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Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús lee el Mensaje diario de Cristo Jesús del día 16 de diciembre de 2013.
Madre María Shimani de Montserrat:
Es muy importante que nosotros podamos, conscientemente, colaborar con esta tarea que Cristo desea realizar; porque todos tenemos seres queridos que no están aquí, que están en el mundo y todos sabemos que muchos de ellos no están siendo partícipes de esta unión con Cristo; que están envueltos en la vida normal y común, y que están acechados por todas estas energías que hoy Cristo quiere sacar de este mundo. Él pide nuestro apoyo con la oración para que todo eso pueda ser liberado de este planeta. Por lo tanto, no es una noche de Natal común.
Por eso, es importante que todos estemos conscientes de lo que está sucediendo. Probablemente, no comprendamos totalmente este evento, sobre todo el alcance de las Palabras de Cristo; porque nuestras consciencias no están acostumbradas a este movimiento espiritual; pero sin duda, dentro de algún tiempo, y sobre todo cuando estemos en otro momento de nuestra vida, del otro lado de la vida, veremos con mucha claridad todos los acontecimientos de los cuales hemos participado.
Por eso, en fe y en devoción, unámonos hoy a Cristo, el Redentor, y entreguemos nuestras oraciones a Él, rogando por todos aquellos que están lejos de Dios, todos aquellos que no están en familia, que están solos, que no tienen alimento como nosotros, que no tienen alegría como nosotros, que no saben orar ni cantar, y aquellos que hoy también, en medio de esta festividad, serán conducidos erróneamente a permanecer lejos de Dios.
Así que, con todo eso en nuestro corazón, vamos a orar con mucho amor.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a agradecer, en este momento, la Presencia de San José con el Niño Jesús en Sus brazos.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
En esta noche de paz, también Me reúno con Mis hijos, trayendo el prenuncio del nuevo tiempo de paz. Paz que curará sus corazones y heridas para que pueda renacer un nuevo ser pleno del Espíritu Santo, del Don precioso del Amor de Dios.
Hoy, Me reúno, en este pesebre del mundo, alumbrando con Mi Luz castísima a todos los seres que están sobre la Tierra.
Hoy, les traigo el presente de Mi adoración, la adoración que alcancé por el Niño Jesús, al comprender todos los misterios que Dios nos reveló en Belén, antes de la Pasión de Jesús.
Por eso, les traigo, en esta noche, los códigos de Mi paternidad, la Luz de Mi Corazón Castísimo, el Amor profundo de Mi Corazón por todas las almas que viven sobre la Tierra y que acompañan esta Sagrada Misión.
Los bendeciré, también en esta noche, para que recojan en sus corazones los frutos de la Sagrada Familia.
Quisiera dirigir, en este momento, también Mis Palabras castísimas, a través de Mi hija Lucía.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de San José:
Que Mi Presencia, en esta noche, sea el símbolo de la unión con sus corazones, de la unión de la Sagrada Familia con la sagrada humanidad, que hoy se renueva ante Dios.
Quiero agradecerles por haber abierto la puerta para que no solo Mi Presencia, sino también la Presencia de todo el Reino Celestial esté hoy en sus vidas.
Queridos compañeros, así como lo afirmaron, son mis compañeros de camino, a través de los cuales obraré y serviré en el mundo. Recuerden siempre Mi Presencia castísima a su lado, el poder de Mi intervención ante las situaciones que necesitan de auxilio. Cuenten con Mi Presencia en cada instante de sus vidas y Mi bendición divina descenderá sobre todos ustedes, siempre y cuando Me llamen.
Hoy, los bendigo y, como hice en la noche del Nacimiento de Jesús, los recibo en Mis brazos y los deposito en Dios para que puedan cumplir, en este tiempo, la misión que les fue confiada.
Cuenten con Mi Presencia. Yo les agradezco.
Bendigo también, en esta noche, a todos los Centros Marianos que Me acompañan desde el corazón. Que estén en oración, porque Mi Presencia estará también con cada uno de ustedes.
Que Mis hijas del Espíritu Santo Me aguarden con alegría, porque estaré a su lado.
Que Mis queridos compañeros del Centro Mariano del Niño Rey celebren hoy Conmigo Mi intercesión ante el Nacimiento de Cristo; porque a este, Mi querido Centro Mariano, llego de forma especial, depositando en cada uno de Mis hijos la molécula crística que Me fue confiada.
Y que en Mi amado Centro Mariano de Figueira reciban también Mi Presencia, que está allí permanentemente, acompañando a cada uno de Mis compañeros.
Hoy, estoy aquí para unir a todos los misioneros de Cristo, aquellos que Me acompañan en la Tierra, que se dispusieron a seguir los pasos de la cristificación; porque, en esta noche, les digo que así como acompañé a Mi Hijo y lo preparé para Su tarea pública, vengo en este tiempo a preparar a cada uno de ustedes para los tiempos finales.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de San José:
Les dejo a Mis amigos, en esta noche, la bendición del Sacramento del pan y del vino, para que comulguen internamente con el Niño Rey.
Él está naciendo y nacerá en sus corazones, a través de esta Comunión.
Les agradezco y vayan en paz.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aquellos que se permiten entrar en Mi Corazón Castísimo descubren en su interior la vida de simplicidad y de pureza de la cual les hablo día tras día.
Antes de intentar vivir Mis palabras con la mente y comprender Mis instrucciones a través del razonamiento, sumérjanse en lo profundo de Mi Casto Corazón, que hoy es entregado a ustedes. Por medio de Mi Castidad harán brotar en sus seres la castidad y la pureza que está guardada en sus corazones.
Las instrucciones que les traigo son reveladas en el silencio y vividas en la pureza y en la simplicidad. Sean simples de corazón, de mente y de espíritu y busquen en la alegría de alabar a Dios, la llave para la transformación más consistente.
Intenten expresar lo que sus almas les piden y ser tal cual Dios los inspira. Lo que viene de Dios es sereno, puro y verdadero e irradia luz a los que necesitan salir de la oscuridad.
Todo en sus vidas debe ser en Gloria al Creador: cada acción, cada pensamiento, cada sentimiento, cada oración y cada canto. Si piensan solo en Dios, se olvidarán pronto de sí mismos y verán actuar la luz de la transformación de Cristo, sin darse cuenta.
Mis queridos compañeros, ya llegó la hora de recibir un impulso más de Mi Hijo Jesús, porque para aquellos que sepan ver y abrir el corazón, el Nacimiento de Cristo no estará solo en la memoria, sino que estará vivo en el interior y en la esencia de todos los seres.
Preparen para el Niño Rey la morada más simple, porque no será en lo rebuscado que recibirán a Cristo. Entre los Reinos de la Naturaleza, que, humildes, expresan la simplicidad del Hijo de Dios, deberá prepararse la cuna para Jesucristo, el Rey de Reyes de este Universo.
Amados compañeros, por medio de Mi Presencia y de la Luz que irradio a través de Mi Castísimo Corazón, sientan en vuestros corazones la grandeza del momento que viven. Mediante Mi Presencia traigo a la memoria interior de sus corazones, el Nacimiento de Cristo y la infinita alegría que se vivió en el Cielo y en la Tierra con Su llegada grandiosa al mundo.
Mediten hoy sobre este Nacimiento y permitan que él vuelva a ocurrir y sea una realidad, no solo en la vida de la Sagrada Familia, sino también en la vida de cada uno de ustedes.
Año a año ese misterio se hará más visible y los que sepan transcender las festividades mundanas para descubrir la conmemoración divina, se les dará un impulso; en la medida de la abertura de cada consciencia, un Cristo Vivo nacerá y despertará en el interior.
Les agradezco eternamente por estar unidos a Mi Casto Corazón. Los acompaño permanentemente.
Su compañero fiel, San José.
En este día, bendigo el Centro Mariano del Niño Rey, que conmemora, en los días 24 de diciembre, su aniversario de nacimiento.
Deben preparar para el Señor un pesebre que simbolizará el Nacimiento de Cristo en toda la humanidad.
A través de Mis pequeños hijos y de la pura devoción que irradiarán a Mi Corazón, deposito en cada uno de ustedes esta semilla que despertará en este próximo 24 de diciembre.
Mis queridos, con alegría, celebren el Nacimiento del Señor y contemplen este grandioso momento en el que Él nuevamente llega a la Tierra para redimir, en espíritu y consciencia, a todos los corazones.
Yo los bendigo.
Hermana Lucía de Jesús:
Hoy, San José apareció todo de blanco, con una túnica blanca y un manto blanco por encima. Y, por primera vez, Él vino con Su Castísimo Corazón expuesto. Era un Corazón que pulsaba rodeado de lirios blancos e irradiaba mucha luz a cada uno de nosotros.
Mientras Él hablaba y transmitía Su Mensaje, a través de Su Corazón, de la Luz que Él irradiaba, comenzaron a aparecer imágenes del Nacimiento de Cristo. Él nos explicaba que estaba depositando, en cada uno de nosotros, esa memoria interior, que estaba transformando ese acontecimiento en una realidad para cada uno de nuestros corazones.
Cuando Él llamó a las hermanas del Centro Mariano del Niño Rey, dijo que ellas tendrían una tarea especial en este Centro Mariano, sobre todo ahora, en la Navidad. Él las llamó guardianas del Niño Rey. Cuando Él les bendijo a cada una de ellas, de Su Corazón salían lirios que aparecían sobre las orejas de las hermanas. Esos lirios llegaban a todo el Centro Mariano del Niño Rey.
San José mostró, en Su omnipresencia, que Él también estaba allá en este día. Él traía en Sus manos una corona de lirios blancos que colocó sobre la cabeza de Pama.
La Hermana Lucía de Jesús lee el Mensaje mensual del 19 de diciembre de 2013.
Fray Elías del Sagrado Corazón:
Queremos compartir con los hermanos una experiencia que San José nos pidió que trasmitiéramos a todos.
Todo lo que la Hermana Lucía vio, yo también lo pude ver, tal como ello lo relató.
Cuando San José estaba presente, Él se aproximó de una forma muy contundente. Permanecimos en silencio, acompañando ese gran momento. Entonces, Él dirigió su mirada hacia nosotros y dijo: "Verás, a través de Mí, algo que quiero mostrarles y revelarles".
San José abrió los brazos, así como lo hace nuestra Madre Divina, y comenzó a proyectar la Luz de Su Casto Corazón sobre nosotros.
En un momento, detrás de Él se abrió una puerta y, conscientemente, nos vimos trasladados a un momento de la historia de la Sagrada Familia.
En la historia que Él nos mostraba, varios hechos se fueron dando, y Él nos fue acompañando silenciosamente y nos los hacía ver, poco a poco.
La escena comenzó con la Sagrada Familia yendo a refugiarse en Egipto. En ese momento apareció la escena de un oasis y muchas palmeras, una fila de palmeras y, por el medio de ellas, pasaba la Sagrada Familia. Era un desierto, y cuando la Sagrada Familia pasaba por allí, las palmeras se inclinaban de forma reverente, todo el Reino Vegetal hacia este gesto.
En un momento, la Sagrada Familia se detuvo en este oasis, delante de un espejo de agua; y el Niño Jesús, de unos tres o cuatro años, estaba sentado dentro de ese espejo de agua, refrescándose un poco; mientras tanto, María estaba sentada en la orilla de este espejo de agua y San José estaba al otro lado del lago, recogiendo un poco de agua en un odre.
En ese momento, los Tres se reunieron y algo divino aconteció: el Cielo se abrió y una Luz blanca descendió sobre Ellos. Ellos mostraron Sus Tres Sagrados Corazones, que comenzaron a fundirse. Entonces se proyectó una triangulación entre los tres, un triángulo dorado que los unía, Corazón a Corazón.
En ese momento, durante la Aparición, San José, dijo que esa fue la primera instancia en la que la humanidad estaba siendo salvada, viviendo su primer paso en la redención, a través de la Pureza que Jesús irradiaba cuando era Niño.
En otro momento, Él mostraba, cuando estaban entrando en Egipto, muchas imágenes de otros dioses que aparecían a la derecha y a la izquierda de la Sagrada Familia y que comenzaban a caer.
Todos los egipcios, que aparecían en ese momento, se enfrentaban con la Sagrada Familia, cruzaban el camino que Ellos estaban recorriendo y, tan solo por el paso de la Sagrada Familia, San José nos mostraba cómo esos hermanos también se curaban, algunos estaban enfermos físicamente, otros espiritualmente.
Sin embargo, la Sagrada Familia llegaba a Egipto de una forma silenciosa.
En otro momento, San José nos mostró la escena de la Visitación de María, cuando María estaba visitando a Isabel. Este momento fue muy fuerte, porque desde adentro de las dos hermanas, que se reconocían, emergía el Espíritu Santo. San José nos mostró que la gestación de María y la de Isabel fueron algo sublime, algo divino, Dios no estaba encarnando solo en María.
Después de un momento, San José nos mostró cuando Jesús era bien pequeñito y Juan era un poco mayor que Jesús, la simplicidad que Ellos irradiaban era muy fuerte, pero también irradiaban la Presencia del Padre.
Otro momento que San José nos mostró y que Él nos dijo que fue otro paso que la humanidad vivió en su redención, fue cuando Jesús predicó en el templo. En aquel momento, las Palabras que Jesús pronunciaba eran transformadoras para todos aquellos seres que escuchaban a Cristo. Y San José decía que, a pesar de tener doce años, Él ya podía manifestar la Voluntad de Dios y todos los seres se transformaban rápidamente. San José dijo: "Esa fue la primera vez en la historia que Dios, hecho Carne, pudo pronunciar la Palabra de Vida a través de la Presencia de Jesús".
San José también nos fue mostrando otras escenas, y la última, que nos quedó marcada, fue cuando Jesús ya era adulto. Él dijo que esa escena se refería al momento antes de que Jesús iniciara Su vida pública. San José ya era un hombre adulto, de cabellos blancos y barba blanca.
En esa escena, Él estaba reunido con Jesús y con María, estaban viviendo un momento definitivo. San José se mostraba muy cansado, pero al mismo tiempo muy amoroso, apoyando la tarea que Jesús realizaría. Ellos se comunicaban a través de la mirada y el silencio. En ningún momento de la experiencia se hablaron físicamente, pero sí a través de un sentimiento profundo. Eso reflejaba una pureza muy fuerte en cada uno de los hechos, una pureza que no se podía resistir, que estaba más allá de nuestro control. En ese momento, San José estaba observando a Cristo, que estaba a punto de iniciar Su tarea. San José se estaba despidiendo de María y de Jesús.
Algo que San José agregó, en esta escena, fue que había podido encarnar como Patriarca, como Mensajero de Dios.
Entonces, Él nuevamente proyectó hasta nosotros Su Casto Corazón, y una energía muy superior y muy fuerte se sentía en el corazón como si fuera rasgando nuestro mundo interno. Él dijo: "En la oferta de Mi Casto Corazón, Yo puedo disolver sus dolores".
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más