MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Definirse, hijo, es reafirmar todos los días la Voluntad de Dios para ti, es caminar rumbo a esa Voluntad y ya no alimentar los desvíos humanos que, a pesar de ser pequeños, te alejan de Dios.

Definirse es comprender tu misión y cumplirla, la misión de amar y de preparar el Retorno de tu Señor al mundo, la misión de servir y de ser precursor de una nueva vida, comenzando por transformarte constantemente a ti mismo.

Definirse es abandonar lo que te separa de Dios y de Su Verdad, dejar atrás las conductas del viejo hombre, su voluntad propia, su autoafirmación, para recorrer decidido el camino de la evolución en Cristo.

Definirse es ya no alimentar las dudas e imaginaciones que te llevan a soñar con una vida de ilusiones, en la que tus voluntades más humanas se cumplen, y permitir que tu corazón sea fiel al Plan Divino, incluso con el pensamiento.

Definirse es rendirse a Dios con todo lo que eres, venciendo el miedo de ser otro, diferente de aquello que pensaste para ti mismo.  

Definirse es entrar en la barca que te lleva al Infinito, al Corazón del Padre y no mirar hacia atrás, con la certeza de que tus pasos abren camino para todos los seres, para toda la vida.

La definición acontece todos los días y se reafirma a cada instante.

Para ti, hijo, no hay otra definición sino estar en Dios y permitir que Él se exprese en ti. Esta es tu misión, tu camino, tu plenitud, tu compromiso. Deja que todo lo que te impide vivir la Voluntad de Dios se desvanezca.

Es tiempo de definir tu corazón en Dios.

Tu Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

El Arte de ser humilde para llegar a Dios y a Sus Misterios

Ser humilde, hijos, a pesar de ser simple, no es algo fácil para la condición humana.

La humanidad aprendió, a lo largo de su evolución en la Tierra, a ambicionar siempre algo: conocimientos, bienes materiales y dones que engrandecieran la propia consciencia y la autoafirmaran.

El hombre, hasta hoy, a pesar de los ejemplos que recibió, aún no aprendió a amar la esencia de la vida en la Tierra.

No les digo que él no la conozca, porque sí, la conoce y sabe que la Voluntad de Dios se expresó en Su Hijo y que Su ejemplo fue como una barca que remó contra la corriente de la condición humana y le demostró que los esfuerzos de la humanidad estaban yendo por el camino contrario a su verdadera evolución.

A pesar de saber la esencia del propósito de su existencia, la humanidad no ama a este propósito más que a sí misma, y allí radican todas las raíces de las resistencias y dificultades para manifestar verdaderamente ese propósito.

Amar la Voluntad de Dios más que a sí mismo es lanzarse en un abismo en donde el control propio no existe, en donde las propias ideas y voluntades son siempre una opción mas no una verdad.

No les digo que ser humilde es ser indiferente, no pensar, no opinar, no participar de la vida con discernimiento propio.

La humildad está en saber que siempre hay una verdad que trasciende las capacidades humanas de pensar, saber y discernir.

Siempre hay una verdad que está más allá de lo que los seres pueden saber y el camino es la búsqueda constante, el eterno intento de encontrar el camino correcto, pero siempre dispuestos a ser corregidos e iluminados para salir de la ignorancia y de la equivocación.

La humildad es la consciencia de que por más que actúen, piensen y sientan lo mejor que pueden, siempre habrá algo más, una realidad que trasciende sus posibilidades, y que, por sí mismos, siempre tendrán grados de ignorancia que serán colmados en la medida en que se permitan ser corregidos, se abran para aprender y reconozcan que cada ser recibe una parte del Conocimiento Divino y que pueden aprender y dejarse complementar con todos.

No hay nadie sobre la Tierra que sea portador de una sabiduría absoluta.

El gran misterio de Dios es que Su Legado se repartió entre todos Sus hijos y, desde los más miserables a los más santos, todos tienen una pieza para completar el cuadro de la plenitud.

Reconozcan, entonces, la propia ignorancia y dejen que sus seres ingresen en un nuevo ciclo de mayor humildad, porque dispuestos a aprender podrán enseñarle al mundo, en silencio, y valdrá más el propio ejemplo que mil sermones y palabras dichas sin vida.

La vanidad no se oculta y no se silencia por más que sus bocas estén cerradas y las mentiras circulen por sus pensamientos.

Todo está visible.

Solo sean puros en lo que hacen, piensan y sienten.

Busquen la consciencia de que no saben nada y podrán estar verdaderamente aptos, no solo para escuchar las Palabras que provienen de Dios, sino también para vivirlas. Y ya no las guardarán en sus libros o en sus mentes, sino que las escribirán con sus propias vidas en la historia de la redención humana.

Yo los amo y los llamo a un nuevo y verdadero ciclo de vacío de sí y de entrega absoluta.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERNMANA LUCÍA DE JESÚS

Mientras que no comprendan que la paz en el mundo nace en el interior de cada ser, ustedes seguirán viviendo en tiempos de caos y de indiferencia hacia Dios.

Para vivir en un mundo pacífico, tendrán que ser pacificadores, no solo en las grandes obras, sino en todos los instantes de la vida.

El inicio de los conflictos en el corazón humano es siempre el mismo: la imposibilidad de renunciar al parecer propio, la incapacidad de dejarse humillar, el ansia de manifestar las cosas en el mundo según su comprensión, la falta de fraternidad y la incapacidad de adherir a las ideas ajenas y de intentar comprender la forma de pensar y de sentir de los demás, para que así les muestren lo que, por sí mismos, no pueden ver.

La falta de paz está siempre ligada a la falta de humildad, porque un corazón humilde, que no teme renunciar y aprender con los demás y con las situaciones de la vida, vive siempre en paz, al menos consigo mismo. Si algo le quita la paz, es la tristeza por advertir que pocos despertaron a la Verdad y están perdiendo la oportunidad de conocer la paz, porque prefieren afirmarse a sí mismos todo el tempo. 

En el mundo, los hombres pecan por la ignorancia, por la influencia de las fuerzas de opresión y de la involución, y por la propia incapacidad de dar se una oportunidad de renacer en conversión a un propósito superior. Pero aquellos que Me escuchan, así como escuchan a los demás Mensajeros Divinos, pecan porque prefieren afirmarse a sí mismos antes que confiar en todo lo que aprendieron de Dios.

¿Quién tendrá mayor pecado?

La paz no surgirá en el mundo por intermedio de los corazones de los ignorantes, porque estos están ciegos en su ignorancia y necesitarán del surgimiento de la Luz para encontrar el camino a la redención.

¿Quién abrirá las puertas y las ventanas del mundo para que ingrese el Sol?

Ustedes, compañeros Míos, siervos de Dios Altísimo, escuchan estas palabras no para volverse mejores personas en un mundo de absoluta indiferencia para con los Planes de Dios; ustedes escuchan todo esto para que, con Palabras Divinas, el Señor despierte al menos unos pocos corazones humanos dispuestos a volverse nada y a renunciar a todo, para hacer de su consciencia una fuente de paz para el mundo, a fin de que, gota a gota, esa paz pueda saciar la sed de los que nunca la conocieron en vida.

La heroica obra de estos tiempos no es martirizar el cuerpo, es santificar la consciencia, porque es mucho más difícil para el corazón humano renunciar a su parecer que renunciar a su vida. Incluso, hay quienes prefieren la muerte a la humildad.

Por eso, encomiendo esta misión a los valientes de espíritu, que batallarán en silencio y vencerán en el anonimato de su pública derrota, pues la victoria de los humildes solo Dios la conoce. En amor y paz, los despierta al espíritu de la humildad,

San José Castísimo

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