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Ora, y si tu oración fuera verdadera, llegará a los Cielos y unirá no solo tu corazón a Dios, sino también el corazón de todos los que necesitan Su Presencia.
Sirve, y si tu servicio fuera verdadero, sin importar lo que hagas, él tendrá repercusiones espirituales que serán desconocidas para ti, pero que, en lo invisible de tus acciones, se tornarán el motor para la transformación del mundo.
Ama, y si tu amor fuera verdadero, curará las heridas del pasado, del presente y preparará en el futuro una vida de aprendizajes en el amor y no en el sufrimiento.
Canta y que tu canto sea verdadero, una oración con melodías que elevan tu corazón al Padre, así como lo hacen los pájaros, entregándole el día a Dios, al inicio de cada mañana.
Silencia, y que tu silencio sea verdadero, que no esté colmado de angustias, rencores, pesares o sentimientos que cierran tu boca para herir tu corazón.
Que tu silencio sea curador y que traiga paz, primero a tu interior, después al mundo.
Escucha las Palabras de Dios, aquellas escritas en los Libros Sagrados de este mundo y transmitidas por Sus Mensajeros.
Si tu lectura fuera verdadera, ella abrirá tu corazón para que sepas reconocer la Voz del Padre en tu interior, cuando la Voz de Sus Mensajeros ya no resuene en el mundo.
Y así, hijo, todo lo que hagas, hazlo de verdad, hazlo con la verdad y pleno de una transparencia espiritual.
Transforma tu vida en un acto sagrado y así verás cumplirse en ti como fue dicho en el principio, verás emerger en ti lo que te hace semejante a Dios, verás disolverse la ilusión, para que viva en ti lo que verdaderamente eres.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Para que la vida divina encuentre en tu corazón una puerta para ingresar en la humanidad, debes tener como prioridad la manifestación de esta vida.
Cuando seas consciente de que lo más importante es la unión con Dios, busca esa unión a cada instante y no necesitarás estar encerrado en una capilla para eso, porque existen muchas formas de unirse al Padre, y una de ellas es siendo Su obrero y construyendo en el mundo Su Obra, para que no solo tú, hijo, sino que muchos otros se unan a Él.
No necesitarías perder la oportunidad de contemplar el Corazón de Dios y de estar perfectamente unido a Él; pero en tanto tus obras aún sean para ti, ellas te separarán de Dios y, aunque creas que son para Él, no conseguirás encontrar en tu labor esa unión.
La profundidad de la consciencia de cada uno solo es conocida por sí mismo y, si buscas dentro de ti, sabrás si tu intención es construir algo para Dios o si estás buscando engrandecerte a ti mismo y recibir los méritos por la concreción de dichas obras que ayudas a manifestar.
¿Por qué Santa Teresa de Jesús alcanzaba la contemplación si tantos días y tantas horas se ocupaba de fundaciones, construcciones, de formar consagrados, de contactos con la sociedad?
Porque ella sabía que aquello que estaba haciendo no tenía otra finalidad sino la de manifestar una obra que permitiera la unión del corazón humano con Dios.
¿Cómo podría el padre Pío contemplar si estaba tan ocupado en confesiones, en administrar la construcción de un hospital, con el dolor que le causaban las llagas de su cuerpo y también las llagas de su corazón, causadas por la incomprensión de los hombres?
Porque él sabía que todo lo que hacía no tenía otra finalidad sino expandir un reinado divino cuyo rey no era él, era Cristo.
Hijo, si quieres crecer como alma, como consciencia y como siervo de Dios y si quieres ser un verdadero instrumento de Dios y constructor de Su Obra en el mundo, olvida desde ya los méritos que deseas para ti.
Si estás haciendo algo y en el fondo te gratificas por manifestarlo, medita y pide misericordia por tu ignorancia y por querer ser reconocido por una obra que no es tuya. En cada instante medita en tus intenciones y todo lo que hagas, hazlo para Dios y no para ti.
Si en tus actividades practicas lo que te digo y en todo estás tratando de agradar al Señor y crear condiciones para que la humanidad tenga una forma de unirse a Él, cuando llegue el momento de orar, no te costará tanto encontrar al Padre, porque en ningún momento te apartaste de Él.
Así, hijo, tu vida dejará de ser un eterno caer y levantarse, un eterno distanciarse y aproximarse a Dios, y cada día, en cada liturgia, tendrás la oportunidad de unirte aún más a Él.
En tus manos está la posibilidad de evolucionar y de alzar vuelo a mundos sublimes o permanecer en ti mismo, con los ilusorios méritos de una obra que no es tuya.
Por el crecimiento interior de la humanidad y por su unión con Dios es que te digo estas cosas.
Te dejo Mi bendición.
San José Castísimo
Para curar el presente y preparar una nueva vida para el futuro, deben perdonar el pasado, y es solo el amor, hijos, el que ingresa en lo profundo de la consciencia humana y borra los registros de los errores cometidos.
Las palabras, las acciones, e incluso los actos de caridad y de servicio, son solo vehículos para la vivencia de ese amor, que debe emerger de lo profundo del corazón.
La oración es el lenguaje del amor, es la puerta que se abre en el interior de cada ser para que el amor fluya de Dios a cada consciencia y de sus consciencias a las necesidades planetarias.
Buscar un resultado externo de las propias acciones es cerrar las puertas al amor, porque el retorno no es algo buscado por quien verdaderamente ama. Quien ama solo dona y no espera recibir nada.
Para que sean vehículos del Amor divino y superior para la consciencia planetaria, deben ser más humildes y simples, sin querer ser aquel que transforma y redime todas las cosas, porque lo que transforma y lo que redime es el amor, amor que no proviene de ustedes, sino de Dios.
Hijos, al servir, sepan que lo más importante no es el servicio en sí, sino el amor con el cual sirven. Al estar en contacto con alguien y ofrecerle una palabra de aliento y de esperanza, sepan que lo importante no es lo que dicen o cuán bien se expresan, pero sí con qué grado de amor y de unión con Dios lo hacen.
Antes de servir, e incluso diariamente, como primer ejercicio del día, únanse a Dios y díganle: “Señor, haz de mí un vehículo de Tu Amor”.
Si son sinceros y verdaderos al pronunciar esas palabras y permiten que el verbo sea el vehículo de una intención pura para que ellas lleguen al Padre, eso será suficiente para que el Creador dé un sentido a sus vidas y haga valer cada momento de las mismas para el triunfo de Su Plan.
Que sus acciones, sus pensamientos, sus sentimientos y sus palabras estén impregnados de algo más que de ustedes mismos. Que todo sea por la manifestación del amor, y que el amor, por sí solo, sea el resultado de su servicio y de su vida.
Por la cura de la consciencia humana y planetaria, láncense al descubrimiento del amor divino y permitan que el Creador los haga portadores de ese amor.
Yo los bendigo y los conduzco al verdadero servicio, que ya saben, no comienza ni termina en sus acciones, sino que tiene su verdadera acción en la vida del espíritu y debe tener allí su esencia y su principio.
Su padre y compañero, en el servicio y en la oración,
San José Castísimo
Hijo:
Descubre en el servicio el ennoblecimiento del alma y del espíritu, el nacimiento del amor universal, porque solo cuando la necesidad del prójimo trasciende las tuyas es que puedes comprender un poco la esencia del verdadero amor que viniste a aprender en este mundo.
Comprende que, cuando sirves, no es solo el acto de servir lo que libera a las almas de los infiernos de este mundo, sino también el amor y la caridad fraterna que imprimes en tus acciones y la sinceridad con la que trasciendes tus miedos y limitaciones; es haciendo lo que jamás pensaste hacer, lo que realmente une tus manos a las Manos del Creador y torna sagrado tu servicio.
Ve, sí, al encuentro de los más pobres; ve lejos, buscando en los abismos a los que necesitan de tu unión con Dios. Ve donde los desamparados no conocen la esperanza, donde los enfermos no conocen la fe, donde los hambrientos no conocen la misericordia, donde los pobres no conocen la riqueza que es vivir pleno en el Espíritu de Dios. Imprime todos esos atributos en el silencio de tu boca y en los actos sinceros de tus manos, en el pulsar profundo de tu corazón.
Coloca en el servicio la esperanza de que este mundo alcance la redención, de que las almas reconozcan la unidad y el amor.
No necesitas predicar, porque las palabras, en estos tiempos, a veces, son muy imperfectas. Opta por dar un ejemplo de pacificación, de fraternidad, de entrega abnegada.
No esperes jamás que agradezcan por el servicio que prestas. No esperes retornos, no busques resultados. Coloca en el suelo la semilla de un árbol que tal vez no verás crecer, pero confía en que dará sus frutos para los hambrientos de un tiempo futuro y dará sombra para que los cansados de tanto andar encuentren en ella un lugar de reposo.
Así como enciendes tu corazón en el servicio a los más pobres, también enciéndelo en el servicio a los que tienes al lado. Muchas veces te preocupas con las almas que se pierden a lo lejos, pero no ves a los que se están perdiendo por no encontrar en ti un poco de sustento, de apoyo, de compasión y de fraternidad.
Sé que quieres curar al mundo, reconstruir la Tierra y no dejar que se hunda la barca de salvación para esta raza. Entonces, comienza por tu propia casa, por los Centros de Amor, por toda la vida a tu alrededor, porque aquel que aprende a amar no ama de vez en cuando o solo a algunos pocos, a los más miserables.
El amor, hijo, cuando habita verdaderamente en el corazón humano, contempla a toda la Creación; contempla a los semejantes y también a los Reinos de la Naturaleza; contempla a los pobres y a los ricos por igual, porque la mayor carencia es la carencia de amor.
El amor no tiene cultura, no tiene religión, no tiene un idioma, no tiene una etnia. El amor que se propone vivir en este mundo es el mismo Amor del Corazón de Dios. Por eso, vive en ese amor y sé ese amor a cada instante, con todo y con todos, en el silencio de tus acciones, en la soledad de tu corazón, de la misma forma que entre las multitudes. Así, aprenderás el mayor servicio que se vive en este mundo, que no es solo la caridad, es la cristificación.
Tu padre y compañero de siempre, aquel que te conduce al Corazón de Cristo,
San José Castísimo
Sé que las Apariciones de los Mensajeros Divinos son un misterio para muchos, misterio que en algunos motiva el crecimiento de la fe y en otros el tormento de la duda.
Este mundo, hijos, está lleno de misterios. La propia consciencia humana, en sí, es un gran misterio tanto para el cosmos como para ustedes mismos.
En este planeta, deben aprender a vivir por la fe: fe en lo invisible, en lo intangible, en lo divino, en lo pleno. Solo con la gracia de la fe, el corazón puede estar delante de las diferentes situaciones de la vida con la claridad y la comprensión necesarias.
Les digo esto porque, como grupo y como humanidad, ustedes están delante de dos desafíos que son las dos misiones que están viviendo. Ambas situaciones, que deben ser develadas, tienen raíces muy profundas y desconocidas para todos. Y, para que no estén ante ellas de manera superficial, deben abrir sus corazones a la vivencia de la fe, pues es así, confiando en lo invisible y siguiendo sus corazones en cosas tal vez inexplicables o no tan obvias para sus mentes, que ustedes podrán estar plenos frente a esos dos desafíos.
Las dos situaciones que hoy enfrentan los seres, tanto en Medio Oriente como en Chaco, Argentina, necesitaron llegar al extremo para que la humanidad colocara sus ojos sobre ellas y, aún así, aquellos hermanos padecen mucho con la indiferencia, porque el corazón humano todavía no se abrió para vencer sus propias comodidades e ir al encuentro de las necesidades del prójimo.
Sus hermanos de la consciencia indígena intentaron llevar a cierta parte del planeta, sobre todo a América, a una vida evolutiva diferente de la vida del resto de la humanidad. Ellos encontraron lo Sagrado gracias a la reverencia, porque era justamente la falta de contacto con las creaciones e invenciones materiales de la mente humana lo que les permitía encontrar un camino evolutivo diferente, basado en el amor y en la simplicidad.
Pero en un planeta al que todos vinieron para aprender a amar, la misma tendencia de los espíritus presentes en él sofocó la expresión natural de los guardianes de la pureza, los pueblos originarios. Con la ayuda y el incentivo del enemigo de Dios, ustedes no pudieron comprender las diferencias y, a lo largo de muchos siglos, intentaron imponer una forma de vida mental, material y basada en la competencia y en la lucha por el poder. Por el hecho de que los indígenas no sean así y por haber permanecido en su pureza, ustedes los hicieron sufrir y, hasta hoy, influyen como pueden en las mentes de los pequeñitos, intentando hacerlos desaparecer de la Tierra, sin percibir que, con ellos, desaparecerán el amor, la simplicidad, la pureza y la humildad del corazón.
Es la misma lucha por imponer sus propias costumbres e ideales la que genera, en Medio Oriente, las guerras y los conflictos permanentes. Y Yo les digo que no solo proviene de Medio Oriente el incentivo para esas guerras y que no es solo con la ayuda de las grandes potencias económicas de Occidente que ellas crecen y se desarrollan. Quiero que comprendan que esos males tienen raíces espirituales profundas y un único propósito: destruir los Planes de Dios. Es por eso que contamos más con la fortaleza espiritual de pocos que con los recursos materiales de muchos.
Una de las formas que el enemigo usa para hacerles perder la fe y la esperanza es colocar en las mentes el ansia de encontrar resultados materiales, pero esa búsqueda fue la que llevó a Judas al suicidio, por no comprender que la victoria del Mesías era en la Cruz.
Ustedes, que están más conscientes, deben servir sin buscar resultados; deben trafnsformarse sin recibir méritos; deben esforzarse sin encontrar recompensas ni reconocimientos. Dios tiene Sus Ojos puestos en los que son verdaderos y fieles a Su Plan. Sobre estos Él colocará Su Cruz, que para unos podrá significar muerte y fracaso, pero para los que tienen sus corazones abiertos y sus consciencias despiertas significará el triunfo de Dios en todo el universo.
Sirvan todos los días con la certeza de que la verdadera batalla se vive en el espíritu y que ahí debe ser vencida. Lo que sucede en la materia es un simple reflejo de lo que se multiplica en los Planos Superiores.
Por eso, quiero hacerles comprender los acontecimientos del mundo desde un punto de vista más amplio para que, delante del servicio, ustedes no se apeguen a lo que puedan hacer con las manos, pero sí a lo que se alcanza con el corazón.
Por el descubrimiento del servicio y de la misión espiritual,
San José Castísimo
La Paz es un don divino en el corazón de aquellos que confiaron sus vidas al Padre Altísimo.
La Paz en la vida espiritual proviene de la renuncia a todos los reAsultados de sus obras. Por más que el corazón se esfuerce para trascender sus propios límites, en pro del cumplimiento de la Voluntad de Dios, él no se apega a los resultados ni en sí, ni en los demás ni en ninguna cosa.
En estos tiempos, para no desgastar el corazón ni el ánimo de seguir adelante, deben mantenerse en paz y cruzar los días de conflicto interno y de purificación con cierta confianza en el porvenir, y no tan involucrados con la transición que ustedes o los otros viven.
Dios les dio la oportunidad de purificarse bajo el don de Su santa Paz, al amparo de Sus Centros Marianos y en una época en la cual el caos aún está comenzando su ciclo de expansión.
Dichosos los que se valen de las dádivas entregadas por Dios, porque Él espera que, en un tiempo próximo, no estén recorriendo más los caminos básicos de la propia transformación, sino que ayuden a los que tendrán que soportar el brusco despertar que vivirán y los cambios internos y externos que sucederáncon violencia, por decirlo de algún modo, en todo el planeta.
Sean más simples, no Me cansaré de decirlo, porque cuando descubran el don de la simplicidad, no enredarán más sus propias consciencias en las cosas cotidianas de la vida y no perderán energía espiritual con conflictos que serán, de ahora en adelante, el diario vivir de la consciencia humana y que, inclusive, crecerán en intensidad.
Todo depende de aquel que pasa por la purificación y de los que están a su alrededor. Si aprenden a vivir todo con naturalidad y sin espanto, podrán ayudar para que el proceso de cada uno sea menos doloroso.
No les digo que sean indiferentes delante de las pruebas que ustedes o sus hermanos viven, sino que traten de ofrecer el bálsamo de la simplicidad y de la paz en esas situaciones, reconociendo con madurez lo que debe ser transformado y disponiéndose a la limpieza del propio lodo interior.
Sé que existirán reacciones internas y externas que ustedes no podrán controlar y solo tendrán claridad sobre ellas cuando, en un momento de mayor lucidez, reflexionen sobre lo que les sucede. No piensen que no hay solución para lo que viven, sino, poco a poco, intenten no envolverse tanto con los propios procesos.
Sean más directos e, inclusive, más fríos consigo mismos. Perciban un error e intenten transformarlo. Al reconocer que cayeron y solo lo advirtieron cuando estaban en el suelo, levántense y continúen caminando, pues más adelante podrán abrir los ojos a otros para que eviten tantas caídas.
Sirvan y sacrifíquense con paz y valentía, porque el servicio abnegado los ayudará a descubrir la verdad de la magnitud del Plan de Dios y que, en el mundo e incluso a su alrededor, existen mayores necesidades que las suyas y mayores problemas que los de su purificación.
Amen los tiempos en que viven, con la certeza de que el triunfo de Dios en sus vidas se gestará a partir de esas transformaciones que, a veces, son incómodas, pero que siempre valdrán la pena.
En la simplicidad de Mis palabras les dejo Mi paz, para que reciban de Mi Espíritu Divino todo lo que necesitan para consagrar la materia.
Todo sea en pro de la manifestación de la Voluntad de Dios.
San José Castísimo, pacificador y simplificador de los corazones humanos
Si les pido una campaña para sembrar el amor en la humanidad, se preocupen con el árbol que crecerá o con los frutos que podrá dar o no.
Mis amados:
No piensen en el resultado de sus acciones, porque deben aprender a sembrar como siembra Dios en el vasto universo de Su Creación. El Señor envía impulsos por medio de los diferentes Mensajeros e Instrumentos Divinos que los llevan a todo lo que fue creado. Él solo dona de sí para el crecimiento de Sus criaturas.
Ustedes deben actuar como Dios, sin perder nunca la esperanza de que el amor crezca y dé frutos en la consciencia humana, pero sin buscar resultados según lo que comprendenque debería suceder como respuesta a sus acciones.
En lugar de pedir perdón, irán a donar perdón y lo donarán para toda la humanidad; donarán actos de perdón y de amor.
Aunque sientan que no obtendrán ningún resultado, solo comprendan que, si son verdaderos y simples y no buscan nada para sí, la semilla quedará en la consciencia humana.
Muchas veces ustedes temen actuar porque quieren actuar por sí mismos. No pueden pedirle perdón a alguien buscando un milagro o una gran acción para publicar en internet. Acuérdense de que deben ser puros de corazón y de que la única razón de la existencia de esta campaña es sembrar el amor en la humanidad y, así, disipar el odio del corazón humano. Deben tener ese propósito claro. Y nunca se olviden de los niños de Medio Oriente, que aguardan sus acciones y oraciones, que generan méritos para la salvación de esas pequeñas almas.
Por eso, vayan sin temor; perdonen, reconcíliense con el prójimo, sirvan y amen, por la salvación de sus hermanos en el mundo entero.
Yo los amo y los conduzco a la esencia de un servicio verdadero.
San José Castísimo, servidor de todas las almas
Camina con pies descalzos, simbolizando el desapego de los resultados y la entrega de todas las metas en tus caminos.
Únete al Propósito de Dios y a Su Plan de Rescate y deja que el Creador se encargue de todo lo demás.
Sé, tú, el que proclame la Misericordia de Cristo en todos tus actos, pensamientos y palabras, sentimientos y aspiraciones. Jamás pierdas de vista el Manantial de Misericordia y sé misericordioso, como buen y verdadero discípulo de tu Señor.
No dejes que las demandas del día a día te impidan servir a los demás. No dejes que tu prisa te cierre los ojos para lo que tienes al lado, y no te permitas ignorar a los Reinos de la Naturaleza que piden tu ayuda.
Vive con atención y vigila tus pasos, buscando, en cada segundo, dónde te espera el Señor y cuál es la necesidad de Él que suplirás.
Permítete ser siervo del Dios que habita en todos los seres y en todos los Reinos de la Naturaleza y no proclames Su Presencia solo con palabras, sino, sobre todo, con el ejemplo puro de
tus acciones.
Trata de comprender al prójimo y vive bajo la Ley del Amor o, por lo menos, intenta vivirla todos los días.
El mundo está colapsando con una humanidad que no sabe amar, a pesar de tener una oportunidad única, en todo el universo, de aprender sobre el amor. Sé aquel que impulse el paso de esta raza. No esperes la transformación ajena, solo recuerda todos los días que la transformación de los que tienes a tu alrededor proviene de ti.
Sé aquello que buscas en los demás y, antes de exigirle algo al prójimo, exígete primero a ti y entrega al otro un amoroso y silencioso ejemplo de vida.
Únete todos los días a los que son verdaderos de corazón. Ora por este mundo y transfórmate también por él, porque el Proyecto de Dios necesita cumplirse en ti y en todo el planeta.
Hoy te pido que te unas a todos los cristianos que, sinceros de corazón, aspiran a encontrar la paz. Ora y ayuna como pudieres en el día de mañana, respondiendo al Llamado de Dios enla
voz del Papa Francisco.
Sé verdadero en tus oraciones y trata de orar, no con emoción, sino con espíritu y corazón. Siente, en lo profundo de tu ser, el dolor de Dios por todo lo que sucede en el mundo y déjate llevar hacia una transformación verdadera.
La paz se expande en el planeta por medio de los corazones pacíficos que pueden vivirla.
Que todos los corazones del mundo se unan para proclamar la paz.
San José, pacificador y humilde siervo del Dios Altísimo
Vengo en esta tarde a revelarles una verdad suprema de Mi Corazón: uno de los pilares para la consagración del espíritu es el amor a la soledad; soledad que encuentra al Corazón del Padre Eterno y, dentro de Él, a toda la Creación.
La consagración de la vida requiere que los seres abandonen todas sus expectativas en relación con el prójimo y consigo mismos; que no quieran conquistar ninguna cosa para demostrar su avance, ni siquiera un atributo espiritual.
En cuanto estén presos de la necesidad de mostrar resultados en sus transformaciones se estancarán en el mismo punto y, a veces, encontrarán las mismas miserias de siempre. La transformación
definitiva comienza en la consagración verdadera a Dios, y consagrarse a Dios es entregarle a Él todo lo que cada uno es. Aunque no obtengan ningún resultado o no alcancen ninguna meta, no importará a dónde llegarán, porque lo que ustedes son solamente pertenece a Dios y a nadie más.
Cuando hablo de soledad, hablo del desapego de las compañías en sus caminos. Con esto no quiero decir que a partir de ahora deban estar solos físicamente. Solo quiero decirles que deberán dar sus propios pasos, aunque sean los únicos en el mundo entero asumiendo un camino de transformación. Y aunque todos a su alrededor no reconozcan ese camino y no se esfuercen en nada para recorrerlo, aun así deben hacerlo.
La consagración debe ser entre la propia alma, el propio espíritu, y Dios. Ninguna interferencia de la vida sobre la Tierra deberá apartarlos de la posibilidad de lanzarse en el abismo de
la entrega al Creador.
Uno de los motivos, Mis queridos, por los cuales la humanidad no alcanza los Principios Celestiales es la imposibilidad que tiene la mayoría de los seres de desapegarse de todo lo que los otros esperan de ellos, o también, de caminar sin depender de los pasos ajenos, de incentivos externos de los que los acompañan.
Como ven, ese camino es duro y árido, pero la fuente que se encuentra al cruzar ese desierto es eterna y, si un ser es capaz de llegar hasta ella, podrá saciar la sed de toda la humanidad.
Sepan que, aunque ese camino esté impregnado por el espíritu de la soledad y de la entrega, lo harán por todos aquellos que no se animaron a caminar. Los méritos generados por uno de ustedes, resultarán en la salvación de muchas almas.
Por eso, nuevamente les digo: conságrense al Creador todos los días, vivan para Él y no para otros, tampoco para sí mismos. Así, abandonarán la necesidad de realizar hechos que no construyen el Proyecto de Dios, por la inseguridad y por el miedo de no ser aceptados por los demás.
El Señor espera que limpien el suelo que pisan, que retiren las hojas secas y vean en la tierra la marca de Sus Pies. Sigan Sus Pisadas. No hubo nadie más solitario ni desapegado de sí y del mundo que el Hijo de Dios, su ejemplo y su salvación eterna.
Bajo el Amor de Cristo, Yo los bendigo.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más