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El ser humano despierto es como un granito de arena frente al mar.
Mientras dormía, estaba distante del agua y, en el desierto de su sequedad interior ni siquiera podía concebir la existencia del océano.
Hasta que un día, el Soplo del Espíritu de Dios toca su corazón, mueve su vida y lo empuja hacia la orilla del mar. Allí, ese granito de arena comienza a comprender la inmensidad de la vida y de la Creación.
Comprende que no todo es desierto y sequedad, sino que existe un océano. Él lo ve, siente el frescor de sus aguas, pero solo imagina cómo es la vida en su interior.
Hasta que un día, el Soplo del Espíritu de Dios nuevamente lo mueve, lo empuja y transforma su vida, de forma que lo aproxima más al agua.
Cuando Dios impulsa al mar de la Creación y les da una Gracia a los pequeños granos de arena, una ola se aproxima a ellos y, por algunos instantes, los pequeños granos se ven sumergidos en las aguas del océano.
Aquel, que ve el océano desde arriba, sabe que ese granito solo conoce la espuma suave de un gran impulso de Dios y que la Fuente de ese impulso es un océano inmenso y lleno de vida.
Pero, el granito, sumergido por algunos instantes en el agua, piensa que ya conoce el océano, que sabe cómo es la vida en su interior y que comprende lo que es estar sumergido en las aguas de la Creación.
Pero, en verdad, hijos, un grano de arena solo conoce el océano cuando es llevado hacia sus profundidades; y, después de experimentar la vida en su interior, ese granito se disuelve, tornándose el mismo océano en la inmensidad. Es entonces que podrá saber la verdad de la Creación, porque será parte de ella.
Hasta que llegue ese momento, el granito recorre un largo camino, en el cual se abre al Espíritu de Dios; y Él lo mueve, lo transforma, convierte su vida y sus estructuras más profundas, desconstruye sus certezas y le muestra una nueva verdad.
La verdad es siempre la misma, pero ella se amplía, se profundiza y se enriquece, hasta que la consciencia pueda no solo comprender algo, sino también ser parte de eso. En ese momento, ya no habrá necesidad de comprender, y todo estará cumplido.
Pequeños granitos de arena frente al mar: dejen que las olas de los impulsos divinos los lleven cada vez más hacia adentro del océano del Corazón de Dios y, en cada nuevo impulso, disuélvanse en Él, hasta que llegue el día de fundirse en Él eternamente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Acoge con amor y gratitud las pruebas que tu Señor te envía y descubre, a través de cada una de ellas, el camino perfecto para tu cura, tu despertar y tu redención.
A veces, hijo, Dios te da una enfermedad para experimentar y que, a través de ella, vivas una cura espiritual profunda. La enfermedad te muestra la fragilidad de tu ser humano cuando solo está sustentado por fuerzas humanas y en las leyes de este mundo.
Cuando te rindes de corazón y colocas tu vida en las Manos de Aquel que la creó, y que es el único capaz de conducirla con perfección, entonces comprenderás que la enfermedad viene para curarte de ti mismo, para vencer tus resistencias más profundas, para colocarte delante de Dios, tal como un frágil cordero en los Brazos de su Pastor.
Percibe la enfermedad como la advertencia que proviene del Cielo y que te llama a profundizar en tu entrega y resignación a Dios, en tu rendición delante de Su Voluntad, para que comprendas que Él es el único capaz de guiar tus pasos.
Mientras tú tienes fuerzas, Él tiene Poder.
Mientras tienes conocimientos, Él tiene Sabiduría.
Mientras tú buscas una verdad, Él es la Verdad.
Por eso, hijo, permanece delante de Dios en tu interior, para agradecer cuando Él busca abrir tus ojos, revelándote tu fragilidad.
Profundiza en el sentido de la entrega, de la rendición y de la obediencia. Profundiza en el sentido de la fe, de la gratitud y de la humildad ante Dios; porque de esa forma, tu enfermedad será curadora para ti y tu espíritu se liberará.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
¿Qué es la paz?
Muchos seres dicen que buscan la paz y aspiran a estar en paz. Constantemente, el Creador le dice a Sus hijos que entren en Su Corazón de Paz. El Señor envió al mundo a Su más pura Rosa de la Paz. ¿Y qué es la paz, hijos?
La paz no es la tregua que viven las naciones en guerra. La Paz no es el silencio de la quietud de la mente. La paz es un estado interno al que los seres humanos acceden, una que otra vez, cuando consiguen expresar lo que son y unen su corazón al Corazón de Dios.
La paz es la propia Presencia del Creador en la Tierra. Conceder paz es conceder una oportunidad para que los seres se vuelvan a unir al Padre y, reencontrando al Creador en sus esencias, sientan el amparo, la seguridad, la confianza, el vacío que se siente al estar en el Todo, el silencio que se siente al estar en Aquel del cual provienen todos los sonidos.
Su Madre, María, Rosa de la Paz, es Aquella que los une a Dios y a Su hijo, a través de Su Pureza. Su presencia y Sus palabras son el camino para retornar a la pureza del corazón, y así expresar lo que fueron creados para vivir. Que puedan abrir las puertas que los unen a Dios y encontrar la paz.
Cuando un ser humano despierta y expresa su verdadero potencial, está unido a Dios, está en Su Paz, independientemente de las circunstancias a su alrededor. Y eso, hijos, no es ser indiferentes. Eso es saber que más que sentimientos de pena y angustia, en tiempos de crisis, delante de situaciones extremas, este planeta necesita paz, necesita poder encontrar a Dios y volver a su equilibrio. Por eso, aquellos que están en Dios son capaces de irradiar paz, incluso cuando todo parece estar perdido. Esto es ir más allá de su condición humana retrógrada de miedo, angustia y ansiedad, y encontrar lo que es verdaderamente ser un ser humano, aquel que es capaz de unir todas las cosas al Corazón de Dios a través del amor, y así establecer la paz.
Mediten en lo que les digo y busquen esta verdad en sus corazones.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más