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Que en tu corazón reine la paz para que sepas comprender estos tiempos y buscar tus fuerzas en el lugar correcto de la consciencia y del corazón.
Habrá días en los que tus debilidades irán más allá de tu capacidad de superarte y de seguir, pero en esos momentos, hijo, busca en tu corazón un punto en el que puedas estar seguro. Busca el Amor de Cristo, la memoria del abrazo de tu Señor, busca el saber de la Presencia Divina, de que los Ojos del Creador están puestos sobre ti; quédate en silencio delante de la naturaleza, observa el sol que nace y se pone, trayendo paz y recogimiento a tu corazón; busca esperanza en las Palabras ya pronunciadas por Dios a través de Sus Mensajeros; siéntate en silencio y soledad solo para respirar y agradecer y, en tu debilidad, di:
Señor, aquí estoy,
débil en mí mismo,
buscando Tu fortaleza,
buscando la forma de permanecer en Ti.
Que descienda sobre mí Tu Gracia,
revelando en mi debilidad, ya revelada,
Tu grandeza aún oculta en mi corazón.
Ven, Señor,
y, conociendo el mundo
y yo mismo mis debilidades,
revela ahora Tu fuerza, Tu milagro,
Tu poder, Tu Gracia y Tu Misericordia,
porque yo, por mí mismo, soy nada,
pero Tú en mí puedes todas las cosas.
Amén.
Y pronunciando esta y tantas confesiones que pueden surgir de tu corazón, da espacio para que Dios te revele no solo tu vacío y pequeñez, sino también Su grandeza, Su milagro, Su poder.
Escoge, hijo, en tus debilidades más profundas, dar espacio para que Cristo le revele al mundo Su Gracia por medio del testimonio vivo de tu corazón.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Hoy oro para que el Inmaculado Corazón de María ampare en Su interior a las almas perdidas, las que no encuentran el sentido de la propia vida, las que están confusas y no saben el motivo de existir, a las que no conocen el Amor y la Gracia de Dios.
Hoy oro para que el Inmaculado Corazón de María acoja en Su interior a las almas frágiles, a las que luchan por ser fieles, pero que sucumben a las tentaciones del mundo, a las que se pierden en los vicios, a las que ceden al caos y al mal.
Oro para que las almas que claman por auxilio vean los brazos de la siempre Virgen Madre de Dios extendidos al mundo. Que tomen esas manos, firmes y delicadas, que cruzan los universos y los Cielos, ante la Ley de la Justicia, y derraman Misericordia sobre el mundo.
Oro para que el Inmaculado Corazón de María sea conocido, para que las almas sepan reverenciar el Amor de una Madre que detiene las Leyes y la Ira de Dios y clama por Sus hijos más perdidos.
En tiempos de transición y de definiciones, hijos, oro para que las almas comprendan que el Amor de la Virgen María va más allá de toda comprensión humana. Ella toma de las manos hasta a las almas más perdidas y las conduce al Hijo, que las conduce a Dios.
Sepan orar con María Santísima, no solo por la paz, sino también por el perdón, por la esperanza, por la salvación de las almas más pecadoras, porque Ella es, hijos, la que clama al Primogénito para que Él coloque Su atención sobre el agua que debe ser transformada en vino. Ella es quien sustenta la cruz de Sus hijos, quien persevera más allá del dolor, quien se mantiene de pie. Ella es quien les enseña a servir en silencio, a manifestar y a perpetuar el Plan de Dios, aun cuando Dios parezca estar ausente. Ella les enseña a estar en el Padre, en todas las circunstancias, haciendo de la propia vida la puerta hacia el Reino de Dios.
Por eso, oro para que hoy no solo sea honrada, sino, sobre todo, sea vivida la unión con el Inmaculado Corazón de María.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Aprende, hijo, a lidiar con los dolores y los temores que provienen de tu alma, esa alma antigua que ya recorrió tantas etapas de la vida y que ahora se ve ante lo desconocido, lugar en donde las seguridades y las creencias más profundas parecen desaparecer, lugar en donde el desierto se ve tan amplio y la sequedad toma el lugar de la fe.
Aprende a sentir los dolores y los miedos que provienen de tu alma y que se manifiestan en tu corazón como sentimientos tan intensos y profundos, cuyas raíces no sabes de dónde provienen. En tu alma están esas raíces.
Entonces, habla con esa pequeña alma y dile: "Confía en el Señor, alma amada. En ti se encuentra la fortaleza para cruzar desiertos y pruebas. En ti el Señor construyó la base sobre la roca para que, a pesar de los vientos de estos tiempos, no veas tu castillo interior desmoronarse".
Ora, hijo, con tu propia alma, conversa con los núcleos más profundos de tu ser y, al mismo tiempo que buscas la unidad con Dios, busca también la unidad contigo mismo.
Comprenderse y abrirse a descubrir el propio interior para ver las propias debilidades y dolores es algo que deben comenzar a vivir para que, en el tiempo que vendrá, ustedes sean puentes y luces en el mundo, capaces de ayudar a los que vendrán ciegos por el camino.
Por eso, al sentir esos sentimientos profundos y ocultos, ve más hacia adentro, quédate frente a tu alma y pregúntale de dónde viene su dolor, de dónde viene su temor. Ora con ella y pide la Gracia de ser libre, de ver y de curar las llagas más ocultas de la consciencia, y no tengas miedo de lo que encontrarás dentro de ti, porque te espera el Curador y Redentor, el Dueño de todo perdón y Rey de la Misericordia, con los Brazos abiertos.
Pero si no lo buscaras, si sientes tus dolores y los escondes, ¿cómo podrá tu Señor tocar tus heridas y cerrarlas o, con una única mirada, curar todo tu ser?
Por eso, hijo, no temas, pero sí ama. Ama a Dios, ama al prójimo y ama también lo que Dios aspira a manifestar en ti. Ama lo sagrado que habita en tu interior, ama el Pensamiento del Señor para tu vida y permítete ser curado y retomar tu propósito.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando estuve en la Tierra, en Nazaret, y Mi corazón humano y frágil se sentía cansado, Yo Me alejaba de todo y de todos y, solo con Dios, oraba.
Muchas veces no tenía fuerza para orar y la angustia callaba no solo Mi voz, sino también Mis pensamientos. Entonces, arrodillado ante el Señor, Yo Me silenciaba. Permanecía en silencio, sintiendo Su Soplo ingresar en Mi cuerpo, en el aire que Yo respiraba. Buscaba paz.
No le pedía nada al Señor, y todo lo que Yo tenía ya le pertenecía; entonces, solo Me silenciaba y esperaba, vaciando el corazón del miedo y de las angustias y encontrando fortaleza en ese silencio profundo que Yo compartía con Dios.
¿Por qué hoy les digo esto?
Porque conozco lo más profundo de sus corazones y sé que, bajo la presión de estos tiempos, se ven cansados, angustiados e impulsados siempre a una transformación mayor, a un paso más profundo en lo desconocido.
Por eso les enseño, hijos, que aun en las debilidades, su fortaleza se encuentra en Dios. Y, cuando no tuvieran palabras ni sentimientos para compartir con el Señor, solo silénciense y busquen la paz, compartiendo el Silencio de Dios. Su Soplo Divino les revelará esa paz.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando no tuvieras fuerza, ofrece a Dios tus flaquezas, tu debilidad humana, tu pequeñez.
Cuando tu corazón pareciera vacío, ofrece a Dios ese espacio para que sea Él, y no el mundo, quien colme ese vacío en tu interior.
Cuando tu canto estuviera mudo, ofrece a Dios tu silencio y ora con el pensamiento, para que sea Él, y no el mundo, quien colme tu mente.
Cuando tu cuerpo estuviera cansado, ofrece a Dios los pasos dados, todo el servicio vivido y cada mérito alcanzado y percibe así, hijo Mío, que siempre hay algo para ofrecer a tu Creador, Este que espera no solo tu triunfo, sino todo tu ser, de la pequeñez a la grandeza, de lo que conoces a lo que te es un misterio. Coloca todo en las Manos de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Busca la Fuente de la Pureza de Dios a través de la oración y vence los asedios más internos a través del silencio y de la oferta constante de tus batallas a Dios.
La mente siempre caerá en el pecado y los sentimientos humanos siempre serán frágiles, pero tu alma, hijo, debe ganar espacio en tu consciencia para calmar las fragilidades humanas de tus cuerpos más materiales.
No entristezcas tu corazón por los asedios que vives. No permitas que el enemigo te venza al fortalecer tu sentimiento de flaqueza. Encuentra refugio en el Corazón de Dios, deja que Él lave tu vergüenza y tus miedos con Su propia Sangre, para que te sientas puro y limpio en el Corazón de tu Señor.
No temas contemplar Su Cuerpo en la Eucaristía. No temas colocar tu corazón en Su Cruz, porque es allí en donde tus miserias más humanas se rinden, es allí en donde tu alma se apodera de la flaqueza de tus cuerpos, para recordarles que la entrega del Señor por ti es perpetua, y que en ella siempre habrá Misericordia y pureza para limpiar tu corazón.
No te dejes vencer, sino por Aquel que ya conquistó tu vida en una Cruz.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando Dios permite que la humanidad padezca ante los planes de Su enemigo, para que sus bases de arena se quiebren, tú, hijo, deja caer las frágiles y falsas moradas y entrega tu corazón a Dios para que Él construya tu fortaleza sobre la roca.
Cuando Dios permite que las almas débiles sucumban ante sus tentaciones y fragilidades más humanas, dejándose vencer por el enemigo, tú, hijo, repara en tu vida todo lo que te distancia de Dios y cierra las puertas a la obscuridad que existe en lo profundo de tu consciencia humana.
Cuando ves que el mundo es frágil y que el mundo interior de los hombres no encuentra sustento en lo que antes lo mantenía de pie, revisa en tu interior en dónde está tu fortaleza, en qué se sustenta tu pobre alma, y coloca tu corazón en el punto correcto de unión con Cristo.
Que las debilidades de las almas o del mundo no sirvan para que te sientas mejor que los demás, para que levantes tu dedo para señalar los errores ajenos y para colocarte en un lugar al que no llegaste, de santidad, entrega y madurez interior.
Que las fragilidades humanas sean siempre un espejo para ti, en el cual te debes mirar todos los días para transformar lo que ves, para curar lo que está enfermo, para arrojar afuera lo que se pudrió y fortalecer lo que es puro de verdad.
Profundiza más y más en el Corazón de Cristo. Busca el camino seguro para estar en Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando tu corazón ya no sepa qué hacer, hijo, mantén tu espíritu en la certeza de la Presencia de Dios y solo ofrece al Padre tu vacío, tu silencio, tu angustia, tu condición humana, tus aspectos más profundos, tus debilidades más ocultas.
Ofrécete al Padre todo el tiempo, y que tu pequeña vida esté delante de Su Altar Celestial.
Agradece, aunque sea por las pruebas, por los desiertos y por los desafíos.
Agradece los abismos profundos, de los cuales tu Creador viene a retirarte, cuando le extiendes las manos.
Que esas experiencias de entrega fortalezcan tu espíritu para una entrega aún mayor, porque se trata solo de rendirse a Dios, cada vez más y más profundamente.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Permanece en el desierto como Madre Teresa de Calcuta que, a pesar de estar en el vacío y en la soledad, supo encontrar al Señor en sus semejantes.
Todo cuanto buscaba, como compensación interna, se desvaneció. Su fe se fortaleció y se consolidó con tan solo cumplir la Voluntad de Dios y consolar a los pobres en el cuerpo y en el espíritu.
Fue de esta forma que Madre Teresa encontró a Dios y se fundió en Él, aunque no lo percibiera enteramente.
Permanece en el desierto como la Madre Teresa de Calcuta, fortaleciendo el propio interior, no en el mundo sensible y en la unión mística con Dios, sino en la fe palpable y en la superación constante, comprobando y experimentando la Presencia de Dios en los que más necesitan, siendo nada para el mundo y para sí mismo, y todo para Dios, todo para el Corazón del Redentor, que palpitaba cansado dentro de los pobres y de los oprimidos, dentro de los solitarios y de los perdidos.
Busca, hijo, vivir tu desierto consolidando tu fe. Sabe que cada desierto trae consigo un salto al infinito, y esto sucede de muchas formas.
Si tienes sed de sensaciones y de experiencias internas, sed de realizarte y de ver a Dios y, aun así, Él te mantiene en el vacío, descubre que tal vez la Voluntad del Señor sea revelarse para ti en donde menos lo esperas, en aquel espacio en donde a tu amor le cuesta llegar, en donde tus resistencias bloquean tus pasos y no te permiten entrar, en donde tus flaquezas te impiden descubrir la necesidad de amor. Allí está Dios, esperando por ti.
Deja en el desierto tus deseos y aspiraciones, tus necesidades, tus ansías más profundas. Y cuando no tengas nada, el Creador te mostrará en dónde Él está escondido, llamando por ti, buscando tu mirada, tu fe, tu corazón.
Quién sabe, hijo, si tu desierto será el desierto de la Madre Teresa de Calcuta, en donde Dios se revela de afuera hacia adentro y de adentro del prójimo hacia dentro de ti.
San José Castísimo
En el desierto, hijo, en donde no hay alimento, no hay agua, no hay fuentes, solo vacío, tu sustento será el Soplo del Espíritu de Dios.
Es la unión con el Espíritu Santo la que te revelará tu fortaleza en Cristo, a pesar de toda miseria, debilidad o pequeñez.
Es el Espíritu de Dios, que habita en lo más profundo de tu ser, el que hablará más alto que todas las palabras confusas de tu mente perdida y de las tentaciones del mundo. De adentro hacia afuera, el Espíritu Santo se revelará en tu interior, y en el desierto árido y oscuro, en tu propio corazón, encontrarás una luz.
Por eso busca al Espíritu Santo, aunque te sea incomprensible. Pide la Gracia de descubrirlo y conocerlo en ti y en todo.
Cuando fuiste pensado por Dios, en tu interior, en lo más profundo de tu condición humana, se escondió una partícula de Su Santo Espíritu. Ese Espíritu que anima a la materia, y que es el puente entre la ilusión y la Verdad, puede ocuparse de todo lo que eres, a través de la rendición de tu corazón, de la entrega y de la unión verdadera con Dios, aun en el vacío.
Clama por la revelación del misterioso y silencioso Espíritu de Dios.
Su Sol dorado se revelará en la noche de tu corazón, y tú ya no caminarás perdido en el desierto, sino que tendrás una dirección, que es la profundización del misterio de la entrega, que te mostrará un día lo que verdaderamente eres.
Tienes Mi bendición para eso.
San José Castísimo
Donde hubiera un corazón que lucha para vencerse a sí mismo, allí estará Dios auxiliando sus pasos.
Donde hubiera un corazón dispuesto a superarse en el amor, para que un amor mayor emerja en su interior, allí estará Dios auxiliando sus pasos.
Donde hubiera un corazón que ora sinceramente e implora por la redención y la transformación de sus miserias, allí estará Dios auxiliando sus pasos.
El Señor hará de cada una de sus caídas un impulso mayor para el fortalecimiento de su espíritu; hará de sus miserias un impulso mayor para que él viva la humildad y el desapego de sus destrezas. El Señor hará de sus debilidades el motivo de su constante vigilancia. Y todo lo que antes lo tornaba débil lo fortalecerá. Todo lo que antes lo hacía miserable se convertirá.
Sus pruebas se tornarán un trampolín para la evolución humana y para la renovación de la Creación Divina.
Basta que los corazones pidan el auxilio divino en todo, y siempre hagan todo lo que esté a su alcance para cumplir sinceramente los Planes de Dios. Aunque no sean perfectos y se sientan como un mar de miserias, el Señor verterá todo lo que son en el océano de Su Misericordia. Basta saber rendirse a Dios.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
La vida debe ser permeada por la transparencia, transparencia al servir, entregando lo mejor al prójimo y, al mismo tiempo, reconociendo las propias limitaciones, para no ofrecer ni más ni menos de aquello que se puede entregar.
Transparencia al orar, estando delante de Dios con la sinceridad de sus corazones, no porque Dios no los vea tan cual son, sino porque este es un momento para que ustedes mismos reconozcan las propias debilidades y sean impulsados a la transformación, por la Gracia Divina.
Transparencia en el ser para que, en su día a día, dejen transparentar al prójimo lo que verdaderamente son, y que sus relaciones con sus hermanos en el mundo sean permeadas por el espíritu de la verdad y de la sinceridad, que debe estar pleno del Amor de Dios.
Transparencia en el verbo, para que su boca pronuncie solo la verdad y no quiera aumentar ni disminuir los hechos, sino que solo deje transparentar lo que es real para que, a través del verbo que crea, la verdad se plasme en la vida de los hombres.
Sean transparentes en el amor, ábranse para acogerse a sí mismos y al prójimo como son, no quieran transformar la propia esencia en algo que pertenece a otros ni quieran que el prójimo sea como les conviene.
Sean transparentes, sobre todo delante de Dios, porque es en el diálogo sincero con el Padre que aprenderán a amar la verdad.
Tienen Mi bendición para esto.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Que su fortaleza siempre esté en Dios y que, con ojos de observadores, ustedes siempre perciban las propias debilidades como parte de una condición humana, esa que el Creador, con Su Soplo, puede transformar y convertir.
Siempre coloquen a los Pies de Dios sus debilidades y dejen que Él les muestre, en el silencio de sus corazones, aquello que ustedes no pudieron confesar porque no lo quisieron ver, para que, vacíos delante de Dios, reciban la gracia de recomenzar.
Dejen que la oración verdadera los eleve y que la comunión con el Cosmos los fortalezca.
En este tiempo, hijos, mirarán hacia sí mismos y no verán más que polvo y miserias. Pero si su mirada y su corazón se sustentaran en el poder de la oración, con la atención en el Universo, ustedes podrán comprender las cosas pasajeras de la vida sin perder la fe en la Verdad, que los aguarda a que despierten.
Dejen que la luz, más brillante que el Sol, encandile sus ojos y los aparte de la ceguera humana. Es tiempo de decirle "sí" a Dios, afirmándose en Su Presencia y en Su Gracia.
Aún están a tiempo de recibir la Misericordia y transformar sus destinos. No dejen que las oportunidades pasen delante de ustedes sin entrar, colmar y transformar sus corazones.
Oren, hijos, e internamente contemplen el Infinito. Que la esperanza de retornar a lo que es real nunca desaparezca de sus corazones.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando un alma agoniza, hijo, ve a su encuentro, porque llegó la hora de que ella reciba un auxilio más, para soportar por sí misma lo que no está consiguiendo.
Ve en auxilio de los que desistieron de la vida, porque no se sienten capaces de luchar para mantenerse en ella. Ve en auxilio de los que están debilitados, porque consideran que no tienen el amor suficiente para superarse y soportar el fin de los tiempos. Ve en auxilio de los que están desistiendo de la vida, porque creen que son un peso y una carga que están siendo cargados por otros. Ve y da tu amor a aquellos que se están perdiendo, porque perdieron la esperanza, y suple a los que necesitan de ti en este momento.
Existen muchas razones para que un alma se rinda a la enfermedad y desista de la vida, y una de ellas es la desesperanza y la fragilidad. Por eso, hoy te pido que colmes tu corazón con el Amor de Dios y que lo viertas sobre los que están debilitados y oprimidos, primero por sí mismos, después por sus tristezas humanas y espirituales.
No dejes que las almas se desalienten por falta de amor, sino intenta, hijo, hasta el último instante, que todos los seres vivan, al menos, una experiencia de Amor Crístico verdadero.
Si alguien no consigue superarse en el amor, ve y supérate a ti mismo, para ofrecer al prójimo algo que te parezca imposible.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Tercera Serie de Poemas
Segundo poema de un alma al Sagrado y Bendito Corazón de Jesús
Señor de la Bondad,
aplaca la injusticia
que se muestra
ante Tus Ojos.
Alivia el dolor interno
de los que verdaderamente sufren.
Coloca Tu Amor consolador
en las almas enfermas,
y no dejes de guiarme
ni por un momento.
Amado Jesús,
sabes que somos débiles
y frágiles de espíritu,
sabes que llagamos Tu Corazón
una y otra vez con nuestros
indiferentes actos,
sabes que no hacemos lo que podemos
y sí hacemos lo que no debemos.
Paciente y amado Jesús,
ingresa profundamente
en nuestros corazones
y arranca de nosotros
toda soberbia y arrogancia,
para que libres de las prisiones de la vida
aprendamos, humildemente,
a consolarte y a adorarte.
Sostennos en nuestras caídas.
Protégenos en nuestras debilidades
y libéranos siempre de nosotros mismos
para que seamos dignos
de honrarte y de glorificarte
como Salvador y Redentor
de nuestras vidas.
Que no te abandonemos.
Que nos abandonemos en Ti, Señor,
para que se cumpla Tu Sagrada Voluntad.
Amén.
¡Les agradezco por guardar las palabras de esta alma en sus corazones!
Los bendice,
Vuestro Maestro, Cristo Jesús
Si el Padre, que está en los Cielos, se recoge en Su Silencio, también Su Hija y Sierva lo acompañará, así como todos los ángeles de la guarda.
Ese silencio es el único ejercicio de premeditación ante los acontecimientos que se avecinan.
Ese silencio habla en lo profundo de las consciencias, especialmente de aquellos que defraudaron el Plan de Dios y fueron muy injustos.
Ese silencio hará descender una justicia desconocida sobre el mundo y sobre aquellas almas que, con desprecio, tentaron a la ira de Dios.
El motivo de ese silencio hablará en el corazón de los humildes y fortalecerá el espíritu de los pacificadores.
Nada de lo que ha sucedido quedará sin Justicia, por el contrario, ahora, en este momento, los ángeles del Juicio serán los que actuarán según lo indicado por el Padre Eterno, al haber un gran desequilibrio por el fraude de aquellos a los que antes se les había confiado el Reino.
El Padre sabe que el ser humano es débil, pero también sabe que puede ser sincero y justo, a pesar de los pecados, y cuando ambas situaciones se contraponen debido a la voluntad del ser humano, se debe aplicar la Ley de la Justicia Divina y solo nos restará rezar para que sea suave y justa.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María Rosa de la Paz
Hijo:
Cuando el universo te da Gracias, distribúyelas sobre el mundo por medio de actos misericordiosos, oraciones, silencio, alegría y vivencia de las virtudes.
Cuando el Cielo se abre ante tus ojos, aunque muchas veces la limitación de los ojos humanos no lo vean, contempla con la mirada interior esa insondable Gracia de la Presencia Divina y clama por el planeta, por los ignorantes, por los adormecidos.
Ofrece al Padre una transformación verdadera, un verdadero milagro para Su Creación. Que, al contemplar el mundo, Su Corazón herido encuentre un aliento en tu esfuerzo permanente.
No te pediré, hijo Mío, que no caigas más ni que no peques más, porque este mundo siempre te llevará a caer y, aunque no quieras, una parte de ti siempre peca, porque de alguna forma colabora con la degradación humana.
Lo que te pediré hoy es que, si caes, te levantes; si pecas, que limpies tus manchas con el Perdón y la Misericordia divina, con el arrepentimiento verdadero, el que te ayudará a no cometer siempre los mismos errores.
Tus debilidades son las mismas de muchos de tus hermanos del mundo; por eso, encuentra fuerza para superarlas en el ofrecimiento permanente de hacerlo por los demás, por aquellos que están ciegos de espíritu.
Hoy, hijo, te ofreceré un camino de reparación, camino en el cual tu vida se torna un servicio planetario, en el que todos tus actos, pensamientos y sentimientos son ofrecidos a Dios para reparar algo. Si así lo hicieras, cometerás menos errores y meditarás antes de actuar, porque tu consciencia te recordará que todo lo que haces es para Dios.
Ofrece al Padre tu tentativa diaria de superarte y, si no consigues hacerlo, ofrécele tu intención y persistencia. No desistas nunca, hijo, porque los méritos se encuentran en el corazón y en la consciencia de los que tienen intenciones puras.
Muchas veces, vale más una intención sincera de superar alguna cosa y la eterna tentativa de hacerlo que el acto de aquel que fácilmente se supera cada día. Más vale el pecador que se esfuerza por salir del pecado que el santo que así lo es por naturaleza.
Haz de tu vida una reparación permanente de las Llagas de Dios y que Él encuentre en ti un aliento verdadero.
Te dejo Mi bendición y Mis gracias, para que des pasos fecundos.
Tu padre y compañero,
San José Castísimo
Hijo:
El hombre, por sí solo, es débil y no puede soportar los asedios ni las pruebas de este mundo. Sin embargo, el hombre que se une a Dios es invencible, porque comparte con Él Su Gloria y Grandeza.
Cuando el corazón humano de Cristo dijo: “Padre, aparta de Mí este cáliz”, fue el miedo de Sus células que lo llevó a pronunciar estas palabras. Pero de inmediato, unido a Dios, Él dijo: “Que se cumpla Tu Voluntad y no la Mía”. Y fue en la perfecta unión con el Creador que Jesús soportó los insultos, las humillaciones, las traiciones, la flagelación y la muerte en la Cruz.
Únete a Dios, hijo, para que Su Voluntad se cumpla. No quieras vivir en este tiempo con tus propias fuerzas, porque tu corazón humano es material y débil y puede morir incluso de susto.
Aférrate al espíritu y sé Uno con el Espíritu Divino. No pienses que el Creador te encomienda una grandiosa misión y te deja solo. Todo lo que el Señor te pide es que cumplas con Él, por Él y en Él.
El Creador nunca abandona a Sus criaturas, pero es necesario vencer el miedo y aceptar Su Voluntad, teniendo siempre fe en que Él te acompañará.
Reconoce tu debilidad, así como el Señor, quien representa para ti el Camino, reconoció la Suya cuando se confesó al Padre y dijo: “Aparta de Mí este cáliz”.
Pero, reconoce enseguida, hijo, que esta misión no es solo tuya, sino sobre todo de Dios, pues este proyecto humano le pertenece y, unido a Él, afirma: “Que se cumpla Tu Voluntad y no la mía”.
Hijo, ni siquiera Dios te condenará por tu debilidad, como no lo hizo con Su Primogénito. El Señor te colocará en Sus Brazos, unirá Su Santo Espíritu al tuyo y te hará invencible frente a los desafíos de esta vida. Él es quien te abrirá los portales que unen las dimensiones y elevará tu ser a la vivencia del verdadero amor. Pero, ante todo, vence tu débil humanidad y reconócete como hijo de un Creador majestuoso que, de forma misteriosa y desconocida para ti, te hace semejante a Él en lo profundo de tu ser.
Descubre tu semejanza con Dios, aceptando Su Voluntad y comprende el camino por el cual el Señor te conduce a medida que das los pasos en él. No siempre el Creador te llevará por un camino de flores, pues aun a Su Hijo amado Él lo condujo por el camino de la Cruz, de la renuncia, del sacrificio, de la humillación, del martirio y, finalmente, del Amor absoluto y de la Misericordia, que se perpetuó en la Tierra y que hasta los días de hoy intercede por las almas.
Es por la obra de esa Misericordia alcanzada por el Hijo del Altísimo que tú estás hoy escuchando Mis palabras.
¿Serás tú, hijo, capaz de abrir otro manantial, semejante a este, para que otras almas que vendrán detrás de ti tengan una oportunidad de redención?
El Creador te llama y aguarda que des un paso para trascender el miedo y que, unido a Él, digas: “Que se cumpla Tu Voluntad y no la mía”.
Tu padre y compañero,
San José Castísimo
A pesar de las flaquezas y de los pecados de las almas del mundo entero, Mis Gracias Infinitas y Misericordiosas se derraman sobre los que se animan a mostrarme la verdadera faz de su debilidad.
Mi Amor, que es grande, infinito y reparador para los corazones de la Tierra, despierta fortaleza, valentía y voluntad para transformar los pecados que se repiten constantemente.
En este tiempo de Gracia que la humanidad vive, a pesar de las guerras y de las revoluciones sociales, Mi Espíritu Único, el Espíritu del Hijo de Dios, viene al mundo para anunciar Su esperado regreso de paz y de redención a todos los lobos feroces que aún no conocen el poder de Mi Amor.
Cuando Yo descienda entre las nubes, verán venir la Gloria de Dios manifestada en esplendor. Como preparación, no se aferren a sus pequeños pecados: ofrezcan pequeños sacrificios a Dios por los grandes pecados que condenan al mundo, porque los Sagrados Corazones están atentos a la ofrenda de sus corazones.
Antes de Mi Regreso, los invito a imitar la fe inquebrantable del centurión de Galilea. Crean en el poder de la fe ante sus faltas, porque mediante la oración todas las situaciones internas se resolverán.
Clamen día a día por Mi Corazón Misericordioso, así sus almas se repararán y sus faltas se disolverán. Caminen hacia Mí al igual que el centurión, para que Yo pueda decir que su fe ha vencido todo mal.
Bajo el Bien del Padre, sean misericordiosos.
Gracias por persistir en vivir Mi Camino de Redención.
Cristo Jesús, el Maestro del Perdón
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más