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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Muchos de Mis apóstoles están llegando a un momento que Yo ya viví por ustedes, hace mucho tiempo.
Para que Me puedan comprender, para que Me puedan sentir, para que puedan interiorizar cada una de Mis Palabras, les contaré una parte de Mi historia, una historia que no fue escrita en la Biblia, en ningún libro sagrado.
Esa historia es semejante a lo que ustedes están viviendo en este momento, no solo por la transición planetaria, no solo por lo que está atravesando la humanidad, sino también por lo que cada uno de ustedes debe entregarme, porque este es el tiempo de la madurez de Mis apóstoles.
Cuando Yo cumplí 21 años, 13 años antes de la gran entrega de su Maestro y Señor, realicé un viaje muy importante al Lejano Oriente.
Esos acontecimientos fueron registrados en algunos de los Evangelios, que fueron retirados para que la humanidad no los conociera.
Pero hoy, Yo vengo a contarles qué fue lo que su Maestro y Señor vivió a Sus 21 años, cuando siendo aún muy joven comenzó a prepararse para beber del Cáliz que, tiempo después, un día el Padre Eterno le ofreció en el Huerto Getsemaní.
En ese viaje, tuve que aprender como hombre, pero también como Consciencia, a asumir la superación de la condición humana, una condición que arrastraba a la raza humana hacia la perdición. Les hablo de hace mucho, pero mucho tiempo.
Ese viaje, tan importante, fue una retribución que Mi Corazón realizó a los llamados “Reyes del Desierto”, que llegaron de tierras muy lejanas para reconocer en la ciudad de Belén, el Nacimiento del Mesías.
Así, comprenderán cómo la trayectoria de sus vidas está trazada por la Voluntad de Dios y cuando las almas no viven la Voluntad de Mi Padre solo sufren y sufren.
En aquel tiempo, a Mis 21 años, bajo la compañía espiritual de Mi Madre Celestial y la ayuda interna de los primeros esenios que Me acompañaron en los planos internos para esa Misión, su Maestro y Señor primero llegó a los países árabes y, ante los grandes imanes de la época, el Hijo de Dios no fue reconocido externamente, Él fue reconocido internamente, solo al haber pasado por ese lugar.
En esa ocasión, visitando los pueblos árabes, Mi Padre Me dio a conocer la importantísima tarea que Él mismo realizó a través de los tiempos, en los orígenes de esos pueblos y de esas religiones; no solo revelando Sus Nombres Sagrados que eran pronunciados e invocados, sino también Él Me dio a conocer la Sagrada Geometría de Su Proyecto Divino para los primeros pueblos que habitaron este planeta.
Allí pude conocer el misterio de la Sabiduría de Dios, que Él sembró y colocó en los pueblos más antiguos del planeta.
Habiendo recibido esa instrucción, que era preparatoria para el momento de Mi gran entrega, su Maestro y Señor, a los 21 años de vida, siguió viaje hacia la India; y en esa ocasión fue para recordar y para recoger los frutos de esa experiencia que el Padre una vez realizó en Mi Consciencia, con otra faz y con otros trajes.
Fue en ese momento, en el que su Maestro y Señor recibió la revelación del misterio de la Compasión de Dios y, ante los reyes antiguos de la India, pude comprender, a los 21 años de vida, por qué en este mundo, y hasta los días de hoy, existe el sufrimiento, y cómo la esencia de la Divina Compasión es capaz de no solo liberar a las almas del sufrimiento, sino que también es capaz de absorberlas, transformando todas las condiciones y limitaciones humanas por el simple hecho de amar.
Si en la India no hubiera tenido esa experiencia, creo que no hubiera tenido la fuerza para beber del Cáliz en el Huerto Getsemaní.
Esa experiencia y esa misión concluyó en Egipto, en las tierras del gran patriarca Moisés, uno de los sucesores del Arca de la Santa Alianza. Allí se completó Mi experiencia preparatoria para que, retornando a Tierra Santa en los años siguientes, ya Mi Corazón estuviera pronto para vivir lo que vine a vivir por ustedes.
En las tierras de Moisés, en la región del Monte Sinaí, el Padre Me dio a conocer aún más la inmensidad de Su Misericordia, la infinitud de Su Piedad por este proyecto del planeta, por la redención humana, por todas las generaciones que llegarían después de Mí hasta los tiempos de hoy.
En ese sagrado lugar del Monte Sinaí, su Maestro y Señor pudo conocer la vida eremítica, porque en el absoluto desierto es donde encontramos solo a Dios para que nos quite la sed, para que nos consuele, para que nos fortalezca y para que nos renueve.
En ese sagrado lugar del Monte Sinaí pude presenciar, con Mi visión interna, los sagrados tesoros de las Jerarquías Espirituales del universo y todo lo que sucedería en los tiempos venideros con las generaciones futuras que tendrían la Gracia de despertar a la Conciencia Cósmica y de saber que la vida, en este planeta, es más amplia e infinita de lo que parece, que las generaciones futuras podrían saber que la vida no termina aquí y que la verdadera vida se encuentra en las estrellas, en los soles y en las constelaciones.
Cuando regresé a Tierra Santa, después de tres meses de viaje, Mi Madre Me esperaba en Nazaret. Allí, Ella también había vivido la misma experiencia, en Su estado de contemplación y devoción, acompañando cada paso del Hijo de Dios, porque sabía que esa misión que viví a los 21 años no era solo una iniciación, sino también una preparación para lo que vendría después.
¿Por qué creen que hoy les cuento todo esto?
Mi finalidad no es que tengan más conocimiento, sino que crezcan en el amor, en el amor maduro que se entrega, el amor que los renueva, que los lleva a arriesgarse cada día más, a vivir mayores experiencias de amor por Mí, sin importar lo que signifique o lo que represente.
Muchos de ustedes, desde el punto de vista espiritual, se encuentran en los 21 años de su evolución; y aquí, compañeros, no tiene nada que ver la edad evolutiva ni tampoco la edad material.
Muchos se encuentran viviendo los 21 años de su evolución y están ante el umbral, ante la oportunidad de dar un gran paso, un paso más firme y más seguro, un paso hacia la madurez y hacia la responsabilidad.
Esa madurez y esa responsabilidad les permitirá comprender, en este tiempo crítico, que ustedes ya no pueden estar primero en todo, sino que todo lo demás, que es más necesario y urgente que ustedes mismos, debe estar primero en sus vidas para que asuman la madurez espiritual y material, para que el Padre Celestial les entregue mayores responsabilidades y mayores tareas.
Muchos de ustedes podrían creer que no están prontos para esto. Pero recuerden lo que hace poco tiempo les dije, que el eje del planeta es sostenido por un finísimo hilo de Luz, ese hilo de Luz se debe fortalecer para que nunca se rompa, para que no se desarrollen más acontecimientos en la humanidad y en el planeta.
En este momento, la humanidad no tiene justificación ante Dios. Es el amor y la responsabilidad de mis apóstoles, es la madurez y la consciencia de Mis compañeros, lo que generará una verdadera justificación ante Dios, para que la Misericordia descienda y la Justicia Divina se detenga.
Sé que, a través de estas Palabras y de este Mensaje, coloco a sus mundos internos en una presión ardiente. Pero sepan que Mi deber es decirles la verdad y abrirles sus ojos, los ojos de la consciencia, pero también abrirles sus corazones para que no se cristalicen, para que no se endurezcan, para que nunca pierdan la sensibilidad ante la realidad de estos tiempos.
Como hace 2 000 años atrás, nuevamente esta historia se vuelve a repetir en el presente, con pocos haré todo lo que debo hacer. Pero este es el tiempo de Mis apóstoles, de los apóstoles maduros y disponibles, capaces de ir más allá de sí mismos, capaces de renunciar más allá de sí mismos, capaces de entregarse aún más por Mí.
En este último mes del año, y antes de que ingresen en un nuevo año, deben pensar y reflexionar sobre estas cosas, porque están en el momento de no solo poder recordar quiénes fueron, sino también están en el momento de saber para qué vinieron aquí y qué es lo que aún deben cumplir bajo la guía de la Voluntad de Mi Padre.
No vengo a pedirles que sean perfectos, les vengo a pedir que alcancen la perfección a través de la entrega y del servicio; porque quien confía en Mí no tiene por qué preocuparse, ni siquiera de sus propias miserias.
Porque a quien verdaderamente está Conmigo, Yo lo liberaré de sus cadenas y opresiones. Yo lo sanaré con Mi Mano Curadora y se liberará para siempre de sí mismo; y su alma no vivirá más en una prisión espiritual, sino que como un águila de luz volará hasta las altas cumbres de la Casa del Padre, para ser parte de Sus Divinas Moradas.
Este es el Mensaje que quiero dejarles a todos los que son fieles a la oración del corazón y en especial a los Encuentros de la Maratón de la Divina Misericordia.
A partir del próximo ciclo, serán ustedes, Mis compañeros y Mis amigos, los que deberán sostener a través de la oración misericordiosa todo lo que sucederá en el planeta; porque a los 21 años de su evolución, están en el momento cierto de dar el gran paso, sin que Yo esté presente. Pero tengan fe, porque desde lejos, desde Mi Gobierno Espiritual, estaré rezando por ustedes para que, algún día, sean Cristos.
Y ahora, en este silencio, que los invito a vivir internamente Conmigo, comulguen de Mis Palabras para que sus corazones estén prontos para lo que llegará.
Recuerden que Mi Madre es su Madre, y si el Hijo de la Madre de Dios entregó lo más valioso que tenía a los pies de la Cruz, entregó a Su Madre para cada uno de ustedes, ¿son capaces de creer que lo conseguirán?, ¿que conseguirán entregarse como Yo Me entregué?
Eso es todo lo que hoy quiero decirles, y les agradezco por tener la valentía de animarse a sentir cada una de Mis Palabras.
Recemos, frase a frase.
Oración: Cristo de la Luz.
Que esta Maratón sea el gran paso de los apóstoles para los tiempos que llegarán.
Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y el Padre Creador se mostrará a tu pequeño corazón.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y siente cómo Su Presencia y Su Amor se revelan, cómo Su Voz se hace sentir y Su cura se realiza en tu interior.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y entra en comunión con el Corazón de tu Creador. Deja que Él te muestre Su Verdad, Su más pura inspiración para toda la vida y el Plan perfecto que Él diseñó para ti.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y clama por el establecimiento de Su Paz en el mundo. Clama para que Su Gracia descienda sobre todos los corazones e inunde aquellos que más lo necesitan, transformando vidas y atrayendo hacia Sí los corazones de Sus hijos.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y escucha la Voz del Padre, como la escucharon los pueblos del desierto. Ingresa en el desierto de tu corazón y clama por la paz. Deja que el Padre prepare en ti Su retorno y establezca Su Reino en tu corazón.
Invoca los Nombres Sagrados de Dios y vive la paz. Deja que la paz se expanda sobre el mundo.
Sabe, hijo, que tu Dios y Creador está aquí, en ti y en todo. Invoca Su Nombre para reconocer Su Presencia.
Tienes Mi bendición para esto.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando los Sagrados Nombres de Dios son invocados, sus códigos de vida son derramados sobre las consciencias que los llaman, y esto también trae y despierta la renovación.
En los Sagrados Nombres de Dios está el impulso espiritual que las almas necesitan para aprender a vivir la Divina Voluntad.
Los Sagrados Nombres son puertas de contacto con niveles elevados de la Consciencia Única, y su invocación atrae espiritualmente la cura, la luz y la redención que las almas necesitan para evolucionar y trascender sus aspectos terrestres.
Los Sagrados Nombres son corrientes poderosas de energía divina, y esos Nombres permiten que el alma se pueda religar con Dios y con todo el Universo como con la Fuente de la Creación.
Los Sagrados Nombres de Dios activan en las esencias el recuerdo primordial de su origen y de su procedencia espiritual.
Los Sagrados Nombres colocan al espíritu de la consciencia en el escalón de la ascensión espiritual y de la redención.
¡Les agradezco por guardar Mis Palabras en el corazón!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Queridos hijos:
Que la Gracia y la Misericordia de Dios estén en ustedes, para que también la Misericordia y la Gracia estén en el mundo.
Reciban de Mi Corazón el Amor Maternal para que sus consciencias se fortalezcan en Cristo durante este ciclo de transición.
Que nunca les falte el ímpetu y la alegría de servir al Señor para que así, Su Obra de Misericordia se siga cumpliendo en la humanidad.
Nunca dejen de buscar al Señor, de llamarlo, de implorar a Su Sagrado Nombre, porque así estarán en contacto y en unión con la esencia de Su Propósito.
Que las Obras de Dios se cumplan en la humanidad y en todos los seres para que las almas estén más conscientes de lo que, en verdad, es necesario cambiar, curar y redimir.
Alaben a Dios y a todos Sus Sagrados Nombres.
Que el Cielo descienda a la Tierra y que la Tierra sea reconsagrada a los principios de la Fuente Primordial.
Que en todo esté la presencia del Amor de Dios, a fin de que la humanidad sea reconstruida.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Más allá de los Universos – Parte II
Dentro del espacio-tiempo encontramos varias realidades, según como contemplemos la inmensidad del Universo.
Sabemos que el Universo no es solo físico, sino también interno y espiritual.
Sabemos que más allá de lo físico existe un Principio que aún no ha llegado a su fin, porque ese Principio está evolucionando y desarrollándose.
En toda esta existencia del Universo Material, Interno y Espiritual está Dios, que es el gran Gestor de la Creación dentro de los sistemas de vida que conocemos, es decir, de la vida material, mental y espiritual.
Dios está presente y manifestado en todo lo que fue creado. Dependemos de Él para poder vivir, verdaderamente, el Principio que nos creó.
Aunque haya criaturas no creyentes, y por más que eso suceda en la mayoría de los casos, en algún lugar de ellas, Dios, como Padre y Morador de la vida del espíritu, está a la gran espera de que Sus hijos se vuelvan conscientes de que la vida no es solo material, que no solo nacemos, crecemos y morimos.
El propio Universo Creador, que es Dios expresado en infinidad de Nombres y de manifestaciones cósmicas, espera que, en Su Amor Superior, Sus hijos reconozcan algún día que vinieron a la vida por un Propósito.
En el Universo Material, o el llamado vasto Cosmos, encontramos infinitas formas para poder comprender la Existencia de Dios en todos los espacios y planos de consciencia.
Pero Dios, en Su más pura Inteligencia, Se guardó y Se protegió en un lugar en donde toda criatura podría encontrarlo, más allá de todo lo que es externo.
El Padre Eterno, en Su gran Humildad, Se colocó dentro de cada criatura para que Sus hijos pudieran aprender a encontrarlo y a sentirlo bien próximo.
Si el Padre Celestial está dentro de nosotros es porque dentro de cada alma existe un universo creado por Dios, tan semejante al Universo que podemos conocer.
Pero, más que en cientos de Soles, estrellas, nebulosas, galaxias y vastos Universos, Dios pensó en Su Misericordia, en que Sus hijos debían conocer lo que es desconocido y que está muy guardado dentro de los seres: el potencial verdadero y autónomo de poder amar y desarrollarse a través de los grados de amor.
A lo largo de los tiempos las diferentes humanidades perdieron el camino y el sentido de amar de forma incondicional y, antes de que la raza se autodestruyera, el Padre del Amor y de la Unidad Infinita decidió presentarse y encarnar a través de Su Divino Hijo para que, por medio de Su Sacrificio, las criaturas recordaran como se debe amar y cuanto se debe amar.
Si dentro de los Hijos de Dios está esa Gracia de desarrollarse y de expresarse por medio de la virtud del amor, ¿por qué aún existe el mal?
Porque el mal es lo opuesto al amor que las criaturas pueden sentir, mostrar y reflejar.
El mal es el resultado de una desobediencia que fue vivida por uno de los principales ángeles al haberse apartado del amor, ya que la desobediencia lo cegó completamente.
Si dentro de nosotros habita y vibra un universo tan semejante al que existe por encima de nosotros, ¿por qué las criaturas de Dios no consiguen a veces unirse a la Gran Existencia?
Cuando amamos de verdad, las barreras y los obstáculos se disuelven de los caminos. Cristo vino a enseñar el medio por el cual las criaturas alcanzarían la verdadera libertad.
Nuevamente Dios se reveló al hombre desde muy cerca para que este lo pudiera reconocer y amar.
En todos los Universos existentes dentro de los seres humanos está el gran potencial de despertar y de crecer a través de los grados de amor.
El Amor que el propio Padre Eterno depositó dentro de Sus hijos permite que estemos en perfecta comunión con Él y con el Universo.
El Amor infinito y divino que puede despertar en cada ser humano tiene la capacidad de perdonar y trascender cualquier error cometido.
Cuando las almas no consiguen perdonar ni reconciliarse consigo mismas ni con el semejante es porque el miedo predomina en lugar del amor y así se le cierra la puerta a la Verdad.
El Amor es una de las grandes revelaciones espirituales y físicas que el Padre Eterno con toda Su Inteligencia sembró en Sus criaturas.
Llegó la hora de sumergirse en el universo interior para encontrar los tesoros que el Altísimo dejó plasmado en Sus hijos desde los orígenes; porque si estamos en los orígenes sabremos recordar nuestro principio que es estar en eterna comunión con el Universo Mayor.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Más allá de los Universos – Parte I
A través de los Nombres de Dios las criaturas de este Universo Material encuentran la posibilidad de coligarse y de acceder a estados de consciencia superiores y desconocidos.
Lo desconocido para las almas de la Tierra podría parecer un misterio, pero por detrás de ese misterio superior y cósmico se encuentra una revelación.
A través de los Nombres de Dios accedemos a la revelación de un conocimiento, es decir, de un aspecto o forma que fue proyectada para contribuir como idea con toda la Creación.
Los diferentes Nombres del Padre Eterno permiten que las criaturas que Él creó contacten Fuentes sublimes y positivas de información, las que ayudan en el despertar de las virtudes del alma y en el cumplimiento de la misión de los diferentes espíritus de la Tierra.
En el caso de este Universo local las diferentes claves que proporcionan los Nombres de Dios construyen, en los Universos Material, Mental y Espiritual, esa interrelación entre los planos de consciencia y las criaturas.
En los Nombres de Dios encontramos aspectos divinos de la Creación y nos unimos a ellos para atraer hacia la vida terrestre el principio de todo lo que Dios pensó, es decir, lo que conocemos como el Propósito.
En cada Nombre de Dios se guarda no solo una clave, sino también una llave de acceso a Principios de la Creación que aún esperan para mostrarse y revelarse a la actual humanidad.
Cuando nos unimos a uno de los Nombres de Dios estamos comunicándonos espiritualmente con una Virtud de Dios representada en un aspecto creador.
Un aspecto creador es uno de los tantos Principios de la Fuente que se revela en altos voltajes de energía, de vibración y de espacios. Es como si ingresáramos al epicentro fundamental de la Energía Creadora, la que se retroalimenta a través de los impulsos cósmicos que la Fuente Primordial emana constantemente desde el Universo Espiritual.
En este sentido, al contactar solo uno de los diversos Nombres de Dios, las criaturas consiguen, por sus propios medios, unirse esencialmente a una red suprema de energía espiritual que es emanada de la Fuente de la Creación, la que genera, todo el tiempo, la evolución y la recreación de la vida por intermedio de experiencias, de escuelas y de aprendizajes.
Por medio de la revelación de los Nombres de Dios la humanidad podría volver a concebir en el seno de su raza los atributos fundamentales que, una vez establecidos en la consciencia humana, permitirán gestar las bases futuras de una nueva civilización, la que estará principalmente basada en la vida del espíritu y no en la vida de la materia.
Esta transición que la actual humanidad está atravesando despertará en todo el planeta una gran definición interior, y eso se dará en el momento más culminante, cuando la raza se defina a permanecer en el amor o en la indiferencia.
Si los seres humanos dieran ese salto cósmico hacia la concepción divina del amor que existe dentro de cada ser, la Tierra sería repoblada por nuevas Leyes de la Fuente, las que hasta los días de hoy no han podido descender para transfigurar y sublimar la consciencia humana.
A partir de esa definición de estar en Dios y de invocar Sus Nombres sagrados se creará la condición necesaria para aprender a superar los tiempos finales y definitivos.
La elección estará en los seres humanos, criaturas que guardan en sí el potencial infinito de saber y de poder comunicarse con Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre María, Rosa de la Paz
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más