Historia de las Apariciones al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús

(Relato transmitido por el vidente en 2013)

Virgen María


Todo el proceso de las Apariciones de la Virgen María que viví, se inició alrededor de los cinco o siete años de edad, en el patio humilde de mi casa, en una localidad del departamento de Canelones, en Uruguay. 

Esa fue una época en que la familia vivía procesos intensos de aprendizaje. Cuando era niño, mi madre me había enseñado algunas oraciones, como el Padre Nuestro y el Ave María. En ese entonces pedí auxilio interno a la Virgen mediante la oración, para que la Madre de Dios nos diera Su paz y Su luz sobre toda la situación que estaba desenvolviéndose a nivel familiar.

Fue cuando tenía entre cinco y siete años de edad, la primera vez que la Señora, más brillante que la Luz, se apareció durante una noche de invierno sobre un árbol, un sauce, que estaba en el patio de mi casa. Estaba retornando de jugar con los amigos del barrio y, cuando ingresé al patio, algo interior me hizo detener frente a ese árbol y allí con claridad, como si los ojos se abrieran más allá de lo físico, veo a una Señora vestida con una túnica blanca y un manto blanco. Ella posaba Sus pies sobre el árbol de una forma delicada, tenía Sus manos en posición de oración, llevaba un rosario entre Sus manos, Su rostro era suave, brillante y tenía una leve sonrisa en Su rostro, que transmitía paz a través de un silencio profundo.

A las semanas siguientes después de la primera aparición, recuerdo que toda la situación del entorno familiar había cambiado. Todo volvió a la normalidad y a la paz; fue el momento en que comencé a orar más y a unirme de esa forma a la Madre Divina. Nunca comenté a nadie sobre esa aparición; este hecho fue revelado solo a Madre Shimani muchos años más tarde.

Al cabo de algunos años, la presencia de María, la Madre Divina, fue aproximándose de nuevo para acompañarme durante la época del secundario. Cuando ya tenía más o menos unos 15 años de edad, la presencia de la Virgen María llegó de nuevo a mi vida, pero esta vez con más contundencia. María, la Madre Divina, se presentó de nuevo en la adolescencia; en ese entonces yo formaba parte de un grupo que oraba el Santo Rosario y que estaba consagrado a Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Fátima.

Ese grupo se reunía a orar dos veces por semana. A través de un hermano catequista, fui invitado a participar. Me vi rodeado por personas adultas, siendo yo el más joven de todos; recuerdo que esos hermanos expresaban unidad y amor cada vez que estaban juntos en oración. El mismo hermano que me hizo entrar en ese grupo, me invitó a formarme para poder realizar la primera comunión y así fue que me encaminé en esa aspiración. Encontré un gran alivio durante toda esa época, porque en ese grupo estaba la presencia de María, la Madre de Dios.

Durante los momentos de oración, Nuestra Señora comenzó de nuevo a aparecerse y yo la veía mientras todo el grupo oraba; Ella venía, oraba con nosotros y después desaparecía cuando la oración grupal terminaba. Durante ese ciclo, fui acompañado por ese hermano, muy devoto de Nuestra Señora, quien me instruyó hasta poder tomar la primera comunión y me hizo conocer el amor por la Virgen María. Durante los encuentros de oración semanales que tenía con ese grupo, la Señora se aparecía mientras todo el grupo contemplaba los misterios del Santo Rosario.

Así fueron dándose esas apariciones silenciosas, las que se manifestaban dentro de la sala en donde el grupo se reunía a orar. La Virgen cuando aparecía, tenía una aspecto muy similar al de Nuestra Señora de Fátima; cuando Ella aparecía por algunos minutos, estaba siempre pasando las cuentas del rosario, el cual sostenía con Sus delicadas manos.

Ella se presentaba dentro la sala de oración, que era el hogar de una de las hermanas, quien había construido una capillita de cristal en honor a Nuestra Señora. Pero por temor a que todo esto fuera una ilusión de mi consciencia, nunca lo compartí con nadie. Las apariciones continuaban semana a semana en el silencio; Nuestra Señora nos acompañaba en la oración, pero nunca pronunció palabra alguna.

Fue después de un tiempo que llegó a mi vida otra señal interior por parte de la Señora, Aquella, más brillante que la luz. Así yo la describía, porque esa fue la primera impresión que viví cuando era niño; Ella brillaba más que la luz. Y así quedó registrado en mi consciencia. 

El grupo de oración me encomendó la tarea de llevar la imagen de la Virgen María entre mis brazos, de casa en casa, semana a semana, para que todos pudieran recibir la bendición de Nuestra Señora de Fátima.

Después de haber tomado la primera comunión, ingresé en la Comunidad Parroquial del barrio y allí, de forma simple, comencé a prestar un servicio como monaguillo durante la celebración de la Santa Misa y también realizaba un servicio en la torre del campanario. En ese tiempo llegó otra señal de María, la Madre Divina.

A través del grupo de oración, fui encaminado para ingresar en un sector de la Comunidad Parroquial, que se dedicaba a profundizar en el mensaje mariano y en la oración, grupo cristiano que es reconocido como la “Legión de María”. En la Legión de María, formada por voluntarios devotos de Nuestra Señora, realizábamos reuniones para programar encuentros de oración con personas o grupos de personas, como también tareas de servicio y de caridad hacia la comunidad barrial más necesitada. Pero lo fundamental, era que la Legión de María intentaba mantener un espíritu de devoción ardiente de amor y servicio a María, la Madre Celestial.

Esta Legión de María, compartía su servicio unido con otra parte de la comunidad cristiana que era una asociación llamada “San Vicente de Paúl”, la que daba servicio y caridad a los pobres de entre los más pobres, donando ropas y alimentos no perecederos a los que los necesitaban. Fue en ese momento que comenzó para mi, la experiencia del servicio a los demás.

Después de pasar por algunos aprendizajes como todo adolescente, los que llevaron algunos años, llegó una nueva señal interior por parte de María, la Madre Divina. 

Esta señal vino acompañada de un invitación para formar parte de un nuevo camino que me llevaría hacia un encuentro más interno con Cristo, camino transitado por un grupo menor de la comunidad cristiana llamado: el Camino Neocatecumenal. Con la compañía de un sacerdote, ese grupo celebraba de forma más reservada la Santa Misa y el mismo grupo tenía la tarea de profundizar en el estudio del Antiguo y Nuevo Testamento, a través de la exposición de pequeñas charlas que eran compartidas dentro de la liturgia de la Misa, mediante las cuales intentábamos comprender los diferentes puntos de vista sobre la lectura de la Biblia.

De esta forma el sacerdote nos introducía hacia el estudio y la comprensión del mensaje que Cristo dejó para la humanidad. Fue allí, en ese momento, cuando tuve por primera vez un trabajo más consciente con el sacramento de la confesión. Fue la primera experiencia que tuve de poder reconocer que debíamos perdonarnos y redimirnos delante de Cristo, viendo con claridad nuestras faltas, sin sentir culpa alguna, pero sí abriendo un poco más la consciencia para los aprendizajes y las pruebas de la vida.

Después de formarme en los estudios básicos y de iniciar una vida de colaboración más consciente en el seno familiar, comencé a buscar una respuesta más real sobre el proceso de las apariciones de la Virgen; ¿porqué eso me sucedía a mí, con que fin? Ya podía comprender que era solo yo que la veía y quería comprender para qué.

Recuerdo que a través de otra hermana espiritual de camino, fui conducido a encontrarme con un maestro interior: con Madre Shimani. Así, a fines del año 2006, fui llevado hasta los brazos de otra madre que, en ese entonces sin tener consciencia, fue a quien la Virgen le confió la compañía y la instrucción de Fray Elías para los tiempos que llegarían más adelante. Ella fue quien me llevó a vivir una comunión profunda con Cristo y, más aún, con la Madre Divina. Fue a partir de ese encuentro con Madre Shimani, que se inició el camino hacia la gran transformación y allí fue cuando llegó a mí la comprensión sobre quién realmente somos y qué es lo que el Padre Celestial quiere para cada uno de nosotros.

A partir de ese momento, se inicia la tarea que María, la Madre Divina, nos pediría realizar, camino que nos ha traído hasta aquí, en este tiempo del año 2013.  

Madre Shimani acompañó siempre los encuentros internos con la Virgen y fue poco a poco observando el grado de realidad y verdad que esas apariciones tenían. La primera vez que Madre Shimani me atendió personalmente, la Madre Divina se apareció y me habló por primera vez. Madre Shimani me pidió que tuviera siempre un cuaderno y un lápiz para escribir todo lo que escuchaba, veía y las circunstancias en las cuales esa manifestación se desarrollaba. Fue así que, cada vez que estábamos juntos, orábamos y la Virgen María se presentaba para darnos instrucciones precisas de lo que debíamos hacer. Así comenzó todo.

Desde allí la compañía de María, la Madre Divina, se tornó más frecuente en nuestras vidas. Luego ya no éramos solo nosotros dos, sino que un pequeño grupo de trabajo que Madre Shimani instruía, comenzó a participar de las Apariciones, que hasta ese momento eran muy reservadas. La oración se volvió fundamental en nuestras vidas, y se convirtió en la base de ese trabajo que realizábamos.

Fue Ella que me mostró que había un lugar en Uruguay, en el departamento de Paysandú, al que se le conoce como Aurora, al que yo debía ir. Madre Shimani ya trabajaba allí desde hacía varios años, en un lugar especial, donde se realizaban intensos trabajos de oración en la Gruta de Padre Pío.

Aurora, es un lugar en donde Dios colocó Su Corazón y Su Amor, abriendo las puertas del Cielo para que todos los que llegaran hasta allí, pudieran descubrir el manantial que hace renacer la vida interna en cada uno de nosotros, lo que llamamos la cura interna. Así, obedientemente, comencé a ir con Madre Shimani a Aurora, donde innumerables acontecimientos tuvieron lugar. Allí nos hospedábamos en una posada, que no casualmente se llama Santa María, ya que su dueño es muy devoto de la Madre Divina.

Durante todo ese año 2007 frecuentamos esa posada, en cuyo fondo existe un pequeño olivar de unos treinta árboles, donde el cielo y la tierra se unen en perfecta armonía. En ese lugar orábamos intensamente y recibíamos las instrucciones de la Madre Divina. Fue en esa posada, donde en el mes de julio de 2007, recibimos la indicación de que nos deberíamos preparar para que Ella llegara desde el Cielo hacia la Tierra como lo había hecho otras veces, tanto en Lourdes, como en Fátima y en Guadalupe. Ella aparecería con toda Su consciencia para iniciar una tarea universal para el fin de este tiempo. Ese día fue el 8 de agosto del año 2007.

Fuimos citados un grupo de siete hermanos, entre los que nos encontrábamos Madre Shimani y yo. También dos hermanas que hoy forman parte del monasterio y un hermano que, al día de hoy, vive con su familia en Montevideo y con el que todos mantenemos una unión fraterna. Los otros dos hermanos, eligieron que la vida los llevara por otros aprendizajes.

En ese lugar de los olivos a través de cada aparición, Ella nos fue llevando a conocer la devoción interior y a despertar nuestra fe sobre cada uno de los pedidos que la Señora, más brillante que la Luz, nos solicitaba en cada Aparición. Toda el área de Aurora, en Paysandú, Uruguay, fue siendo permeada silenciosamente por el amor de Nuestra Madre Celestial y así, Ella fue tejiendo al igual que un manto, a través de Sus humildes Manos, nuevos caminos en nuestros corazones.

Lo que más nos tocaba internamente como grupo era la claridad de Su Aparición, de Su Voz y de Su mensaje al momento de los encuentros en el monte de los olivos y también, en otros espacios dentro de la zona de Aurora. Para todas las Apariciones ocurridas durante el año 2007, el grupo se encontraba en un estado de intensa preparación física, mental y espiritual, a través de ayunos y oración, para que sintiéramos garantía interna delante de los eventos de los cuales nosotros estábamos siendo partícipes.

Hasta nuestra llegada a la Comunidad Figueira, las Apariciones de la Madre Divina se mantuvieron reservadas, para poder tener consciencia y discernimiento sobre todo ese movimiento que velozmente, a través de los pedidos de Nuestra Señora, se estaban desarrollando.

En meses siguientes a agosto del año 2007, María, la Virgen, nos instruyó sobre ciertos procesos que se llevarían adelante y en especial sobre el momento de conocer a José Trigueirinho, fundador  y miembro de la Comunidad Figueira en Minas Gerais, Brasil.

Obedeciendo el pedido de la Virgen María, Madre Shimani viajó a la Comunidad Figueira para intentar conocer a Trigueirinho y conversar con él sobre nuestras experiencias en Aurora.

Sorpresivamente para nosotros, fue recibida con toda apertura en Brasil y a fin del año 2007, nos trasladamos a la Comunidad Figueira cuatro de los hermanos que habíamos participado de la Aparición de la Madre Divina, para vivir una experiencia por algún tiempo. No sabíamos cuánto sería pero estábamos muy felices, porque todo lo que la Madre Divina nos había dicho se cumplía paso a paso. 

Durante el año 2008, vivimos en la Comunidad Figueira y Nuestra Señora comenzó a aparecerse en forma privada a un pequeño grupo de trabajo en el que se encontraba Triguerinho y otros hermanos de Figueira. Durante ese tiempo la Madre Divina confirmó el pedido de que debíamos volver a Uruguay, ahora con un grupo mayor integrado también por hermanos de Figueira, para construir un Centro de Cura y Oración en la zona de Aurora, lugar que sería en un futuro próximo Su casa. Hoy Casa Redención es una realidad para todos, en donde se manifiesta el Centro Mariano de Aurora como Nuestra Señora lo ha nombrado.

Durante el período que estuvimos viviendo en Figueira, la Madre Divina y otros maestros que acompañaban a nuestra Madre durante las Apariciones, como San Francisco de Asís y Santa Clara, San Pío de Pietrelccina y Santa Teresa de Jesús, nos pidieron que diéramos un paso más en nuestro proceso de consagración al Plan de Dios para la Tierra, y bajo rigurosas pautas transmitidas por Ellos, iniciáramos una vida monástica. Allí recibimos las primeras indicaciones para la formación de una Orden Monástica Cristiana Ecuménica, que sería la base del trabajo con Nuestro Señor, Cristo Jesús y la Bienaventurada Virgen María.

Todo el grupo de oración que formaba parte de las Apariciones fue invitado por la Madre Divina a ingresar a la Orden, a la que la Jerarquía nombro como Orden Gracia Misericordia. Ingresamos a la Orden dieciséis hermanos y hermanas. Hoy, después de cuatro años, la Orden cuenta con más de cien consagrados, manifestando monasterios en Brasil, Uruguay y Argentina.



Inicio de las Apariciones públicas


En la mañana del 18 de agosto del año 2011, yo estaba en Casa Redeción, Paysandú, Uruguay, cuando apareció Nuestra Señora y le pidió especialmente a Fray Elías y a la Madre Shimani que se aproximaran hasta el árbol de las Apariciones, en un lugar del campo de los naranjos.

Durante esa mañana, la Madre Divina nos pidió que volviéramos a ese mismo lugar durante trece días seguidos y en ese mismo horario del amanecer. Esos trece días fueron los más importantes de nuestras vidas, porque Nuestra Señora llamó abiertamente para que colaboradores de las Comunidades-Luz y hermanos en general, participaran juntos a nosotros de las Apariciones.

Durante esos días, especialmente en una de las Apariciones de María, Ella nos pidió que un pintor representara en cuadros al óleo los trece días de las Apariciones, ya que Nuestra Madre nos revelaría allí señales que debían quedar registradas para siempre. En esos trece días fue cuando Ella nos comunicó cuál era la faz con la que Ella se revelaba a nosotros. Ella nos dijo: “Yo Soy María, Madre de la Divina Concepción de la Trinidad”.

Este fue un acontecimiento que cambió la vida interna de todos, fue el momento donde la Madre Divina abrió la puerta definitiva del Cielo para todos en este tiempo.

Llegó el mes de septiembre y nos encontrábamos en la Comunidad Figueira, situada en el Estado de Minas Gerais, en Brasil. Uno de los días de septiembre, Nuestra Señora volvió a aparecerse y nos pidió que subieramos hasta la Colina de las Apariciones, anteriormente conocida como “Morro do Cristal”, sitio ubicado en una de las áreas de Figueira.

Allí en ese lugar María, la Madre Divina, apareció durante diecisiete días seguidos y a veces dos veces al día, para transmitir Su mensaje al mundo. Esos diecisiete días también quedaron grabados en nuestras consciencias, porque María, la Madre Celestial, derramó Sus Gracias sobre todos nosotros.

A partir de allí las Apariciones comenzaron a ser públicas, es decir, para todos los que quisieran presenciar el encuentro con Nuestra Señora. Después de esos diecisiete días de Apariciones, la Madre Divina nos dijo que Ella aparecería todos los 12 y 13 de cada mes en Casa Redención, en Uruguay y todos los 25 y 26 de cada mes en la Comunidad-Luz de Figueira, en Carmo da Cachoeira, Minas Gerais, Brasil por un tiempo indeterminado.

Hacia el mes de noviembre viajamos a Medjugorje, en Bosnia-Herzegovina, para realizar un retiro espiritual de oración. En Bosnia-Herzegovina, Nuestra Señora aparece a seis videntes desde el año 1981 hasta la actualidad.

Nuestra llegada a Medjugorje a pedido de la Virgen, fue para que pudiéramos reconocer la dimensión de Su movimiento mariano en el mundo y comprendiéramos lo que Ella quería hacer.

También a pedido de Ella, hemos visitado Lourdes, en Francia y Fátima en Portugal, con el mismo fin.

En la mañana del 15 de noviembre del año 2011, alrededor de las nueve de la mañana cuando el grupo que había viajado estaba en oración, en un lugar en la base de la colina de las apariciones de Medjugorje, Nuestra Señora apareció y nos transmitió que desde ese día, con inmensa Gracia para toda la humanidad, nos entregaría un mensaje para cada día durante un tiempo.

Al día de hoy innumerables cosas han sucedido; la Madre Divina nos ha llenado de Gracias y hemos entregado nuestra vida a Su tarea y a la de Su Hijo.

La Virgen María se ha vuelto el epicentro de amor y devoción para nuestra vida, el camino seguro que nos lleva hacia Su Hijo, el Cristo. María nos invita a estar en Su Corazón permanentemente y a estar en el Corazón de Su Hijo.



Cristo Jesús


Recuerdo cuando era niño, que Jesús dejó dentro de mí un sello muy fuerte de Su Presencia, la que me acompañó siempre; sello que se activó en este tiempo, cuando Él comenzó Su trabajo conmigo.

Cuando era pequeño, tendría unos siete años, durante una estadía en la casa de mi abuela materna que en ese tiempo estaba muy enferma, tuve una breve pero inolvidable experiencia con el Sagrado Corazón. Ella ya estaba postrada en cama y solo me acercaba para acompañarla en la quietud. Su devoción por el Sagrado Corazón de Jesús era muy fuerte y sincera. En uno de esos días, ella pidió que le colocaran cerca de la cama un cuadro de Jesús, al que le había orado toda la vida. Cuadro que fue colocado en la cabecera de su cama.

Uno de esos días entré al cuarto y cuando crucé la puerta de la habitación, me encontré con una imagen de gran tamaño del Sagrado Corazón que tenía una leyenda escrita en la parte inferior que decía: “Mírame, y estaré contigo”.

Esa imagen me quedó grabada en la consciencia y me acompañó durante mucho tiempo. Cuando vi a Cristo Jesús por primera vez en este tiempo, lo reconocí instantáneamente. Sentí la paz que transmitía aquel cuadro que había contemplado cuando era niño y que había dejado aquel sello en mi consciencia.

En el mes de abril de 2012, en el Centro Mariano de Aurora durante la Semana Santa, a través de una locución interior, el Maestro Cristo Jesús pidió que como grupo nos preparáramos para celebrar un encuentro especial con Él durante siete días seguidos, en el horario de las quince horas.

Fue así que nos preparamos, ya que Él nos había anunciado que participaríamos espiritualmente de los siete días de la Pasión que Su Consciencia vivió en lo profundo de Su Sagrado Corazón.

Él indicó que Fray Elías y Madre Shimani se recogieran en la sala de oración del Monasterio de la Asunción y del Divino Espíritu para orar, mientras el resto de los miembros del Monasterio apoyaba desde otro lugar.

Oramos durante una hora continua para esperarlo. Poco a poco una señal del Cielo se fue manifestando en forma de visión y, como una luz resplandeciente, aparecieron y brillaron las vestiduras sagradas del Maestro. Después aparecieron Sus Pies descalzos, luego Sus Manos irradiando luz y por último Su Rostro se iluminó de amor.

Él nos dijo: “Queridos Míos, vengo a revelarles los siete días de la Pasión que vivió Mi Corazón...”.

Así, día a día, durante esa semana fuimos siendo partícipes de instrucciones que el Maestro Cristo Jesús dictaba durante cada Aparición y nos pidió que luego del séptimo día transmitiéramos Sus Palabras en un estudio que daría Madre Shimani, llamado “Siete días con el Maestro Jesús de Nazareth”.

Durante el final de diciembre del año 2012, mientras tenían lugar las Apariciones mensuales de la Madre Divina en el Centro Mariano de Aurora, Uruguay, recuerdo que en oración privada Nuestro Señor Jesús se me apareció, como otras veces, de una manera sorpresiva.

En tres momentos y días diferentes, antes del inicio del año 2013, Él se acercó pidiendo que me preparara para recibirlo en breve. En el comienzo no comprendí bien el llamado, hasta que el día 5 de enero de 2013, Cristo Jesús aparece y anuncia Su llamado con contundencia, claridad y precisión.

Durante la comunión ecuménica del 5 de enero de 2013, en Casa Redención, el Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús se apareció para transmitir desde ese día Su Mensaje de retorno al mundo a través de Apariciones diarias.

La historia de las Apariciones diarias del Maestro Jesús comienzan a partir de la fecha citada anteriormente y permanecen hasta el día de hoy. Todos los días a las 15 horas, hora de la Divina Misericordia, transmite un mensaje diario de instrucción para el mundo, los llamados “mensajes diarios de Cristo Jesús”.

A las 15 horas, todos los días, Jesús pidió especialmente que Fray Elías rezara ciento cincuenta veces la Coronilla de la Divina Misericordia para aguardar Su Sagrada visita desde el Cielo y también nos indicó que durante ese ejercicio de oración dos hermanos, de la Comunidades-Luz o de los Monasterios, estuvieran presentes para recibirlo.

Así ha sido día a día a lo largo de estos meses del año de 2013.

En algunos días especiales marcados por Él, el Maestro Jesús ha transmitido Su Mensaje a todos a través de Apariciones públicas, como las que han sucedido en la Comunidad-Luz Fraternidad, Uruguay y en la Comunidad-Luz Figueira en Brasil.

A continuación describiremos la experiencia que vivimos el 5 de enero de 2013, cuando se inició esta tarea diaria con Nuestro Señor.

Durante la oración, antes de terminar el Orandio de la Pasión y la Transfiguración de Jesús, Él ya estaba presente.

Apareció con un grupo de doce ángeles y cada uno de ellos llevaba entre sus manos un cáliz, el que ofrecían a todos nosotros. Los ángeles llevaban túnicas blancas y luminosas, formaban una media luna detrás del Maestro; ellos tenían cabello corto y dorado.

Mientras esa imagen se manifestaba para nosotros, sentíamos la presencia de Cristo, pero en ese momento todavía no lo veíamos. Luego, cuando cantamos la última parte del cántico Cristo Redentor y durante el cántico Cristo Retorna, Él se hizo visible.

Apareció de la misma forma que lo hace la Madre Divina. Descendió desde lo Alto como una luz, y al llegar próximo a nosotros se manifestó y lo pudimos ver con claridad.

En cuanto apareció dibujó con Su mano derecha, como bendiciendo, la señal de la cruz y dijo:

"¡Alabado sea el Señor!"

Estaba vestido con una túnica blanca, Su Cabello caía sobre los hombros como la imagen del Cristo Misericordioso, llevaba un manto dorado y estaba descalzo. En Su Rostro se dibujaba una bella y suave sonrisa; y Sus Ojos, de color celeste claro, brillaban. En Su Pecho se veía con claridad Su Sagrado Corazón y alrededor de Él, había un círculo formado por doce estrellas de seis puntas. Sus Brazos estaban extendidos al costado de Su Cuerpo, un poco abiertos, con las palmas orientadas hacia nosotros, de ellas emanaba luz. De Su Corazón salían dos rayos, que eran de color celeste turquesa, como de cristal.

Detrás de Él había varios Cielos abiertos y posaba Sus Pies sobre nubes. Dijo que nos mostraba la faz de Su Retorno, el Sagrado y Glorificado Corazón de Jesús.

Luego permaneció por un largo tiempo en silencio, observándonos, contemplándonos. Parecía que nuestras esencias fuesen transparentes ante Sus ojos, nos dio a entender que Él podía leer todos nuestros sentimientos al mismo tiempo, que todo quedaba en evidencia ante Él.

En ese momento no sabíamos cómo se realizaría la tarea que Él había pedido. Él estaba presente y solamente lo observábamos, no sabíamos qué diría. Hasta que comenzó a hablar y nos transmitió un mensaje en el que nos decía que, desde el 5 de enero de 2013, recibiríamos Su mensaje diariamente durante un año, hasta el 5 de enero de 2014.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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