MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La Fraternidad de la Luz – Parte II

En el viento de la próxima primavera serán lanzadas las semillas del Cielo que, guardando dentro de sí mismas dones, talentos y gracias, sembrarán la Nueva Tierra.

Esas semillas germinarán y de ellas brotarán los primeros principios que, algún día, las llevarán a aproximarse al Sol para sentir, de él, el Fuego de Amor del Padre Universal.

Llegó el momento, después de la última tempestad, de que se detuviera la lluvia purificadora, la que refrescó y limpió la tierra para que después volviera a salir el gran resplandor del Sol de Dios.

Así, la tierra fértil de las consciencias fue preparada para recibir los nuevos códigos.

El Hijo de Dios, Jesucristo, anunció el momento de la gran intervención espiritual de los Hermanos de las Estrellas.

Los Jardineros del Espacio se congregaron para que, en el plano del espíritu, las almas recibieran para este nuevo ciclo los impulsos necesarios que los liberarán de la indiferencia y de la mezquindad.

Con el despertar de la consciencia a la vida universal puertas de comunicación internas fueron abiertas, a fin de retirar a la humanidad de la somnolencia espiritual y, así, llevarla a reconocer la Verdad de la cual se había alejado.

Después de tantas crisis el planeta está a punto de dar a luz al Nuevo Hombre, a la consciencia responsable y consecuente con los designios del Universo Espiritual.

Y aunque la Tierra siga siendo purificada y exorcizada de las influencias que la oprimen, los servidores de la luz se preparan, finalmente, para asumir y para llevar adelante lo que desde eras estaba previsto que sucediera.

En este sentido, los primeros destellos de la Fraternidad de la Luz comienzan a aparecer y las apariencias dejan de estar en primer plano para que la hermandad verdadera entre los seres se establezca en las consciencias.

Todo esto llega junto al tiempo de las revelaciones, tiempo en que cada alma, abierta a los impulsos divinos, reconoce su origen, su existencia y, sobre todo, su deber para con la Creación.

La Fraternidad de la Luz se forja con la madurez y la responsabilidad de los consecuentes, así muchos más son llevados a vivir la misma experiencia.

En la Fraternidad de la Luz no existen diferencias, privilegios ni irresponsabilidades para con el desarrollo del Plan en la superficie de la Tierra.

La Fraternidad de la Luz se forma a partir de la integración de las almas con el Propósito Divino y se basa en principios que son reglas que permiten despertar las Virtudes de Dios en los servidores que se congregan, Virtudes que los llevarán a comprender y a concretar, por medio del Plan, la Voluntad Divina.

Los que forman la Fraternidad de la Luz trabajan día y noche para construir en sí mismos ese espíritu de fidelidad y de transparencia con Cristo. Ellos se comprometen a vivir y a representar a la Jerarquía en todos los sentidos. No intentan sacar ventajas en sus tareas ni tampoco en sus trabajos. Comprenden que todo servicio es una forma de alcanzar, aún más, la entrega absoluta por el prójimo y de gestar en sí la esencia de la humildad.

Estar dentro de la Fraternidad de la Luz es aprender a seguir y a acompañar la Ley de la Jerarquía, la que auxilia de inmediato en el despertar de la obediencia que contrarrestará la desobediencia planetaria.

Dentro de la Fraternidad de la Luz existe la igualdad que lleva a la solidaridad, al bien y al respeto mutuo.

Los miembros y los postulantes a la Fraternidad de la Luz aspiran a encarnar, en sí mismos, los principios que les permitirán formar parte del Tercer Orden de la Hermandad.

Así como es en el Universo, la Fraternidad de la Luz vive cada principio como un atributo y una estrella-guía, a fin de que la vida del servidor no sea una ilusión, sino que esté alineada correctamente con el Propósito.

La nueva Red-Luz, postulante a la Fraternidad de la Luz, asume los 33 principios que la llevará, algún día, a estar plenamente en el corazón de la Jerarquía.

Todos los postulantes a la Fraternidad de la Luz asumen:

1. Seguir a un solo Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y erradicar de sus vidas las vertientes “espirituales” que desvían a las almas.

2. Tener como único y verdadero Maestro al Hijo de Dios, Jesucristo.

3. Aspirar ardientemente a estar en comunión interna con las estrellas, a fin de participar con consciencia de la vida universal.

4. No permitirse difamar o destruir, por sí mismos, la Obra de la Jerarquía.

5. Mantener la neutralidad como una meta constante para el fin de los tiempos.

6. Construir el espíritu de la solidaridad y del bien entre los hermanos de camino.

7. Desmitificar cualquier idea de poder, control o comando, sabiendo que todo impulso espiritual solo proviene de Dios.

8. Aceptar con gratitud las correcciones necesarias.

9. Dejar de justificarse para querer escapar de la Verdad.

10. Ser portador de una fidelidad absoluta e irrestricta.

11. Manifestar en la propia vida la igualdad y la transparencia.

12. No temer decir la verdad. Temer ser absorbido por la mentira y no poder salir de ella.

13. Creer en la venida de los Nuevos y últimos Cristos.

14. Confraternizar con la humanidad sin salir de las reglas que protegen la tarea.

15. Ser incansable en la oración, amoroso en el servicio y pacífico ante las dificultades.

16. Disolver de sí mismo cualquier vestigio de crítica y de repudio.

17. Aspirar a conocer, algún día, la estrella de origen.

18. Vivir el presente para no dejarse arrastrar por el pasado y sus decadencias.

19. Sostener, de forma inmutable, la antorcha de Cristo.

20. No vacilar por lo que los demás dirán. Sostener la fe en la Confianza de Dios.

21. Hermanarse con lo Divino. Desvincularse de lo superfluo.

22. Aprender a cortar la cadena del mal.

23. Asumir el compromiso y no desistir por la fuerza de las propias conveniencias.

24. Recordar el vínculo interno con Cristo.

25. Despojarse de los errores creyendo en el poder de las Leyes de la Cura.

26. Ayudar a construir el rescate planetario.

27. No desperdiciar las gracias.

28. No desperdiciar la Instrucción.

29. Ser humilde todo el tiempo. Buscar en sí mismo el espíritu de la resignación.

30. Aprender a no responder para aprender a escuchar.

31. No colocar la responsabilidad en el semejante. Asumir los errores cometidos.

32. Para no ser imprudente no dejarse llevar por la familiaridad.

33. Ser luz en las tinieblas, alivio en el sufrimiento, donación permanente en el servicio.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Los bendice,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz