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El mayor servicio que deberán aprender en este tiempo, como buenos servidores de Dios, es el servicio de transmutación. Y con esto quiero decirles el servicio de transformar en luz, lo que es oscuridad; en paz, lo que es desasosiego; en amor, lo que es indiferencia; en caridad, lo que es egoísmo; en compasión, lo que es ira; en fe, lo que es falta de fe en Dios y desesperanza. Para esto, no es necesario ir lejos, pero deberán ser verdaderos consigo mismos y con Dios, porque el mundo así lo necesita.
Mis queridos compañeros, ya pasaron dos años desde que estuvieron por primera vez delante de Mi Casto Corazón y aún mucho deberá cumplirse en este mundo, hasta que por última vez llegue la Voz de los Mensajeros Divinos y resuene en el mundo. Pero para que este tiempo sea de Misericordia y de Redención para todos, es necesario que algunos seres aprendan a vivir el sacrificio y la entrega de sí mismos.
Muchos no comprenden la esencia del verdadero sacrificio, pues para cada ser se manifiesta de una forma diferente. Para aquel que tiene dificultad en orar, el sacrificio será la oración; para quien tiene dificultad en amar, el sacrificio será aprender a amar; para el que tiene dificultad en encontrar la necesidad del prójimo, el sacrificio será servir en todo, y para eso, no necesitarán ir por las calles, ni a países distantes, pues a veces están ciegos para atender la necesidad de ayuda de los que tienen al lado. Cada pequeña acción de sus vidas equilibrará la necesidad del mundo, porque todos los agravios y desavenencias que ocurren en el mundo, son fruto de la falta de amor y misericordia entre los seres.
Ya no lloren por los males que permean la Tierra, sino que disuelvan de sus seres las raíces de esos males, para que en lo íntimo del corazón humano surja una molécula verdadera de amor y fraternidad.
Como Padre de los que sufren, vengo también al encuentro de los que lo tienen todo, porque tienen a Dios, para que despertando la consciencia, puedan comprender que, para cambiar el mundo, deben cambiarse a sí mismos. Para cambiar en sí mismos, deben ir al encuentro de lo que aún no son y para descubrirlo, deberán vivir el sacrifico de realizar obras de amor, en donde no saben amar.
Cada uno sabrá de sí mismo en dónde le falta amor, qué parte de su interior y de su exterior no sabe amar y ahí, aprenderán a servir al prójimo y a Dios, a los Reinos de la Naturaleza y al Planeta. Cambiándose a sí mismos es como transformarán la humanidad.
Y muchos preguntarán: ¿Entonces, por qué es necesario ir a África?
Para ir al encuentro de la historia de la humanidad, para tocar con los pies un suelo sufrido, porque es así como encontrarán este espacio en sí mismos, en el cual les falta amor; deberán llegar a los espacios de la consciencia planetaria en los cuales falta mucho el amor y la misericordia. Allí sembrarán una semilla que crecerá en el espíritu de las naciones y generará méritos para que los que sufren injustamente, reciban una oportunidad de redención.
Existen cosas en este mundo que sólo comprenderán con el corazón.
A los que se dirigirán a esos lugares del mundo, Yo les digo: antes que nada, ámense los unos a los otros y a todos los que los rodean. En esta ocasión, su entrenamiento será aprender a amar, sólo de esta manera podrán llevar el amor. No digo que se santifiquen, pero sí que se esfuercen en hacerlo.
A los que permanecen, Yo los invito a encontrar el África que existe en cada rincón de este planeta y que también allí siembren una semilla de amor que florezca en lo invisible del planeta, en el centro de su corazón, tan necesitado de paz.
Esto es lo que Dios más espera de la humanidad en este tiempo: que aprendamos a amar y a sembrar el amor en los que se olvidaron de Su Sacratísimo Corazón.
Los bendigo siempre,
San José Castísimo, Servidor de Dios
Aquel que da, siempre recibirá del Cielo lo que necesita. Por eso, mientras transmito Mis Palabras, ofrezcan al Creador el clamor de la humanidad por todo lo que acontece en este mundo.
Ahora vayan, y no solo canten pidiendo paz y redención para el corazón de África, sino también lleven esta paz y esta redención al África que existe en cada esquina de este mundo y al corazón necesitado que esté más próximo a cada uno de ustedes.
Deben aprender a servirse, unos a otros; así vivirán la fraternidad que Dios espera de ustedes en este tiempo. Para que puedan hacerlo, Yo los bendigo y les agradezco profundamente, dejando en la esencia de cada uno de ustedes Mi Casto Amor y Mi Espíritu de Caridad.
Les agradezco.
Hermana Lucía de Jesús:
Hoy, durante la oración, la Presencia de San José ya estaba muy próxima a nosotros. Veíamos que, alrededor del salón, muchas puertas del Universo Celestial se abrían hacia diferentes lugares del mundo y, por medio de ellas, algunas almas podían ser liberadas de las situaciones que vivían.
Cuando San José llegó aquí, vestía una túnica marrón y un manto rojo oscuro. Él estuvo en silencio por un tiempo, después colocó las manos delante de Su Corazón y, desde adentro de él, surgió un lirio. Él extendió las manos con ese lirio que se multiplicó e ingresó adentro de cada uno de nosotros. San José explicó que este era Su Espíritu de Caridad para que aprendiéramos a servirnos, unos a otros.
En ese momento, la Hermana Lucía de Jesús realizó la lectura del Mensaje mensual del 19 de febrero de 2015.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más