MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Un alma que creía en Dios, en Su Existencia Infinita, pero que no podía comprender los misterios de la oración, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, sé que existes y que eres el Dios de la vida y de la eternidad, pero sé que existen leyes que mueven esta vida y que existe el libre albedrío que nos da la libertad para que estemos en ella. Siendo así, Señor, no comprendo el misterio de la oración y no consigo creer que un Rosario o un simple diálogo Contigo transformen las leyes de la Tierra”.

Sintiendo el Señor la sinceridad de sus cuestionamientos, le respondió, diciéndole: “Alma pequeña, lo que ignoras en verdad no es el poder de la oración, es Mi Poder y Mi Amor por ti. Es la capacidad que tienes de unirte a Mí y la potestad que Yo te doy cuando oras en Mi Nombre, porque eres una hija querida y amada. Y como un hijo le pide a su padre y recibe de él lo que necesita, así Yo, que puedo todas las cosas, también les doy a Mis hijos aquello que necesitan.

Sin embargo, el misterio de la oración es aún más profundo, porque no espero que Me pidan solo aquello que necesitan para permanecer en el mundo como almas del mundo. Lo que Yo espero es que ustedes Me pidan aquello que hace de este mundo una parte de Mi Reino. Y, cuando se rinden ante Mí y abren sus corazones, Yo les concedo el perdón, les revelo el Amor oculto en sus esencias y les doy la potestad de transformar las leyes y la vida, como lo hacen los Ángeles y los Arcángeles al recrear Mi Creación.

No solo el misterio de la oración te es desconocido, alma pequeña, sino también el misterio de tu propia vida y el misterio de Mi Amor aún te son desconocidos. Por eso, aunque no comprendas, ora y rinde tus incomprensiones a Mis Pies, a los pies de Mi Altar, porque cuando Yo encuentre en ti un corazón abierto, no solo te haré comprender, sino saber y vivir todas esas cosas”.

Que, a través de este diálogo con Dios, hijos, sus almas sean inspiradas a orar y a clamar cada día más por la transformación del mundo.

Tienen Mi bendición para esto.

San José Castísimo 

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Contempla el Reino de Dios en tu interior y descubre que el Padre, con toda Su Potestad y Su infinita Luz, habita en ti.

Deja que Cristo se revele siempre vivo en el centro de tu corazón para que percibas, hijo, que no necesitas morir para estar en Dios, pero sí descubrir la verdadera vida, la revelación de que Dios está en ti.

Los Cristos del Nuevo Tiempo son aquellos que buscan la Verdad en el propio corazón y la encuentran. Son aquellos que saben que el Reino de Dios habita en sí mismos como en el prójimo y que basta la llave del amor y de la humildad para abrir las puertas que lo guardan en sus corazones.

Los Cristos del Nuevo Tiempo no buscan la revelación del Reino más allá de las estrellas, mirando al cielo. Los Cristos del Nuevo Tiempo reverencian a las estrellas y a sus misterios, pero se saben espejos de ese Cosmos infinito. Saben que en el propio interior está lo que tanto buscan.

Entonces, vive tu búsqueda, hijo, de adentro hacia afuera. Contempla el Cosmos que hay en tu interior. Valoriza el poder de las virtudes y del amor, y ama saber que el Reino está en ti. Sé ese reino vivo para el mundo. Sé un espejo que revela al prójimo que todo lo que vive y respira es parte de Dios, es morada de Su Reino.

Tu Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Aprendiendo a rendir el corazón

La humanidad, hijos, aún está aprendiendo a rendir el corazón a Dios. Algunos se rinden porque no tienen otro camino ni otras opciones; otros se rinden por todo lo que ya sufrieron; y unos pocos se rinden por amor, porque no fueron vencidos ni por su inercia ni por el sufrimiento de la vida, sino por el Amor de Dios. Esta rendición es la que el Señor los llama a vivir.

Cuando Cristo les dice: "Ríndanse a Mi", no se refiere a seguir Su camino por no tener otras opciones, por miedo o por inseguridad; no se refiere a escoger Su camino porque ya sufrieron lo suficiente como para no querer buscar otra cosa que no sea la paz. Cristo se refiere a comprender el verdadero sentido de la vida, a saber que están en la Tierra por un propósito superior que es la renovación del Amor de Dios.

Sabiendo y teniendo fe en ese Amor, que destituye de sus vidas todas las potestades humanas, es que ustedes comenzarán a rendirse verdadera y espiritualmente a Cristo.

La rendición es una decisión interior que nace del descubrimiento del Amor de Dios y del ansia de vivir en ese Amor y por ese Amor, para siempre.

Cuando un ser se rinde al Amor de Dios comprende todas las cosas como vehículos para llegar a él: las dificultades, las pruebas, las humillaciones, el vencer las resistencias, la constante profundización de la entrega; todo se torna un vehículo para renovar el Amor del Padre, porque todo es parte de Su Plan y llega a la vida de Sus hijos y servidores para conducirlos al Propósito Mayor, a la Voluntad Divina.

Por eso, hijos, en este tiempo, ríndanse a Dios de corazón y sin miedo, confiando en Su Gracia y en Su inconmensurable Amor. Dejen que el Padre les dé a conocer ese Amor, delante del cual todo se torna pequeño, todo pierde su valor y su sentido; y ríndanse a él.  Descubrirán, así, que no hay nada más maravilloso, en la evolución de los seres que ser inundado y colmado por Dios, porque fueron creados para eso, fueron creados para amar.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

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Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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