios por esta gracia concedida para realizar la Sagrada Semana aquí, y en espera de todo el Cielo, que su colaboración sea eficiente para los próximos encuentros en esta orden material de la obra de la Jerarquía.
Espero que Mis Gracias no caigan en vano, sino que sean la multiplicación permanente del servicio y de la donación por esta obra redentora y corredentora junto a Mi Madre y San José.
Espero que sus corazones, compañeros, despierten a la importancia de la colaboración en este proyecto de los Mensajeros Divinos en este plano material. Eso definirá después de esta Sagrada Semana la continuidad de ese proyecto sagrado de conversión y de paz para el mundo.
Que cada uno cumpla con su parte para que así se manifieste la Voluntad de Dios.
Mi último pedido, compañeros: recen por los corazones que se cerraron. Deseo ver en estas cuentas la persistencia de los consagrados. Que cada cuenta que oren represente la oportunidad y la gracia para una nueva alma que debe ser rescatada por la trinidad de los sagrados corazones.
En este sacramento, compañeros, Yo les dejo el modelo para su conversión, para que sean pacificadores, mansos de corazón y humildes de espíritu.
Yo les agradezco, compañeros, por compartir este momento Conmigo en nombre de la Luz y de la Redención.
Y así a los presentes Yo los bendigo preparándolos para vivir este sagrado momento Conmigo, en esta Sagrada Semana que se aproxima, donde los Cielos estarán abiertos durante siete días sobre este lugar para que las almas se eleven en espíritu a través de Mi Corazón a la Casa del Padre Celestial.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Vamos a cantar, a pedido de Cristo, “Pacificadores de Cristo Redentor”.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más