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Sientan en sus corazones Mi Presencia. Después de haber anunciado Mi Paz al mundo, deseo proclamar esta Paz en cada una de sus esencias.
Hijos Míos, en esta noche Mi Corazón derrama Gracias y bendiciones al mundo, porque muchos hijos Míos respondieron a Mi llamado. Grande es la alegría del Señor, en el Reino de los Cielos, por este encuentro de sus almas con Mi Inmaculado Corazón.
Ustedes son esencias preciosas ante los Ojos del Creador. Hace mucho tiempo, el Señor aguarda a que puedan estar delante de los portales celestiales, para que el Origen Divino los impulse una vez más, para que reciban en este tiempo la Misericordia y la Redención de Mi Hijo y la reconciliación con Dios Padre por medio de la Presencia de Su Sierva.
Hoy, extiendo Mis Brazos a sus almas, para que depositen en Mis Manos sus súplicas. Escucho cada uno de sus corazones.
En este momento único en sus vidas, díganme qué es lo que más necesitan. Quiero escuchar el clamor de sus corazones y responder a sus pedidos, siempre y cuando sean la Voluntad de Dios. Elévenme sus súplicas en sus corazones, Yo los escucho.
A los que piden Gracias para sus familias, Yo se las concederé; porque en este tiempo, hijos Míos, es Voluntad del Señor que todas las familias del mundo puedan vivir el perdón y la reconciliación para expresar, en un tiempo futuro, el arquetipo de la Sagrada Familia. A través de las Gracias que derramaré en sus vidas, poco a poco podrán convertirlas y sentirán, en cada día, que Mi Corazón se hace aún más presente, disolviendo las dificultades, amparando sus corazones y los corazones de todos los que están a su alrededor.
A aquellos que claman por cura, Yo también se la concederé, porque es Voluntad de Dios que sus espíritus sean curados y que sus almas alcancen la redención en este tiempo para que, antes del tiempo de la Justicia, sean testigos vivos del poder de la actuación de la Misericordia Divina.
A los que claman por paz, Yo se la concederé, porque quiero estar al lado de cada uno de Mis hijos, trayéndoles paz en cada instante de sus vidas. Pero a cada una de esas Gracias, hijos Míos, le deberán abrir las puertas por medio de la fe absoluta en Mi Corazón.
Mi Voz, en esta noche, resuena no solo en este lugar, sino también en cada espacio de este mundo. Escucho no solamente sus súplicas, sino las súplicas de todos Mis hijos que, a lo largo de este mundo, Me abren las puertas de sus corazones.
Quiero que, reunidos alrededor de este Portal de Paz que hoy abro para conducir sus almas al Universo, oren Conmigo por todos los que están en el mundo y no reconocen la Presencia de Dios, pero que solo ultrajan Su Sacratísimo Corazón por sus acciones y pensamientos, por sus sentimientos, por sus palabras.
Cada una de sus almas, hijos Míos, representa para Dios una oportunidad de redención de toda la humanidad. Sus vidas representan para el Creador una oportunidad de manifestar Su Sagrado Plan; pero, para que eso ocurra y para que esta aspiración divina sea una realidad, necesitan entregar sus vidas a Dios. Esto no es difícil.
Solo les pido una vida de oración, de reconciliación. Les pido que perdonen el pasado, que perdonen los errores cometidos, propios y de los demás, para que en este tiempo puedan renacer ante Mi Presencia y ser los nuevos apóstoles del Señor. No les pido, hijos Míos, grandes obras de caridad, sino pequeños actos de amor con los que tienen al lado, con los Reinos da Naturaleza que son tan ultrajados y olvidados por esta humanidad. Les pido que sean simples de corazón para que, de esta forma, puedan encontrar la Presencia de Mi Hijo en el interior de cada criatura.
En esta noche, les digo que no les costará mucho llegar a Mi Inmaculado Corazón y vivir el Plan de Dios para este planeta. Solo sigan el ejemplo de Mi Hijo, que amó a cada criatura como a Sí mismo y a Dios Padre por encima de todas las cosas.
En esta noche, les pido que sean el ejemplo vivo del poder de la transformación de Dios, que permitan que Él actúe en sus vidas, convierta sus acciones y lo profundo de sus seres para que, de esta forma, muchos más puedan servirse de sus ejemplos.
En esta noche, les hablo a los simples de corazón, que comprenden la grandeza de Mi Presencia. Y esta comprensión no la alcanzan con la mente, sino con el corazón, que sabe que esta Presencia es real y divina y viene para transformar este mundo definitivamente.
Ahora, Mis queridos, en este lugar sagrado, quiero abrir las puertas del Cielo y que estén permanentemente abiertas para que, en este lugar, los Reinos encuentren una oportunidad de redención y de restauración de sus esencias. Por eso, les pediré que oren Conmigo, para interceder por los Reinos de la Naturaleza. Y, mientras así lo hacen, intercederé no solamente por los Reinos, sino por cada una de sus almas.
Madre del Cielo, Madre Tierra,
intercede por nosotros y por los Reinos.
Amén.
(Se repite14 veces)
Que, por medio de la simplicidad de sus corazones, Mi Paz se establezca en este lugar; y que, no solo las criaturas humanas de este mundo, sino también la consciencia de todos los Reinos de la Naturaleza, encuentren aquí un lugar de paz, de reconciliación con Dios, de restauración y de perdón; porque de esta forma, hijos Míos, este mundo será aliviado.
Quiero que, ante Mi Presencia, aprendan el poder de la oración para que, a partir de hoy, no oren solo por ustedes mismos, sino también por el mundo entero y por todos los Reinos de la Naturaleza.
Ahora, les pido que se acerquen a Mis hijos, los que se dispusieron a responder a Mi llamado y a consagrarse más profundamente a Mi Corazón Inmaculado.
Ser un Hijo de María no es un mérito que reciben. Vestir esta parte de Mi Manto es un compromiso que sus almas asumen Conmigo por la redención de este mundo.
Yo los llamé para que, en un tiempo futuro, puedan ser el testimonio vivo de que Yo estuve en la humanidad, de que regresé para estar entre Mis hijos para traerles la redención, para anunciarles el Retorno de Mi Hijo Jesús y para que puedan reconocerlo en el momento en que Sus Pies toquen la Tierra.
Cada día que pasa, aspiro a consagrar más Hijos de María; pero para eso, hijos Míos, necesito que sus almas se dispongan a vivir la transformación, se dispongan a vivir el amor y no solo a usar esta camiseta que Yo les entrego, porque ella es solo un símbolo que marca el primer paso de todo lo que deberán vivir de aquí en adelante.
Aquellos que aceptan ser Hijos de María, deben aceptar también vivir la transformación, superar los límites de la vida y de la propia consciencia para que, poco a poco, esta consagración se expanda por cada espacio de sus seres y para que, a través de ustedes, hijos Míos, la humanidad pueda consagrarse a Mi Corazón.
Ahora, les pido a todos que abran sus corazones, sus almas y sus espíritus para que puedan ser liberados de todo el mal, para que este perdón divino que traigo de los Cielos pueda impregnar sus consciencias y transformar a cada uno en un futuro apóstol de Mi Hijo.
Yo les agradezco por responder a Mi llamado, por confiar en Mi Presencia y por vivir la oración en cada instante de sus vidas. A esto aspiro de los que estén ante Mi Corazón.
Que sigan en paz, bajo la bendición del Padre y del Espíritu Santo.
Les dejo Mi Amor y Mi protección, eternamente.
Canción: Consagración.
Yo aún estoy presente y observo si realmente Me cantan con el corazón. No se olviden de que Yo los escucho siempre, aun cuando se escondan de todos. Yo siempre estaré presente, hijos Míos, por eso no pierdan un instante para orar con el corazón, con el alma. Yo siempre los acompañaré.
Ahora, cántenme otra vez, desde lo profundo de sus corazones. Elevaré al Cielo la devoción de las almas del mundo y se la entregaré a Dios para generar méritos por la redención de todos los que no Me escuchan y no Me cantan.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más