MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Me alegra ver a los corazones que se abren para ser sacramentados. Me alegra ver al Espíritu de Dios descendiendo sobre el mundo e impregnando a las almas y a los corazones de los seres, despertando lo Sagrado que hay en su interior, revelando su universo interno y la semejanza perfecta con el Padre Celestial.

Me alegra ver cuando el Creador puede manifestar Su Presencia entre Sus hijos, derramando Su Perdón y Su Gracia sobre los corazones que se hacen transparentes ante Él. 

Me alegra ver el crecimiento espiritual de aquellos que fueron llamados por Cristo para repartir Sus bendiciones y Su expiación en el mundo.

Cuando un Sacerdote perdona los pecados de un alma angustiada, también sus propios pecados son perdonados. Cuando lava los pies de una alma sedienta de nuevos pasos que la conduzcan al Señor, también sus propios pies son lavados. Cuando bautizan en nombre del Espíritu de Dios, revelando a las almas su filiación con el Altísimo, también sus propias almas son bautizadas por el Fuego del Espíritu Santo. Cuando ungen con la potestad de Cristo para curar a las almas de sus más profundas enfermedades, también sus almas y toda la consciencia humana reciben la cura de aquello que está degenerado. 

Los Sacramentos, concedidos y recibidos con amor, son gracias que permean toda la vida; son un servicio para toda la Creación, porque, cada vez que son sacramentados se aproximan más a Dios y conducen a toda la humanidad a retornar a Su Corazón.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE EL SAGRADO LLAMADO, EN LA CIUDAD DE VIEDMA, RÍO NEGRO, ARGENTINA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

Hoy Mi Rostro se reclina sobre el suelo y besa el suelo de Argentina, para que el Padre envíe hacia el mundo el sentimiento más profundo de Su Amor, a fin de que se cumpla Su Voluntad en esta parte del mundo y en toda Sudamérica.

He venido como el Sacerdote entre los sacerdotes, para dar comienzo a la celebración de esta Eucaristía, que congrega a todos en el amor, en el bien y en la paz, y que llama a las culturas y a los pueblos a unirse a la Esencia de Mi Amor, porque Yo he venido al mundo por todos y para todos los pueblos.

En Mi Amor Yo les enseño las verdades, lo que deberán aprender para estos tiempos difíciles, sabiendo que es imprescindible que aprendan, como Mis discípulos, a unirse a Mi Cielo para que su Gracia descienda y los colme.

El momento más agudo de la humanidad se está aproximando. Por eso vengo en Divinidad y en Espíritu para prepararlos, así como vine a Mis apóstoles antes de Pentecostés para traerles la Buena Nueva, el anuncio de Mi Resurrección.

Pero hoy no podré venir completamente con todo Mi Ser, porque no lo soportarían; aún sus cuerpos deberán seguir purificándose para alcanzar el estado necesario e interior a fin de que Me puedan reconocer cuando Yo retorne al mundo, de una forma nunca antes vista.

Allí conocerán la verdadera Faz del Señor y el legado que el Hijo de Dios recibió del Universo, de las Manos del Padre, será conocido.

La Tierra ya se habrá purificado y redimido. Los pecadores ya han sido perdonados, para que puedan recibir el legado del Padre Celestial, el que unirá a los pueblos, a las razas y se constituirá, en el Espíritu Santo, una sola creencia: la creencia en el Dios vivo, el que siempre ha estado con ustedes desde antes que existieran, desde antes que surgieran y desde antes que fueran creados dentro de este sistema universal.

Para algunos, Mis Palabras sonarán nuevas; para otros, Mis Palabras ya serán conocidas.

Es hora de que reconozcan el lenguaje del Señor, el que proviene de la Fuente Primordial para venir a rescatar el mundo y su humanidad perdida.

Por eso muchos más deberán consagrarse como Mis apóstoles.

He escogido venir fuera de la Iglesia después de tanto tiempo, para que el resto de la humanidad Me pueda reconocer como la Segunda Persona en la Santísima Trinidad, la que vive y propaga la Misericordia de Dios en el mundo.

Los invito a elevar la consciencia de estado a través de la oración, del silencio y del perdón. Porque primero deben perdonarse a ustedes mismos para que aprendan a perdonar a los demás, y la humanidad se pueda perdonar los unos a los otros, a pesar de lo que ha sucedido y vivido a través de los tiempos y de las últimas generaciones.

Confíen plenamente que una nueva vida que comenzará sobre la Tierra y que ya no será necesario que los hombres y mujeres vivan en el sufrimiento y en el dolor, porque lo que Yo les traigo es algo renovador, algo más renovador de lo que les traje la primera vez, cuando encarné en este mundo para anunciar la Buena Nueva, para declarar Mi segunda venida a la humanidad.

Deben ser merecedores de la Gracia de Dios. Deben ser partícipes de la Comunión Divina con el Espíritu, porque del Espíritu Sagrado de Dios todos provienen y a ese Espíritu Sagrado algún día volverán, después de haber pasado por la experiencia de la Tierra, por esta escuela, y aprender a vivir el Amor, el Perdón y la Redención.

Nunca he besado el suelo de ninguna nación de la Tierra.

Para que comprendan ese símbolo, verán qué grande es la necesidad planetaria y la unidad entre los pueblos y las naciones, a pesar de los que los gobiernan.

Su verdadera existencia está en lo Alto, en el Universo, en lo que puedan recibir del Padre Celestial y que nadie les quitará bajo ningún medio.

Deben colocar su mirada hacia las estrellas y no hacia lo superficial. Así aprenderán a atravesar los tiempos y conquistarán nuevos estados de consciencia, que los llevará a comprender muchas cosas por medio de la Sabiduría Divina.

Así ayudarán a que otros puedan despertar y aprendan a vivir Mi Evangelio como una escuela básica en este tiempo de despertar, en donde las consciencias deben reconocer que deben cambiar para poder formar parte de lo nuevo, de lo que vendrá del Cielo, durante Mi segunda venida.

Dios les ha dado un eterno servidor que es su Ángel de la Guarda, el cual siempre espera por sus pasos en la Obra de la Misericordia, del Servicio y de la Redención, para que aprendan a crecer interiormente, para que aprendan a ser buenas personas, a pesar de las imperfecciones o de los defectos.

Yo vengo a buscar lo que existe dentro de ustedes, lo que Dios depositó dentro de ustedes y que forma parte de Mi Iglesia Celestial.

Deseo penetrar sus templos internos. Deseo morar en sus corazones, para que puedan sentir cosas diferentes a las que hoy sienten, para que puedan vivificar Mi Consciencia y así, formar parte de los rebaños de Dios que son guiados por el Amor de Cristo y que solo aspiran a amar y amar cada día más.

Eso los liberará de la esclavitud espiritual que muchas consciencias y almas viven en estos tiempos.

Eso los librará de las dolencias espirituales y materiales.

Pero deben abrirme su corazón para que en ustedes se constituya Mi Proyecto de Redención.

Argentina es un país que amo profundamente, porque sé que fue creado por un Propósito Mayor que aún muchos desconocen.

Aquí deberá surgir la nueva luz del amanecer, para que después de los tres días de oscuridad, las almas reencuentren el sentido de caminar hacia el Infinito y en arrepentimiento, pedir perdón a la Creación por tantos errores cometidos.

Argentina es un pueblo que deberá regenerar su consciencia en unión a la Jerarquía Espiritual, en unión al Sagrado Corazón de Jesús, para que sus decisiones sean coherentes y estén dentro de la Ley Divina y no de la ley de los hombres. Eso evitará muchos sufrimientos y muchas penas, amarguras y grandes angustias.

Yo vengo a retirarlos, compañeros, de las invenciones de Mi enemigo despertando su consciencia hacia lo Alto, hacia lo que proviene de la Fuente y es eterno.

Es ese Amor que vive dentro de Mi Corazón, que hoy Me trae aquí por cada uno de ustedes y de sus hermanos; por cada una de sus familias, de sus pueblos y ciudades; por cada ser que vive sobre Sudamérica.

Pero sé que no todos responden a lo que necesito.

Como hace dos mil años atrás, los llamaré de ir de dos en dos, a fin de que sean testigos de Mi Retorno y, en confianza, testimonien Mi Presencia en la humanidad.

Les daré el poder de la palabra y la humildad del corazón, para que la Sabiduría del Espíritu Santo los guíe y demuestre que soy Yo el Hijo de Dios, que está anunciando Su retorno al momento más crucial de la humanidad y del planeta.

Que se abran sus ojos a este Misterio que se está revelando en Argentina, porque he escogido el lugar más simple entre los simples que existe, para darles esta buena nueva y anunciarles que el fin de su cautiverio esta próximo.

Crean que todo se renovará. Comiencen imitando Mi ejemplo en las buenas obras y hagan el bien por donde vayan, porque el amor es lo que salvará al mundo y no las armas.

Renuévense en la esperanza de Mi Corazón y sigan abriendo las puertas a Mi Divina Misericordia, porque aún tengo sed de muchas almas, especialmente las que sufren en soledad y en silencio.

Quiero que todos sepan que es Jesús de Nazaret que les está hablando y anuncia el advenimiento de Su Gloria y del Reino de Dios para todo el planeta, en el momento más culminante de la humanidad.

Reciban entonces los santos Sacramentos, para que puedan ser bendecidos por Mi Espíritu.

Aprendan a amar la Palabra de Dios, pero colóquenla en práctica durante sus vidas, porque no solo bastará leer la Palabra de Dios sino vivirla.

Las parábolas que les he dejado son enseñanzas básicas para los que recién comienzan a vivir el camino de Cristo. Pero aún hay más por conocer y por descubrir.

El Conocimiento divino no termina en la Biblia.

El Universo de Dios se aproxima para entregar sus revelaciones y así como los Profetas y los Patriarcas, finalmente la humanidad pueda consagrarse al nombre del Señor.

Elevando una Mano hacia el Cielo y la otra sobre Mi Corazón, oro por ustedes diciendo:

Padre, desciende Tu Piadosa Compasión sobre la Argentina, para que las almas descubran los poderes maravillosos de Tu Amor, que todo salva, que todo cura y que todo redime.

Coloca a todos en Tu Corazón para que el Soplo de Tu Espíritu guíe a los hombres y mujeres de la Tierra, así como Tú guiaste, Padre, al pueblo del desierto junto a Moisés, a fin de que descubrieran Tu Tierra Prometida.

Que Tu Voluntad, que originó toda la vida. sea vivificada.

Que las almas puedan nacer en este mundo, para experimentar la riqueza de Tu Amor entre las familias y los pueblos, deseando profundamente, Señor, de que en todo se encuentre Tu Divina e Insondable Misericordia, para que los errores sean disueltos y el corazón de los seres de la Tierra se alegre al encontrar Tu Paz. Amén.

Este es el momento en que Mi Iglesia Celestial se aproxima a la Tierra, para que los elementos ofrecidos en el Altar sean consagrados para el bien, la bondad y la Misericordia en los hombres y en todos los que creen en el Retorno de Cristo.

Celebremos este momento con gozo en el espíritu, por una renovación espiritual en la Argentina, para que este pueblo se consagre como un rebaño de Dios que escucha y responde a Sus sagrados designios.

Señor, bendice todo lo que has creado para darle a Tus hijos la bondad de Tu Corazón y el Infinito Espíritu de Tu Gracia.

Que las almas en esta Comunión con el Sagrado Corazón de Jesús encuentren el camino hacia Tu Casa Celestial.

Que se abran las puertas del Cielo y descienda la lluvia de Amor del Espíritu Santo, a fin de que las almas sean bendecidas por la Misericordia de Dios y por Su Infinita bondad, la que une a los corazones bajo un mismo propósito.

Hoy se renueva el Misterio del Glorificado Cuerpo de Cristo, presente en el Pan Vivo que nutre a las almas con Su Sublime Espíritu.

Hoy se renueva el Misterio del Santo Cáliz que derrama la Sangre del Cordero y liberó la opresión a los hombres de toda la Tierra, a fin de que triunfara a través de los tiempos el Amor de Dios

En aquel tiempo, Yo tomé el pan y dando gracias a Dios, Mi Divino Espíritu lo bendijo y repitiendo las Palabras que el Padre Celestial dictaba a Mi Corazón, les dije a Mis Apóstoles y a todos los que estaban presentes: Tomen y coman todos de él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado para el perdón de los pecados.

Del mismo modo elevé el Cáliz y el Padre lo bendijo con Su Espíritu, el Poder Inmaterial y Universal.

Les dije a Mis Apóstoles: Tomen y beban todos de él, porque este es el Cáliz de la Nueva Alianza entre los hombres y Dios, entre las almas y el Padre Celestial.

Sangre ¡exorciza, perdona y repara a los corazones! Sangre Divina de Cristo, que vivifica a las almas en el Gran Universo del Amor Creador de Dios.

Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que a través de los tiempos se ha entregado y que aún se seguirá entregando por la redención del mundo y de la humanidad, a fin de que despierte la nueva humanidad en el impulso de los Nuevos Cristos. Amén.

Y ahora recemos juntos para que más almas comulguen de Mi Espíritu y de Mi Fuerza de renovación.

Padre Nuestro...

Que la Paz del Padre Celestial esté en sus corazones y en los corazones de todos los seres de la Tierra.

Que en la Argentina siempre esté la Paz y que se proclame al mundo, desde Sudamérica, el triunfo de la Divina Misericordia en la humanidad.

Que se cierren las puertas al sufrimiento, al pasado y a la perdición.

Que se abran las puertas a la nueva vida y a la cura de todas las consciencias, a fin de que todos se sientan partícipes de la segunda venida del Reino de Dios.

Con la Luz de Mis Llagas Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En fraternidad, por Argentina y el mundo, se darán el saludo de la paz.

¡Les agradezco!

 

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE ÁVILA, ESPAÑA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

He aquí que estoy con Mi sierva e hija Teresa de Jesús para que, junto Conmigo y con cada uno de ustedes, ella pueda clamar por la humanidad, porque su camino de santidad no terminó en este mundo.

Estoy aquí con aquella que un día, inspirada por Dios, deseó vivir el Evangelio con todo su corazón y que, después de su muerte, descubrió un evangelio vivo, un evangelio universal que nunca estuvo escrito en los libros de este mundo, un evangelio que no se limita a las religiones, a las culturas o a las fronteras que existen entre las naciones. Un evangelio que fue escrito por el Corazón de Dios, con palabras de Luz en el firmamento del universo, un evangelio que en verdad es la esencia de la existencia humana.

Hoy Santa Teresa viene Conmigo para ayudarme a redimir a un pueblo del cual un día formó parte. Que con su ejemplo de evolución las almas puedan trascender sus límites, curar los dolores del pasado y retomar su unión con Dios, más allá de las formas. 

Estoy aquí no solo como un siervo, compañero e hijo de Dios; estoy aquí a pedido del Señor que creó todas las cosas para darles un ejemplo de unidad con el Único.

En la esencia del Evangelio de este mundo, que fue escrito por la memoria de los hombres, de lo que vieron sobre Jesús, se encuentra un Principio Divino que los une al Evangelio universal.

El Evangelio, que está escrito en los Libros Sagrados de esta Tierra, es una base para que encuentren la Vida Divina, la Vida Universal, y ya no estén presos de este mundo.

Pero para esto, hijos, para que encuentren este conocimiento, que trasciende la mente y el corazón humano, deben estar más allá de las religiones, más allá de una doctrina; deben estar en la esencia de lo que les enseñó Cristo; y es allí, en ese Amor único, que aún se esconde en Sus Palabras, donde aprenderán a superar y curar los dolores, el pasado, y aquello que aún hiere el Corazón de Dios, porque sus consecuencias se espejan hoy en la actitud humana.

Los Mensajeros Divinos llegan, en este tiempo, para fortalecer la fe de los corazones, para fortalecerlos en el amor. No importa sus orígenes, sus religiones, sus culturas, porque todo aquel que vive en el amor encontrará a Dios, aun sin saberlo.

Vinimos hasta aquí para renovar su fe, para curar el pasado y elevar, de las entrañas de este lugar, como de este país, un dolor milenario que no permite que los corazones se abran para encontrar a Dios.

Ha llegado la hora de vencer las resistencias, de encontrar en el propio corazón una realdad oculta, un microcosmos que los hace semejantes a Dios.

Ha llegado la hora de poder mirar a los Ojos del Creador sin vergüenza de lo que son; de arrepentirse por tanta ignorancia, por tanta guerra entre hermanos, entre culturas, entre religiones; por tanta necesidad de poseer algo que no les pertenece; porque vinieron a este mundo, hijos míos, para aprender a ser nada.

No vinimos hasta aquí para crear una nueva religión y traer un nuevo conflicto a la mente y al corazón humano. Estamos aquí para llevarlos a la esencia de la verdad, aquella que inspiró a los corazones cuando formaron las primeras religiones en la Tierra, como una forma de que la mente humana pudiera encontrar un camino para vivir las Leyes que se viven en el universo, aquellas que los aproximan al Corazón del Padre.

Por eso, hijos, encuentren hoy dentro de ustedes la esencia de la Creación, algo puro, simple, que los une a Dios tan simplemente como el acto de orar, de ser fraternos, de ser humildes ante el prójimo.

Estamos aquí para que Europa tenga una nueva oportunidad de aprender a amar, de amar al prójimo y a los Reinos de la Naturaleza y, a través de ellos, de amar a Dios.

Hoy les traigo el Reino de Dios como una Luz sublime que los retira de la ceguera y de la oscuridad en la que viven, del materialismo y de la gran importancia que dan a las cosas de este mundo, a los placeres y a las comodidades, olvidando que nada de esto tiene sentido si no aprenden a amar.

Porque muchas vidas pasaron, muchos pies pisaron la Tierra, caminaron y evolucionaron como pudieron, y cuántos, hijos, no aprendieron a amar y cometieron los mismos errores, una y otra vez, por miedo de ser amados, de perderse a sí mismos y de descubrir que, en verdad, cuando se rinden y abandonan lo poco que son, pueden encontrar al Todo que es el Creador de todas las cosas.

Quisiera que las Palabras de los Mensajeros Divinos resuenen más allá de las religiones, de las fronteras de las naciones, para que todas las almas que creen en el amor, que creen en la posibilidad de vivir una Nueva Humanidad en este mundo, aunque aparentemente les sea imposible, puedan recibir un impulso, fortalecer la propia fe, sin importar cuál sea, si ella los lleva a la verdad y al encuentro con Dios.

Vinimos, en este último tiempo, a decirles a los hombres que se arrepientan, que ya no ignoren a los Ojos del Creador que están puestos sobre ellos, que ya no se engañen a sí mismos, intentando esconderse de una verdad que se precipita sobre el mundo.

Porque la Justicia llegará a todas las razas, a todas las religiones y a los lugares más escondidos de este mundo. Hasta aquel corazón que se siente solo, perdido, también sentirá la verdad, porque ella emergerá del cielo, en donde no existen fronteras, en donde podrán verla de norte a sur.

Esta verdad circundará la Tierra y demostrará a los hombres que no existe norte o sur, oriente u occidente; existe un Propósito Divino que debe ser cumplido desde el principio y que se resume, simplemente, en vivir la fraternidad y el amor, perdonar el pasado y recomenzar todos los días, intentando transformar el viejo hombre que habita dentro de ustedes.

¡Vénzanse! Ríndanse ante Dios, aquel Dios que conocen, no importa en qué religión estén. Ríndanse al Dios del Amor, al Dios de la Verdad que une todos los caminos en Su Corazón, que une a todas las almas en una única alma, que une a todos los espíritus en un único espíritu, que es el Espíritu de Dios que divinizó la materia y, como un Soplo Divino, creó toda la vida. Hacia Él, esa vida debe retornar.

Hoy, con Mis brazos abiertos, les entrego la Gracia de Dios y les pido que no la desperdicien. Los elevo a un propósito superior para que sus vidas recobren el sentido en la Voluntad de Dios y no en la propia.

Los coloco delante de un gran Plan que se revela de una forma simple, no por ser pequeño, sino por demostrar la humildad de Dios y la arrogancia del corazón humano, así como él se expresa hoy.

Porque los corazones humanos que emanaron de la Fuente, que fueron entregados por las Manos de la Divina Señora para que vivieran en esta humanidad, no son estos que conocen, porque ustedes, hijos Míos, se desconocen.

Mis Palabras son como impulsos que ingresan en sus consciencias como algo que no deben comprender, sino solo sentir y dejar que los transformen y los conduzcan a una realidad interna que los hará saber todas las cosas, aunque no las entiendan.

Con el espejo vivo que es Teresa de Jesús, encendemos los espejos de sus corazones una vez más, para que ellos reflejen en su interior la pureza que deben alcanzar. Y a través de esta luz, que Santa Teresa recibe de un Espejo Mayor, que se cure el pasado y se diseñe para el futuro una nueva esperanza, en la cual emergerá, a pesar de todas las purificaciones y pruebas, de la nada que se tornarán, una nueva humanidad.

Confíen en lo que les digo y trabajen todos los días, no solo para tener una vida mejor, sino para ser mejores ante de Dios.

Hoy los coloco delante de una verdad que es el espejo del corazón humano. Este pedacito de pan y este jugo de uva parecen fruto del trabajo y de las manos humanas, así como lo que ustedes son, como humanidad y como personas, parecen fruto del desarrollo humano, del propio esfuerzo, del propio trabajo.

Pero en verdad, hijos, este pedacito de pan guarda un don único, un amor único en toda la Creación. La memoria de una entrega que se perpetúa, a lo largo de los siglos, en este planeta y más allá de él. 

De la misma forma, cada uno de ustedes guarda en sí un milagro único, un amor latente que es tan desconocido para ustedes como para toda la vida. Comulguen con este misterio, despertando no solo el Cristo vivo, que convierte estos elementos y los consagra, sino también el Cristo vivo dentro de ustedes que despierta al sentir el pan, convertido en cuerpo y el jugo convertido en sangre, para curar el pasado, liberarlos y colocarlos en el camino de la verdadera redención. 

Hoy quiero que sientan que todo lo que son aún lo deben descubrir. Y esto, hijos, no es y no será obra de su propio trabajo, pero así como este pan se deja transformar y transubstanciar en el Cuerpo Místico de Cristo, de la misma forma, cuando ustedes se dejan transformar pueden ver despertar en el propio interior este mismo Cristo, esta misma memoria viva de Amor que un día murió en la Cruz, para que cada uno de ustedes aprendiera a morir a sí mismo.  

Por la potestad que Dios Me concedió, por el sacrificio y la humildad que un día viví como ejemplo para todo corazón humano, como Sacerdote consagrado por Cristo desde Su nacimiento, pido a los ángeles que transubstancien estos elementos y los conviertan a imagen y semejanza interior y espiritual, del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, para que todas las almas que hoy Me escuchan, por la Gracia Divina, alcancen la redención.

Oración: Padre Nuestro.

Este es Tu Cuerpo, Señor, y Tu Sangre. Felices los que comulguen de Él, libres de sí, para que vivan el mismo milagro de transformación que hoy, delante de Tu altar, vivieron estos elementos.

Yo los libero, los consagro y los animo a seguir adelante, retirando cada día, del propio interior, el viejo morador, el viejo hombre, para que el Hombre Nuevo encuentre dentro de ustedes el mismo pesebre humilde que encontró en Belén.

Les agradezco y, con la bendición de Santa Teresa, les dejo Mi Paz y la Paz de Aquel que Me envío.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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