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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En este universo, en toda la Creación y en toda la vida, existen las Leyes y, entre ellas, una Ley importante, muy desconocida para la consciencia humana, no comprendida, porque esta Ley preserva su revelación: la Ley de la Transmutación. Algo que la Jerarquía conoce desde el origen, desde que todo fue pensado, desde el momento en que el gran ángel caído desobedeció a la Ley Mayor.
A partir de ese momento, la Creación y la experiencia del universo mudó su curso y Leyes que no estaban pensadas tuvieron que ser creadas en la Fuente del Padre Eterno, para que la evolución de los seres, bajo estas condiciones de cambio, fuera una evolución equilibrada y armoniosa que significaría un esfuerzo importante para cada criatura que surgiera de la Fuente y comenzara a vivir su experiencia en esta Creación, bajo estas Leyes nuevas que surgieron por una necesidad, como la Ley que hoy les presento.
La Ley de la Transmutación fue interpretada por el ser humano. Aún para las propias Jerarquías, es un misterio, porque como les dije, es una Ley que preserva su revelación.
Pero, a lo largo de los tiempos, de las diferentes razas en este mundo, la Ley de la Transmutación tuvo que intervenir para poder corregir los desvíos de este Proyecto, no como un acto de justicia, sino como un acto de armonía.
Esta Ley de la Transmutación fue revelada a muchos seres que, a lo largo de los tiempos y de las diferentes etapas del planeta, se iluminaron. El mismo Siddhartha Gautama conoció esta Ley, así como otros maestros de Oriente, y aun teniendo esta revelación interior, ninguno de ellos ostentaba tener esa Ley para sí mismo. Porque lo único que esa Ley revela como esencia es el servicio que presta a todo este universo y a todas las humanidades.
Así, esta Ley intervino a lo largo de los tiempos. Muchos tuvieron que aprender a interpretarla y a comprenderla; porque esta Ley, en sí, no es solo una Ley, sino también es un Rayo de la Fuente de la Creación, expresado a través del color violeta, una frecuencia altísima para este universo, que vive una experiencia material y mental.
Esta Ley creadora viene, a lo largo de los tiempos, a colocar los acontecimientos y las consciencias en otro punto.
La Ley de la Transmutación no puede ser apropiada por nadie. Esta Ley y ninguna otra pueden estar bajo el control de ningún ser humano y de ninguna criatura; porque, en esencia, las Leyes son inteligentes y autónomas, son manifestaciones de las corrientes de la Fuente Creadora y actúan en este universo material según la necesidad o la urgencia.
Esta Ley de la Transmutación intervino en acontecimientos importantes de la humanidad. Como ejemplo de esto: en la desaparición de la civilización de la Lemuria, en la desaparición y el hundimiento de la Atlántida, en la propia construcción espiritual y esotérica de Egipto, y también en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, en las que el éter del planeta había sido destruido por la propia raza.
El llamado “velo del templo” se rasgó y se sigue rasgando en este tiempo final, cada vez que se detona una bomba o un arma contra la vida de alguien o en naciones enteras. Esto abre las puertas inciertas a acontecimientos desagradables, las almas más inocentes son colocadas en lugares inciertos.
La Ley de la Transmutación, que utiliza la Jerarquía por autorización del Padre Eterno, desciende al mundo para abarcar a las almas más necesitadas, desde el núcleo más profundo de la esencia hasta el ser espiritual; porque entre esos estados está el alma de cada ser que, en este tiempo, no puede ser robada por nadie ni extraviada.
La Ley de la Transmutación, guiada por la energía crística, trabaja en este tiempo. Por eso, en estos momentos de encuentros tan importantes Conmigo, la Jerarquía profundiza su trabajo y su operación en la humanidad, y se superpone a las situaciones psíquicas y emocionales de la humanidad; así, las demás Leyes trabajan ocultamente.
Sabemos que la humanidad no puede tener toda la revelación, en este momento, por el egoísmo, la vanagloria y la indiferencia. Por eso, Yo les dije una vez que Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y no hay ningún otro maestro que ustedes puedan seguir, solo a aquellos que demuestren que siguen al único Cristo.
Esta Ley de la Transmutación trabajará ampliamente en el final de estos tiempos, porque viene a corregir y a enmendar los errores y los ultrajes cometidos por la humanidad a las Leyes Universales.
Quiero que tengan muy presente, que lo graben en sus consciencias, que cada vez que desobedecen, ustedes se están aliando al deterioro de las Leyes en este planeta. Por eso, siempre deben tener cuidado con sus actitudes, con sus pensamientos, con sus intenciones y con todo aquello que creen poder ocultar a los ojos de los demás.
La vida del espíritu en la vida de la materia es un ejercicio de corrección diaria. Nadie puede creer que ya tiene todo resuelto, sería vivir en la ilusión.
Por eso, por Amor Yo vengo a abrirles los ojos, los ojos de la consciencia del mundo interior; porque la humanidad, a través de sus actos y de sus pecados, ha infringido gravemente las Leyes Universales, que no están para hacer justicia en nadie, sino para que ustedes alcancen los grados de Amor, así como Yo los alcancé paso a paso, en cada momento de Mi Vida.
Pero cuando Yo retorne, tiempo que no está tan lejano, el planeta y la humanidad sentirán fuertemente el descenso de las Leyes que vendrán Conmigo. Ellas serán como rayos que traspasarán la estratósfera y la atmósfera del planeta, más fuertes que los rayos del Sol.
Estas corrientes de la Fuente Creadora descenderán sobre aquellos lugares que necesitarán de una corrección; no importa dónde sea o cómo sea, nadie puede escapar de las Leyes, porque todos fueron creados a imagen y semejanza de ellas, comenzando desde lo más interior hacia lo más exterior.
Estas Leyes, que serán renovadas y vendrán Conmigo en Mi Retorno, colocarán todas las cosas en su lugar, comenzando por las intenciones de esta raza y después con todo lo demás. En esa hora y en ese momento, aquellos que tengan la Gracia de estar presentes en Mi Retorno, a nivel físico y universal, serán testigos de ese acontecimiento porque no será oculto.
Por eso, a través de los tiempos y de los últimos años, Yo vengo a prepararlos a cada uno de ustedes y a la humanidad para ese momento, porque no podrían estar presentes en ese acontecimiento, ya que no lo podrían soportar, así como Mis santos apóstoles no soportaron Mi Ascensión.
En esa hora, se conocerá el Poder de Dios en la Tierra. Las amarras más resistentes serán cortadas, el cautiverio de muchos seres terminará, porque la dualidad no será necesaria ni tampoco el sufrimiento por no conseguir trascenderse a ustedes mismos. Por eso, quien vive en la Ley de Mi Amor nunca perecerá. Pero, deben vivir según Mi Amor y no según sus intenciones ni tampoco sus motivos.
La Ley de la Transmutación vivió un receso después de 1988; y ahora, en estos últimos tiempos con el reaparecimiento del Señor, esta Ley volvió a aproximarse a la Tierra porque ya está preparando Mi llegada. Todo deberá ser exorcizado para que pueda surgir la Nueva Tierra, para que pueda manifestarse la Nueva Humanidad.
Guarden este conocimiento en su mundo interior, porque hoy no lo comprenderán, sí lo comprenderán cuando él suceda, cuando la Ley de la Transmutación actúe y corrija al mundo para que vuelva a restablecerse la paz y todo comience de nuevo, así como fue pensado en el origen, antes de Adán y Eva.
Entonces, se volverán a unir los tiempos, entre lo espiritual y lo material, es algo que hará el propio Dios Eterno para que las almas que formen parte de la Nueva Tierra tengan la dicha de conocer el Reino de los Cielos, aunque aún estén en este planeta. La felicidad será indescriptible y no habrá sentimiento de culpa, de pena o de perturbación, sino el júbilo de reencontrar el camino que una vez perdieron, camino que fue escrito por la propia Mano de Dios en el origen.
Reciban la Luz del Conocimiento Divino, así como el pueblo de Israel la recibió, así como los grandes patriarcas la recibieron, así como los profetas la revelaron y así como todos los creyentes la vivieron en honor y gloria al Creador.
Como un testimonio de esto, vengo a consagrar a nuevos adoradores, para que Mi Cuerpo Místico en la Tierra se fortalezca y sus almas, en este mundo, sean células vivas de Cristo que solo busquen el bien y la paz, la caridad, el servicio y la Misericordia, a través del ofrecimiento en cada adoración.
Sé que ya lo escucharon, pero es bueno que lo vuelva a decir nuevamente: cuándo un alma adora al Santísimo Sacramento, retira una espina del Corazón de Jesús y el Padre Me permite otorgar la Gracia de la salvación a quien no la merece, por el simple hecho de haber un alma en adoración como un ofrecimiento auténtico de su vida a Dios.
Es así que, una vez más, vengo a encender Mis células crísticas en la Tierra, para que la Luz de Dios sea más fuerte que la oscuridad en el mundo, y el amor de cada corazón humano y adorador sustituya al sufrimiento, a la venganza, a la traición y a todo mal, por el triunfo del Bien de Cristo en la Tierra.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Los hermanos que se postularon, pueden acercarse.
Podemos traer aquí los símbolos de la Orden Gracia Misericordia, para que sean bendecidos por Cristo, los que los hermanos a partir de hoy llevarán consigo con todo respeto, amor y reverencia, símbolos de la Orden de Cristo en la Tierra; para, a partir de este día, formar parte de esta congregación.
Invitamos a cada postulante, en el silencio de su corazón, a hacer su ofrecimiento a los Pies de Nuestro Señor.
Y vamos a acompañar todos juntos este especial momento de bendición y de consagración de nuevos adoradores con la canción “Consagración”; para que, a partir de hoy, las almas de estos hermanos estén libres para caminar hacia el encuentro con Nuestro Señor, hasta que sea el día y el momento de fundirse en el Corazón del Redentor.
Padre Celestial bendice estos símbolos que representan el descenso de Tu Santo Espíritu en las almas que tienen fe ardiente en Ti.
Que Tu Santo Espíritu, a través del símbolo de esta Orden, del incienso y del agua bendita, bendiga a Tus Hijos que hoy se consagran, para que algún día, bajo la imperiosa fe de cada adoración, se conviertan en llamas de Mi Amor para el mundo.
Que así sea.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a hacer a pedido de Cristo un Ave María, un Padre Nuestro y un Gloria, para que las almas de estos hermanos reciban el impulso de la consagración que Cristo les trae.
Hoy, Mis Manos recogen sus lágrimas para ser ofrecidas a Dios como cristales de Luz, a los Pies del Creador, como ofrenda honesta y verdadera de sus corazones en respuesta al Gran Llamado del Padre.
Por esta causa, Yo los bendigo y los consagro como fieles Adoradores de Mi Corazón Eucarístico, como la fiel compañía de su Maestro y Señor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Les agradezco.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos ahora a prepararnos para la Comunión Espiritual. Y para completar esta consagración, los sacerdotes administrarán la Santa Comunión a los hermanos que ahora se consagraron, para poder sellar esa alianza con Cristo.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Reverenciamos en este momento el legado más importante de la humanidad, que ha traído hoy Nuestro Señor Jesucristo. Ese legado es el Arca de la Santa Alianza, que cuatro ángeles han traído con Nuestro Señor.
Reverenciamos ese legado espiritual, universal e inmaterial, que hoy está frente a nosotros, bajo la protección de Nuestro Señor Jesucristo y en la presencia de Abraham y de Moisés.
Este legado hoy es irradiado a toda la humanidad, hacia los cuatro puntos de la Tierra, mientras Cristo, Abraham y Moisés, junto con los ángeles, contemplan la Santa Arca.
Y vemos dentro de ella todo lo que guarda como legado espiritual, universal e inmaterial, y cómo el centro de Luz del Corazón de Cristo emana una poderosa Luz sobre el Arca de la Santa Alianza, en donde están la Corona de Espinas, los Clavos que Él llevó en la Cruz, el Santo Cáliz y las Tablas de la Ley, los llamados Mandamientos que recibió Moisés, así como otros elementos que conforman ese legado espiritual para este Universo material.
Y somos rodeados por el Universo que tiene como centro a este acontecimiento espiritual e interno en este momento.
Al igual que los ángeles, que adoran y protegen la Santa Arca, dejémonos colmar por ese legado y ese misterio que se revela frente a nosotros.
Alrededor de este acontecimiento, vemos a los Ancianos que también se mostraron a Juan en la última parte de su vida, cuando él vio el Apocalipsis.
Aquí y ahora, en este momento, se forma la Orden de la Hermandad Celestial, que hoy ha llegado ante cada uno de nosotros, para que su amor y su vibración resuene dentro de cada uno, en el centro de nuestro ser y esencia, para que entremos en comunión con el legado espiritual que formará las bases de la Nueva Humanidad.
Mientras tanto, los Ancianos que están presentes llevan, entre sus manos, un Sagrado Libro que muestran con páginas en blanco y están atentos, vigilantes y contemplativos para registrar y escribir lo que cada uno ofrecerá por este legado, a fin de ser celador y vigilante, guardián y protector del Conocimiento Divino y Cósmico.
En este momento, vemos cómo Cristo, tan solo con Su mirada de Amor, ilumina dentro del Arca de la Santa Alianza al Santo Cáliz, para que a través del Santo Cáliz una potente columna de Luz comunique aún más al Cielo con la Tierra, y se abran aún más los Portales hacia el Universo y, en este momento, bajo esa apertura espiritual que realiza Cristo en un absoluto silencio y sintonía, vemos por encima de ese espacio y de ese acontecimiento, un poderoso Triángulo de Luz de lados iguales que representa un aspecto de Dios, Abba.
Dentro de ese Triángulo de Luz que nos observa y nos contempla está Dios, como también contempla el acontecimiento del Arca de la Santa Alianza, en la Presencia de Cristo, de Abraham, de Moisés, de los Ancianos y de los ángeles.
Debajo del Arca de la Santa Alianza vemos presentarse y dibujarse a nuestro planeta que es colmado por los rayos de Luz que expresa esa Santa Arca, y el aura espiritual del planeta es encendida y santificada por cada una de esas corrientes poderosas que el Arca está emanando en este momento, a través de todos sus elementos sagrados.
Mientras que Abba, a través del Triángulo de Luz, ilumina aún más el espacio presente, la síntesis de cada uno de Sus Nombres Sagrados se hace presente en este momento, en este acontecimiento espiritual y universal.
Los ángeles, ante la Presencia del Padre, el Todopoderoso, no dejan de mantener su cabeza en el suelo como un acto de adoración y de reverencia a nuestro Creador. Y vemos, en este momento, cómo diferentes huestes de Luz, ejércitos de ángeles comienzan a rodear la Presencia de Dios.
Todos son convocados a este encuentro, para recibir el bálsamo del Amor de Dios y el principio de Su Sabiduría.
Para terminar de unir a la Tierra con todo el Universo, y antes de continuar con todo lo que Nuestro Señor quiere realizar en este día, en un acto de mayor reverencia y amor a nuestro Creador, ante esta revelación y Presencia Divina, entonaremos el Nombre de Abba, a través de "Fuente Primordial" como una sola voz y un solo corazón, hasta que Nuestro Señor lo indique.
En este momento, vamos a permitir que cada uno de los principios y atributos de la Santa Arca no solo bañen de Luz a nuestro planeta, sino también a las naciones y a los pueblos, a los Reinos de la Naturaleza, a los océanos, para que toda la vida, en este momento, esté en Dios.
Podemos comenzar.
Canción: "Fuente Primordial".
Vemos cómo en los Libros Sagrados de los Ancianos se han escrito nuestras ofertas, las cuales quedarán guardadas en ellos hasta que Dios las solicite.
Nuestro Señor retira del Arca de la Santa Alianza el Santo Cáliz para que, espiritualmente, sea colocado sobre este altar y celebremos, en esta tarde, la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Sentimos bien cerca de nosotros a ese Santo Cáliz, aquel Cáliz con el que Cristo celebró la Última Cena, y que testimonia y expresa a la reliquia más importante de la humanidad que es la Sangre preciosa de Jesús.
Nos dice Cristo:
Mis Palabras hoy son representadas a través de esta experiencia de amor porque ya muchos de ustedes, conscientes y preparados en el camino del espíritu y del servicio por la humanidad, están prontos para vivir estas experiencias que solo Yo podría dirigir, por la autoridad que Mi Padre Me concedió. Experiencia de la cual los hago a cada uno partícipe, para que sus almas y esencias estén fortalecidas en este servicio del fin de los tiempos, en el que su donación y entrega será la llave fundamental para concretar Mi Retorno.
Por eso, hoy he dejado sobre este simple altar el Santo Cáliz, para que no solo los irradie a ustedes, sino también al mundo entero que lo necesita con suma urgencia espiritual.
Así, Yo les demuestro, a todos los que escuchan, la validez de la comunión espiritual Conmigo, cuando tan solo se abren para vivirla.
Los Ancianos son los testigos de esta humanidad y de este planeta hasta sus últimos días, por esa razón hoy están aquí con ustedes y con el mundo.
Abraham y Moisés son parte fundamental de la historia de su humanidad que, en diferentes tiempos y épocas, alcanzó importantes movimientos espirituales de expansión de la consciencia y de la realización del Plan del Creador.
Este es el tercer momento, después de Mi Pasión, Muerte y Resurrección, en el que podrá suceder lo mismo, siempre y cuando las almas se adhieran al descubrimiento de este legado espiritual, guardado en el Arca de la Santa Alianza, para todas las esencias del Universo y más allá de este.
Hoy el Arca de la Santa Alianza viene a traer la cura y la renovación de la humanidad, porque las almas necesitan curarse para poder estar sanas físicamente y así poder reencontrar el camino hacia Dios en este momento planetario, en el que se enfrentan el amor y la indiferencia, lo que definirá el próximo tiempo para toda la raza humana.
En este momento Moisés y Abraham se retiran, llevando consigo el Arca de la Santa Alianza hacia el centro del Triángulo, en donde está Dios, para resguardala donde siempre está.
Pero aún las puertas de los Cielos se mantienen abiertas, porque fuimos llevados hacia otro espacio de la Iglesia Espiritual de Cristo, la llamada Iglesia Celestial. El centro de esta Iglesia es el legado del Arca de la Santa Alianza, que los ángeles resguardan, adoran y protegen con un infinito amor por todo el sacrificio que Cristo vivió por esta humanidad y por cada uno de nosotros, en este planeta.
Aunque parezca incomprensible e imposible, estamos ante Abba y Nuestro Señor Jesucristo, colmados por Su profundo silencio celestial y por Su Amor eterno que emana del Padre, del Hijo y de la Fuente.
Aún se mantiene cerca de nosotros el Santo Cáliz, porque Nuestro Señor lo retornará a su lugar cuando esta ceremonia entre el Cielo y la Tierra, entre la Iglesia Celestial y las almas, haya finalizado.
Y así, vemos cómo Cristo enciende trece puntos de Luz en toda América y cada uno de esos puntos de Luz, que emergen del interior de la Tierra, traen un tono, una vibración y una melodía que la humanidad necesita para poder ingresar en el próximo tiempo; y vemos cómo en perfecta armonía, esos trece puntos de Luz se unen, emergiendo hacia la superficie, comenzando desde Norteamérica hasta Sudamérica, en toda la columna de las Rocallosas y de los Andes.
Estamos ante una Red de Luz espiritual que siempre ha estado presente en el planeta desde sus orígenes, pero que tuvo su tiempo para despertar. Visualicemos a las Américas encendidas por esos trece puntos de Luz y percibamos, en este momento, qué es lo que siente nuestro corazón.
Guardar la memoria de este sentimiento es lo que nos pide Cristo, para que siempre lo podamos reconocer y a partir de este sentimiento profundo e interno, tengamos fuerza y valentía para poder renovarlo todo, así como Cristo nos renueva.
Así, vemos réplicas de este Santo Cáliz en los trece puntos de Luz. Vemos que una Sangre espiritual es derramada sobre cada uno de los Cálices que los ángeles vierten en este momento en ellos y el planeta es bañado por la poderosa Sangre de Jesús.
Así, todas las almas reciben este impulso de Nuestro Redentor.
Y en lo alto de los Andes, vemos la misma Cruz que estuvo en lo alto del Monte Calvario y a sus pies, a Nuestra Santísima Madre, la Virgen María, así como a todos Sus hijos, seres de amor, de oración y de buena voluntad extendidos en los cuatro puntos de la Tierra.
Esa Cruz es una Cruz de Luz que ilumina a cada uno de los Cálices y somos colmados por el Espíritu Santo.
Vemos a Nuestra Santísima Madre rezar por el mundo y por la humanidad, colocando a Su lado al Santo Padre, el Papa Francisco, y a América. Y a través de América la humanidad se vuelve a levantar, así como Cristo se levantó durante el Calvario.
El Triángulo de Dios recorre cada punto de Luz de las Américas, colocando sobre ellos cada uno de Sus aspectos y Nombres Sagrados; y desde el centro de nuestro planeta sentimos el dolor de la Madre Tierra que es aliviado, en este momento, por la Sangre que Jesús derramó en la Cruz.
Nos vaciamos nuevamente para poder recibir todo esto, reconocemos nuestra pequeñez delante de este gran misterio, el misterio del Amor de Dios por la humanidad.
Y en este escenario, con el Santo Cáliz cerca de nosotros, celebraremos este momento con un profundo acto de agradecimiento por esta revelación de Nuestro Padre, Dios, a través de Su Hijo, el Cristo.
Cristo nos ha pedido, en este momento, que nos podamos lavar las manos en señal de purificación y de rendición, en nombre de la humanidad.
Vamos, a pedido de Cristo, a lavar las manos de los hermanos del Consejo de esta Obra, en nombre de la humanidad.
Pedimos que, en este momento, a pedido de Nuestro Señor Jesucristo, si fray Supremo nos está escuchando, que también lave sus manos, realizando la misma oferta que pide Nuestro Señor, para que el Amor pueda curar todo el dolor. Esto siempre será para que el Amor derrote la impunidad.
Ante la Luz del Santo Cáliz, recordamos a Nuestra Madre Santísima a los pies de la poderosa Cruz, en lo alto de los Andes, porque Ella también está recibiendo nuestra oferta, en este momento, como Madre de la humanidad.
Mi Dios,
yo creo en Ti, yo Te adoro,
yo Te espero y yo Te amo.
Y Te pido perdón
por los que no creen en Ti,
no Te adoran,
no Te esperan y no Te aman.
Amén.
(Se ora en inglés tres veces)
Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que hoy es entregado al mundo por el perdón de los pecados.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Tomen y beban, porque este es Mi Cáliz, el Cáliz de la Nueva Alianza entre las almas y Dios, con la Sangre que es derramada por su Señor para la remisión de las faltas. Hagan esto siempre en memoria Mía.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.
Por la poderosa Luz que emana del Santo Cáliz en este momento, en unión con Nuestra Santísima Madre en lo alto de los Andes, en unión con los trece puntos de Luz que fueron encendidos por Nuestro Señor, recemos juntos la oración que Él nos enseñó:
Padre Nuestro (en español).
Padre Nuestro (en inglés).
El Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Bienaventurados los que se sirven de este legado de Amor.
Que la Paz descienda a la Tierra.
Nuestro Señor retira el Santo Cáliz del altar y lo lleva entre Sus Manos para retornarlo al Arca de la Santa Alianza. Y así, los trece puntos de Luz se recogen en donde surgieron y se manifestaron. Nuestra Madre, la Virgen María, se eleva al Cielo junto a Su Hijo, así como todos los ángeles que participaron de este momento, para poder seguir en adoración a Dios.
¡Gracias, Señor, por cuanto nos das!
¡Gracias, Padre, por cuanto nos das!
En este encuentro te honramos, Señor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más