APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN FÁTIMA, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA EL SAGRADO LLAMADO 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Estoy aquí. Soy el Sol de Dios y vengo al mundo a iluminar esta noche oscura para retirar de las tinieblas a cuantos padecen la injusticia de estos tiempos.

Estoy aquí. Soy el Sol de Dios y vengo al mundo a despertar en los corazones la cura, la paz y la renovación.

Estoy aquí. Yo Soy el Sol de Dios. Vengo a entregarle a cada corazón humano el Amor de Mi Corazón Eterno para que las almas no pierdan la esperanza ni tampoco la alegría de poder presenciar Mi Retorno a la humanidad.

Estoy aquí. Por eso, Soy el Sol de Dios y le traigo al mundo el mensaje del Advenimiento de Cristo, la preparación de los mundos internos para el esperado Retorno del Redentor.

Sé que, para muchos de Mis compañeros, en este momento planetario, les es difícil vivir esta transición que es desconocida por toda la humanidad; pero, Yo les pido que no se desesperen. Les vengo a pedir que no bajen los brazos, sino que eleven sus brazos para recibir Mi abrazo celestial.

En muchas noches, en las que la oscuridad es reinante, en las que el dolor es insoportable para todos los que sufren en estos tiempos, no solo su purificación, sino también esta situación de la humanidad y del planeta; Yo vengo como el Vigía de la torre celestial para traer a Mis compañeros el consuelo vigilante de Mi Corazón, Mi Presencia inmutable que es inamovible, que es intransferible y que es eterna para todos los que tienen fe en Mí.

Por eso, vengo como el Sol de Dios, como el Sol de la Divinidad, a anunciarles primero en los mundos internos la próxima llegada del Rey de los Cielos. También vengo a prepararlos para que sigan siendo Mis apóstoles del fin de los tiempos, para que aprendan a amar Mi Voluntad y lleven adelante Mi Voluntad, así como está escrito en el Corazón de Dios para cada uno de ustedes.

En muchas noches de estos tiempos, he escuchado las plegarias y las súplicas de Mis hijos, de Mis siervos y de Mis orantes, especialmente de aquellos que han tenido que vivir la partida de algún ser querido por diversas razones, por diferentes motivos; y Yo les digo que todo eso lo he contemplado con Mi Corazón, desde las necesidades de los más pequeños hasta la situación de los más adultos.

Mi Corazón está aquí como el Sol de Dios, como el Sol Eucarístico de Dios, para volverles a entregar esta Comunión eterna que es inmaterial y divina, que en esencia es el impulso del Amor de Mi Corazón misericordioso; para que tengan fuerza interior, valentía y mucho coraje; para que no sean arrastrados por las injusticias de estos tiempos, por las incoherencias de las naciones, por la falta de discernimiento de los dirigentes de este mundo.

Yo les pido: sean Mi Evangelio en vida. No solo lean Mi Evangelio, sean Mi Evangelio vivo y así serán parte de Mi Palabra viva, de Mi ejemplo vivo de la redención que impulso para todos los corazones y almas.

Recuerden que Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras siempre quedarán resonando eternamente, como un impulso de Luz en los corazones que tienen confianza en Mí. Y aunque a su derecha o a su izquierda todo se derrumbe o se caiga, manténganse en pie y no perecerán. Manténganse en pie con la firmeza del Amor que Yo les doy para hacer frente a su propia purificación y a la purificación del planeta, porque el Sol de Dios hoy está aquí, en Fátima, como ese gran sol que una vez bailó, danzó para todos, en los cielos de este lugar.

Pero el Sol que hoy les traigo es el Sol de la Fuente Divina, el Sol que siempre iluminará los tiempos, las situaciones y las generaciones. Sean valientes y no desistan. Cuando su corazón duela, cuando su alma duela, cuando ya no tengan fuerzas para continuar no se olviden de decirme: “Jesús, yo confío en Ti”.

Esta es la gran llave, la llave maestra que los sostendrá a todos los que crean en Mí y más aún, a los que vivan los Sacramentos.

Estos tiempos de transición planetaria los han llevado a fortalecer la fe inmaterial, en los cuales muchas veces no han podido tomar el Sacramento de la Eucaristía físicamente; pero esta es la hora de que profundicen en esa unión Conmigo a través de la Comunión Espiritual, porque allí Yo también estoy presente cuando tan solo un corazón se abre para tener la certeza de que Yo estoy en él y ese corazón está en Mí.

El mundo, la humanidad, aún no comprendió lo que el Padre necesita. Sepan que Dios, el Padre que está en los Cielos, sufre por todo lo que viven y hacen, por todos los que se han alejado del Amor, del Camino y de la Verdad. Pero Yo vengo a hacerlos retornar a ese Camino. Yo vengo como el Sol de Dios para entregarles el Amor de Dios, y también vengo aquí para hacerles vivir la Verdad.

Estando hoy aquí con ustedes, Me siento igual que como hace más de dos mil años, ingresando al cenáculo del corazón de Mis compañeros para que sientan Mi Presencia, sientan Mi Fortaleza, para que ingresen en Mi Paz, porque lo que aún llegará a esta humanidad será muy doloroso, pero si los corazones no se olvidan del voto de la oración, del sacrificio y de la renuncia, muchas situaciones se evitarán, especialmente por aquellos que adoran Mi Corazón Eucarístico.

Mi Fe está en ellos, y ellos serán llamas de Luz para este mundo oscuro. Será la Luz, profundamente interna de los corazones adoradores, que Yo colocaré disponible de forma incondicional para los mundos internos que más lo necesiten, para las regiones del mundo que han perdido la paz. Y esos corazones, convertidos en llamas de Luz de la Adoración a Mi Corazón Eucarístico, transmutarán Conmigo las incoherencias de esta humanidad, las injusticias, los agravios, los sufrimientos y los padecimientos de muchos corazones, especialmente de las familias que emigran hacia otras naciones, buscando una nueva oportunidad que aún no encontraron.

Porque la indiferencia de este mundo es tan grande que aún no se han dado cuenta de que he sido Yo Quien he golpeado la puerta de muchas naciones, buscando refugio, alivio, abrigo y alimento para sobrevivir. 

¿Quién estará dispuesto, en este tiempo final, a ir Conmigo hasta los infiernos y a no temerle al mal sin desafiarlo, sino enfrentándolo con la suprema estrategia de la oración, de la Adoración y de la Comunión Eucarística Conmigo?

Yo nunca les daré espadas para que luchen contra espadas, porque quien lucha con espada, con espada será herido.

Tienen que aprender a vivir como Yo viví por ustedes aquí, en la Tierra. ¿Serían capaces de hacer lo que Yo hice por ustedes y un poco más? ¿Serían capaces, al igual que su Maestro, que en la Última Cena sabiendo todo lo que viviría y sufriría por ustedes, no dejó de entregar Su Amor y Su divina Compasión a Sus apóstoles?

Yo solo necesito que tengan el coraje de colocar su cabeza sobre Mi Pecho cuando no puedan seguir adelante. Es tan simple que aún muchos no se animan a hacerlo.

Yo vengo aquí para enseñarles a superar sus propios límites. Yo vengo aquí para enseñarles a transformar sus resistencias hasta el punto que Yo necesite, en el que ustedes puedan llegar a vivir de forma entera Mi Voluntad.

Quiero decirles que estoy, en este momento, con todo el mundo; y que llevo en Mi Corazón todas las necesidades, por más pequeñas que parezcan, porque todo es importante para Mí, hasta lo más imperceptible y silencioso, hasta lo que Yo solo puedo ver; todo es considerado por su Maestro y Señor.

Pero, Yo les vengo a enseñar que a través del Amor todo tiene su tiempo, y que todo aquello que puedan estar viviendo, como injusticia o sufrimiento, tiene un motivo espiritual que en este ciclo deben aprender a acceder, a conocer y a profundizar para que no se vean solo como víctimas de algo, sino como participantes activos de la transformación del mal en Amor, del triunfo del Amor en todas las cosas.

El Sol de Dios viene a celebrar, hoy aquí con ustedes, la primera celebración eucarística para que las almas vivan la Comunión Espiritual, especialmente todas las almas que se encuentran aquí en Europa, en África y en Medio Oriente. Hacia esas esferas llegará esa consagración, como un acto de compasión y de beneficio espiritual para los que más lo necesitan.

Antes de ese momento, quiero enviar un mensaje especial a una hija Mía en los Estados Unidos, que sé que ha emigrado desde el Líbano hacia ese país, con su familia, especialmente con su pequeño hijo enfermo que, al igual que muchos niños que en este momento, cada día que pasa, se ofrecen como víctimas de Mi Amor por la redención y la transmutación de la humanidad. 

Pequeñas almas valientes que hacen grandes sacrificios, de la misma forma que lo hicieron los pastores de Fátima para que exista una última oportunidad para todos los que ya están condenados al día del Juicio Final; por eso, esas almas son víctimas de Mi Amor.

Lo que quiero decir a esa madre del Líbano, que ha perdido recientemente a su hijo, es que ya no sufra porque su hijo está Conmigo en el Paraíso. Los más pequeños son los que más llegan a Mi Corazón por su inocencia y su pureza.

Por eso, le digo a esta madre del Líbano que se alegre y que ofrezca este momento a Dios como un acto de reparación y de Misericordia por todo lo que ha sufrido su pequeño hijo en ese hospital de los Estados Unidos que Yo muchas veces he visitado.

Jean está aquí Conmigo, quédate en paz.

Celebremos.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Ofrecemos, Señor, este incienso, para que eleves a todas las almas hacia el corazón de Tu Iglesia Celestial. Amén.

Ofrecemos esta agua, Señor, para que purifiques nuestros corazones y almas, para que podamos ser aceptados y recibidos como un modelo de redención y de reconciliación en las Manos de Dios por el triunfo del Amor de Cristo. Amén.

Respondiendo al pedido del Sagrado Corazón de Jesús, nos unimos en este momento a su Divina Voluntad; le pedimos que Él nos conceda la Gracia interior de poder vivirla todos los días, para que se manifieste en la superficie de este planeta Su Plan de Amor.

Ante la Presencia de Jesús, nos unimos a Él en espíritu y en consciencia, y celebramos este momento bajo la alegría de la renovación y de la paz que Él nos trae en este tiempo.

Para eso, por un momento, en el silencio de nuestro corazón, reconocemos nuestras faltas y le pedimos perdón para que Su Espíritu reconciliador ingrese dentro de nosotros y, con nuestro corazón limpio, podamos vivir la alegría de esta Comunión Espiritual.

¡Oh! Sangre de Cristo,
derramada sobre el mundo,
purifica nuestra alma,
alivia nuestro corazón.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Amén.
(dos veces)

En aquella noche, antes de Jesús ser entregado, Él se reunió en el Cenáculo para instituir la Eucaristía, el mayor Legado de Su Amor por toda la humanidad y el planeta.

Fue así que, en esa hora, Nuestro Señor tomó el pan, lo elevó a Dios y lo ofreció al Padre para que el pan fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida, Jesús lo partió y, ofreciéndolo a Sus apóstoles, les dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Enseguida, y antes de terminar la Cena, Jesús tomó entre Sus Manos el Cáliz y ofreciéndolo a Dios para que fuera convertido en Su Sangre, luego Él se lo ofreció a Sus compañeros diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por Su Redentor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto, en memoria Mía, hasta que Yo Retorne al mundo.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

He aquí el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Que se alegren los corazones que se sirven de este Divino Sacramento, a fin de que se establezca la Paz.

Unidos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, realizamos la oración que Jesús nos enseñó para consumar esta consagración y este ofrecimiento del Altar.

Oración: “Padre Nuestro”.

Anunciamos la Paz en todos los corazones de este planeta. Que la Paz y el Amor de Cristo desciendan a la Tierra.

Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.

Anunciamos a todos nuestros hermanos y hermanas del mundo entero, la Comunión Espiritual con Nuestro Señor.

La poderosa forma de Luz ingresa en el mundo interno de las almas, para que las almas se fundan en Cristo. Amén.  

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

 

Hoy, el Sol de Dios, en Fátima, puede retirarse en Paz, con la convicción perfecta de haber entregado el impulso a todas las almas posibles.

Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vayan en Mi Paz.