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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La voz de la verdad siempre será escuchada en el Cielo y en la Tierra, porque es una voz que emerge del corazón, de lo más profundo de la esencia de cada ser.
Es esta voz que hoy resuena en el corazón de África, la voz que clama, la voz que invoca, la voz que pide al Corazón de Dios una amorosa y pronta intercesión.
Es por esa razón que hoy estoy nuevamente aquí, para darle respuesta a la voz de todas las súplicas, a todos los que elevan a los Cielos sus más puras y verdaderas intenciones.
Por eso, estoy aquí como su Mediadora e Intercesora, como la Abogada Celestial, como la Madre de las causas imposibles.
Por eso, Mi Corazón hoy vuelve a abrirse como un gran portal para que las almas más sedientas lo atraviesen y, en lo más profundo del espíritu, en lo más secreto de la consciencia, encuentren el alivio que tanto buscan y reencuentren la esperanza que perdieron.
He aquí la Madre de la esperanza y de la alegría, Quien, en nombre de Su Amadísimo Hijo Jesús, renueva todas las cosas para que la Creación también sea renovada y la humanidad alcance el gran tiempo de la redención.
Hoy, su Madre Celeste une Su Santo Rosario al Rosario de cada uno de ustedes, a ese Rosario del corazón que ustedes pueden construir y manifestar en el día a día de sus vidas, en cada acto de amor, en cada gesto de misericordia y piedad, en cada nueva oportunidad de orar a Dios no solo por los que sufren en África, sino también por el mundo entero, porque el tiempo de la paz deberá retornar al mundo, después de haber sido disipada por las guerras y los conflictos.
Por eso, hoy Dios está atento a la voz de las súplicas, a los corazones fieles al Señor y, a través de su Santísima Madre Celeste, el Padre Celestial recoge las oraciones de los que piden e invocan a Dios por una solución pronta y venidera que beneficie a todos los corazones de la Tierra.
Por eso, estoy aquí como la Madre de la Gracia, porque la Gracia de Dios es lo que permite este momento con ustedes, hijos Míos. Como en el día de ayer, vuelvo a decirles que la humanidad entera deberá aprender de lo más sagrado e inmaculado que tiene África, de su código profundo de simplicidad, pero también de su don profundo de fe que mueve a todo el universo y a todos los acontecimientos.
Aunque no lo perciban, queridos hijos, esto sí lo percibe su Padre Dios, así como lo percibe también su Madre Celeste y el Sagrado Corazón de Jesús que Me envía como Intercesora y Mediadora a decirles que Su Misericordia triunfará y que el tiempo de la esclavitud terminará, porque la renovación primero sucederá dentro de ustedes. Esto es un don de la Gracia, pero también es una virtud de Dios, este don promoverá la cura y la paz en las almas de una forma inexplicable y milagrosa.
Por eso, no bajen los brazos, hijos Míos, alcen sus brazos hacia los Brazos de la Madre de Dios, para que Yo los pueda volver a levantar y a erguir del suelo. Por eso, Yo estoy aquí, queridos hijos, respondiendo al Llamado de Mi Amado Hijo, respondiendo a Su convocatoria espiritual.
¡Cuántas intenciones existen en sus corazones que hoy su Madre Celeste puede observar y contemplar!
Sepan, queridos hijos, que todo tiene un tiempo para poder resolverse y aclararse. Por eso, la oración les concederá esa respuesta interna que tanto buscan y necesitan.
Si Yo estoy aquí, queridos hijos, es por una sagrada causa, pero también por un Divino Propósito. Recuerden lo que Yo les prometí, hace exactamente dos años, cuando les hablé y les revelé sobre la manifestación futura, pero no tan lejana, de la nueva Casa Santa Isabel en honor a Mi santa prima espiritual, que acoge a todas las almas necesitadas por intermedio de su presencia espiritual.
Esta obra deberá crecer, pero también deberá fortalecerse en estos tiempos, aun superando los desafíos del día a día, los obstáculos o las interferencias; pero el poder de la oración del corazón les ayudará a concretar la meta, porque es Voluntad de Dios y Dios así ya lo determinó. Esta nueva Casa Santa Isabel será una renovación y el comienzo de una experiencia de cura.
Ustedes merecen algo mejor, queridos hijos, guardando siempre la esencia de la simplicidad que los hará auténticos y, sobre todo, humildes de corazón. Es de la humildad y de la simplicidad de toda Mi amada África de lo que el mundo entero deberá aprender en estos tiempos para poder corregir los caminos desviados del Señor, para poder curar a muchas almas de la ambición, del poder o aun de la autoridad que creen tener.
Queridos hijos, Mi amada África es una escuela para la humanidad entera. Aquí las almas pueden aprender si se abren para esto. El camino de la transformación está disponible, la transformación que se manifiesta en el servicio, que se manifiesta también en la caridad y sobre todo en el ser incondicional.
En este día, Yo vengo a bendecir esta nueva etapa que debe afirmarse en su manifestación, porque el Proyecto de Dios para esta nueva casa deberá descender de los Cielos, aunque signifique y represente mucho esfuerzo.
Yo estoy aquí para ayudarlos, para animarlos, para decirles: ¡queridos hijos, adelante! Mi Mano los conducirá al sendero, Mi Corazón les señalará el camino y sus consciencias y almas, unidas a Mi Consciencia y a Mi Alma, tendrán sabiduría.
África precisa expandir su obra de amor y de luz, de rescate y de redención de las almas. Eso es lo que espera Mi Hijo; por eso, guarden todo esto en el corazón y en recogimiento oren a Dios, porque ya está todo dicho.
Yo oraré también por esto, Mis amados hijos, así como rezaré por cada uno de ustedes de forma perpetua para que la luz de la Gracia llegue a sus vidas, así como la Gracia de Dios llega en este momento a sus vidas. Recíbanla con gratitud y amor.
África deberá ser el nuevo Edén resucitado y Mi Hijo quiere cumplir con esa promesa ante Dios. La voz de África será escuchada algún día y esto se cumplirá porque fue escrito por la Amorosa Mano de Dios.
Los amo y los vuelvo a bendecir a través de Mi Paz, de Mi Amor consolador y de Mi inextinguible Maternidad para con cada uno de ustedes.
¡Les agradezco!
Los que hoy se han ofrecido a consagrarse, como Hijos de María, que se acerquen.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Me alegra estar aquí, en Mi Argentina.
Vengo aquí, como un Espejo de Paz, para que las almas ingresen en Mi Océano de Paz, para que puedan ingresar en Mi Universo de Amor, que los fortalecerá en este momento y los animará a seguir adelante, a pesar de todo lo que suceda.
Hijos Míos, Yo estoy aquí y Soy su Madre, la Madre que escucha las súplicas de Sus hijos, la Madre de Dios que acoge a los corazones heridos, que recibe el clamor de todos Sus hijos.
Yo estoy aquí, hijos Míos, para animarlos y para darles coraje, para que se animen a atravesar estos tiempos desconocidos, dentro y fuera de ustedes.
Vengo aquí a disolver todo el temor y la duda por medio del Amor de Mi Hijo, Jesucristo. Él Me envía como la Señora de Argentina y la Madre de todos los corazones argentinos, para recordarles que Él retornará a esta nación, que Su promesa se cumplirá y que nada lo impedirá, porque es la Voluntad de Dios por encima de todas las cosas.
Por eso, tengan fe y no se debiliten. Invoquen la acción del Espíritu Santo para que puedan recibir Sus dones en este momento, en el que la Argentina necesita ser guiada y acompañada por la Jerarquía.
En nombre de todas las Santas Divinidades del universo, Yo estoy aquí como el Soplo del Espíritu Santo que los abraza y los envuelve, como la llama de Amor que los cura y que los sana, que los impulsa a vivir el nuevo tiempo, lejos del sufrimiento y de la tristeza.
Vengo aquí como la Madre de la Gracia Infinita, a reparar el espíritu y el alma de esta nación. Por eso, he pedido que se encontraran Conmigo, y agradezco el espíritu de colaboración y el entusiasmo de todos, más allá de lo que cada uno de Mis hijos está viviendo en este momento.
Coloquen sus oídos sobre Mi Pecho y sientan el pulsar de Mi Corazón. Dejen que Mis Manos acaricien sus rostros. Dejen que Mis Brazos los abracen fuertemente para que sientan el abrazo de Dios, ese abrazo que es incansable y eterno, esa Sagrada Mano de Luz que se extiende para que todos se puedan tomar fuerte y seguir caminando con esperanza hasta poder encontrar dentro de ustedes el universo de la paz.
Yo amo con predilección a la Argentina y no Me cansaré de decirlo, una y otra vez, porque para su Madre Celeste esto es una oración.
Amo a la Argentina por el Propósito Espiritual que tiene en el final de los tiempos, por todo lo que debe concretar espiritualmente como nación; porque aquí está previsto que se cumpla la Voluntad de Dios, aunque los acontecimientos en la superficie digan otras cosas.
Pero, a través de esta prueba de fe que cada uno de Mis hijos argentinos está atravesando, Dios les concede la oportunidad de fortalecer a sus Cristos Internos y atravesar este momento de una forma como nunca antes atravesaron.
Por eso, vengo aquí como la Madre del Alivio, como la Madre del Consuelo, como la Madre que escucha la voz de cada uno de Sus hijos de Argentina.
Llegará un tiempo, el tiempo del porvenir, en el que todo se transformará y se redimirá. Ustedes ya conocen esta promesa que los Sagrados Corazones de Jesús, María y San José les han pronunciado a través de los tiempos.
Crean en esto, tengan fe y serán parte de esto algún día, y también sus familias y seres queridos, así como lo será todo este país que le debe reflejar al mundo una lección de amor, de fe y de persistencia, en la que los corazones que aman y viven por Cristo no se dejan derrotar, no se dejan estremecer a pesar de todo lo que les suceda, porque el Amor de Cristo está en los corazones que aman al Señor, y la fe los renueva y les disuelve las flaquezas, las incertidumbres y también las dudas.
Porque esta es la gran noche oscura del planeta. Así como ustedes, como nación y como pueblo, están atravesando esta noche oscura, muchas naciones también viven su noche oscura, muchos pueblos y razas atraviesan esta noche oscura; pero, para ustedes y para sus hermanos, la Luz invencible e inexplicable de Cristo siempre brillará en el fondo del abismo.
Y levantando sus rostros hacia lo Alto, lo verán, porque Él pisará con Sus Pies esta tierra, y así como lo hizo con Sus compañeros, los llamará por su nombre y lo reconocerán; y algunas almas tendrán la Gracia de verlo, cara a cara, y de una forma sorpresiva.
¿Qué le dirán a Mi Hijo cuando lo encuentren?
Preparen ese momento en lo más íntimo de sus corazones, porque eso es lo más importante en este momento para sus vidas: poder estar cara a cara ante el Señor para unirse a Él, para que sean Uno con Él, así como Él es Uno con el Padre y así el Padre será Uno con ustedes; porque Mi Amado Hijo vino al mundo por esta causa, para que todos aprendieran a ser Uno con el Padre que está en los Cielos.
Rezo para que Argentina pueda expresar su sagrada tarea espiritual a través de las almas que despiertan y que despertarán, a través de los corazones que se animan a unirse a esta Fraternidad Universal, en la que todos pueden vivir en este tiempo una síntesis interior de todos los caminos, escuelas y experiencias que vivieron en esta vida.
Porque al final, Mis hijos, todas las escuelas, experiencias y caminos llegarán a un solo lugar, todos los caminos desembocarán en un mismo lugar, que es el Amor de Dios, Su Corazón pulsante y eterno que vibra en Amor por las almas que lo buscan y que impulsa a los corazones que se animan a superar a Mi Hijo en el Amor.
Porque eso es lo que espera Cristo, Nuestro Señor, que cada día que pasa y a través de cada experiencia que viven en este tiempo crucial, el centro de sus vidas y de su espiritualidad sea vivir ese Crístico Amor de Dios por intermedio de Su Amadísimo Hijo, Jesucristo.
Caminaré, junto con ustedes, en peregrinación hasta las Sierras de Córdoba para que, a través del Centro Mariano del Espíritu Santo, la Argentina como alma y como pueblo tenga la Gracia de recibir una vez más los Siete Dones de Dios, para que las almas que están aquí sean reparadas y curadas, para que todos ustedes puedan sentir la unción de Mi Amadísimo Hijo que los vendrá a bendecir al igual que el Casto Corazón de San José. Así, los Tres Sagrados Corazones bendecirán a la Argentina.
La Madre de la Gracia, hoy aquí presente entre Sus hijos y por Sus hijos, extiende Sus Brazos y abre Sus Manos para derramar la Luz de la Gracia de Dios sobre Sus Criaturas, sobre las almas que necesitan en este momento del consuelo y de la paz, para llevarla consigo en sus espíritus, para irradiarla a sus familias y seres queridos, para compartirla con cada hermano y hermana de la Argentina.
Crean, Mis amados hijos, en el poder que les puede dar el renacimiento de Cristo en cada corazón.
Ustedes ya son testigos del Sagrado Sacramento de Su Cuerpo y de Su Sangre, son parte de Su Gran Cuerpo Místico en el mundo que refleja como espejo Su Gracia y Su Amor por las almas.
Que puedan sentir, en esta tarde, el júbilo de sus almas, así como la Madre de Dios y Señora de Luján siente el gozo de estar con Sus hijos amados.
Que se cumpla el advenimiento de la esperanza.
Que las almas renazcan en Cristo, para que se alcance la paz.
Bendeciré en este momento, Mis queridos hijos, todos los objetos sagrados que tengan consigo, para que ellos sigan siendo una señal de conversión y de redención, de fortalecimiento de la fe y de la esperanza en las almas de Argentina.
El Rosario es el arma contra toda adversidad y oscuridad. Quien se afirma en él, nunca perecerá.
Yo vine a enseñarle al mundo a orar el Santo Rosario, para que sus almas, sus familias y seres queridos formaran parte de los Misterios de Dios, expresados en cada uno de los Misterios del Santo Rosario; y para que, a través del espíritu de la oración del Rosario, aprendieran a vencer todo mal y toda adversidad, aprendieran a resolver las causas imposibles, porque quien reza el Rosario con el corazón, reza Conmigo en los Cielos.
Yo bendigo estos objetos sagrados, pero sobre todo bendigo a sus corazones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Gracias, Mis hijos, por estar Conmigo. Recuerden que Yo estoy a su lado, en el silencio de Mi oración.
Les agradezco y los amo.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
¡Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das!
¡En este encuentro, Te honramos, Señor!
Y, ahora, vamos a prepararnos para la Comunión Espiritual y vamos a ofrecer esta Comunión por la reconsagración de Argentina al Sagrado Corazón de Jesús, respondiendo al pedido de nuestra Santísima Madre.
Mientras nos preparamos, vamos a cantar la “Canción para Cristo”, preparando nuestro mundo interior, nuestra consciencia, para participar de este Sacramento de la Santa Eucaristía y del Sacramento del Bautismo que llega como una Gracia renovadora para todos nosotros.
He aquí a la esclava del Señor. Hágase en Mí y en ustedes según Su Palabra.
He aquí el Espejo de Luz de Dios, que trae la calma para un mundo que se agita; que trae la serenidad para un mundo que se precipita; que trae de la Fuente el Amor del Creador.
He aquí la Llena de Gracia, la humilde en Su Palabra, la Sierva del Creador.
He aquí la Mediadora, la que está junto a Sus hijos para socorrerlos y ayudarlos, para que encuentren el camino hacia la Divina Eternidad.
He aquí la siempre pobre Mujer, la Madre Dolorosa, la Madre de la Gracia, Madre de la Divina Misericordia.
He aquí la que contempla a la humanidad, a todas las naciones, a todas las religiones, a todas las culturas; hasta aquel que está solo y olvidado por el mundo.
He aquí la siempre Madre del sacrificio, la que se ofrece a los corazones para que vivan la paz y el regocijo del Amor, la vida eterna.
He aquí la simple Mujer de Nazaret, que gestó en Su Vientre al Unigénito y que dio Luz para el mundo, para que todos la pudieran ver, venerar y contemplar, como el Amor de Dios, en Su humilde y pobre Hijo. Este es el Dios de la Vida, que se hizo carne a través del Verbo y del Espíritu Santo, para toda la humanidad.
He aquí la Fuente de Dios manifestada a través de Mi Vientre purísimo, de Mis Palabras de esclavitud al Señor Todopoderoso.
He aquí la Esclava del Señor que siempre persiste, que nunca se detiene, que sigue adelante para ver en Sus hijos y en los más pequeños, el Plan Divino del Creador.
He aquí la que siempre se dona, la Madre silenciosa, la que desata todos los nudos, la que trabaja invisiblemente en todas las causas imposibles.
He aquí la Abogada del Señor, la Corredentora después de Cristo, la Intercesora, el Espejo de Justicia, el Espejo de la Pureza, el Espejo de la Ascensión.
He aquí la que siempre hace brillar Su Inmaculado Corazón, para que todos lo puedan sentir, interiormente.
He aquí la que los libera de las amarras, de las injusticias, de la perdición y de toda ilusión.
He aquí la Madre siempre Virgen, la Gobernanta del Universo, la dulcísima y simple Señora, la que ama a las almas para cumplir el pedido de Dios.
Vengo a refractar en esta hora el Gran Espejo de la Fuente, de la Fuente de la Creación, donde todo nació y surgió desde el principio de la Mente Divina.
He aquí la Madre de Dios, la que no tiene religión, la que solo vive en Dios, para que Sus hijos puedan vivir en Él.
He aquí la esencia del Amor manifestado, en Su aspecto femenino y sagrado.
He aquí la Madre que siempre los comprende, la Madre que los acepta bajo el Espíritu incondicional del Santo Espíritu de Dios.
He aquí la que equilibra la justicia, la que toma con Su mano la balanza de la injusticia de la humanidad, para poder equilibrarla antes del gran tiempo, el gran tiempo de la purificación, de la definición y de la redención de las almas.
He aquí la Madre que siempre se entrega a Sus hijos, la Madre incansable, persistente, humilde y poderosa.
He aquí la que trae entre Sus manos la Luz y la Gracia de Dios, para ser derramada en los corazones del mundo, para que todos reencuentren el sentido del Amor y de la Unidad.
He aquí la Madre de la Divina Naturaleza, la Madre de la Creación, la que cuida y protege a cada esencia creada en todos los Reinos de esta Creación.
He aquí la Madre que llora por Sus hijos silenciosamente. La Madre que clama, que invoca y que llama a Sus hijos al sagrado despertar.
He aquí el Corazón que se entrega, sin tiempo y sin condición, porque es urgente que todos ingresen a Él, para poder salvarse y tener consciencia de sus decisiones y acciones.
He aquí la Madre que se postra ante el Señor y ante Su amadísimo Hijo, para implorar por el mundo y la humanidad; para traer hacia la Tierra una gracia y una expiación inexplicable.
He aquí la que siempre se entrega para todos Sus hijos por igual.
He aquí el Espejo que refleja la Paz; que trae lo posible para todo lo imposible en el mundo.
He aquí la que interviene por el Universo, la que enciende los espejos para traer los códigos de la Divinidad y para que estos se siembren en la mayor cantidad de consciencias posibles.
He aquí la Madre que nunca se detiene; que siempre trabaja por un Plan Mayor; que trae para todos, a través de Su Corazón, la infinita Misericordia de Dios.
Estoy aquí por Mis hijos, por los que no Me escuchan, por los que no Me aceptan, por los que no Me aman.
Soy la Madre Universal, la que proviene de la Fuente purísima de Dios, gestada como Esencia, tan semejante a una flor; a la flor más bella de este Universo. De ahí provengo Yo y deseo que Mis hijos, en estos tiempos difíciles, también puedan unirse a esa Fuente Mayor.
He aquí la Madre que todo lo contempla, que conoce todas las necesidades y que escucha todas las súplicas. Es aquella Madre que contempla a Dios con Amor y que le pide todos los días por Sus hijos, por una nueva oportunidad, trayendo así la esperanza, la renovación, el propósito, para aquellos que más lo necesitan.
He aquí la Madre de la Luz, la que trae algo desconocido para todos; la que abre las puertas hacia la Divina Redención.
He aquí la Madre de los ángeles; la Sierva de los arcángeles y del Padre Eterno.
He aquí la que trae el Cielo a la Tierra y muestra para todos, los tesoros del Universo, para que los puedan contemplar y amar.
He aquí la que siempre los escuchará y nunca detendrá Sus pasos, hasta conseguir lo que Dios necesita de ustedes: almas puras, almas simples, almas servidoras, almas que aman más allá de sí mismas, de sus miserias, de sus imperfecciones, de sus dudas y de sus errores.
He aquí la Madre que trae la Fuente del Amor, para que sus más pequeños puedan beber de ella, hasta saciar su sed completamente.
He aquí la Madre del Santo Rosario, la Madre de la eterna oración; la que trae para el mundo la urgente Paz para estos tiempos. Amén.
Y con Mis palabras tan simples, les traigo el Universo de Dios. Contemplen la Presencia del Creador y nunca se olviden, hijos Míos, que es de esta forma que se unirán a Mi Corazón y al Corazón del Padre Celestial.
Que la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, como una Unidad perfecta, hoy los consagre. Recuerden, con Mis Palabras, que Yo estoy en todas las cosas, pero humilde y silenciosamente; así los acompaño y los acompañaré siempre, porque Mi Corazón es incansable y siempre estará al lado de Mis hijos.
Con la oración que hoy les presenté, les traje todo los que Soy, todos los Misterios Divinos que se encuentran en Mi Presencia. Déjenme vivir en sus corazones. De esta forma, hijos Míos, Yo les enseñaré a ser dignos hijos de Dios, dignos hijos de Mi Inmaculado Corazón, no importa en donde estén, si pertenecen a alguna religión, a cultura diferentes, a naciones distantes. Yo estoy en todo y en el silencio les enseño a amar, para que de esta forma, aunque muchos no me conozcan, que por medio de sus corazones Yo pueda llegar a cada uno de Mis hijos y a todos los Reinos de la Naturaleza.
Hoy los bendigo con la Luz de los Espejos sublimes, porque los traigo del Universo para encender sus corazones y, silenciosamente, revelarles Mi Paz; esta que el mundo no conoce, y que por primera vez, puede sentirla plenamente en su interior.
Mis amados hijos, hoy viviremos una bendición especial; una consagración infinita, que permeará en lo profundo a las almas que hoy se consagrarán.
Mi Hijo Me ha pedido consagrarlos con el Sacramento de la Unción, porque será importante para esas almas, sobre todo para lo que deberán vivir en el próximo mundo.
Tráiganme aquí el aceite para consagrar. Sepan que las santas mujeres de Jerusalén ungieron el Cuerpo herido del Hijo amado de Dios, para restaurar todas las faltas cometidas durante Su Flagelación y Pasión.
Las santas mujeres, las auxiliadoras de Cristo, sabían en aquel tiempo lo que hacían. A través de la Unción, no solo curaban el Cuerpo del Señor que estaba dentro del Santo Sepulcro, sino que ellas también traían, como almas espejo, la regeneración de la humanidad, a través de las Células vivas de Cristo; porque las Células de Cristo nunca murieron. El Cuerpo reposó, expiró, para poder seguir sirviendo a las almas en los planos internos de esta Creación.
El aceite consagrado representa la cura para las almas y hoy las bendeciré, en esta consagración especial, trayendo la esencia de la regeneración, para sus espíritus y consciencias.
Les pido que podamos escuchar una melodía sacra, para este momento de consagración.
El Señor bendiga este elemento, surgido de la Fuente de Su Creación, a través de la donación de los Reinos de la Naturaleza. Sea el símbolo de la redención, de la regeneración y de la cura, para aquellos que siempre buscan la reconciliación con Dios. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más