Apariciones extraordinarias
APARICIÓN DEL NIÑO JESÚS, DE LA VIRGEN MARÍA Y DE SAN JOSÉ, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.

Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
 

En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.

Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.

En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.

Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.

Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos las Palabras de San José:
 

Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.

Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.

Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.

Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.

Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos a Nuestra Señora:
 

Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.

Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.

Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:


Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.

Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.

Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos a Nuestra Señora:


Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.

Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.

Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.

Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y oren por la paz.

Les agradezco. 


Hermana Lucía de Jesús:

Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.

Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.

Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.

Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.

A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.

Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.

Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.

Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.

Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.

La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.

Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.

San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.

Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.

Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.

Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.

Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.

Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.

Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía  en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.

Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.


Madre María Shimani de Montserrat:

No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.

Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.

Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.

Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.

Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.

Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.

Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.

Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.

Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.

¡Muchas gracias a todos!

Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN, EN LA 27.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Santísima Trinidad, 
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre,
Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios
e indiferencias con que Él es ofendido,
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

Miren a Mi Corazón sin miedo para que vuestra vida resplandezca, pues el deseo de Mi Padre es que se cumplan Sus promesas a través de todos Sus hijos en el mundo.

Para que eso sea posible, compañeros, vuestro corazón debe ser confiado, fiel y seguro dentro de Mis caminos de Luz, y no puede existir entre vuestras consciencias ninguna separación, porque así la promesa no se cumplirá.

Que vuestros corazones estén atentos, más allá de vuestras mentes y sentimientos. Que vuestros corazones sientan Mi promesa que se está cumpliendo en este momento, en este retorno que Yo vengo preparando en vuestras vidas, en silencio y oración. 

Así como vuestras oraciones son escuchadas todo el tiempo, Mi Corazón también las responde todo el tiempo.

A veces, compañeros, no vivirán aquello que tanto desean porque no es Voluntad de Mi Señor. Las pruebas llegarán a vuestro encuentro para fortalecer vuestra fe y fidelidad en Dios. 

Por eso, Yo necesito de corazones cristalinos que busquen todo el tiempo Mi Sagrado Corazón, y no se cansen de mirarlo porque de Él brota la fuerza para la transformación de vuestras vidas y de vuestros caminos.

Hoy los invito a que abandonen vuestras resistencias, para que las amarras se puedan desatar. Mi espada ya no podrá cortar vuestras amarras. A través de la Fuente insondable de Mi Misericordia, vuestros corazones ya saben cómo hacerlo, no solamente con la oración del corazón, sino a través del ejemplo de vuestras vidas, de una vida transformada en Cristo y por Cristo.

¿Por qué piensan que Yo no los quiero bautizar? En los planes de Mi Padre todo tiene su tiempo y su hora. Yo vengo a bautizarlos con Mi Espíritu. ¿Acaso tiene más fuerza el agua que Mi Espíritu?

Mi Espíritu está presente en todo y quiere estar dentro de ustedes para que Yo los pueda bautizar en la Gracia y en el Amor. ¿Acaso Mi Presencia en esta tarde ya no es un bautismo para vuestros corazones?

Dichosos aquellos que creen sin haber visto, porque estarán bautizados por segunda vez.

En Mi Reino no existen preferencias ni tampoco en Mis apóstoles. Por eso, Yo los vengo a transformar de a poco, para que vuestras vidas no se sumerjan en la tristeza, en la desesperación o en la perturbación de no creer que puedan conseguirlo. Si miran a Mi Corazón, todo lo podrán.

Yo vengo a ofertarles lo mejor que tengo todo el tiempo y no Me cansaré hasta que lo puedan sentir y comprender, pues Mi Corazón es esa Gracia que todo compenetra, es el bálsamo que les da la Vida, la Vida universal, la Vida inmaterial.

¿Acaso eso no es un bautismo para ustedes? Juan lo profetizó. Yo los bautizo en nombre del Espíritu Santo que es el mayor y máximo Don entre los dones, que proviene del Corazón de Mi Padre para resucitar la vida de la materia y tornarla pura en la Fuente inmaterial.

Quisiera que todos vivieran los Sacramentos de una sola vez, pero Yo vengo a rememorar que los dones de los Sacramentos son sagrados para el Padre y las almas no han sabido aprovecharlos a lo largo de la historia de este mundo.

Por eso, Yo vengo a pedir que se bauticen en nombre de Mi Espíritu; que se purifiquen, lavando vuestros pies en nombre de la redención y que sean ungidos con la Cruz de Mi Corazón en nombre de la cura y de la paz.

Pero, para que los puedan vivir, el Espíritu y los Dones que provienen de Mi Padre no pueden ser deseados. ¿Cómo el Espíritu de Dios los transformará mientras exista vuestra voluntad?

Yo vengo a despojarlos de todo, cada uno en su grado de aprendizaje. Yo vengo a reformarlos en cuerpo, alma y espíritu a través de los Sacramentos. Pero más bautizado estará aquel que lo viva en nombre de sus hermanos que de sí mismo.

Mientras estoy presente, piensen en Mí. Coloquen la atención ardiente en Mi Corazón, para que vuestras vidas participen de esta Comunión Conmigo.

Ayer les vine a dar una lección de humildad que es necesaria para todo el mundo, pues los corazones deben conocer qué es lo que deben cambiar a tiempo para no engañarse a sí mismos.

Yo vengo a traerles la Verdad, pues aunque no la conozcan profundamente porque es una Verdad que proviene del Corazón de Dios, Yo les traigo una parte de esa Verdad para que vuestros corazones, a través de Mi Sabiduría, crezcan en madurez y en consciencia.

En cuanto Mis ángeles trabajan en el mundo, Yo quisiera verlos más disponibles para llevar Mis Obras de Luz adelante. Pues mucho ya recibieron y seguirán recibiendo mucho de Mi Corazón cuando exista el verdadero equilibrio entre el hombre y Dios.

Yo les traigo una ciencia muy desconocida que, a través de Mis simples Palabras, están siendo invitados a conocer, pues Mi Vida en el Cielo es simple. No existe ningún misterio en esta Obra, solo aquel que los hombres colocan, como un sello, en el Corazón de Dios. El Corazón de Dios está abierto para recibirlos. Vuestros corazones son los que se cierran ante la Presencia de Dios y más aún ante Su Hijo.

No vengo a reclamarle nada al mundo, sino que tenga consciencia de lo que hace y de lo que piensa, para no degenerar aún más la perdición. 

Les abro una puerta todos los días para que vuestros corazones se regocijen y amplifiquen vuestro espíritu en la sagrada sintonía con Dios.

A través de este ministerio de los Sacramentos, que Yo pido que vivan en Mi Nombre, vengo a traerles nuevas Gracias, pero grandes Gracias serán llevadas en los corazones que se unan al hermano que viva el Sacramento.

¿Ahora entienden cómo son las cosas? Muchas veces fueron bautizados por Mi Espíritu, pero pocos lo percibieron. Yo vengo a traerles esta Verdad porque son Mis últimos Dones que hoy derramo sobre el mundo y en todas las almas que se fortalecen en Mí para cumplir el Proyecto de Dios.

Que vuestros corazones no se acongojen, mas que vuestros ojos se abran, los ojos del corazón, para sentir Mi Vida, para ver Mis prodigios, para reconocer a Mi Espíritu que amorosamente los visita incansablemente.

Pero hoy no solo estoy aquí, estoy en omnipresencia y en omnipotencia en Aurora y en cada corazón humano que, en esta hora de insondable Misericordia, Me haya abierto la puerta del corazón, rompiendo la barrera de su resistencia interior.

No vengo a forzar nada en ustedes. Vengo a traerles una nueva Gracia que brota de Mi Corazón y de Mis Manos para todas las almas de mundo.

Ustedes son un grupo de almas constituido por Mi Espíritu de Luz. Cuando un alma se apaga, muchas más se apagarán. Es como la manzana descompuesta, en la cesta, junto a las otras manzanas. ¿Quién las salvará a tiempo, antes de que se endurezca su corazón?

Yo vengo a trabajar con vuestros obstáculos, pues algo debe acontecer en este planeta delante de todo lo que sucede. Muchos no tienen consciencia de lo que significa morir por las manos de otro, padecer hambre y no tener consuelo en el corazón, casa en donde vivir ni lecho en donde dormir.

Ustedes tienen todo. Mi Corazón les ha dado todo. ¿Qué más quieren de Mí? En cuanto el mundo sufre y las luces de las almas se apagan, ¿se arriesgarán a trabajar Conmigo y salir de vuestras comodidades?

No vengo a molestarlos. Vengo a darles Mi Mensaje de Paz y de Verdad. Las llamas del infierno arden sobre el planeta, pero aún existen Islas de Salvación. Los corazones enloquecen día a día y las mentes pierden su control. Vengo a entregarles el equilibrio del universo que se llama unidad. Si no hay unidad en ustedes, no hay unidad en el mundo.

Es hora de que salten más allá de los abismos para encontrar el Reino de Dios. Mi Corazón se consuela con los que se sienten seguros de estar en Dios y no en sí mismos. Mi Corazón se alegra por aquellos que oran con sinceridad y que, a pesar de todo lo que hoy les digo, sienten en lo profundo que es verdad, y la semilla de Luz es plantada para la próxima Tierra en los espíritus consecuentes a Mi Llamado.

En cuanto les hablo, están reunidos alrededor de Mi mesa, alrededor de Mi Altar Celestial, lleno de ángeles de Luz que glorifican a Dios todo el tiempo. 

La Fuente Primordial quiere verlos pacíficos para que la Obra se pueda manifestar. ¿Qué esperan? Vengan a Mí sin miedo. Mi Corazón los abrazará. Mi Fuego los transformará. Mi Espíritu los elevará hacia el Corazón del Padre Celestial.

El Padre también necesita ser consolado por los horrores que ve en el mundo, por los horrores que ve en el mundo, lo repito porque el mundo en gran parte es un horror. Pero todo esto puede ser cambiado si ustedes Me siguen en esta hora de Misericordia.

En cuanto les hablo, los observo no solamente a ustedes, compañeros, sino a todos los que Me escuchan en cada parte de este mundo.

Vengo en serenidad a decirles todo esto porque sé que vuestros corazones pueden ser receptivos, y más tarde, cuando todo haya pasado, comprenderán.

Y ahora, por la Gracia que  Me fue concedida en la Cruz, glorifiquemos a Dios, y bendeciré a cada uno de ustedes, en esta unión perfecta Conmigo a través de los Sacramentos de Luz que son el medio para que las almas alcancen la existencia.

Hijos Míos, acérquense aquí para participar de esta consagración, en armonía y en silencio, no olvidando que Mi Espíritu está aquí presente.

En cuanto los bendigo con Mi Espíritu de Vida, pidan perdón a Dios en nombre de la humanidad, por todos los tiempos que vendrán, para que la Obra del Hijo de Dios se cumpla a través de Sus Gracias que son derramadas sobre todos los corazones y almas que sinceramente buscan la redención.

Después de que Mis prodigios fueron derramados en cada uno de estos elementos, los vuelvo a bendecir como parte de esta única humanidad que debe vislumbrar, en el horizonte cercano, la Nueva Tierra.

Dichosos los que lloran, porque serán consolados por Mí. 

Dichosos los que se arrepienten, porque verán nacer su nuevo espíritu.

Dichosos los que perdonan, porque encontrarán la paz. 

Dichosos los que se unen, porque vivirán en Mi hermandad. 

Dichosos los que se alegran, porque vivirán en la felicidad de Mi Corazón. 

Dichosos los que se liberan, porque encontrarán su libertad. 

Dichosos los que son misericordiosos, porque verán la Luz. 

Dichosos los que se reconcilian, porque estarán en la Unidad de Dios. 

Dichosos los que oran, porque serán premiados en el Cielo con las doce Coronas del Rey.

Ahora escucharán una canción que colmó Mi Corazón durante la Sagrada Semana, pues en esas palabras, por más simples que parezcan, se encuentra el sentimiento de amor verdadero por Mi Corazón.

Delante de las aflicciones que Me genera el mundo, Yo les entrego Mi Divina Misericordia para que, en los tiempos que llegarán, sean verdaderos apóstoles de Mi Corazón.

Ahora escuchen y sientan, para comprender lo que les pido.

En cuanto Me elevo a la Casa de Mi Padre, donde les espera un lugar para la próxima vida, Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Deben ser como niños para entender Mi Reino, pues ellos son los primeros que entran en el Paraíso.

Les agradezco y les doy Mi Paz. ¡Aleluya!

Sonrían, compañeros, pues eso forma parte de la cura que les irradia Mi Corazón para estos tiempos de crisis. Quien sonríe de alma, sonríe de espíritu y Dios ve reflejado, en vuestros rostros, Su Proyecto original.

Paz para todos. 

Que así sea.

Canción: “Tu és o Rei”.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

SEA VOLUNTARIO

Contacto