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Cuando tu espíritu esté cansado, hijo Mío, entra en la Presencia de Tu Creador, siendo consciente de que Él está en todo, y simplemente agradece.
Agradece y ofrece al Padre cada vacío, cada desierto, cada angustia, tus inquietudes e incomprensiones, tus alegrías, tus conquistas, tus victorias y Sus victorias en tu corazón. Agradece a Dios por todo.
Agradece cuando Él Se hace sentir, cuando, por un segundo, parece que escuchas Su Voz.
Agradece cuando oras y tu corazón es aliviado, cuando puedes retomar la paz y la alegría, aunque sea solo un poco.
Agradece cuando el servicio te hace revivir, cuando auxiliando al prójimo, la Gracia de Dios inunda tu corazón y eres capaz de sentirte vivo, de amar, de alegrarte, y así llevar la paz a los que sufren.
Agradece también cuando piensas que no tienes la oportunidad de servir como quieres.
Agradece cuando solo tienes a tu lado a los mismos hermanos todos los días, y pide la Gracia de saber ver, en cada uno de ellos, la necesidad y la oportunidad de servir para que, cuando te dispongas a amar, la Gracia de Dios descienda sobre ti e inunde tu corazón como también el corazón del prójimo.
Agradece a Dios por estar consciente de los tiempos urgentes del planeta; por saber orar y adorar; por saber agradecer, aun los dolores y el vacío; por saber que Él siempre está, aun en Su más profundo silencio.
La gratitud, hijo, es el eslabón que te une a Dios, y no importan las circunstancias de tu vida o lo que puedas sentir y percibir en tu corazón. Cuando agradeces a Dios, es como si estuvieras diciéndole al Señor:
Señor, yo sé que Tú estás aquí,
sé que Tu Voluntad se manifiesta en mi vida
y sé que desconozco la profundidad de Tu Plan
y el camino que nos haces recorrer para llegar a Tu Corazón.
Pero confío en Ti, confío en Tu Amor
y agradezco por saber que siempre es Tu Amor
el que actúa en mi vida.
En las alegrías y en los desiertos, en la plenitud y en el vacío,
Tú siempre estás, por eso Te doy las gracias.
Que esta sea tu constante oración, porque de esa forma, hijo, siempre podrás percibir cómo el Creador te guía más allá de tu comprensión humana, cómo te cura, te moldea y te convierte según Su Voluntad. Por eso, siempre y en todas las circunstancias, agradece.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando no tuvieras fuerza, ofrece a Dios tus flaquezas, tu debilidad humana, tu pequeñez.
Cuando tu corazón pareciera vacío, ofrece a Dios ese espacio para que sea Él, y no el mundo, quien colme ese vacío en tu interior.
Cuando tu canto estuviera mudo, ofrece a Dios tu silencio y ora con el pensamiento, para que sea Él, y no el mundo, quien colme tu mente.
Cuando tu cuerpo estuviera cansado, ofrece a Dios los pasos dados, todo el servicio vivido y cada mérito alcanzado y percibe así, hijo Mío, que siempre hay algo para ofrecer a tu Creador, Este que espera no solo tu triunfo, sino todo tu ser, de la pequeñez a la grandeza, de lo que conoces a lo que te es un misterio. Coloca todo en las Manos de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Hijo:
En estos tiempos de asedios y conflictos internos, silénciate y coloca tu consciencia en Dios.
Permanece delante de Su Corazón y clama por Su Misericordia, contemplando Su Cruz, Su sacrificio y Su triunfo por ti.
Contempla todo lo que Cristo vivió hasta llegar a la Cruz: los momentos de reconocimiento, de gloria y de alegría, pero también los asedios, las batallas, las humillaciones.
Siente el Corazón cansado de tu Señor, sin embargo, pleno de fe, pleno de la certeza de que la Voluntad de Su Padre se cumple y se manifiesta a través de la persistencia, de la valentía y de la firmeza.
Contempla el Corazón de tu Señor y pídele un corazón igual al Suyo, dispuesto a sufrir, pero también dispuesto a amar; firme en la compasión, pero también en la justicia; trascendente en la Gracia y desbordante en Misericordia. Un corazón sabio ante los asedios, fortalecido en la fe delante de los vacíos, un corazón puro delante de los misterios y simple delante de lo desconocido.
Pídele a tu Señor un corazón sacerdotal como el Suyo, para reconocer, en el prójimo, la posibilidad de que la Misericordia se exprese.
Ve, en tus hermanos, almas enviadas por Dios para cumplir una misión y sé tú, hijo, un puente hacia el corazón del Padre, una puerta hacia Su infinita Misericordia.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Para llegar a ser conocedor de Dios, después de cruzar los abismos, las tribulaciones y los vacíos, deben persistir en oración.
El Rosario, hijos, será su abrigo en todas las etapas del desierto.
El Santo Rosario los sustentará cuando sus corazones estuvieran enflaquecidos.
El Santo Rosario los protegerá cuando sus corazones estuvieran asediados.
El Santo Rosario los elevará cuando sus corazones estuvieran libres.
El Santo Rosario les mostrará la Faz de Dios cuando sus espíritus estuvieran enteros en la oración, entregados al Padre, y su aspiración única y verdadera sea llegar a Él.
Es de las manos de María Santísima que llegarán a Cristo e imitarán Su camino.
Así como Su Señor estuvo interna y enteramente unido a Su Madre Celestial, y de esta forma fue amparado por Sus silenciosas y ocultas oraciones, tanto en el desierto como en la Cruz, así debe estar cada uno de ustedes. Con el corazón íntimamente unido al Corazón de María, déjense guiar y proteger por Ella.
Conocedora de los desiertos como de la cruz, conocedora de la muerte y de la fe en la resurrección, conocedora de la superación y del apostolado, conocedora de los misterios celestiales y de los misterios profundos de la consciencia humana, Su Madre Santísima siempre los guiará.
Por eso, sea en el desierto, en el calvario, en la vida, en la muerte, en la resurrección o delante de los misterios celestiales, confíen en la guía y en el amparo de la Madre de Dios; Sierva incansable, pensada, manifestada y enviada por el Creador para conducir Sus criaturas a Su Corazón.
Vean en María las Manos de Dios, que cruzan dimensiones para buscarlos, y en el Santo Rosario el puente y la conexión correcta para mantenerse unidos a Su Inmaculado Corazón.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Abre tu corazón y te mostraré que Mi presencia está más allá de lo que tus ojos pueden ver y que Mi silencio revela más misterios que mil palabras pronunciadas todos los días.
Abre tu corazón y te mostraré que el camino de renuncia es un puente que el alma crea para cruzar los abismos del mundo y llegar a Dios.
Abre tu corazón y te mostraré que los misterios universales se encuentran cuando permites que todo concepto sobre ti mismo se pierda.
Abre tu corazón y te mostraré un camino silencioso y humilde, revelado y profundo; el mismo camino que le señalé a María Santísima cuando expiré en Sus brazos; el mismo camino que Ella Me mostró a través de su mirada, cuando Me dijo: "ve".
Abre tu corazón y deja ingresar en tu interior la libertad del vacío, la profundidad de saberse unido a todas las cosas, más allá de los sentidos, de los sentimientos o de los pensamientos. Deja que se te revelen los sentidos de Dios, de Su Esencia, de Su Corazón.
Te quiero mostrar un camino nuevo, un ciclo nuevo, en el cual Mi Corazón estará contigo y te enseñará a encontrar el infinito en tu propio corazón, a través del silencio y de la simple unión con Dios
Siente, hijo, en tu corazón, el mismo amor que sintió tu Madre Santísima y el pequeño Niño Jesús cuando, en silencio, vieron a Mi Espíritu fundirse con el Espíritu Divino y descubrieron la esencia de la Eternidad, de la Omnipresencia.
Mi Corazón respira en el Soplo de Dios y vive dentro de Su Gracia; por eso, siempre Me encontrarás, silencioso como el aire, en todos los instantes de la vida.
Abre tu corazón para un nuevo ciclo, un nuevo tiempo, un tiempo que será vivido por toda la humanidad, un ciclo que será vivido por toda la Creación.
Llegó el momento de subir al Calvario de este mundo, de descubrir lo que es ser un ser humano. Ya tienes todas las llaves para eso; ahora, camina rumbo a la cruz, rumbo a la revelación del Amor, rumbo a Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más