MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para que la paz sea una realidad en el mundo, debe comenzar a existir en el corazón y en la vida de algunos hombres, aunque sean pocos.

Para ser pacíficos, deben aprender a disolver los obstáculos que la propia consciencia coloca en el camino de los que intentan vivir en paz. Y esto se alcanza de dos formas: en el silencio y en el servicio.

El silencio debe tener como base la humildad y como meta la paz. El servicio debe tener como base la fraternidad, para llegar a la meta de la paz.

El corazón que se dispone a silenciarse alcanza la paz para sí y para el prójimo, evitando conflictos, desavenencias y discusiones incentivadas por el enemigo. El corazón que se dispone a servir, que asume para sí aquello que nadie quiere hacer y con buena voluntad lleva la paz a la vida diaria en su entorno, sin percibirlo está siendo un canal de Dios en el mundo, para disolver conflictos distantes y aplacar la ira de muchos corazones que él desconoce.

Cuando ustedes consagran sus vidas a Dios, todo lo que hacen con consciencia y en ofrenda se convierte en un servicio para toda la humanidad.

Ahora, les hago una advertencia: no sean indiferentes en su silencio ni dejen que sus mentes critiquen ni juzguen mientras hagan algo que nadie quiso hacer. Si no hay amor ni gratitud en sus acciones, es mejor que sean como la mayoría de la humanidad común, porque peor que no hacer es hacer sin ser verdadero.

Les traigo estas instrucciones no para que cambien sus vidas, sino para que cambien la vida planetaria, porque ustedes son células vivas del cuerpo de este planeta. Por eso, todo lo que hagan repercutirá en toda la consciencia planetaria. Yo los amo y les agradezco, desde ya, la respuesta de ustedes y la consciencia que tendrán orientada hacia el cumplimiento de los Planes de Dios.

Su amado padre,

San José Castísimo, guiando a la humanidad en las cosas simples, para que un día alcancen el Reino de Dios.