¡PERÍODO DE SUBLIME GRACIA!

Durante Su última Aparición, la Virgen María anunció un período de gracia invaluable: la indulgencia plenaria, una gran oportunidad que estará disponible hasta el 6 de enero. ¡Descubre más!

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL OCTAVO DÍA DE INSTRUCCIÓN, DURANTE LA SEMANA SANTA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La procesión angélica ha llegado aquí junto con Nuestro Señor Jesucristo. 

Reverenciemos al Glorificado Cristo Solar y dejémonos invadir por la Luz de Su Divinidad, que hoy viene a mostrarse como el centro de toda la Creación.

Es esa Luz que nunca murió y que venció a la oscuridad y que aún la vence a través de los tiempos.

Participemos de este momento con la alegría de estar preparando Su Retorno a la humanidad.

Dejémonos guiar por la Consciencia del Cristo Solar que, revestido como un gran Sol, se muestra ante nosotros con el Poder de la Gloria del Padre a Su alrededor.

Contemplemos esa Luz silenciosa pero poderosa que Él nos ofrece. Reflejemos esa Luz de la Divinidad de Cristo en nuestro corazón, para que toda esta jornada, que hemos vivido con Él en estos ocho días, se selle como una poderosa alianza entre nosotros y Su Corazón. Agradeciendo por todas las Gracias recibidas y por los méritos que Él ha compartido a través de la Instrucción, contemplemos la Gloria de Nuestro Señor en Su faz de Cristo Solar.

Sintamos cómo todo el Universo se detiene por Su Presencia, ante este acontecimiento Universal que el Maestro trae para nosotros y toda la Creación.

En Su Presencia, rememoremos todo lo que hemos vivido en estos últimos siete días y todas las revelaciones que Él trajo con un solo fin, la redención de la humanidad, el despertar de las consciencias, el cumplimiento del compromiso de cada uno de Sus compañeros.

Agradezcamos por todas las experiencias que Él nos hizo atravesar y por todos los momentos de amor que Él compartió con cada corazón, renovando la vida de los que tienen esperanza en Su Nombre y despertando lo más verdadero y puro en cada ser humano.

Es así que hoy, en esta tarde, en este octavo día de instrucción con Cristo Jesús, el Cristo Solar viene a pedirnos nuestra divinidad, lo más profundo de nuestro ser, la verdadera luz que somos a los ojos del Padre Eterno, para que esté al servicio de Su Plan de Redención y de preparación para Su Retorno al mundo.

Que nuestra divinidad se coloque a los Pies de Nuestro Señor, así como hoy nuevamente nuestras almas se colocan a los Pies de Cristo, para que seamos colmados por Su Luz espiritual y cósmica.

Reconozcamos este momento como algo único en la historia de la humanidad. El Cielo tocando a la Tierra, Dios llamando a Sus hijos a través de Su amado Hijo.

Y vemos a Cristo llorar de gratitud por la fidelidad de los consecuentes, por las oraciones de los perseverantes, por el servicio de los incansables, por el sacrificio de los humildes, por la incondicionalidad de los obedientes, por los que aman a Dios y a sus hermanos así como Cristo nos ama a cada uno de nosotros.

En lo más profundo, nuestro ser recibe al Cristo Solar y comulga con el aspecto más inmaterial del Padre.

Hoy vengo a despedirme del mundo porque este será mi último año de instrucción con ustedes, después de que se cumpla la Sagrada Semana en el mes de agosto.

Yo ya no vendré más, pero Mi Espíritu será su fortaleza, porque les he dado todo y he podido cumplir, a través de Mis compañeros, la obra de la Misericordia que deberá seguir resonando en el mundo a través del sacrificio total de sus vidas, hasta que les llegue la hora de ingresar al Cielo para entrar en el Paraíso de Dios

Me despido ahora para que no sientan Mi falta. Quisiera estar más tiempo con ustedes, pero Mi nueva hora se aproxima. Momento en el cual la humanidad será juzgada universalmente para poder reconocer sus errores y enmendarlos, a través de los frutos de la conversión y de la Misericordia que Yo he entregado para cada una de sus vidas.

Pero no sufran porque Yo no pueda estar más, porque los encontraré a través del Sacramento de la Eucaristía. Y cuando se cumpla el final de Mi tarea con ustedes, todo sucederá.

Pero no tengan miedo, Mi Madre estará con ustedes. Su Amor los protegerá y los levantará del suelo cuando no tengan fuerzas, porque Su Amor es incondicional. Por eso les entregué lo mejor que tiene Mi Vida: la Madre de Dios.

Mientras no hablo con ustedes y hago silencio, recuerdo los encuentros que hemos vivido en los últimos seis años. Recuerdo la fuerza de la fe de cada uno de mis compañeros y la fidelidad de los que guardan el cumplimiento de Mi Obra, a través de los Sacramentos y de cada encuentro de oración.

La Luz de Mi Gloria desciende a la Tierra para bendecir a los que darán continuidad a Mi Obra en el mundo, bajo el espíritu de la Iglesia y del ecumenismo.

Así como Yo mandé a los apóstoles, de dos en dos, hoy los envío a todos ustedes a dar testimonio de Mi Presencia en todas las naciones del mundo. Que la Palabra del Cristo Glorificado sea escuchada en todas las lenguas, para que en el corazón de los que más necesitan resuene la misma fuerza y Gracia que resonó en sus corazones en estos últimos años.

Todo se ha consumado.

Así como entregué Mi Espíritu en las Manos del Padre, hoy entrego sus espíritus en las Manos de Dios, para que nunca se olviden de todo lo que les he dejado a fin de que se cumpla Mi designio espiritual en cada uno de ustedes.

Hoy Me voy con Mi Corazón lleno del amor y de la gratitud de mis compañeros, de los que no han tenido miedo a la transformación, de los que no han tenido miedo de proclamar su fe y su fidelidad a Cristo.

Mi Iglesia espiritual y celestial los abraza, así como hoy abraza al mundo entero, para que la cura se establezca en la humanidad y en todo el planeta, porque Mi amor nunca los dejará.

Mis últimos mensajes serán los más definitivos, desde ahora hasta agosto.

Y ustedes con todo los que han aprendido de Mi Palabra y de la fuerza del Amor de Dios, siempre deberán erguir Mi Iglesia espiritual sobre la superficie de la Tierra, para que cada alma sea el templo vivo que Yo necesito para poder retornar y cumplir con las Escrituras, así como las Escrituras se cumplieron durante Mi Nacimiento.

Cristo se ha colocado extendiendo sus brazos en Cruz como el Cristo Redentor y la Luz de Su Corazón ilumina al mundo y a todo lo que está dentro de él, para sellar esta alianza con el Plan Divino.

Si fuera de urgencia y necesidad para el mundo, Yo podría venir extraordinariamente a ustedes, para que puedan ser guiados y conducidos siempre por el camino de la Verdad.

Aunque Mi tarea ya esté terminando entre ustedes, así como terminó entre los apóstoles, podría reaparecer para dar y entregar las últimas instrucciones, conforme Mi Padre Eterno lo determine.

Lleven Luz para el mundo, para que el mundo, a través de la Luz, encuentre el amor y la esperanza de renacer a la vida todos los días.

Hijos, compañeros y amigos Míos, consumando este trabajo en el octavo día de instrucción crística para el mundo entero, en la plenitud del agradecimiento del corazón, oremos juntos la oración que Yo les enseñé en arameo, suavemente.

Padre Nuestro (en arameo).

Bienaventurados los que lloran, porque siempre serán consolados.

Bienaventurados los que perseveran, porque siempre encontrarán el Reino de Dios.

Bienaventurados los que sirven, porque verán a Dios.

Bienaventurados los que se sacrifican por Mí, porque estarán Conmigo en la Vida Eterna.

Hoy daré la bendición pascual después de la bendición dada por el Santo Padre, el Papa Francisco. Hoy estoy debajo del embajador de Cristo en la Tierra, porque los discípulos y servidores de Cristo siempre podrán dar pasos más grandes en el amor a los que Yo di.

Que la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo los acompañe y los bendiga para que estén en Mi Paz.

Celebremos esta Eucaristía de Resurrección dentro de la Iglesia Celestial.

Hoy, todos los consagrados que están aquí presentes, representando a todas las órdenes religiosas del mundo, así como todos los sacerdotes que hoy están aquí presentes, representando a todos los sacerdotes del mundo, subirán a este escenario para que juntos vivamos la consagración del Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

“Padre, Tú sabes que la humanidad siempre se ha equivocado, pero Tú también sabes de todos los que han escuchado Mi Llamado y han respondido a Mi Voluntad. En esta hora crucial del planeta, sírvete de todas las entregas y sacrificios de Tus hijos, de aquellos que nunca bajaron los brazos ni tampoco desistieron de cumplir con Mi Voluntad”.

“Este es el mayor ofrecimiento que Mi Corazón Te hace en este día, para que pueda descender Tu Gracia, Tu Amor y Tu abundancia espiritual, y así todo pueda ser renovado. Amén”.

Hoy estoy con los apóstoles de los últimos tiempos, y así como celebré la Eucaristía con Mis apóstoles después de la Resurrección, hoy vengo a celebrar con ustedes esta Comunión espiritual, para que sus consciencias siempre se puedan renovar.

Por eso vuelvo a tomar el pan y ofreciéndolo a Dios para que sea transubstanciado, lo entrego a ustedes diciéndoles: "Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Ofrezco al Padre el Cáliz de la redención y de la renovación, para que el vino sea transubstanciado en la preciosa Sangre de Cristo, y les vuelvo a entregar este Cáliz, diciéndoles: "Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza entre las almas y Dios, Sangre que fue derramada por los hombres para la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi memoria".

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

En unión con la Santísima Trinidad, por todas las Gracias y méritos recibidos, como  triunfo de la dolorosa Pasión de Jesús y por la cura urgente y necesaria de la humanidad, recemos la oración que Cristo nos enseñó, para consumar esta alianza y consagración espiritual e interna.

Padre Nuestro (en español).

Padre Nuestro (en inglés).

Que la Paz y el Amor de Cristo desciendan a la Tierra.

¡Te damos gracias, Señor, por cuanto nos das!

En este encuentro, Te honramos, Señor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL CUARTO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Y ahora que he venido a tu encuentro, recuesta tu cabeza sobre Mi Pecho y siente toda la paz que Yo te puedo brindar en este tiempo, una paz que nadie más te puede dar, ni entregar.

Siente ahora Mi Corazón vivo, que pulsa interiormente cerca de tus oídos. Este es el Corazón que ha padecido por el mundo y por la humanidad.

Es el Corazón que ha derramado Su Sangre por las almas para el perdón de las faltas y que aún lo sigue haciendo por todos sus compañeros y por sus enemigos.

Pero hoy no pienses, amado Mío, qué es lo que estás sufriendo o lo que podrías sufrir. Piensa en Mí, únete a Mi Consciencia y siente Mi abrazo paternal, porque Yo cuido de todas Mis ovejas, una a una, y nunca Me olvido de nadie.

Entrégate a Mí, y ríndete, como tantas veces te lo pido.

No temas por lo que vendrá sino por lo que no está sucediendo en tu vida.

Ahora, refugia tu alma debajo de los Rayos de Mi Corazón y siente el soplo del Espíritu actuando en cada momento, en cada respiración, así como en cada palabra.

Yo puedo restaurar todas las cosas. Yo puedo suplir todas las cosas, porque no soy Yo quien lo hace, es Mi Padre que está en los Cielos, es Él quien obra, quien realiza y quien manifiesta la Voluntad Superior.

Deja para atrás lo que no comprendes, lo que no aceptas o lo que no entiendes.

Confía en este Amor que Yo te estoy donando, porque es un Amor que debe realizarse en ti para que el Plan de Dios se realice en la Tierra.

Recuéstate como Juan, el apóstol, sobre Mi Pecho y siente los dolores y las agonías de tu Señor, en el silencio y en la calma.

Dios no ofrece sufrimiento a las almas, son las almas que buscan el sufrimiento, porque en el Reino de los Cielos, desde donde hoy provengo, no existe el dolor ni la culpa. Alégrate por estar recostando tu cabeza sobre el Pecho de tu Maestro.

Sé que no lo comprenderás todo de una sola vez, pero eso no importa para tu Señor. Lo que importa es que lo vivas plenamente, unido a Mí, en espíritu y en esencia.

No confirmes tus pecados, no afirmes tus errores, eleva tu corazón y colócalo dentro del Mío, para que Yo lo pueda transformar y pulir como las manos del alfarero. Y así estarás en perfecta libertad y en profunda calma y de la noche a la mañana no sabrás qué es lo que te ha sucedido, porque todo se habrá transformado tal cual Yo lo he pensado, según los designios de Dios.

Recibe el Amor de Mi Corazón como un bálsamo y ríndete. Mi Corazón no te hará mal, Mi Corazón no te hará daño. Mi Amor es bien y es pacificación para las almas.

Sírvete de todo lo que Yo te puedo donar y confía, porque todo está marcado, todo tiene su hora y su tiempo.

Así como tú estás hoy sobre Mi Pecho sintiendo el fuego de Mi Corazón y la suavidad de Mi Alma, la acción de Mi Divinidad y de Mi Espíritu, quisiera que muchos más imitaran este ejemplo de unión con el Señor.

Calma tu corazón de toda angustia y acepta lo que te entrego, porque todo tiene un fin mayor y un propósito que aún estarás por descubrir, algún día.

Deja para atrás lo que has padecido, lo que no has entendido, sumérgete en el océano de Mi Luz y todo se disipará, porque quien confía en su Maestro, confía en Dios, Todopoderoso. Y su vida, día a día, paso a paso, con esfuerzo y sacrificio, se volverá libre.

Yo quiero de tu alma un nuevo ser que sea parte de una nueva humanidad, consciente y despierta, responsable y digna con la Creación.

Hay tantos tesoros en el Cielo, querida alma, que tengo para revelar; Mis Manos están llenas de designios y aún no los puedo derramar sobre el mundo porque no encuentro lugar ni refugio en la humanidad entera.

Pero si tú, valiente Mío, hoy das el paso por muchos más, algún día muchos más reconocerán Mi Nombre y Mi Gloria, y la harán digna en sus vidas para que así triunfe el Amor de Dios.

Ahora, abrázame y siente el calor de Mi Espíritu, siente la protección de Mis Brazos y la respiración de Mi Cuerpo como un soplo renovador que a todo santifica y que a todo renueva.

No hay nada que se pueda perder. Todo es transformado según Mi Voluntad.

Conviértete en una de las santas mujeres de Jerusalén, o tan semejante al apóstol Juan, en total entrega y abnegación.

Todo lo que vives, alma Mía, tiene un motivo y un significado para Dios, no hay nada que esté fuera de lugar, todo tiene un sentido y un tiempo para realizarse. Sea en el bien, o lejos de él.

Pero Yo quiero que hoy sientas el latir de Mi Corazón manso, de un Amor inexplicable y redentor, que ansía por las almas buenas y dignas, que cumplan la Voluntad de Dios en este tiempo de difíciles pruebas.

Abrázame fuerte y siente Mi consuelo que es intransferible e inmediato. Deja que Yo te nutra con Mi Paz y con la llama de Mi Fe, que es la que me trae al mundo para buscar a los que he llamado por su nombre para que Me acompañaran en esta era y en este ciclo, en donde el mundo vivirá su mayor desafío de todos los tiempos y de todas las eras. No podré decirles lo contrario.

Almas Mías, es hora de vivir Mi Plan y de no esperar más tiempo.

A veces su Señor y Maestro necesita sentir el calor del amor de Sus hijos para poder seguir adelante. Por más que Yo esté en el Cielo no significa que no sienta como un ser humano, porque como ser humano estuve entre ustedes, para que me pudieran vivir y comprender.

Así estarán abrazando a su Padre Celestial, que también necesita de consuelo, al ver las ofensas y los agravios del mundo.

¡Cuánto el Amor puede hacer en los corazones que se deciden a vivirlo plenamente, el Amor que viene de lo alto y que puede brotar de los corazones haciendo nacer Nuevos Cristos!

Quiero que hoy Me ofrezcan su abrazo porque lo necesito, así como ustedes necesitan de Mí para seguir caminando por este sendero, el más difícil de todos los tiempos, el que ninguna otra humanidad vivió, en ninguna otra época.

Ustedes vinieron aquí, almas Mías, por un propósito y un designio mayor que conocerán algún día.

Pero hoy no necesito que comprendan Mis misterios, sino que sientan la agonía de su Señor y el pedido de consuelo a los corazones valientes.

Ahora, siente cómo Yo te cubro con Mi Manto, aquel manto que fue rasgado por las manos de Mis enemigos durante la Pasión y que cubrió Mi Cuerpo llagado de heridas y de ofensas.

Estas son las Llagas que Yo vivo por el mundo y quiero compartirlas con Mis servidores, con los que se han dispuesto a seguirme incondicionalmente.

Yo quiero ofrecerles Mis sacrificios y Mis dolores, porque quien padece con su Señor, padece con Dios, y el Amor que nunca acaba, todo lo transforma, hasta lo más impenetrable. Que Mis Llagas sean motivo de su santificación, de su persistencia y de su renuncia.

Porque Yo tengo un plan precioso para cada uno de Mis servidores que debe cumplirse en esta hora aguda del planeta, en donde todo se precipita, hora tras hora.

Por eso consagro hijas e hijos, para tener ejércitos sobre la Tierra que estén firmes en Mí, a pesar de lo que suceda.

No tengo nada más para dar, solo el Amor de Mi Corazón, que es el que Me ha traído hasta aquí, a través de los tiempos y de las generaciones.

Amor que testimonia la presencia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo para la reparación de las faltas y de todos los cometidos que no están en la Ley de Dios. Les vuelvo a decir, almas Mías, que necesito aún más de sus corazones abiertos para que Yo pueda ingresar con Mi Consciencia en los recintos más profundos de sus almas, en donde el Reino de Dios debe realizarse, para que el mundo y la humanidad aún existan.

Por eso en este miércoles santo de recogimiento y oración, no solo les pido sus oraciones, sino también su abrazo, para que el espíritu consolador pueda estar presente y las almas se animen a decir ‘sí’, cada día más.

Hoy les traigo el momento más sagrado de Mi vida, que fue la antesala de la última Cena. Les vengo a hablar con el mismo amor con el cual Me dirigí a Mi santa Madre y a las mujeres de Jerusalén, así como a Mis apóstoles. Es este Amor irrestricto e infinito el que nunca acaba, porque parte y nace de la Fuente de Dios para Sus criaturas.

Ustedes necesitan, finalmente, ser como Yo y superarme, porque Yo vengo aquí para que hagan cosas más grandes que las que Yo hice algún día. Eso demostrará ante el Universo que es posible una Nueva Humanidad, que estará arrepentida y pedirá perdón por todo lo realizado, que no tendrá vergüenza de confesar sus faltas y estará abierta a recibir la Misericordia de Dios, que es inextinguible y eterna.

Quiero que vivan en el gozo de Mi Amor Celestial y tú, pequeña alma, que estás aprendiendo a amarme, no lo dejes de hacer. Anímate a cruzar los umbrales de la resistencia humana, porque Yo te ayudaré a ser verdaderamente libre de ti para siempre.

No dejes de sentir el Amor que hoy emana Mi Corazón y vivifícalo como si fuera la última vez, porque lo que Yo vengo a dar hoy no podré darlo nuevamente; ya se está cumpliendo el tiempo y la hora definitiva se aproxima.

No quiero coronarte con flores, sino con espinas, para que Me puedas superar en el Amor, sabiendo que el ser humano es un ser impredecible en todo este Universo, así como Yo lo fui, testimoniando Mi Pasión, Muerte y Resurrección.

Yo ofrezco la gloria y el honor para los que se han decidido estar a Mi lado, pero también ofrezco Mi dolor y Mi agonía para los que se han confirmado ante Mí en esta tarde de Gracia eterna.

Y ahora, devuelvo tu alma al centro de tu ser, en donde existe el Templo sagrado del Amor, que siempre debe estar encendido por la luz del Espíritu Santo.

Y Mi Corazón se recoge para ofrecerse nuevamente a otras almas en el mundo, que también Me necesitan.

Benditos sean los que recibieron Mis Palabras con gratitud, porque lo comprenderán todo en el próximo tiempo. Y cuando Yo ya no este aquí entre ustedes, en poco tiempo, conocerán profundamente todo lo que he querido hacer en este lugar y en esta casa, y principalmente, en ustedes.

Porque deberé aparecer en otros lugares del mundo que también Me necesitan, que también tienen sed de Mi Palabra y de Mi Verbo y sobre todo, del Amor de Dios.

Con esa solemnidad que intento construir en sus corazones a través de este encuentro, quiero que hoy se dignifiquen ante Nuestro Padre Celestial, asumiendo este compromiso Conmigo hasta el fin de los días, sabiendo que todo lo que vivirán será una gran escuela para el alma y el espíritu.

Solo necesito que den su amor al mundo, no importando quién sea, no importando su creencia o religión, su pobreza o su riqueza, su enfermedad o su salud.

Quiero que amen como Yo los amo, porque la prueba que llega al mundo será muy dura. Y no todos soportarán ese momento. Por eso, los fortalezco en este tiempo y por medio de Mi servicio incondicional a las almas les doy Mi Cuerpo y Mi Sangre para que puedan sobrevivir, así como su Maestro sobrevivió en cada paso de la Cruz, y de Su Agonía.

No es hora de estar divididos, distanciados, ni indiferentes. Coloquen sus corazones dentro del Mío y todo pasará. Porque lo que Yo deseo del mundo es muy grande y eso podrá suceder cuando retorne por segunda vez. Ofrezcamos entonces, almas Mías, este momento a nuestro Dios Todopoderoso, El que ha permitido nuevamente, en este día, esta Gracia espiritual para un mundo infiel. Pero el Amor siempre superará todas estas cosas. Todo será cumplido como Dios lo ha pensado.

Incienso.

Nos podemos poner de pie para la bendición de estos elementos.

Yo los llamé aquí porque nunca Me olvidé de ustedes y porque todo tiene un tiempo para Dios y para el Universo (*)

Al igual que estos elementos sagrados que están a los pies de su Maestro y Señor, hoy también ofreceré sus consciencias a Dios para que Él pueda cumplir Sus designios en ustedes.

El Señor Todopoderoso, nuestro Padre Eterno que está en los Cielos, bendiga con Su más infinita Luz y Sabiduría.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Gracias por abrazarme de verdad.

Hoy he escogido una canción que testimonia la Obra de la Madre Celestial, de cómo cada alma de esta Tierra, al igual que María Santísima, puede responder al llamado de Dios cuando Él lo realiza.

Hoy escogí voces tan complementarias, una de la otra, para que puedan ofrecer a Mi Corazón esta respuesta de las almas, este ofrecimiento que los corazones han realizado a Mi Espíritu.

 

(*) Cristo llama dos personas al palco.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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