MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En silencio, profundiza en los descubrimientos espirituales que estás viviendo. No dejes que los impulsos y las revelaciones pasen como el soplo del viento, sino que permanezcan en tu interior, fecundando tu espíritu, como lo hace el Soplo del Espíritu de Dios. 

Deja que tu alma suspire aliviada al recibir el bálsamo de las revelaciones que le hacen recordar el sentido de la vida y sentir que hay una esperanza de retorno al Corazón de Dios.

Medita en tu espíritu y en la vida superior, para que ella te fortalezca y te de una posibilidad de estar suficientemente firme en el Propósito Divino, para auxiliar a otros que perderán su fe cuando todo sea caos y desequilibrio.

Ve  más allá del horizonte de la Tierra, y de todo lo que está antes de él, el claro despuntar del Sol que vendrá para iluminar una nueva vida. Mantén firme, en tu interior, el saber del verdadero sentido de los acontecimientos del mundo. El planeta se purifica para liberarse. Se desequilibrarán aquellos que construyeron las bases de su morada en la arena de sus propias destrezas y certezas, y no en la Roca de la Voluntad y del Plan de Dios.  

Sabe que todo es parte de un Plan trazado desde la era de los patriarcas y que fue descripto con sus palabras, aunque poco comprendidas por los hombres.

El Viejo Testamento se cumplió en el Nuevo Testamento, y el Nuevo Testamento se cumple ahora para que, a través de este momento planetario, una nueva historia sagrada se pueda escribir y en ella estén las profecías de una nueva vida y de un nuevo hombre, el que retornará al Tiempo de Dios y abrirá las puertas para que todos los seres se unan a Su Corazón. 

Aférrate a este Propósito Divino y fortalece tu ser en la fe, sustentando en tu espíritu la paz. 

Para eso, Dios te llama por el nombre y te permite escuchar y leer Sus santas Palabras. Eres llamado a ser un apóstol de los últimos tiempos, un santo de los últimos días.

Tu Padre y Amigo,

San José Castísimo