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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El tiempo de la siembra ya está terminando, pero como que es tan grande la Misericordia de Dios para con las almas y las naciones, hoy, su Divina Madre trae Consigo la última cesta de Luz, en donde las semillas del Cielo están guardadas, las últimas semillas de Luz, para que puedan ser sembradas en el mundo interior de los corazones y para que, algún día, las almas puedan dar frutos en abundancia.
Por eso, Yo traigo aquí esta cesta de Luz, porque Mi Amadísimo Hijo Me envió para poder lanzar en tierra fértil las semillas que germinarán en el próximo tiempo, a través de todas las Gracias que sus corazones han recibido a lo largo de los tiempos, por medio de la Gracia de poder estar ante los Sagrados y Divinos Corazones de María, de Jesús y de San José.
Mis queridos hijos, Yo les pregunto: ¿ustedes ahora se consideran una semilla de Luz que ha podido dar brotes en abundancia para despertar en este planeta los Atributos de Dios?
Las Gracias, que provienen de los Cielos, están disponibles para ser entregadas a los corazones. Por eso, hoy, vengo con esta cesta de Luz, para que puedan comprender la Abundancia de Dios, que es algo infinito e inextinguible.
A través de las semillas de Luz de Dios, ¿cuántos dones y virtudes Él necesita depositar en los corazones? ¿Será que sus corazones perciben esto? ¿Será que sus corazones podrían convertirse en tabernáculos de esas semillas de la Luz?
Por eso, les digo, Mis más queridos hijos, que esto no es algo tan simbólico, sino que es algo más profético; porque el mundo necesita convertirse, el mundo necesita arrepentirse para volver a alcanzar la paz no solo en los corazones, sino también en todas las naciones, principalmente las que hoy están en guerra y en conflicto.
Por eso, hijos Míos, esta también es Mi aspiración y Me uno a la Aspiración del Padre Eterno en este día, esperando que Mis queridos hijos sean depositarios de los Dones y de las Virtudes del Padre; y que tengan este Legado, que viene del Cielo, como parte de sus votos de vida, de su consagración y del despertar de su espíritu. Porque esto es lo que ahora necesita la humanidad para volver a establecer la unión entre el Cielo y la Tierra, que se va corrompiendo a través de las guerras y de los conflictos en las naciones, pero que también se va corrompiendo a través de los conflictos en las familias y entre los corazones.
Nosotros, a lo largo de estos años, les hemos enseñado los pasos del Amor y del Perdón.
Sé, como Madre de todos ustedes y como Madre de todas las almas, que hay situaciones que hoy no consiguen comprender o entender; pero Yo los invito una vez más a confiar en Jesús y en Su Presencia Eucarística para que los corazones sean consolados y renovados y, más allá de lo que vivan en estos tiempos, puedan sentir la Caricia de Dios por los que no reciben nada, por los que lo pierden todo, por los que están sumergidos en la guerra y en el dolor, y especialmente por los que no tienen la Gracia de poder nacer.
En este día, a través de Nuestros Sagrados y Donados Corazones de María, de Jesús y de San José; Nosotros, como una Consciencia Trina y Única, les ofrecemos Nuestros Corazones para que puedan vislumbrar y reconocer la realidad de estos tiempos.
Porque es necesario que comprendan, Mis amados hijos, que para que el mundo cambie, para que exista la paz y el bien en la humanidad, primero el cambio deberá darse en ustedes mismos, para que después ese cambio se dé en todos los demás y en todas las situaciones de la vida.
Las almas sufren porque se alejan del Amor de Dios, pero también hay muchas almas que sufren porque les quitan el Amor de Dios a través de la guerra, del conflicto o aun de la esclavitud humana y espiritual.
Que esta cesta de Luz, que hoy les traigo a todos Mis hijos de la Tierra a través de Mi honesta oferta, de Mi amorosa entrega, pueda ser vertida en los corazones, en las almas y en las esencias que deben ser parte del Reino de Dios en este tiempo.
Porque por más que aún no estén en el Paraíso, adonde muchos desean llegar algún día, este Paraíso Eterno de Dios puede estar en ustedes si así lo permitieran a través de gestos de amor y de misericordia, a través de actos de perdón y de compasión.
No hay otro camino, queridos hijos, para llegar al Reino de los Cielos, que no sea pasar antes por estas escuelas de redención que Mi Hijo estableció en esta superficie con Su Presencia entre ustedes y, sobre todo, en el momento más doloroso de Su Pasión, durante Su Muerte en la Cruz, en el que Mi Amadísimo Hijo les abrió la puerta de la oportunidad a todos, el camino crístico y redentor para todas las almas que confíen en Él y en este camino que los Sagrados Corazones le ofrecen al mundo.
Por eso, rezo todos los días, no solo para que muchos más corazones y almas lo alcancen, sino también para que las naciones algún día lo puedan alcanzar, viviendo con Misericordia la Caridad y la Fraternidad.
Mi aspiración es que todos puedan ser depositarios de estas Virtudes y Dones del Padre; porque, si reciben alguna Virtud o Don de Dios en este tiempo, tienen que darse cuenta, queridos hijos, de que será necesario que se purifiquen, así como la Divina y Preciosa Madre se purificó en el Templo. Esto es una Ley y la Ley se debe cumplir en el Cielo, en la Tierra y en cualquier lugar del universo.
Antes de terminar, queridos hijos, y también antes de llevar en esta cesta las oraciones que Me ofrecieron en este día, oraciones para ser depositadas a los Pies del Creador, quiero agradecerles a todos los orantes y devotos que en este mes de mayo trabajan conscientemente su reconsagración a Mi Materno e Inmaculado Corazón; un ejercicio profundamente espiritual y anónimo de cada alma orante de esta Tierra que, en los próximos tiempos, deberá volverse diario, porque la humanidad necesita todos los días recordar su consagración, inclusive los que fueron llamados a consagrarse a Cristo para servirlo a través de la vida religiosa y sacerdotal.
¿Ahora, comprenden la importancia de este mes de mayo?
Porque no es solo para que recuerden que la puerta de Mi Corazón está abierta a todos, sino que hoy, las últimas semillas de la Luz de Dios, a través de la Santísima Madre, están siendo lanzadas a la Tierra, sobre la tierra fértil de los corazones y esencias del mundo; para que, a través de esta bendición y de esta Gracia, el mundo alcance la paz y el fin de la guerra, el fin del sufrimiento humano, el fin de la crueldad humana, el fin de la maldad humana, el fin de la adversidad y del asedio humano, para que los corazones renazcan en Cristo y por Cristo, Nuestro Señor.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Ahora, Nuestra Señora, nos está mostrando el Santísimo Sacramento del Altar entre Sus Manos; y, con la Custodia de Luz, bendice a los cuatro puntos de la Tierra.
La Luz de Cristo necesita ser irradiada al mundo, especialmente a los más pecadores y perdidos, a fin de que todos puedan alcanzar el camino de la conversión, no solo el camino de la conversión del corazón, sino también de la vida.
Esa es Mi aspiración, pero también es Mi compromiso ante el Sagrado Corazón de Jesús.
Los dejo en la contemplación de la Santa Custodia, de la Preciosísima Presencia del Cuerpo Eucarístico de Cristo, hoy traído del Cielo.
Contemplen a Cristo en su interior y tengan fe. Todo estará bien.
Les agradezco por estar Conmigo hoy, en unión y en oración por la paz en las naciones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dice el Arcángel Miguel: "Adoren el Sacratísimo Corazón de Jesús, es motivo de honra, glorificación y Misericordia".
El Poder de Mi Corazón es desconocido por muchos. Por eso, Yo vengo en este tiempo para revelarles ese secreto; después de una gran batalla viene el momento de la restauración, de la cura y de la sanación, a través de las obras que realizan Mis ángeles custodios.
Yo envío a cada uno de ellos para que desciendan a la humanidad y curen a todas las almas, principalmente aquellas que reconocen Mi Sacerdocio y que trabajan junto Conmigo, sin separarse ni tan solo por un momento.
Yo vengo aquí en esta tarde para revelarles el poder de Mi liberación, aquél que Yo alcancé en la Cruz después de la Muerte.
Después de tanto tiempo vengo a buscar a aquellos que Me condenaron, que Me martirizaron y a los que Me clavaron en la Cruz sin una mínima gota de compasión.
Por eso, Yo abro Mis Brazos misericordiosamente, no solo para asistir a la humanidad, sino a todos aquellos estados de consciencia que la humanidad no quiere ver, ni reconocer.
Pero el tiempo de la Ley Suprema está llegando y todo lo que fue dicho se cumplirá. Verán en el horizonte las cosas surgir, la Aurora que nace y la luna que se ensangrienta marcando una nueva señal para el mundo.
Aquello que fue dicho en el pasado por los grandes patriarcas se volverá a vivir y todos participarán de ese misterio tan desconocido.
Mis Ojos de Luz hoy los observan con caridad y compasión. Observan a cada uno de ustedes y a cada uno de los que escuchan Mi Voz. Sus almas se vuelven cristalinas ante Mi visión y todo lo puedo ver, hasta lo más profundo de sus consciencias.
Llegó la hora, en este tiempo, que venga a decirles la Verdad, la Verdad que los preparará y los conducirá hacia la meta. Pero sepan, Mis rebaños, que deberán dar testimonio de Mi Presencia en el mundo, para que todos Mis hijos que están bien confusos, hasta aquellos que viven Mi mensaje, puedan resucitar por Mi Presencia, por Mi Amor, por Mi Misericordia.
Aún no han comprendido qué significa que derrame esa Luz tan preciosa todos los días a las 15 horas, en donde Mi Luz desciende a la Tierra, abriendo Rayos de Luz sobre todas las consciencias, para que el mal se pueda extirpar y todos puedan redimirse a través de Mi Presencia Misericordiosa.
Hoy estoy en lo alto de un gran monte invitándolos a subir hacia la cima para que se puedan encontrar Conmigo y que Yo les pueda hacer sentir lo que hace tanto tiempo quiero que sientan en sus corazones.
Sé que muchos de ustedes no comprenderán Mi Misterio, pero guarden Mi Presencia en sus vidas como una llave primordial. Confíen en este tiempo en todo lo que están viviendo; cada cosa tiene su lugar y su tiempo y Yo acompaño a todos aquellos que se animan a decirme "sí".
Abro las puertas para los corazones que están heridos, y resucito a los espíritus que están muertos en vida.
Abro los corazones que no tienen luz y los reúno a todos alrededor de Mi mesa sagrada.
Lo más importante que quiero decirles en este día, es que guarden memoria de todos los encuentros que han tenido Conmigo. Sepan que Yo vengo a conducir sus seres superiores.
La materia morirá sobre la Tierra, pero el alma seguirá su camino de evolución. Mi principal objetivo es que alcancen la Gran Estrella y se puedan fundir Conmigo en el Espíritu de Dios.
Por eso Yo estoy aquí, compañeros, para abrir sus ojos nuevamente. Necesito de su "sí" sincero y definitivo, para que Yo pueda construir en Mi regreso las nuevas moradas.
Yo los reúno nuevamente alrededor de Mi Corazón Sacratísimo y les muestro el valor y el poder de Mi Corazón luminoso, para que lo puedan identificar como el gran lucero de este Universo.
A aquellos que Me digan "sí", Yo los auxiliaré.
Esta montaña espiritual en la que hoy Me encuentro, es la misma en la que Yo estuve pronunciando las Bienaventuranzas.
Por donde Yo he pasado sobre este mundo han quedado Mis huellas.
Los que confían en Mi Presencia,a lo largo de los tiempos, han podido recurrir a Mi auxilio primordial. Yo les he donado Mi Cura y Mi Misericordia. Y todos aquellos que han confiado en Mi pasaje por Tierra Santa, recibieron lo que Yo tanto esperaba en sus corazones.
Por eso, es un ciclo de grandes oportunidades para todos. Arriésguense a morir a través de Mí. Nada les faltará. No estarán solos, mas estarán en Mi Confianza Divina y Mis Palabras de Luz reverberarán en sus corazones, para que puedan ser sembradas las semillas de luz, aquellas que nacerán y brotarán en la Nueva Tierra, la Tierra que tanto buscó el pueblo del desierto. Una Tierra espiritual e inmaculada, un Reino de bienaventurados y de buenos servidores que están alrededor Mío constantemente, donde Yo espero que muchos más puedan entrar, en espíritu y en consciencia, en serenidad y en paz.
Hoy ha acontecido una gran liberación en el mundo. No es por acaso que todas las almas se reúnen a través de Mi Pasión. En cada año que viven este nuevo misterio, todo puede ser liberado, y Mi Corazón abre las puertas para los que han caído, cura lo que nadie ha podido curar y sana lo que nunca nadie pudo sanar.
Ya he dicho mucho para ustedes. Es importante que guarden Mis Palabras para los momentos difíciles.
Ante cualquier situación, de cualquier gravedad o dolor, mírenme a los Ojos.
Ante cualquier perturbación, disociación o desconfianza, mírenme a los Ojos.
Cuando todo parezca que está caído y se sientan vencidos, mírenme a los Ojos.
Cuando no tengan fuerzas de seguir adelante y la amargura sea más extensa que la esperanza, mírenme a los Ojos.
Sientan Mi Presencia. Ya estoy retornando para rebautizarlos con Mi Espíritu de Misericordia.
Mírenme a los Ojos y sientan a Dios en todo lugar y en todo espacio.
Mírenme a los Ojos. Aunque el mal los quiera sucumbir, Mi Poder los salvará porque estoy en todo y con todos hasta en los más pequeños detalles.
Mírenme a los Ojos y no Me pierdan de vista.
Mírenme a los Ojos, estoy aquí para curar su senda.
Mírenme a los Ojos, estoy aquí porque los necesito.
¿Quién se animará a dar un poco más? Yo Soy el gran pilar para sus vidas, la Llama del Corazón que encandila la oscuridad.
No teman sufrir, mas teman cuando no puedan servir; el servicio está en todo y Dios está en todo servicio.
Mírenme a los Ojos, porque así Yo les podré decir por dónde seguir y andar.
Mírenme a los Ojos y sientan la Presencia de Mi Amor, el Espíritu que conforta y anima; que cura y que redime.
Mírenme a los Ojos cuando comulguen Conmigo, así serán uno Conmigo y Yo seré Uno en ustedes. ¿Se arriesgarán a ser uno Conmigo? Este es Mi llamado, Mi petición y Mi gran aspiración.
Mírenme a los Ojos y confíen en Mí.
Y antes de la bendición de los sagrados elementos que formarán parte de Mi Cuerpo y de Mi viva Sangre, Yo les contaré un hecho que sucedió en el sepulcro, que también ayudó en Mi restauración y Resurrección: Mi Madre, María, amaba el incienso. Ella lo colocaba en cada lugar de la casa preparando Su momento de oración con el Padre.
El incienso aproxima a los ángeles de Dios y ese misterio fue vivido también Conmigo en el sepulcro, mientras María y las mujeres oraban. Todo el espacio era esparcido por el olor de un buen incienso.
El incienso representa la manifestación física del Espíritu de Dios. Es un elemento sagrado que usaban los patriarcas y los eremitas para exorcizar los males que se gestan en este mundo.
Pero hoy Yo traeré una bendición especial sobre esos elementos, en este segundo día, para bendecirlos a través del Espíritu de Mi Padre y preparar sus consciencias para el momento de la unión Conmigo a través de la Comunión. Prepárense para ese momento.
Deseo también, queridos compañeros, que de todas las partes del mundo Me envíen sus intenciones y pedidos, para que Yo las pueda bendecir y responder, según la Voluntad de Mi Padre.
Por eso, preparen para el día de mañana una cesta dorada, para que todas las almas escriban directamente sus intenciones y Yo las pueda recibir en Mi Corazón. Aunque Yo ya las conozco, es necesario para sus corazones compartir este gesto de amor Conmigo, esta bendición pastoral de todas las intenciones de Mis hijos del mundo.
No se extiendan en escribir sus necesidades. Lo simple, Yo lo reconoceré como algo importante, porque lo más necesario, queridos compañeros, es expresar las intenciones de cada ser con las pocas palabras que irradia el corazón, así estará todo dicho.
Jesús nos dice que todos los hermanos que están en sus hogares, pueden tener entre sus manos un pedacito de pan para la consagración. Él también lo bendecirá.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más