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Hoy Mi Corazón se alegra por la respuesta de Mis compañeros y amigos.
Hoy Mi Corazón se enciende por la gratitud que siento por cada uno de ustedes, no solo porque están aquí, sino porque esto, hijos, es el reflejo de una respuesta de sus seres internos, de la sed que sus espíritus sienten de despertar, de beber del Conocimiento divino que, como su Instructor, Yo les traigo. Este Conocimiento está más allá de las palabras y es irradiado a través de Mi Corazón por Mi simple presencia, porque él está en Mí y Yo en él, en una perfecta unidad porque esta es la Voluntad de Dios.
Como Instructor de este mundo, el Creador depositó en Mi interior Sus Libros Sagrados, Su Conocimiento divino y universal para que, poco a poco, Yo pueda revelarles y, más que eso, pueda enseñarles a amar ese Conocimiento, para que él se transforme en sabiduría y, de esta forma, sus consciencias y sus espíritus sean dignos de construir la nueva vida sobre la Tierra.
Para eso estoy aquí, para instruirlos y formarlos, no para lleguen a Mi Corazón, sino para que amen este camino evolutivo que los conduce al Corazón de Cristo y, a través de Él, al Padre.
Hoy Mi Corazón se convierte no solo en un espejo, sino en una fuente de sabiduría. Creo un puente con el Corazón de Dios para traer esta sabiduría a la Tierra e irradiarla a sus corazones para que reciban este legado y no lo pierdan, a pesar de los acontecimientos de la Tierra.
Vengo a depositar esta sabiduría dentro de ustedes para que, cuando Nuestras Voces ya no resuenen en el mundo, cada uno de ustedes pueda mirar hacia dentro de sí y encontrar ese Conocimiento para saber actuar, discernir y atravesar las pruebas que vivirán como humanidad.
Hoy, hijos, vengo a enseñarles a amar a la vida superior, a la vida cósmica, más allá de la vida crística que está escrita en los Libros Sagrados de la Tierra.
Hoy les traigo los Libros Sagrados del Universo para que encuentren allí su historia, aquella que no comenzó en el planeta, sino en el Corazón de Dios, en la Esencia más pura de su Padre Creador, que se fue diseñando a lo largo de su evolución como esencias, como consciencias, como espíritus y, finalmente, como seres humanos.
Esta vida que ustedes viven en la Tierra es un momento culminante de una evolución que se viene construyendo mucho antes de este planeta.
Por eso, hijos, ahora que aprendieron a amar a la Sabiduría que recibieron en el planeta a través de los Libros Sagrados que el Creador transmitió a sus diferentes profetas, apóstoles y discípulos; ahora amen el Conocimiento divino atraído por los Espejos del Cosmos, por los profetas celestiales y por los apóstoles que aún no conocen, los Señores de la Sabiduría que habitan en el Universo y que hasta hoy los acompañaron de forma silenciosa, pero que, en este momento, llegó el tiempo de conocerlos.
Les digo todo esto porque la evolución, en este planeta, debe dar un paso y eso acontecerá a través de cada uno de ustedes.
Si no aman el Conocimiento del Universo, la vida que se guarda en el Infinito, ¿cómo podrán manifestar el Reino de Dios en la Tierra?
El Reino de Dios, hijos, no es nada de lo que conocen con sus mentes, es algo que conocen con sus corazones, con sus esencias, porque ellas provienen del Corazón del Padre y guardan en su interior los Principios más puros de Dios.
Por eso, en este momento, abran sus corazones, dejen que Yo diseñe este momento de despertar en los espejos de sus espíritus, aquellos que protegen a sus esencias.
Permitan que el espejo de Mi Corazón de Instructor se refleje en los espejos de sus corazones y les muestre, así, la verdad que se guarda detrás de Mis Palabras.
Así como hay una jerarquía en la Tierra, también hay una Jerarquía en el Cielo, y la vida eterna es mucho más profunda de lo que ustedes imaginan.
A lo largo de su evolución como humanidad, fue parte de la Voluntad de Dios que ustedes vivieran aislados de esta realidad superior, porque así podrían vivir un aprendizaje único, porque el amor que deben desenvolver aquí no existe en ningún otro lugar de la Creación divina sino en el Corazón del Padre y del Hijo, y aun allí se debe renovar.
Si ustedes supieran de la Verdad Superior desde el principio, jamás podrían vivir una experiencia única, porque serían influenciados por todo lo que se vive en el Cosmos.
Pero en este momento, hijos, todo el universo aprende con la Tierra, y llegó el tiempo de retornar, de vivir su experiencia final, no para que el planeta deje de existir, sino para que él exista verdaderamente, cumpliendo la Voluntad de Dios y el Propósito que nació del Corazón del Padre al pensar en la Tierra.
En este último tiempo de ignorancia, de ilusión, de velos en sus ojos, el planeta se estremecerá, no solo físicamente sino también espiritualmente para que, de esa forma, recorriendo el camino en el calvario de estos tiempos, aquellos que fueron convocados para vivir una experiencia crística, puedan vivirla y, de esa forma, abran un nuevo ciclo, un nuevo tiempo, en el que la Tierra podrá retornar al Tiempo de Dios, a la Realidad Superior, porque ya cumplió con lo que el Padre esperaba, ya comenzó a dar los primeros pasos en la renovación de su Divino Amor y esta renovación podrá continuar a través de toda su Creación, de todos los seres que no conocen, pero que aguardan poder vivir este amor que se desenvuelve en la Tierra.
En este tiempo, hijos, cuando todo haya pasado, la Tierra recibirá un nuevo nombre, un nombre que proviene del Corazón de Dios, y cada uno de ustedes será llamado a través del sonido sagrado que emanó de las fuentes sublimes cuando fueron creados. Ya no habrá personajes que vivan en la Tierra a través de las personalidades de los hombres.
Cada ser manifestará lo que verdaderamente es, porque esta es la Voluntad Divina.
Sé que todo lo que les hablo les parece muy distante y, a veces, irreal.
Recuerden que Yo estoy colocando dentro de ustedes una verdad de la que no son conscientes, pero que deberán comenzar a recordar, por eso les hablo de ella. Dejen que ella ingrese en su corazón y los transforme, no para que sean otros, sino para que sean ustedes mismos y dejen de dormir en el sueño del planeta, con sus ojos turbios por la ilusión de la Tierra, para que puedan despertar, porque el tiempo ya está llegando y aquellos que no tuvieron la misma Gracia que ustedes tienen hoy de escuchar estas palabras y de recibir este Conocimiento Divino en su interior, se despertarán tarde y no tendrán tiempo para arrepentirse de sus errores y para enderezar sus caminos para llegar a Dios.
A estos, hijos, la realidad los tomará por sorpresa y no comprenderán lo que ven delante sus ojos, no comprenderán lo que sienten sus corazones, porque la realidad para sus mentes era la vida sobre la Tierra y no la Verdad que provenía del Corazón del Padre.
Hoy reciban lo que les digo y sepan que hay mucho más para ser revelado, pero sus corazones se deben ir preparando como la tierra que preparan para recibir a las semillas nuevas que generan nuevos árboles, nuevos frutos, nueva vida. Esta preparación, hijos, acontece a través de la oración, acontece dejando quebrar este viejo hombre que piensa y critica todo lo que Dios les entrega.
Dejen que su mente se detenga por un momento, que sus corazones se abran a algo desconocido. No tengan miedo de sentir el Amor de Dios, porque Él no les hará mal.
El corazón humano sufre cuando se resiste porque, para ingresar en la Verdad de Dios, ustedes deben perder todo aquello que tenían como verdad y, de esta forma, también perder su voluntad humana, su voluntad propia, porque sus planes ya no tendrán sentido y solo reencontrarán el sentido cuando encuentren la Voluntad de Dios para sus vidas.
Para vivir lo que les digo, ustedes no necesitan estar en un lugar diferente. Necesitan, hijos, dejar que una química oculta, interna, acontezca dentro de ustedes. Es algo que comienza en sus corazones y que, muchas veces, sin que lo perciban, se manifiesta en su vida externa. No es al contrario, no es cambiando de casa, de ciudad, de empleo que vivirán una transformación, porque muchas veces hacen todas estas cosas y siguen siendo los mismos, viviendo la misma ilusión.
Por eso, en esta mañana, Yo vengo con este Conocimiento Divino, vengo con la luz de los Espejos del Cosmos para transformarlos por dentro, para despertarlos por dentro.
Sientan en su corazón Mi Presencia. Contemplen internamente el Cosmos que se manifiesta a través de Mi Corazón. Contemplen las estrellas, luces que se encienden en un azul profundo. Contemplen las fuentes de la vida que parecen lagos celestiales, de una luz que desconocen, porque sus colores solo se contemplan en la vida celestial.
Dejen que esta imagen ingrese en su corazón, profundicen en ella, lleguen al Corazón de Dios, que no es un ser humano, sino una Fuente Celestial, una Luz que no tiene dimensión, que no tiene forma ni color, pero que guarda en sí todas las dimensiones, todas las formas, todos los colores, todos los sonidos.
Vean, hijos Míos, que todo esto que les muestro se refleja en el espejo de sus corazones. Les estoy revelando la puerta, que hay dentro de ustedes, hacia el Corazón de Dios. Les estoy revelando la llave de la semejanza con el Corazón del Padre.
Contemplen, en este momento, su espejo interior, su esencia divina y vean allí todo lo que les digo: el Cosmos, las estrellas, las galaxias, los planetas, las Fuentes de la Creación y el Creador. Todo esto se esconde dentro de ustedes y, en este diseño divino muchos otros misterios se guardan: rayos, energías divinas y sublimes, una vida superior, planetas, civilizaciones, seres en evolución.
Vean así, hijos, que el Padre no los abandonó en la ilusión de la Tierra. Él escondió dentro de ustedes Su Verdad, Su presencia, como en ningún otro ser de Su Creación.
No busquen comprender lo que les hablo; solo reciban con amor lo que les traigo, porque viene de Dios.
Este Conocimiento estará escrito en los Libros de la Redención de la Tierra, los que se están escribiendo en este tiempo a través de las Palabras de los Mensajeros Divinos y que completan un legado único no solo para este planeta, sino para toda la Creación. Aquello que es sagrado, no es sagrado solo para la Tierra, sino para toda la vida.
Hoy, hijos, como humanidad, ustedes viven algo único, una Gracia celestial que sé que no comprenden, pero que pueden estar agradecidos por ella, porque este momento se escribe en la historia de la Creación, así como se escribieron los momentos en los que el Hijo de Dios estuvo en la Tierra.
Ustedes están aquí para preparar Su Retorno y aunque esto parezca algo distante y que nunca vivirán con sus ojos, con sus corazones, vivos; hoy Yo les digo que sí, que lo vivirán, que no es algo distante, que es un acontecimiento que ya se manifiesta en la Tierra en los niveles espirituales, que, poco a poco, se diseña en la manifestación de la Vida.
Por eso les digo estas cosas, para que vivan cada día como si fuera el día del retorno de Cristo. Él puede llegar en cualquier momento y ustedes deben estar prontos para esto.
En sus oraciones, recuerden lo que Yo les dije, recuerden este puente que hay en su mundo interior hacia la Consciencia Divina.
Contemplen la propia esencia como algo sagrado, verdadero y, de esa forma, dejen que la Vida Superior ya no sea una Enseñanza, ya no sea una Instrucción de la que beben y beben, pero no asimilan. Vean que la Vida Superior es algo vivo, que ustedes son la Vida Superior.
Vamos a realizar juntos una oración que, a pesar de pequeña y simple, guarda en sí todas las llaves que ustedes necesitan para llegar a Dios; para que Él manifieste Su Presencia en ustedes; para que, de esa forma, Su Reino Celestial también viva en la Tierra.
Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu Morada.
(Se repite siete veces)
Sé que muchos no creen, pero en la Eucaristía se guarda la Verdad Divina, porque en ese misterio el Creador les entrega todo lo que Él es, para que sean como Él y se fundan en Él en cada comunión.
Por eso, en este momento, como Sacerdote consagrado por Cristo desde el inicio de Mi existencia, vengo para consagrar estos elementos, para que Mis Gracias, las que traigo del Cielo en el nombre de Dios, se tornen materia en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, porque lo que les traigo y lo que les hablo no proviene de Mí, sino de Dios.
Cada palabra pronunciada por los Mensajeros Divinos es manifestada por la Voluntad Divina, por eso son sagradas y deben ser reverenciadas eternamente.
El recuerdo de la Santa Cena no está solamente en los Libros Sagrados, sino que se profundiza en los libros del Universo, porque este acontecimiento fue y es mucho más profundo de lo que ustedes imaginan.
Cuando Su Señor elevó el pan, lo bendijo y lo partió, toda la Vida lo reverenciaba, las civilizaciones se postraban, los Espejos del Cosmos se volvieron hacia la Tierra y el mismo Dios hizo silencio, manifestando Su Gratitud por la entrega de Su Hijo para la renovación de Su Amor en toda la vida.
Cuando Su Señor elevaba el Cáliz, lo bendecía y lo repartía entre Sus compañeros como Su Sangre, como el símbolo de Su "sí" que era emitido a Dios, no solo por el sacrificio que viviría en la cruz, sino por una entrega perpetua, manifestada a lo largo de los siglos en los niveles del Espíritu porque, hasta hoy y todos los días, Cristo revive Su entrega para estar en todos los sagrarios de la Tierra.
En cada momento de Comunión, el Universo vuelve a reverenciar a la Tierra, los Espejos se vuelven hacia el planeta para irradiar cada código, cada instante de la historia del sacrificio de Cristo que fue escrita, en ellos, para que cada momento vivido por el Señor sea impreso en los elementos ofrecidos por el hombre para ser divinizados y sacramentados y, así, transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.
Como toda la Vida, como todo el Universo, como la Consciencia Divina que en este momento vuelve a hacer silencio, reverencien también ustedes la transformación de los elementos en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo y sepan, hijos, que esta es la Ceremonia más Sagrada de sus vidas, porque no importa dónde estén o quién esté oficiando, porque cada sacerdote en ese momento recibe la Gracia de Dios y toda vida reverencia la entrega de Cristo, para que el Amor se renueve, no solo en el corazón humano sino también en el Corazón de Dios.
Juntos oremos y en gratitud sintamos la transubstanciación de estos elementos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo:
Oración: Padre Nuestro (en portugués).
Padre Nuestro (en arameo, transliterado al español)
Abbun debashmaia
Netkadesh eshmoj
Teite malkutaj
Nejuei sevianaj aikana
Debashmaia af ba-arja
Jav-lan lajma teesunkanan iagmana
Washpocklan jaubein wajtagein
Aikana daf jenan shoaken oljaiabenWela tajlan letnesiuna
Ela patsan men bisha
Metul delaje malkuta
Wajela wateshpurjta
Laj-lam almin
Aamein.
Que la paz, el amor y la Vida de Cristo estén en sus corazones.
Le dejo, hijos Míos, Mi profunda gratitud por sus vidas, por sus esfuerzos y por su presencia.
No dejen de profundizar en su camino interno, porque él solo termina cuando ustedes llegan a Dios y se funden en Él eternamente.
Les dejo Mi bendición y Mi paz y, sobre todo, Mi divina gratitud a sus corazones.
Les agradezco.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más