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De tiempo en tiempo, las Palabras y los impulsos de Dios se renuevan, aunque en Su íntimo estén los mismos principios que buscan conducir la humanidad a la expresión de la Voluntad y del Pensamiento Divino.
Desde la era de los Patriarcas, y mucho antes de ellos, Dios ya le hablaba a los hombres, corregía sus caminos y guiaba sus pasos para que, según la comprensión humana de cada período, los seres pudieran vivir los atributos de la entrega, de la renuncia, de la caridad, del amor y todos los Dones que, en el origen de la existencia humana, el Espíritu Santo manifestó en la esencia de cada ser.
Cuando los hombres necesitaron justicia, Dios les habló con justicia.
Cuando necesitaron de sabiduría, Dios les habló con la sabiduría y la ciencia del Espíritu.
Cuando necesitaron paz, Dios les habló con paz y transmitió la paz de Su Reino.
Cuando los hombres estaban completamente perdidos y a un paso de desaparecer como raza y Proyecto Divino, Dios les envió a Su Hijo para romper los velos de la ilusión y abrir los ojos de los seres a lo que es su verdadero Propósito.
Hoy, hijos, la humanidad necesita vivir una síntesis de todo lo que aprendió a través de los errores y aciertos de su evolución.
Por eso, Dios viene a su encuentro y les habla con piedad y con justicia, con silencio y con ciencia, con amor y con Misericordia; llevando sus espíritus al despertar, a la rectitud, a la madurez y a la entrega, porque dentro de ustedes están todos los impulsos que, como humanidad, recibieron a lo largo de los tiempos.
Hoy, cada palabra divina viene para hacerlos recordar y colocarlos en un punto nunca antes alcanzado por la humanidad, porque es tiempo de redimir lo viejo y de vivir lo nuevo.
Por eso, escuchen cada Palabra de Dios y reciban cada impulso Suyo. La historia de la humanidad se reescribe todos los días a través de sus vidas.
A pesar de todas las dificultades, sepan decir sí y, de esa forma, todo se cumplirá.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Hijo:
En estos tiempos de asedios y conflictos internos, silénciate y coloca tu consciencia en Dios.
Permanece delante de Su Corazón y clama por Su Misericordia, contemplando Su Cruz, Su sacrificio y Su triunfo por ti.
Contempla todo lo que Cristo vivió hasta llegar a la Cruz: los momentos de reconocimiento, de gloria y de alegría, pero también los asedios, las batallas, las humillaciones.
Siente el Corazón cansado de tu Señor, sin embargo, pleno de fe, pleno de la certeza de que la Voluntad de Su Padre se cumple y se manifiesta a través de la persistencia, de la valentía y de la firmeza.
Contempla el Corazón de tu Señor y pídele un corazón igual al Suyo, dispuesto a sufrir, pero también dispuesto a amar; firme en la compasión, pero también en la justicia; trascendente en la Gracia y desbordante en Misericordia. Un corazón sabio ante los asedios, fortalecido en la fe delante de los vacíos, un corazón puro delante de los misterios y simple delante de lo desconocido.
Pídele a tu Señor un corazón sacerdotal como el Suyo, para reconocer, en el prójimo, la posibilidad de que la Misericordia se exprese.
Ve, en tus hermanos, almas enviadas por Dios para cumplir una misión y sé tú, hijo, un puente hacia el corazón del Padre, una puerta hacia Su infinita Misericordia.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Conoce el ilimitado Amor de Dios a través de la unión con tu Creador y comprenderás la amplitud de Su Creación y la perfección con la que tu Señor colmó de misterios, de detalles, de caminos, las dimensiones que unen Su Consciencia con las consciencias de Sus hijos.
Conoce el ilimitado Amor de Dios por la vida y, al descubrir la grandeza de Su Creación, no te sorprenderás. Infinitas son las formas que las esencias recibieron de Dios para cumplir Su Propósito y recrear la vida.
Pero recréala, hijo, no solo comenzando de cero una nueva Creación. Recrear significa que la espiral evolutiva llegó a un punto más elevado y de allí, más próximo a Dios, comienza un nuevo ciclo.
Contempla y conoce el ilimitado Amor de Dios y no te asombrarás al descubrir que, más que enviar a Su Hijo a este mundo, el Creador envió a muchos otros de Sus compañeros y también creó otros mundos, otras razas, otras vidas, para que, en la perfecta expresión de cada una de ellas se complementen, se auxilien, crezcan y retornen a Su Corazón con un amor renovado, multiplicado y madurado por las experiencias y superaciones vividas.
Contempla, entonces, y conoce el ilimitado Amor de Dios y sé tú también ilimitado en tu comprensión, en tu apertura, en tu donación y en tu entrega, para que algún día, hijo, más que contemplar y conocer, puedas vivir y ser el ilimitado Amor de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Aquieta tu corazón para unirlo tanto al Universo como al Infinito. La vida superior comienza a revelarse dentro de ti.
Envía a lo más profundo de tu consciencia el Don del Perdón que proviene de la Consciencia Divina.
Medita en tu Señor en la Cruz y en todos los méritos que Él alcanzó para que vivas la redención, no solo de lo que fue cometido y vivido en este planeta, sino también, y sobre todo, mucho más allá de él, en la historia de tu evolución que desconoces.
Contempla la Sangre de Cristo y siente como esa misma Sangre, código redentor, permea tus células y átomos. Comulga con el perdón y la redención.
Que a partir de tus células, ese perdón ingrese en tu universo interior, en los registros más profundos de tu consciencia. Y allí, donde la vida universal se une a tu condición humana, deja que suceda el propósito de tu encarnación y experimenta la paz de sentirte perdonado.
Todos los días, el sacrificio de Cristo se renueva en cada Eucaristía, para que Sus códigos de perdón y de redención que Él alcanzó por ti en la Cruz, puedan llegar cada vez más profundo en tu ser.
Acompaña con tu corazón el establecimiento y la realización del perdón en todo tu ser. Llegó el tiempo de ser curado y no solo de purificar, sin fin, lo que está podrido en tu interior.
Tu perdón y redención deben ser conscientes. Es necesario saber y ver lo que debes perdonar, pero para eso, hijo, tu consciencia debe estar madura en el Amor de Cristo y en la certeza de todo lo que Él ya alcanzó por ti.
Ahora que tienes el lodo delante de tus ojos, contempla el Amor y el Perdón de Cristo y vive la química oculta de la redención y de la transfiguración de la consciencia.
Tus miserias, tocadas por la Misericordia de Dios, se transforman en la renovación de Su eterno Amor.
Tienes Mi bendición para vivir lo que te digo y alcanzar la paz.
San José Castísimo
Las esferas celestiales deben estar, cada día, más vivas dentro de ti. Tú, hijo, debes ser el portal hacia el Infinito, el puente hacia la Consciencia Divina.
Mientras el Tiempo de Dios no llegue a ocupar el lugar del tiempo del mundo y las almas permanezcan en la ilusión de sus confusas vidas, habrá batallas y habrá conflictos entre los planos y las realidades que cohabitan en el planeta.
Por eso, te digo que tu unión con lo que es real se debe consolidar desde adentro hacia afuera, desde lo profundo de tu ser, para después llegar al mundo.
Cuando oras, cuando buscas a Dios en silencio, cuando te unes a los sonidos de lo sagrado, cuando adoras a tu Señor en Espíritu y en la Eucaristía, creas caminos y formas para que tu consciencia profundice en vibraciones más elevadas y para que tu esencia pueda reconocer y expresar las esferas celestiales.
Por eso, mantén tu corazón en lo Alto. Permite que se profundice en ti el contacto interior con el amor, la Gracia y la realidad divina.
Que se abran los ojos de tu espíritu y el sentir profundo de tu corazón, porque siendo así, hijo, estarás en paz y fuera de las dimensiones del conflicto que se expanden por el mundo.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Ingresa en las esferas celestiales a través de la adoración al Cuerpo Eucarístico de Cristo. Deja que el Pan se revele como parte consagrada de tu Señor y encuentra en Él a los espejos y a los portales.
Ve tu esencia reflejada en Aquel que se da para ser adorado y, en el silencio de tu corazón, vive la revelación de la Alianza, siempre nueva y eterna, sellada por Cristo para que tu consciencia trascienda la condición humana y viva Su Propósito Divino.
Adorar al Cuerpo Eucarístico de Cristo, en profundidad, es vivir la revelación de la unidad entre Dios y los hombres, entre el infinito Cosmos y el microcosmos en tu interior. Allí es en donde la verdad se revela, en donde los velos rasgados se abren como los telones de un teatro que tuvo su fin, y los personajes dejan de existir para mostrar su verdadera faz.
No solo contempla y adora a la Eucaristía, hijo, sino, como un imán espiritual y divino, deja que ella venga a tu encuentro y ve tú también al encuentro de ese portal hacia el Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Entonces, al ingresar estarás en el Tiempo eterno de Dios y podrás reconocer quién eres.
Contempla, en la Sagrada Eucaristía, a la Iglesia Celestial de tu Señor. Que ella misma revele lo sagrado que hay en ti.
Comprende así que hay misterios infinitos, no solo en lo oculto y en el silencio de las dimensiones invisibles de la vida, sino también, hijo, en aquello que te fue entregado como Gracia y ceremonia y, más que eso, en tu propio ser, en tu propio cuerpo, alma, espíritu y corazón hay misterios que debes develar.
Contempla en la Sagrada Eucaristía la puerta que te conduce a esa revelación celestial para que ya no existan misterios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Dispone tu corazón para Dios en cada nuevo día. Contempla en silencio Su Presencia dentro de ti y en todas las cosas.
Busca, hijo, profundizar siempre tu unión con el Creador. Deja que en tu corazón se sinteticen todos los impulsos y enseñanzas que el Creador envió para la humanidad, y que, en ti, esos caminos se tornen uno solo: el estrecho y profundo camino de unión con Dios.
Siente al Creador en el aire que respiras, en la naturaleza a tu alrededor y en tu naturaleza humana. Siente al Creador en el Universo sobre ti, en el Cosmos infinito y en tu cosmos interior.
Permite que los tiempos se unan en tu propio corazón. Allí encontrarás la revelación de lo nuevo y el recuerdo de lo eterno. Allí descubrirás la historia de tu origen, el camino para cumplir ese infinito y retornar al punto de partida, que es el propio Corazón de Dios.
Cuando un ser retorna al Creador, después de cumplir con su misión, y lleva consigo una partícula de un amor nuevo e infinito, como lo hizo el Hijo de Dios, en el Corazón del Padre la Creación se comienza a recrear, un nuevo infinito se diseña, un nuevo camino se inicia.
Trasciende, hijo, lo que es superficial y meramente humano, parte de la confusión y de la ilusión de este mundo, y cada día pon tu consciencia en lo que es eterno para que, cuando el Tiempo de Dios llegue a la Tierra, puedas reconocerlo, porque Él está vivo dentro de ti y tu vives dentro de Él.
La verdad se comienza a revelar dentro de ti cuando puedes observar lo que se oculta en tu interior. Entonces, al abrir tus ojos, verás lo que se ocultaba en toda la vida.
San José Castísimo
En donde estés, une tu corazón a Dios para cumplir con Su Voluntad y manifestar Su Plan.
La Voluntad y el Plan de Dios son mucho mayores y más amplios de lo que tu pequeña mente puede concebir. Aun así, es a través de las cosas simples que tu corazón encuentra el camino para vivir esa Voluntad y concretar ese Plan.
La Creación de Dios es vasta y amplia entre las dimensiones, tanto en el Cielo como en la Tierra. Sin embargo, para recordarla y reconocerla hoy, pudiendo acceder a estas realidades sublimes, basta que seas simple de corazón, puro de intención y dispuesto a amar y a servir cada día más y mejor.
Aunque tus ojos físicos no vean las extraordinarias existencias y manifestaciones de la vida, tu corazón puede participar de lo que es invisible y tu alma puede transitar por las realidades eternas cuando estás unido a Dios.
La humanidad fue creada para mucho más que ver y sentir las realidades de la vida. Los seres humanos fueron creados para unir esas realidades, vivirlas y estar en ellas al mismo tiempo.
Porque, así como el Corazón del Padre Celestial, los corazones de Sus hijos tienen esa posibilidad de unir en sí toda la Vida, de estar unidos a todo y de participar en todas las dimensiones de la existencia.
Por eso, antes de ver, sentir o experimentar sensiblemente la Verdad Divina, busca, hijo, entregar tu corazón a Dios y, a través de la rendición de tu espíritu y de cada parte de tu consciencia, hacerte uno con toda la Creación.
Las dimensiones habitan en ti, y tu corazón puede habitar en todas ellas y vivirlas cuando eres simple y verdadero.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Dios fortalece los corazones que responden a Su llamado a través de las pruebas y de los desafíos, de las batallas y de las dificultades que forjan en su interior la fortaleza y la fe.
Es así, hijos, que ante tantas Gracias recibidas, las leyes se equilibran, y aquellos que reciben todo de Su Creador son llamados a dar todo por Él.
Dios no quiere verlos sufrir, pero sí debe permitir que las leyes de este mundo se cumplan y que ellas mismas los conduzcan para que vivan una entrega cada vez más profunda de sus vidas.
Delante del caos del mundo y del caos interior, busquen el espíritu de la paz y permitan que sus consciencias estén colocadas fuera de las dimensiones de conflicto que confunden a las mentes de los hombres.
A través de la paz, sus corazones podrán atraer a las Leyes Divinas y Universales en tiempos de tanta confusión y desequilibrio, y vivir la sabiduría y el discernimiento del Espíritu de Dios.
Por eso, no se olviden, hijos, de comprender que las leyes se cumplen y toda Gracia abundante se equilibra con el sacrificio.
Pero, dentro de las dificultades, pueden escoger la forma de vivirlas. Pueden estar en paz y unidos a la Consciencia Divina y, de esa forma, no solo mantener la propia consciencia en Dios, sino también prestar un servicio a este mundo tan confuso y carente de equilibrio y de armonía.
Yo los bendigo, los coloco en la protección y en la paz de Mi Casto Corazón.
San José Castísimo
Llegó el tiempo de responder al llamado de Dios, llamado que los invita a ir al encuentro de las necesidades espirituales y físicas de este planeta en redención.
Llegó el tiempo de escuchar la Voz de Dios, que resuena fuerte en los corazones que ya despertaron.
De Su Verbo vendrá la fuerza para seguir adelante. De Su Amor vendrá el auxilio para renovarse, cada día, en el cumplimiento de Su Plan. De Su desierto, pero también de Su Reino, vendrán las experiencias que forjaran una fortaleza inquebrantable en los que caminan.
Por eso, escuchen la Voz de Dios en su interior y sigan Su llamado. No habrá otro ciclo, no habrá otra hora.
Solo hay, hijos, una gran necesidad de estar en el lugar correcto y cumplir con los compromisos que su Padre Celestial les entregó desde el principio de la humanidad.
Las pruebas se acentúan, pero también las Gracias se multiplican. Sepan tomar los Dones de Dios para que sean la base bajo sus pies y sigan adelante en oración, en comunión y en entrega.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando Me llaman vengo a su encuentro, amparando con Mi Casto Corazón a cada pequeño y gran esfuerzo que hacen para cumplir el Propósito de Dios.
Contemplo, con amor, aquello que pudieron alcanzar y, con piedad, sus debilidades más profundas, sus miserias más arraigadas.
Contemplo a cada uno de ustedes con una mirada de Gracia y de Misericordia, porque siempre que están delante de Dios y abren el camino para Sus Mensajeros, el mismo Creador vierte sobre sus espíritus los designios celestiales que Él tiene para sus vidas, desde el principio.
Su Padre Celestial descansa en los corazones que se esfuerzan y, por más que aún sean ignorantes de la verdad y que tantas veces se pierdan en las ilusiones de este mundo, es el esfuerzo, hijos, el esfuerzo constante que los aproxima a Dios, que los hace reparar Su Santo y Eterno Corazón.
Su Padre Celestial tiene un tiempo para todo y, con amor, aguarda por cada uno de sus pasos. Lo que más importa es que siempre estén caminando, que siempre estén con sus pies y su corazón en la dirección correcta, que es la rendición a Dios y el esfuerzo por amar y servir cada día mejor.
Con ese pequeño, sin embargo, tan profundo movimiento de ir todos los días en dirección a Dios y al prójimo, el mismo Dios, hijos, también vendrá en su dirección. Y aunque sea silencioso e invisible, el encuentro acontecerá.
Mi Casto Corazón hoy se alegra, no solo por todas las tareas materiales y los esfuerzos físicos que hicieron en esta mañana. Me alegro de ver espíritus esforzados, corazones postrados, intentando superarse, a pesar de sus límites.
No digo estas cosas para engrandecerlos, sino para animarlos. Este es el camino, el camino del amor y de la entrega, de la donación de sí y de compartir la vida y el pan con sus hermanos.
Que sus aspiraciones no estén dirigidas a nada más que a la manifestación de la Voluntad Divina, aunque para eso, hijos, ustedes disminuyan y otros crezcan.
Sean bases cuando fuera necesario alzar un corazón que necesita apoyo.
Sean manos que elevan, que inspiran, que donan y que se arriesgan a apoyar a todos aquellos que están intentando caminar.
Que cada uno haga su esfuerzo sin olvidarse del prójimo. Caminen mirando adelante, pero sabiendo que siempre están abriendo el camino para otros y no para sí mismos.
Hoy, hijos, les dejo Mi bendición, Mi gracia y Mi paz.
Sé que muchos de ustedes están cruzando desiertos y desafíos. Por eso, que Mi amor y Mi presencia sean agua y renovación en sus vidas.
Oren Conmigo, porque soy su intercesor ante Dios.
No vengo al mundo más que para servir. Podría estar perfectamente unido al Creador, pero estoy aquí para llevarlos de la mano, porque esta es la Voluntad Divina. Por eso, cuenten Conmigo, con Mi amor y con Mi intercesión.
Yo los bendigo y les agradezco por no detener sus pasos.
San José Castísimo
Para llegar a ser conocedor de Dios, después de cruzar los abismos, las tribulaciones y los vacíos, deben persistir en oración.
El Rosario, hijos, será su abrigo en todas las etapas del desierto.
El Santo Rosario los sustentará cuando sus corazones estuvieran enflaquecidos.
El Santo Rosario los protegerá cuando sus corazones estuvieran asediados.
El Santo Rosario los elevará cuando sus corazones estuvieran libres.
El Santo Rosario les mostrará la Faz de Dios cuando sus espíritus estuvieran enteros en la oración, entregados al Padre, y su aspiración única y verdadera sea llegar a Él.
Es de las manos de María Santísima que llegarán a Cristo e imitarán Su camino.
Así como Su Señor estuvo interna y enteramente unido a Su Madre Celestial, y de esta forma fue amparado por Sus silenciosas y ocultas oraciones, tanto en el desierto como en la Cruz, así debe estar cada uno de ustedes. Con el corazón íntimamente unido al Corazón de María, déjense guiar y proteger por Ella.
Conocedora de los desiertos como de la cruz, conocedora de la muerte y de la fe en la resurrección, conocedora de la superación y del apostolado, conocedora de los misterios celestiales y de los misterios profundos de la consciencia humana, Su Madre Santísima siempre los guiará.
Por eso, sea en el desierto, en el calvario, en la vida, en la muerte, en la resurrección o delante de los misterios celestiales, confíen en la guía y en el amparo de la Madre de Dios; Sierva incansable, pensada, manifestada y enviada por el Creador para conducir Sus criaturas a Su Corazón.
Vean en María las Manos de Dios, que cruzan dimensiones para buscarlos, y en el Santo Rosario el puente y la conexión correcta para mantenerse unidos a Su Inmaculado Corazón.
Tienen Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Permanece en el desierto como Madre Teresa de Calcuta que, a pesar de estar en el vacío y en la soledad, supo encontrar al Señor en sus semejantes.
Todo cuanto buscaba, como compensación interna, se desvaneció. Su fe se fortaleció y se consolidó con tan solo cumplir la Voluntad de Dios y consolar a los pobres en el cuerpo y en el espíritu.
Fue de esta forma que Madre Teresa encontró a Dios y se fundió en Él, aunque no lo percibiera enteramente.
Permanece en el desierto como la Madre Teresa de Calcuta, fortaleciendo el propio interior, no en el mundo sensible y en la unión mística con Dios, sino en la fe palpable y en la superación constante, comprobando y experimentando la Presencia de Dios en los que más necesitan, siendo nada para el mundo y para sí mismo, y todo para Dios, todo para el Corazón del Redentor, que palpitaba cansado dentro de los pobres y de los oprimidos, dentro de los solitarios y de los perdidos.
Busca, hijo, vivir tu desierto consolidando tu fe. Sabe que cada desierto trae consigo un salto al infinito, y esto sucede de muchas formas.
Si tienes sed de sensaciones y de experiencias internas, sed de realizarte y de ver a Dios y, aun así, Él te mantiene en el vacío, descubre que tal vez la Voluntad del Señor sea revelarse para ti en donde menos lo esperas, en aquel espacio en donde a tu amor le cuesta llegar, en donde tus resistencias bloquean tus pasos y no te permiten entrar, en donde tus flaquezas te impiden descubrir la necesidad de amor. Allí está Dios, esperando por ti.
Deja en el desierto tus deseos y aspiraciones, tus necesidades, tus ansías más profundas. Y cuando no tengas nada, el Creador te mostrará en dónde Él está escondido, llamando por ti, buscando tu mirada, tu fe, tu corazón.
Quién sabe, hijo, si tu desierto será el desierto de la Madre Teresa de Calcuta, en donde Dios se revela de afuera hacia adentro y de adentro del prójimo hacia dentro de ti.
San José Castísimo
Una segunda etapa del desierto, que los seres viven en otro momento de su evolución, es estar en el desierto, hijos, en los brazos de María Santísima.
Después de vivir el desierto interior, después de experimentar el vacío y el Encuentro, después de vivir el calvario de estos tiempos, llegará un desierto aún no vivido por ninguna alma, porque es el desierto espiritual que cruzarán en este momento del planeta, el desierto profetizado en el Apocalipsis.
Su Madre Santísima cruzó y sigue cruzando muchos desiertos espirituales. Ella es conocedora de las almas y de sus caminos. Es Aquella que llevó las Palabras y los Dones de Cristo por los cuatro puntos del mundo y, por eso, conoció profundamente la condición humana y todos los caminos que los llevan a Dios.
Por eso, hijos, María Santísima es Aquella que conoce cada grano de arena de los desiertos espirituales que los conducen a Dios.
Allí, en donde todos los seres se confunden, se pierden, se desesperan, su Madre Santísima los coloca en Sus brazos y, segura de Su camino, cruza los vacíos y la soledad, y llega a Dios.
En el desierto, hasta aun Su adversario se ve confuso. Él persigue a las almas que están perdidas, pero no sabe encontrarlas cuando están en Dios. Por ese motivo, su Madre Divina recorre el desierto y toma a las almas perdidas en Sus brazos, una a una, para conducirlas a su destino.
Por eso les digo que, en estos tiempos de confusión y oscuridad, en el Apocalipsis y en el Armagedón del planeta, busquen a su Madre Celestial. Déjense encontrar por Ella y ríndanse en Sus brazos, porque cuando todo parezca perdido, Ella sabrá el camino; cuando ya no puedan caminar, Ella los tomará en Sus brazos y será bajo Su protección y sabiduría que ustedes llegarán a Dios.
San José Castísimo
Cuando un ser ingresa en el desierto, aunque simplemente haya tocado su arena y sentido su calor, ya no puede caminar hacia atrás.
El desierto puede parecer peligroso, lleno de sufrimientos y padecimientos. Pero hoy les digo que no hay mayor padecimiento para un alma que ingresar en el desierto y no profundizar su experiencia en él, no rendirse a Dios y descubrir sus misterios.
El alma que pisa el desierto, pero no camina por él, sino que queda presa de sus temores, no suelta las muletas que apoyaban sus pasos ni descubre en ellas su verdadero apoyo y tampoco sabe lo que es caminar con los propios pies.
Esa alma vencida por sus temores, sin querer soltar los afectos, las sensaciones o el pasado en sí, termina buscando, en más muletas y más cadenas, las sensaciones que no encuentra con las que tiene en sus manos y con las que están presas a sus pies.
Esa alma se torna prisionera de sí misma, cada vez más vacía, más esclava y más temerosa, simplemente por no conseguir rendirse al infinito del desierto que se presentó frente a ella.
Dios los llama a madurar en el desierto, a dejar las emociones humanas para descubrir y consolidar el corazón en el Amor Crístico. Pero para eso, hijos, necesitan soltar las muletas, quebrar las cadenas, experimentar el vacío y caminar en él, aunque no sientan una base bajo los propios pies.
Esto se llama experimentar la fe.
No sean esclavos de sí mismos. Reconozcan que no hay otro verdugo sino el orgullo, la vanidad y la ignorancia de los corazones que creen que están más seguros cuando están llenos de sí, pero no perciben que ni siquiera se conocen a sí mismos.
Les dejo Mi bendición para que clamen por liberación y la vivan.
Si sienten que sus pies están en las arenas del desierto, caminen y no detengan sus pasos. Consoliden la unión con Dios y fortalezcan la propia fe. Esto los hará verdaderamente libres.
San José Castísimo
Caminar por el desierto y ser vencido por el Poder de Dios no es ser indiferente con la vida o con el prójimo. El desierto los lleva a conocer a Dios para que sean capaces de encontrar a toda criatura y a toda vida dentro del Creador.
El desierto es un encuentro.
Después de cruzar el vacío, la aridez y la soledad; trascendidas las primeras etapas del desierto, purificado el corazón y rendido a Dios, que es su única y última Fuente de agua pura, los corazones viven un Encuentro. En Dios descubren la verdad, la pureza y la Vida misma que contiene en sí a todas las criaturas.
El desierto es un camino para encontrar, de verdad, al prójimo. Al conocerse a sí mismos, despojándose de las apariencias, de las muletas, de las cadenas, van a comenzar también a ver con ojos transparentes. Cruzando el desierto y encontrando a Dios, podrán percibirlo en todo y en todos, descubrir Su Amor revelado en las esencias de los hombres
Cuando un corazón vive en la aridez, no es porque está cruzando simplemente el desierto, es porque pisó el desierto. Pero necesita caminar en él, dejarse transformar por él, vivir el vacío y también el Encuentro.
El desierto es hecho por etapas, descubrimientos, experiencias profundas e internas que hoy deben ser comprendidos. Si sus corazones sienten aridez, vacío, tentación, soledad, profundicen en lo que viven y lleguen a la rendición, a la revelación de la fe.
Dejen quebrar sus muletas, sus cadenas. Dejen por el camino los apoyos humanos e, inclusive, los espirituales que se manifiestan como virtudes y destrezas, y permítanse ser nada.
Sigan desierto adentro por un largo camino que es vaciarse.
Siéntanse suspendidos en la nada y, al mismo tiempo, muy próximos a tocar a Dios.
Es el Encuentro con el desierto lo que los fortalece para renovar el Amor de Dios. Si no hay desierto, no hay Amor Crístico. Pero no les hablo solo de tocar con los pies las arenas calientes y sentir su aridez; les hablo de saberse en el desierto, aceptarlo, adentrarlo, vivirlo plenamente.
Por eso les hablo sobre el desierto, no para traerles aliento, sino para traerles valentía. Valentía de ser nada.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando tu corazón ingrese en el desierto, ora, silénciate y siente tu mundo interior.
Comprende que ser llamado al vacío y a la soledad es ser llamado más próximo al Corazón de Dios, a la verdad de lo que eres, lejos de las ilusiones y de la confusión humana.
El desierto es un camino de transición. El pueblo de Israel cruzó el desierto para cultivar una nueva vida, una genética pura y simple, pero forjada en el sacrificio y en la fe.
Tu Señor cruzó el desierto antes de vivir Su Pasión y allí encontró la unión definitiva con Dios, que no era solo un diálogo con el Padre, sino también la experiencia del Padre dentro de Sí mismo.
Cada ser, al cruzar el desierto interior, vive una transición para algo nuevo, verdadero y profundo.
Confía que en el vacío del desierto algo nuevo está siendo forjado y construido dentro de ti. Deja que tu espíritu se fortalezca y que tu alma encuentre la verdad que necesita descubrir en este ciclo.
Aunque no veas, no sientas y no sepas, cruza las diferentes etapas del desierto. Siente el vacío de su entrada, la confusión de permanecer en él, las pruebas que llegan, las desolaciones; pero también siente el despertar de la fe, la consolidación de la verdad y, por fin, la revelación de Dios en tu interior.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Retírate al desierto con Dios, confiando en Su silencio y en Su Presencia.
Deja que todas las sensaciones espirituales y humanas, que antes eran confirmaciones e impulsos internos para ti, sean ahora substituidos por la fortaleza de la fe que te une pura y simplemente a Dios.
Acepta con amor el milagro del desierto, porque Dios llama al desierto a aquellos en los cuales espera colocar Su confianza, Su Cruz, Su Gracia y, por encima de todo, hijo, a aquellos que se dispusieron, desde el principio, a redimir la propia vida, superando al Amor de Dios.
Mi voz es aliento para las almas que caminan en el vacío, porque simplemente les digo: "Ve por este vacío y por este desierto; camina lejos y adentra en él profundamente, porque allí, en donde no puedes reconocerte a ti mismo, es en donde Dios se revelará y te mostrará finalmente quién eres".
Tu Señor se recogía para orar en el desierto, porque allí era en donde dejaba atrás Su condición humana y abrazaba Su Condición Divina. Por eso, el desierto debe ser para ti una esperanza.
Deja que los dolores de la renuncia se transformen en la libertad de aquello que te prende al mundo.
En el desierto puedes sufrir por el peso de los pasos, debido a las cadenas de la esclavitud del mundo que aprisionan a tus pies, o puedes rebajarte delante de Dios, tocar con tu rostro el suelo y saber que, con el clamor elevado al vacío, esas cadenas se romperán y tú podrás caminar libre.
El desierto no dejará de ser árido y solitario, pero tus pasos serán libres y tu corazón leve para llegar al propio destino.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Los desiertos, hijo, son vividos en diferentes etapas de la entrega y de la transformación de los hombres.
A lo largo de su crecimiento interior, el Creador trae muchas veces a Sus hijos hacia el desierto. A veces de forma rápida y simple, y a veces de forma profunda y prolongada que parece no tener fin.
El desierto es un estado interno de vacío en donde el Creador retira de Sus hijos y amigos todas las consolaciones de la Tierra, todo sentir, todo afecto, todo aquello que el ser espiritual crea como apoyo y, a veces, como trampolín en su camino hacia la vida interna.
Todo esto le es retirado para que, así, la consciencia aprenda a sustentarse en bases puramente espirituales, en el conocimiento y en la experiencia de Dios que nace de la fe y de la vivencia del vacío.
Consolida tu unión con Dios por la simple certeza de que Él está presente, aunque no se haga sentir, oír o ver.
El desierto puede ser visto como áspero y doloroso, pero en verdad, hijo, el desierto es la invitación de Dios para que las almas alcancen una unión profunda y directa con Él, distante de las ilusiones y de los sentidos, distante de las dimensiones de la materia y de todo lo que las compone.
El desierto es la invitación para lo que es real, pero para cruzar este desierto no basta el conocimiento. Necesitas descubrir la ciencia de la humildad, de la rendición y de la entrega, la ciencia de lanzarse en las Manos Divinas y saber que Su Voluntad es perfecta, tanto en el oasis como en el desierto, tanto en los templos llenos de almas que despiertan como en el calvario lleno de almas que desprecian.
Por esto hablo sobre el desierto, para que aprendas a amarlo y a aspirar por él. No para aspirar al sufrimiento, sino para aspirar a una unión directa, profunda y verdadera con Aquel que te creó y que te invita a expresar la semejanza con Su Corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
En el desierto, hijo, en donde no hay alimento, no hay agua, no hay fuentes, solo vacío, tu sustento será el Soplo del Espíritu de Dios.
Es la unión con el Espíritu Santo la que te revelará tu fortaleza en Cristo, a pesar de toda miseria, debilidad o pequeñez.
Es el Espíritu de Dios, que habita en lo más profundo de tu ser, el que hablará más alto que todas las palabras confusas de tu mente perdida y de las tentaciones del mundo. De adentro hacia afuera, el Espíritu Santo se revelará en tu interior, y en el desierto árido y oscuro, en tu propio corazón, encontrarás una luz.
Por eso busca al Espíritu Santo, aunque te sea incomprensible. Pide la Gracia de descubrirlo y conocerlo en ti y en todo.
Cuando fuiste pensado por Dios, en tu interior, en lo más profundo de tu condición humana, se escondió una partícula de Su Santo Espíritu. Ese Espíritu que anima a la materia, y que es el puente entre la ilusión y la Verdad, puede ocuparse de todo lo que eres, a través de la rendición de tu corazón, de la entrega y de la unión verdadera con Dios, aun en el vacío.
Clama por la revelación del misterioso y silencioso Espíritu de Dios.
Su Sol dorado se revelará en la noche de tu corazón, y tú ya no caminarás perdido en el desierto, sino que tendrás una dirección, que es la profundización del misterio de la entrega, que te mostrará un día lo que verdaderamente eres.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más