APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 5, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Para algunos, Yo aún no he regresado a la Tierra; para otros, Yo no llegué a ser el Gran Mesías, mas hay otros que creen en Mi Retorno.

Vengan a Mí y tomen Mi Corazón, Mi Corazón de Oro, Mi Corazón de Luz.

En este día, vivan Mi Pasión con alegría y con regocijo, y por más que les sea difícil recordar Mi flagelación, vean en todo este principio un gran misterio, una gran liberación que fue realizada para el mundo, un gran peso que fue aliviado del corazón de los hombres.

Vengan a Mí y tomen Mi Corazón, así podrán curar su sed de amor.

Nadie más que Yo les podrá ofrecer el Gran Amor de Dios. Busquen el Amor en lo Divino y en lo Supremo. No se queden con el amor de este mundo que es pobre y débil. Mas que sus corazones, a través de Mi Corazón de Oro, sean precursores de ese Amor Crístico que tanto la humanidad busca.

Sean pacificadores, sean evangelistas. Den testimonio de Mi Mensaje sobre lo que han visto, así otros podrán despertar a tiempo en esta era difícil.

Los órganos del Cielo hoy tocan una nueva melodía. Los ángeles anuncian con sus siete trompetas un nuevo tiempo.

El Hijo de Dios está regresando por segunda vez al espíritu de los hombres. Y aquel que crea en eso lo vivirá. ¡Pobres de aquellos que no creen en Mi Regreso! ¿Cómo podrán estar dentro de Mi Regazo pastoral?

Ansío desde hace tanto tiempo abrazarlos y besarlos, bendecirlos con Mi Amor paternal y misericordioso. Eso es lo que busco en este tiempo tan difícil.

Pero pocos verán las huellas del que regresa desde el Cielo. Por eso ustedes, que están despiertos en este momento, vengan a Mí y tomen Mi Corazón. Que Mi Corazón sea su corazón. Que Mi Sangre derramada sea la transfiguración de la sangre de ustedes. Que Mi Agua, que vertió de Mi Costado, sea el agua que circule por sus cuerpos, que santifique sus células y átomos para que nazca la nueva consciencia redimida.

Pero Yo solo les pido en esta era un permiso, un permiso que es muy difícil de ser concedido por todos, porque temen a la grandeza de Mi Amor, al poder enloquecedor de Mi Fuego misericordioso, a Mi Alma que abraza, cura y sana, a Mi Espíritu y Mi Divinidad, que los elevará por completo al Reino de Mi Padre. Por eso, únanse a Mí en esta hora tan misericordiosa. Que su cruz sea Mi Cruz para siempre.

Hoy no vendré a cargar su cruz en este siglo, sino que vendré para poder liberarla y sacar de sus corazones las amarras. Por eso necesito de su sincero permiso. Sé que Me han preguntado cómo hacerlo, pero todo ya fue dicho y está escrito. ¿Alguien ha vivido la Palabra de Vida? ¿Alguien se animó a encarnarla en su corazón?

Por eso, Yo necesito de discípulos verdaderos, de almas simples y dispuestas a responder a Mi llamado.

Yo lo que busco en este tiempo son sus espíritus, sus espíritus mayores que vienen del Cielo y del Universo, que firmaron un compromiso Conmigo en aquel tiempo y que buscaron, después de tanto tiempo, un camino cierto. Por eso, Mi Padre Me envía para corregir sus caminos.

La humanidad se ha olvidado de Mi Palabra de Vida y esto ha impedido en que vivieran en el Verbo Divino, para que se hiciera Espíritu en sus espíritus, Alma en sus almas y Corazón en sus corazones.

Yo necesito que puedan vivir dentro de Mi Reino. Que lo busquen todos los días a pesar de las diferencias y de todo lo que este mundo ofrece en este tiempo tan difícil.

Ayer les dije que muchos buscarán lo que Yo les entregué en estos días. Pero no teman por lo que sucederá. Protejan en sus corazones Mis Palabras, ellas ya están creando un nuevo templo. Están irguiendo a sus espíritus hacia Dios.

Por eso, Yo les digo en este día: los órganos del Cielo están tocando una nueva melodía. Únanse a la vibración divina del Cosmos. Escuchen con atención las señales que llegan a sus internos. No las interpreten, solo escúchenlas, para que las puedan vivir y se puedan manifestar los dones que Dios espera. Repito don, porque es un don importante, un don que aún muchos no viven, que es la virtud del amor y de la humildad, de la caridad y de la esperanza entre los Míos.

Y así como Yo reuní a los apóstoles en aquel tiempo y celebré la Mesa con muchos hombres y mujeres, hoy vengo nuevamente a celebrar el encuentro con ustedes.

Después de tantas instrucciones que han recibido en tanto tiempo, el Rey de los reyes viene a entregarles una gran Instrucción: No se olviden de amar, de amar con el corazón y con el alma, porque quien no ama en este tiempo, no podrá vivir en el Reino de Mi Padre.

Hoy les entrego Mis promesas y Mis aspiraciones, Mi gran Verdad que desciende sobre el mundo y que nuevamente es pronunciada para la humanidad.

No se olviden de Mí cuando las cosas se pongan difíciles. Entren dentro de Mi Espíritu, de Mi Corazón y de Mi Alma, y surgirá de sus consciencias la fortaleza y la firmeza para poder seguir. Aunque los impíos y los idólatras quieran derrumbar lo que Yo estoy construyendo, sosténganse firmes a través de Mis Manos, agárrense firmes de Mi manto sagrado y así no perderán el camino de la Luz.

Mi Corazón visita a sus corazones, así como Yo he visitado a muchos corazones del mundo después de Mi Ascensión a los Cielos. Yo he regresado varias veces a la Tierra, buscando a los nuevos pastores, a los rebaños que se han dispersado lejos de Mí.

Pero aquel tiempo tan esperado, el pronunciado en el Apocalipsis, está llegando al mundo y los nuevos principiantes se volverán, los formadores de los que llegarán por detrás y podrán transmitir las Enseñanzas que Yo les he entregado.

Esto no será a través de la palabra, sino a través del corazón. Necesito que sus vidas sean un ejemplo de vida. Recuerden que Yo estoy al lado de todos Mis compañeros.

Esta Cruz que Yo llevé sobre Mis Hombros, convirtió y redimió a la humanidad en todos los planos de consciencia.

En todos los infiernos de este mundo, Mi Calvario fue liberando a los espíritus que estaban comprometidos con el mal y Mi Luz redimió a la oscuridad. Mi Misericordia liberó la ira de los corazones. En Mi Pasión se vivió la pasión para muchas almas, y muchos llegaron a Mi Corazón, resucitaron a la vida del espíritu y comenzaron a vivir la Voluntad de Dios.

En este día, en donde Yo Me encuentro recogido, les oferto Mi Corazón de Oro para que comulguen de Él. Que hoy sea su Comunión eterna.

Sientan Mi Corazón en sus corazones. Mi Fuego misericordioso promete grandes obras en los corazones libres, porque él transforma y redime todo lo que toca.

Hoy les vengo a traer la esperanza y dejar de lado Mi Pasión. Aunque fue un evento importante para el Cosmos, Yo dejé impresas llaves importantes para el mundo. Mis señales quedaron grabadas en el corazón de todos, de aquellos que estaban Conmigo  y  de aquellos que estaban contra Mí. Nadie se salvó de sentir Mi Divina Misericordia. Mi Divina Misericordia es un manantial poderoso.

Hoy veo con compasión y misericordia a las nuevas pequeñas almas que están entre los brazos de sus padres, espíritus preparados por Mí mismo para que siembren la Nueva Tierra. Y a las flores que han muerto en muchos corazones, las que representan el Espíritu de la Vida Divina; que estas flores puedan resucitar y resurgir.

Por eso envío almas de todos los lugares del Cosmos para que siembren la Nueva Tierra; aquella Tierra que buscó Moisés con su pueblo y a la que llevé a todos los que estaban Conmigo en aquel tiempo. Por eso regreso para buscar a todos los que les falta entrar a lo que es el Reino del corazón, el Reino del alma, donde vive Dios eternamente y está presente.

Busco en cada uno de Mis discípulos que recuerde el camino que ha olvidado, que lo retomen porque están a tiempo. Esa es Mi gran aspiración en este día de Pasión, de liberación, de redención y de renacer para las consciencias de esta era.

Después no Me verán, después de un gran tiempo. Pero recordarán en sus memorias estos pasajes que han tenido Conmigo.

Guarden esta Luz tan preciosa que Yo les he entregado en estos días, que ella no se borre de sus corazones. Para que eso no suceda, Mis amigos, que todos Me escuchen bien.

Vengan a Mí y tomen Mi Corazón de Oro. Yo les entrego Mi Corazón como una gran ofrenda, para que las palabras no se dispersen, no sean substituidas por otras palabras del mundo.

El Verbo Divino deberá encarnar de nuevo en la humanidad. Por eso Mi Madre incansablemente trabaja con ustedes. Porque como Ella estuvo a Mi lado silenciosamente, viviendo la pasión interior y entregando a Su Hijo en los brazos del Creador, Ella viene en este ciclo a buscar a todos Sus hijos, y principalmente a aquellos que se han olvidado de Dios.

Recuerden este momento y den testimonio de vida. Así alegrarán Mi Corazón, de este mundo que latiga Mi Corazón y que lo hace sufrir por las cosas que hace, sin consciencia, sin amor, sin humildad, sin simplicidad, sin estar unidos a Dios.

Yo soy el puente para Mi Padre. Ustedes deben caminar sobre Mí, cruzar el gran puente de Mi Corazón, traspasar Mi Alma, Mi Espíritu y Mi Divinidad con alegría, con regocijo, sin sufrimiento y sin perturbaciones, ya debe terminar el tiempo del sufrimiento y del dolor.

Que sus corazones se alegren, porque así como lo anunciaron los profetas en aquel tiempo, el Cristo vivo, el Cristo del Amor, el Cristo Universal, posará Sus Pies sobre la Tierra y  todos, o a pesar de todos,  de quien crea o no crea, lo reconocerán. Porque vendré como el pobre de la noche buscando alimento y agua, golpeando la puerta de sus seres, pidiéndoles recogimiento, descanso, oración y vigilia.

¡Prepárense! ¡Prepárense! ¡Solo prepárense!, así estarán Conmigo.

Escucharemos treinta y tres campanadas, dice el Señor, anunciando el recogimiento de Mi Espíritu en el sepulcro, el sepulcro que restaura y que los une nuevamente a Dios; muerte que pasa a la vida, vida que pasa al espíritu, espíritu que se une a la Fuente Mayor.

Este es el Misterio de Mi Resurrección.

¡Les agradezco!

Hermanos consagrados, eleven sus cruces para la bendición, la Cruz que redime al mundo, que libera al mal, que cura a las almas, que abre los corazones hacia Dios.

Mi Corazón se une a sus corazones, siempre.

Les agradezco por estar Conmigo en este día.

Ahora y siempre les agradeceré.