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Esta es la luz que Yo busco en el mundo, luz de sus corazones y esencias, la luz de la fe, la luz del amor, la luz que brota a través de la paz.
Esto es lo que Yo necesito de Mis hijos, para poder consumar el Plan de Mi Hijo en la Tierra, porque cuando Yo ya no este entre ustedes, deberé subir al Cielo para decirle a Mi Padre que la Obra está cumplida.
Por eso, en esta noche vengo a reconsagrar sus corazones, especialmente sus vidas y almas, para que se realice el Plan de Dios, a través de la ofrenda de cada uno de ustedes.
Hoy siento sus corazones, como nunca antes lo sentí, hoy siento sus almas, como nunca antes la sentí, hoy siento sus espíritus en un gozo que nunca antes he visto.
¿Por qué esto es posible queridos hijos? Es la llama de la fe que permite todas las cosas.
Deseo el camino del bien para todos Mis hijos, deseo el camino de la paz para todas las naciones del mundo y que las almas despierten a este gran esperado retorno de Mi Hijo.
Hoy, Mi Palabra hace eco en sus corazones. Mis amados hijos, hoy hago votos de confianza con cada uno de ustedes, asumiendo este compromiso de manifestar la redención de la humanidad y la liberación del mundo por medio de la fe y del amor.
Hoy, he venido del Cielo para darles Mi gesto de paz, la alianza con Mi amado Hijo y con toda Su Sagrada Obra. Ustedes son parte de esa expresión, de la expresión de la obra de amor y cada paso que den, diariamente, no solo en la oración sino también en el servicio, así como siempre lo han hecho, hará de esta humanidad, una humanidad rescatable al menos en su gran mayoría.
Hoy he venido, queridos hijos, para traerles Mi Amor que es el Amor que los hace confiar en Dios.
Vine del Universo como una gran Consciencia de luz, como la portadora de la paz, como el Ave Mensajera para estar cerca de Mis hijos, para que Mis hijos sientan, que Yo estoy entre ellos, y ellos están en Mí, en Mi corazón.
Para que esta, Mi aspiración, se realice y que todos los días estén en Mi corazón viviendo Mi Amor y Mi Paz, Yo vengo a bendecirlos fortaleciendo su consagración, y los votos que sus corazones hacen, diariamente, a Cristo.
Para que todo esto sea posible vengo a traerles algo nuevo, un don que despertará en el momento propicio, cuando Dios lo determine y cuando Mi Hijo lo impulse a través de cada uno de ustedes.
Quiero que sean un verdadero espejo y que puedan irradiar lo que nunca han conseguido irradiar. Es la Gracia y es el Amor de Mi corazón que les permiten todas estas cosas.
Necesito, queridos hijos, que vivan en Mi Corazón, para que Yo pueda vivir en ustedes, estar en sus grupos de oración, en sus familias, compartiendo la alegría y el dolor, la transformación y la liberación de sus vidas, para que, finalmente, se realice el Plan de Mi Hijo en cada uno de ustedes.
Iré hasta ustedes para bendecirlos y así en la simplicidad de Mi Corazón, agradecerles por lo que hacen por esta Obra de Redención, de Amor y de profunda Paz.
No he venido Sola, sino con todos los ángeles del Cielo, y los ángeles de su guarda que vienen a alabar a Dios en agradecimiento, en paz y en amor por todo lo que se ha realizado en este tiempo.
Eso es solo lo que hoy quiero, bendecirlos, consagrarlos, colocarlos a todos dentro de Mi Corazón Maternal. Hagamos eso ahora.
(Se recita el Ave María en portugués por cinco veces)
Estoy aquí, hijos, y hoy doy un mensaje simple, porque simples son sus almas, las que han orado en los planos internos por todas las naciones del mundo, para que la Llama de Cristo despierte en estos tiempos.
Vengo así, para cerrar esta jornada, este momento de instrucción, este momento de elevación, en este momento de oración, agradeciendo siempre al Padre Eterno, por cuanto Él nos da en estos tiempos de caos y crisis.
Es la confianza de sus corazones, por la que Mi Gracia puede descender a la humanidad. Por eso hoy,en esta noche, vuelvo a reconsagrar sus corazones al Poder de Mi Inmaculado Corazón.
Junto a los Ángeles Yo los bendigo, los consagro con la señal poderosa de la Cruz, y a todas sus familias.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Les agradezco por responder a Mi Llamado, y porque sigan respondiendo a Mi Voz, a la Voz de Dios, que es infinita e invencible.
Hoy sus almas han sido restauradas, hoy sus espíritus han despertado a un gran llamado que llegará.
Les agradezco.
El gran misterio del corazón orante es la paz.
La paz, hijos Míos, es el mayor tesoro que les podré dejar en estos tiempos y en los tiempos que vendrán. La paz es fruto de la certeza del triunfo de Dios en la Tierra. La paz es fruto de la consciencia de que una vida superior los aguarda, que su existencia no comienza y no termina en este mundo.
En los tiempos de caos y de confusión planetaria, les pediré que no pierdan la paz, porque la paz en sus corazones es lo que desarma los planes del enemigo. La paz, hijos Míos, es lo que les permitirá comprender las pruebas que vendrán, comprender la propia purificación, la purificación del prójimo y del planeta, y no permanecer en las apariencias. La paz les permitirá ver los acontecimientos del mundo con ojos de madurez.
Sé que, para muchos, es imposible mantener la paz del propio corazón cuando el caos emerge del propio interior y también se manifiesta en la vida de la superficie de la Tierra. Sin embargo, hijos Míos, cuando ingresan en Mi Paz, están ingresando en otras Leyes, que no son las leyes de este mundo. En consciencia, están profundizando en Leyes Universales y es la actuación de esas Leyes que les trae paz, independientemente de lo que ocurra a su alrededor.
La paz en sus corazones será el testimonio vivo de Mi Presencia entre ustedes y es esa paz inmutable e invencible que le demostrará al mundo que una parte de Mi Inmaculado Corazón está dentro de sus corazones y que conduce a sus consciencias a cruzar los obstáculos, a superar las pruebas y a manifestar una nueva vida.
Hijos, la Paz del Creador vive en Mi Inmaculado Corazón desde que Yo estuve en la Tierra y ni aun en el calvario de Mi Hijo, Yo perdí esa Paz. Era esa Paz Divina que Me llevaba a comprender el sacrificio de Cristo y a sustentar a Mi lado a los hombres y mujeres de Jerusalén, para que no perdieran la fe. Ellos contemplaban Mi Paz y Mi silencio, tan misteriosos, y comprendían que el sacrificio de Cristo no terminaba en la Cruz, que lo que Jesús estaba viviendo no era solo el martirio que aparentaba ser.
Quiero, con esto que les digo, enseñarles a vivir los tiempos que vendrán y a comprender el calvario del mundo, más allá de las apariencias. Quiero que permanezcan con el corazón en Mi Corazón, así como Yo permanecía en Dios, contemplando el sacrificio de Mi Hijo; y que aquellos que los acompañen encuentren en ustedes una fortaleza y la fuente de la fe y de la esperanza, una puerta para comprender los acontecimientos del mundo, trascendiendo los hechos físicos e ingresando en la verdadera razón por la que el planeta vive esas cosas.
Hoy, hijos, mientras la naturaleza Me ayuda a transmutar el caos y el mal, les pido que permanezcan en paz; recuerden que Mis Centros Marianos deben ser usinas de transmutación y de liberación para el mundo, y ustedes son Mis operarios, que, a través de la oración y de la paz, abren las puertas para que Mi Luz descienda al mundo y las tinieblas den lugar a la Paz y a la Victoria de Dios.
Sean conscientes de este momento como un aprendizaje único y reciban en sus esencias la Paz que les quiero entregar. Sientan cómo esta Paz les trae una comprensión mayor y cómo pueden sentir esta lluvia y este viento, no como una lluvia común, sino como la liberación de la naturaleza a través de Leyes Superiores.
Vengan más cerca de Mí.
Sientan Mi Manto sobre sus corazones y no teman. Yo estoy aquí no solo para protegerlos, sino para entregarles un aprendizaje: el misterio de la Paz.
Hoy, les ofrezco la Rosa de Mi Corazón para que se multiplique e ingrese en sus consciencias como un símbolo, un símbolo de paz.
Hoy, hijos, les dije que Mi Corazón triunfará, porque sus espíritus están dispuestos a responder a Mi llamado, están dispuestos a crecer y a madurar en consciencia, están dispuestos a comprender nuevas leyes, principios divinos que hasta hoy ignoraban.
En este día, vengo a marcar en sus vidas el fin de un viejo ciclo y el inicio de otro; sin embargo, deben estar dispuestos no solo en el espíritu y el corazón, sino también en la mente, en el sentimiento y hasta aun en sus células, a responder a este llamado. Porque, si Me dicen sí para que Yo pueda actuar en cada nivel de sus seres, Mi Paz disolverá el temor que se oculta en sus células, en sus huesos, y los fortalecerá para que puedan ser testimonios vivos de Mi Presencia y para que lleven al mundo la paz que él está perdiendo.
Hoy, multiplico las rosas de Mi Corazón y se las entrego, porque de esta forma, hijos Míos, podré estar presente entre los corazones humanos, aun cuando Mi Voz ya no resuene en la Tierra, cuando los videntes ya no puedan repetir Mis Palabras. Será esa rosa, en sus esencias, que les hablará y guiará sus caminos para que jamás se separen de Mí. Dejen que esta rosa les revele una ciencia, una ciencia divina, que es la ciencia de la Paz. Dejen que este misterio se revele y que, en su interior, encuentren un estado desconocido, un estado de unión con Dios, con Su Creación, con Su Propósito, con la Verdad. Esa, hijos Míos, es la Paz de Mi Reino.
Por más que les parezca simple, el misterio de la paz, cuando es revelado, es lo que los sustentará. Por eso, Mis amados, den valor a Mis Palabras y a este momento; ábranse, como corresponde, para que puedan vivir una instancia de unión con su Madre Celeste, porque cada momento Conmigo es único y cada una de Mis Palabras viene para entregarles una llave que los ayudará a traer hacia la Tierra el arquetipo divino y manifestar el nuevo hombre.
Ahora, les pido que Mis hijos, que se consagrarán hoy, se aproximen un poco más y permanezcan de pie.
Esta es la Rosa de la Verdad; con esta verdad, hijos, sean fieles a Mi Corazón.
Esta es la Rosa de la Pureza; con esta rosa, jamás se separen de Mí.
Esta es la Rosa de la Esperanza, una esperanza que no proviene de este mundo. La esperanza que les traigo, a través de esta rosa, es la esperanza de encontrarme en esta vida y después de ella.
Esta es la Rosa de la Alegría; para que, a través de ella, hijos Míos, descubran la alegría verdadera que es la alegría de servir a Dios y de amar al prójimo.
Esta es la Rosa de la Reconciliación; porque, a través de ella, reencuentro a aquellos hijos Míos que Me acompañaron en el pasado y que ahora retoman el compromiso Conmigo.
Esta es la Rosa de la Fe, para que aprendan a creer en Mí.
Esta es la Rosa de la Paz; para disipar las preocupaciones de este mundo, los conflictos de esta vida y llevarlos a Mi Reino.
Esta es la Rosa de la Bondad; para que aprendan Conmigo a cuidarse, unos a otros, así como Yo cuido a cada uno de ustedes.
Esta es la Rosa de la Fortaleza; para que sean firmes, superen el pasado y, ante este portal hacia Mi Reino, encuentren una nueva vida junto a Mí.
Se pueden arrodillar.
Con esta rosa, que les entregué, orarán Conmigo por la salvación de las almas y para que ellas vivan los atributos que deposité en sus corazones a través de estas flores que, por el toque de Mis Manos, se tornaron sagradas.
Oremos tres Ave Marías, ofreciendo al Padre la plena gratitud por reencontrar Su Reino.
Oración: Ave María, en español.
Estas tres rosas son para tres de Mis hijos que, por tres diferentes caminos, están intentando encontrarme. Que estas rosas, hijos, les traigan claridad de espíritu.
Con una sonrisa en Mi Rostro, les agradezco por haber venido a Mi encuentro. No se olviden, hijos Míos, de proclamar hoy y siempre la Paz que deposité en sus corazones.
Y les pediré que canten una canción que preparó Mi llegada hasta aquí porque, de esa forma simple, los ángeles Me abrieron las puertas para que Yo viniera a su encuentro. Celebren la Paz de Medjugorje, celebren la Paz del Reino de Aurora, la Paz que le traigo a cada Centro Mariano, porque es la misma Paz que debe vivir en sus corazones.
Les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más