Domingo, 19 de marzo de 2023

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

A pesar de los conflictos del mundo, a pesar de la agitación de la naturaleza, de la purificación de la consciencia de la Tierra y del corazón humano, a pesar de todo esto, hoy, el Corazón de Dios encuentra alivio en aquellos que se animan a responder a Su Llamado.

Hoy, el Corazón de Dios encuentra alivio en los corazones misioneros que, en la esperanza de ser Sus Instrumentos, siguen sirviendo a este mundo, aunque sea con pequeñas acciones que son sinceras; y esa sinceridad del corazón, hijos, es lo que repara el Corazón de Dios, lo que hace que el Señor encuentre alivio en los seres imperfectos, lo que hace que el Padre Celestial manifieste Sus Gracias y Misericordias a través del corazón humano.

Hoy, el Corazón de Dios encuentra alivio en aquellos que caminan con Cristo hacia Jerusalén, no solo en aquellos que lo hacen físicamente, sino también en todos aquellos que amplían su consciencia y que, más allá del espacio o del lugar, caminan con Cristo para cumplir Su Propósito y están con Él en cada instante de sus vidas, así como lo hicieron en otros tiempos.

Hoy, hijos, alivien aún más el Corazón de Dios, permitiendo que Él interceda por la humanidad, a través de cada uno de ustedes. Alivien el Corazón de Dios con una oración sincera, con una renovación de votos verdadera, con pequeños sacrificios, con pequeños servicios y con verdadera unión con sus hermanos; disipando de sus corazones la competición, los deseos humanos, el pensamiento condicionado de la humanidad sobre la Voluntad de Dios para sus vidas.

Que hoy sea un día de reparación en todo lo que hagan para que, de esa forma, la humanidad verdaderamente reciba una Gracia no merecida. Que la agitación de este mundo, de sus Reinos y de sus elementos, y la agitación del corazón conflictivo de la humanidad puedan encontrar la paz.

Yo ya los llevé a lo profundo de los océanos. Hoy, quiero llevarlos a lo profundo de la consciencia de la Tierra, a sus capas más internas, donde una vida oculta habita, donde misterios que aún no fueron develados son los que sustentan la consciencia del planeta; una vida más allá de la vida humana, que pulsa en el interior de la Tierra y que sustenta la purificación del planeta para que no sea peor de lo que acontece hoy.

Cierren sus ojos y abran sus corazones para que ingresen Conmigo en la consciencia de la Tierra.

Contemplen el planeta como si lo vieran desde afuera y, poco a poco, comiencen a ingresar en él. Ya aprendieron a entrar en los océanos y a sumergirse en sus profundidades, ahora los invito a ir más allá.

Cuánto más profundo entran en los océanos, mayor es el silencio y el vacío, la oscuridad, la oscuridad de los ojos y de los sentidos.

Sumérjanse profundamente, entreguen el control de su mente, de sus vidas, para que en este vacío sean capaces de ir más hondo.

Más allá de los océanos, sumérjanse en el interior de la Tierra, en sus capas profundas, en sus rocas, en sus aguas subterráneas; y vayan aún más hondo, lleven consigo Mi Corazón y la paz que puedan sentir en este momento. Que la paz, que hoy les traigo, pueda pacificar el interior de la Tierra, sus placas, sus Reinos, para que la agitación tectónica del mundo se pueda calmar.

Sumérjanse más hondo, contemplen las diferentes capas de la Tierras y cómo, entre ellas, encuentran vida; no solo la vida de los elementos, sino también la vida espiritual.  

Conozcan, Conmigo, los misterios del interior de la Tierra, de los mundos llamados intraterrenos.

Allí, contemplen un Reino semejante al Reino Celestial, depositado allí por la Consciencia Divina como prolongamiento y expansión de Su Consciencia, como vida que expande la Vida Celestial; para que este Proyecto, tan amado, se pudiera sustentar a lo largo de los tiempos a pesar de la ignorancia humana, de la indiferencia y de la dualidad que aún habitan en el corazón de los hombres y que, de tiempo en tiempo, el Creador intenta transformar.

Contemplen los templos internos que habitan en lo profundo de la Tierra, que sustentan la consciencia de la naturaleza y que replican, en su interior, lo más sagrado que fue aprendido por los Reinos.

Ese aprendizaje se transforma en un tesoro sagrado, no solo para la consciencia humana y para el planeta, sino también para toda la Creación, porque se tornarán códigos de luz en los estanques del universo y, allí, recrearan la vida, a través de la vida en la Tierra.

No busquen comprender lo que les digo, solo caminen Conmigo hacia el interior de la Tierra.

Así como existen Espejos en la superficie del planeta, que se manifiestan en las aguas de la Tierra y reflejan la belleza de la Creación; así como existen Espejos en el universo, en lo profundo del cosmos, que reflejan la Consciencia Divina; así también existen Espejos en lo profundo de la Tierra que, silenciosamente, irradian su paz y sustentan al planeta.

Contemplen, entonces, esos Espejos. Dejen que sus corazones se enciendan ante ellos y que, en nombre de toda la humanidad, puedan dar el permiso para que esos Espejos irradien la consciencia del planeta de adentro hacia afuera.   

Sumérjanse más profundo, encuentren el magma de la Tierra, ese fuego interno que también sustenta al planeta, que renueva su vida orgánica y material, para darles una nueva oportunidad a los seres, para transmutar aquello que estaba corrupto y, a través de su fuego y de su calor, traerle renovación al mundo.

Entren más hondo en la consciencia de la Tierra, en su núcleo. Encuentren la esencia de la vida, de la vida del planeta que pulsa, ya cansada, sustentando a la Tierra.

Ante la esencia del planeta, expresen gratitud. Dejen que sus consciencias reverencien la vida, la vida en lo profundo de la Tierra y, a través de la reverencia y de la gratitud, unan el Cielo y la Tierra.

Que sus esencias se unan a la esencia del planeta. Que hoy, su filiación con Dios se manifieste, creando un puente, abriendo una puerta para que el Corazón del Padre sea el que pulse en el corazón de la Tierra. Que este pulsar irradie paz, de adentro hacia afuera, y comience a equilibrar la consciencia de la naturaleza, a equilibrar los elementos, las raíces de la vida, las diferentes capas de este planeta.

Contemplen el Corazón de Dios que comienza a crecer de adentro hacia afuera en la consciencia de la Tierra y, como toda vida del interior del planeta responde a este llamado, los mundos intraterrenos se abren para recibir la energía crística y para permitir que se expanda en todo lo que es vida en la superficie y en el interior de la Tierra.

¿Por qué los conduzco al interior de la Tierra?

Para que también aprendan a ir al interior del propio corazón a descubrir los misterios de la vida; y que hoy, hijos, no solo las puertas de Israel y de Jerusalén se abran, sino también las puertas de la consciencia humana, de la consciencia del planeta, de sus elementos y de toda la vida, para que cada pequeño espacio de esta Tierra reciba la energía crística y este mundo encuentre la paz, de adentro hacia afuera.

Que todos los Espejos se abran para reflejar el Amor de Cristo, para manifestar Su Misión, la que Él viene a realizar en el mundo. Que todos los linajes estén activos, prontos para responder al llamado de Cristo, para reflejar en sus seres Su Voluntad y Su Amor Crístico.

Hoy, el planeta comienza a caminar hacia un nuevo ciclo. Y este tiempo no será como cualquier otro; cada ser se debe hacer responsable por la transformación de la Tierra. Eso es lo que les enseño hoy.

Existen aún muchos misterios para ser develados. Existe aún mucha vida, dentro de la vida, que debe ser descubierta para que aprendan a vivir en comunión y para que, poco a poco, disipen la indiferencia, porque la indiferencia del corazón humano no se refiere solo a la vida en la superficie, cuando son indiferentes con el sufrimiento de los demás o de los Reinos de la Naturaleza. La indiferencia, hijos, también se refiere a los Misterios Celestiales, también a la vida del interior de la Tierra, a la vida del interior de los océanos, a la vida intraterrena y a la vida suprafísica. ¡Cuántos misterios aún deben ser develados, dentro de ustedes, en este mundo!

Ingresen en este nuevo ciclo con consciencia, caminen detrás del Señor, no pierdan ni uno de Sus Pasos. Esta es la Voluntad de Dios para este tiempo.

La Tierra Prometida es el Reino de Dios que se manifiesta de adentro hacia afuera. Israel, Jerusalén, es un Reino que ya habita dentro de ustedes desde el principio de la vida; es a la Presencia Divina que deben encontrar.

Por eso, Dios los hizo caminar por el desierto; para que, en 40 años de soledad, fueran capaces de mirar hacia adentro y encontrar el Reino.

Por eso, Dios envió a Su Hijo, para que delante de Él, que es el Espejo del Amor Divino, el Reino pudiera encenderse y reflejarse en ustedes, y así lo puedan descubrir.

Más, ¿quién fue capaz de penetrar este misterio?

¿Quién hoy, penetrando las capas de la Tierra, se abrió para conocer su Reino interior?

La Tierra Prometida no es solo para los seres humanos, es para toda la vida.

Esta es la Tierra Prometida y se manifiesta cuando los seres viven su potencial perfecto, cuando expresan su semejanza con Dios y permiten que el Reino se exprese, de adentro hacia afuera.

Hoy, Nuestro Señor comenzó a caminar hacia Jerusalén, este espacio sagrado donde pisaron Sus Pies, donde Su Corazón fue traspasado, donde Su Sangre fue derramada; para que, una vez más, como humanidad puedan estar delante del Reino.

Que, delante del Espejo del Corazón de Dios, que es Cristo, puedan descubrir, hijos, quiénes son verdaderamente.

En el pasado, Nuestro Señor habló en parábolas y, aun en parábolas, no podía ser comprendido. Pero este es el tiempo de hablar con la verdad, de que ya no haya misterios, sino de revelarlos. Este es el tiempo de hablar con palabras claras para aquellos que saben escuchar, para aquellos que más allá de querer entender, sabrán sumergirse en los misterios.

Esta es la Voluntad del Padre que les traigo hoy; y por eso, Él Me envía como Su Mensajero, como portero de Su Reino. No soy más que eso; Aquel que se mantiene en la puerta para indicarles el camino, para abrir la consciencia de la Tierra, así como la consciencia humana, para que Cristo pueda entrar y revelarles la Tierra Prometida y revelarles el Reino.

Dejen que, hoy, en este día de celebración y de renovación, sus almas se renueven, sus corazones se regocijen y que una alegría verdadera pueda brotar dentro de cada uno de ustedes. Que disipen las tristezas, el pánico, la depresión, el miedo, todo aquello que los separa de sus propias almas y del Corazón de Dios. Que hoy reciban una Gracia especial, una cura especial, para que se puedan aproximar cada vez más al Corazón de Dios y ya no vivan en la oscuridad, sino que encuentren la luz y que sean luz para este mundo.

Esta es la Voluntad Mayor de Dios para sus vidas: que ya no vivan en la oscuridad, que ya no vivan en el desierto, sino que encuentren el Agua Viva, que encuentren la Luz del mundo; porque es momento de comenzar a caminar, de cumplir su misión, de ser Instrumentos de Dios en la Tierra para ayudar a otros que no escucharon Su Llamado, que no fueron instruidos por Su Verdad y que permanecieron en los impulsos pasados, en la incomprensión, en la mediocridad, y que se asustarán ante la revelación de la Verdad, porque sus corazones estarán cerrados, y ellos necesitarán de una mano que pueda sustentarlos y conducirlos rumbo a la Voluntad Divina. Esos deben ser ustedes.

Por eso, levántense, hijos, ingresen en un nuevo ciclo; ya no vivan del pasado, de las culpas o de los dolores; ya no permanezcan en las enfermedades del cuerpo o del alma; sino encuentren la cura en la iluminación de la consciencia, en la posibilidad de vivir la paz, independientemente de la situación de sus cuerpos. Lo que más importa es que sus espíritus estén despiertos, que sus almas estén presentes y que sean intercesores ante Dios, para que los seres puedan despertar.

Esto es lo que les vengo a decir hoy. Y les pido que alegren sus corazones, que celebren, que anuncien al mundo el tiempo de despertar, que abran sus almas y sus espíritus, que permitan que Cristo revele el Reino, que Él ingrese en su interior como en el interior de la Tierra, que este sea un ciclo de renovación de la vida dentro de la vida.

Tienen Mi bendición para esto, Mi compañía, Mi auxilio, Mi intercesión.

Los bendigo y les agradezco por la valentía de mirar hacia adentro y aspirar a la transformación; por la valentía de ingresar en sus heridas y dejarse permear por la cura; por la valentía de reconocer sus miserias y dejar que Cristo las transforme a través de Su Misericordia.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.