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Póstrense ante Dios, porque no estoy sola.
Mi Dios,
Yo creo en Ti, yo Te adoro,
yo Te espero y yo Te amo.
Y Te pido perdón
por los que no creen en Ti,
no Te adoran, no Te esperan
y no Te aman,
Amén.
(tres veces)
Hoy, vine hasta aquí con Mi Hijo para preparar, en este lugar, Su Cenáculo, donde una vez más Él repartirá el pan y el vino entre Sus compañeros.
Hoy, vengo aquí con todos los apóstoles y discípulos de Cristo, que fueron más de doce, fueron más de setenta y dos, y que un día serán más de ciento cuarenta y cuatro mil.
Hoy, vengo en la presencia del universo, con las Estrellas de Dios sobre Mi Manto, para que así comprendan la grandeza de lo que vivirán en la Presencia de Mi Hijo.
Así como hoy, Él no vendrá solo; vendrá con Sus compañeros, aquellos que lo proclamaron Rey en toda la Creación, para que Su Reinado se extienda al planeta y muchos más respondan a Su Llamado.
Hoy, vengo a preparar sus corazones para tornarlos dignos hijos de Dios, para tornarlos dignos de contemplar la Faz de Mi Santo Hijo y dejar que Él los transforme.
Él no vendrá solo como Rey, Salvador y Redentor de este mundo; vendrá, en el resplandor de Su Consciencia, a renovar la vida en el planeta, para que Sus compañeros despierten definitivamente a la realidad universal.
Mi Hijo vendrá con Su Corazón expuesto, así como está hoy, pero no permanecerá en silencio como ahora, porque Su Voz deberá hacer eco en el universo interior de cada uno de Sus compañeros.
Hoy, vengo en la Presencia silenciosa de Mi Hijo, para que Él los contemple y Su Amor los invite a dar aquellos pasos que no pudieron dar hasta hoy. En Su silencio, Él los vuelve transparentes y observa lo más profundo de sus seres, Él conoce sus imperfecciones, miserias y dificultades, pero hoy no viene a contemplarlas.
Hoy, Él viene, hijos Míos, a contemplar sus esencias y la posibilidad que cada uno de ustedes tiene de imitar Sus pasos. Hoy, Él viene, en silencio, a invitarlos a estar en Su Presencia, a responder a Su llamado y a sentarse con Él en la mesa de la redención.
Él viene en silencio, porque habla con sus almas, con sus espíritus, y los invita, aunque estén en los cuatro extremos del mundo, a venir a Su encuentro y a beber con Él de Su Sagrado Cáliz.
Hoy, los invito, hijos Míos, a extender los brazos y abrir el corazón para recibir el auxilio de Cristo, porque una simple Mirada Suya puede curar sus vidas, convertir su pasado y tornarlos dignos de estar en Su Presencia.
Hoy, vengo con todos los Espejos del Cosmos a encender los espejos de sus corazones para curarlos e invitarlos a ingresar Conmigo en el Templo de las Esferas Sublimes, donde la Consciencia de Dios habita y los llama a la renovación.
Cuando les hablo de una nueva raza, no les estoy hablando solo a Mis pequeños hijos, no les estoy hablando solo a los niños, porque la nueva raza comienza ahora y debe ser construida por cada uno de ustedes. Es por eso que hace tanto tiempo intento despertar, en sus consciencias, aquel espejo que se une a Mi Espejo Mayor, que los convierte en consciencias cristalinas, capaces de reflejar la Luz de Dios hacia la Tierra.
Quiero despertar el espejo de sus corazones para que se vuelvan puros delante de Dios, para que sean un ejemplo para los pequeños niños que llegan a esta Tierra, porque ellos deben encontrar en ustedes la inspiración para una nueva vida, para un nuevo ser, la esperanza de la posibilidad de convertir este mundo en un mundo pleno de paz.
Por eso, vengo en este tiempo a despertar los espejos de sus corazones para que, de esa forma, hijos Míos, purifiquen sus vidas, sus espíritus, sus consciencias y respondan a Mi llamado de una forma cristalina.
Con cada Palabra que les traigo, cada Gracia que les entrego, cada impulso que les doy, no quiero que solo tengan más conocimientos, sino que aspiren ardientemente a encontrar eso de lo que les hablo. Que agradezcan cada instancia de purificación, cada oportunidad de transformarse, con la certeza de que se aproximan un poco más a lo que espero de ustedes.
Hoy, les pediré que se aproximen un poco más a Mí, espiritualmente, que aproximen sus conciencias, sus espíritus, a Mi Corazón; que reconozcan Mi Maternidad y no teman venir a Mí.
Reconózcanme como su Madre Universal, como parte del Creador, con los Brazos que están siempre abiertos y que los amparan cuando más lo necesitan.
No padezcan, hijos, sin reconocer el poder de la oración; no permanezcan impuros por no purificarse, por no orar con devoción y activar verdaderamente los espejos que protegen sus esencias. No padezcan por no curar el pasado que vivieron en el universo y del que hoy el Creador les entrega la cura para que puedan dar nuevos pasos. No padezcan por decirle no a Dios con sus acciones y pensamientos, creyendo que están cumpliendo Su Plan. No padezcan por temer dar los pasos que ya saben que deben dar.
Contemplen, en esta Sagrada Semana, la posibilidad de vivir la redención, de beber del Cáliz de Mi Hijo, de tomarlo de Sus propias Manos para que, de esa forma, Su Sangre los lave, purifique y transforme completamente.
Vengan al encuentro de Mi hijo para renovar sus vidas y también a esta humanidad.
Las puertas de este Reino, sobre el que están, se abrirán definitivamente a la humanidad y todas las esencias podrán ingresar en él para recibir la cura y la redención.
Mi Hijo vendrá a abrir las puertas de los Recintos Sagrados que están resguardadas en el mundo interno de este sagrado planeta. Pero Él también vendrá a anunciar que el ciclo de purificación es definitivo y que ya no huyan ni ignoren que el tiempo de este mundo ya se está acabando, porque la Tierra ingresará en un nuevo tiempo, que buscará de todos ustedes el despertar y la vivencia de los Principios Divinos, de las Leyes Universales que muchos conocen, pero no viven.
Vengan al encuentro de Mi Hijo dispuestos a ser otros, dispuestos a decir sí a lo que Él les pida.
Llegó la hora que tanto esperaban, porque Cristo los llamará por el nombre, como llamó a tantos compañeros Suyos, y les dirá al corazón lo que más quiere de cada uno de ustedes.
Y hoy Yo también les diré lo que más quiero de aquellos hijos Míos que se consagran a Mí.
Vengan a Mi encuentro, en Mi altar, y póstrese ante Mí y ante Cristo, para que Yo pueda bendecirlos.
Hoy, lo que más quiero, hijos Míos, es solamente preparar sus corazones para que estén en la Presencia de Mi Hijo, como los preparé hace más de dos mil años.
En aquel tiempo, Yo los preparé en silencio, pero hoy hago resonar Mi Voz en los cuatro extremos del mundo para que, de esa forma, respondan a Su Llamado, no teman seguirlo, no duden de Su Presencia, como muchos dudaron en aquel tiempo.
Las puertas al Cenáculo se abrirán otra vez y todos podrán ingresar. La mesa del Señor, en este día, no tendrá fin; todos encontrarán su lugar y podrán sentarse con Él para comulgar de Su Cuerpo y de Su Sangre, renovando definitivamente la alianza con el Padre, para preparar Su Retorno y poder reconocerlo cuando Él esté entre los hombres. En esa mesa, el Señor distribuirá los sellos que estarán en la frente de Sus compañeros, porque así los reconocerá entre las multitudes y sabrá que siempre podrá contar con ellos.
En esta Semana Sagrada, el Señor no solo colocará los sellos en la frente de los que están en Su Presencia, sino también colocará en sus manos otros sellos para que, en Su Nombre, los distribuyan a la humanidad, como códigos de Luz a los que no tuvieron la oportunidad de estar aquí ante Él.
Hoy, Mi Corazón se alegra por ver a tantos hijos que aspiran a responder a Mi llamado; porque se, hijos, que no solo cantan con el corazón, que no solo elevan sus velas en devoción, sino que también son verdaderos en todo lo que dicen, que sus actos son sinceros. Por eso, estoy aquí y, también por eso, no estoy sola.
Mientras se arrodillan en Mi altar, les abro las puertas, no solo de Mi Reino, de Mi Reino en el Cielo, sino también de Mi Reino en la Tierra. Ofrézcanle a Dios sus esencias para que sean curadas, porque Él las curará.
Toquen el Himno de los Hijos de María para llamar, así, a Mis Ángeles que Me auxilian en las consagraciones. Este es un nuevo misterio que les revelo, que no solo sus ángeles de la guarda Me ayudan a consagrar sus vidas, tengo muchos ángeles que cuidan a cada uno de Mis hijos en los cuatro extremos del mundo, protegen su consagración y celan por ella para que no se pierda y pueda crecer cada día.
Este cántico despierta en sus corazones la alegría de consagrarse a Mí, y esa alegría es la que atrae a los ángeles que colocan en sus esencias Mis bendiciones de Luz y consagran sus vidas. Esa misma alegría los vuelve puros ante Dios para que puedan ingresar en Su Reino y es de esa forma simple que los trasmutó, los curó, los liberó del pasado y desató los nudos que los amarran al mal para que se comprometan Conmigo y no con ningún otro.
Es a través de la alegría de este cántico que despierto el don que cada uno de ustedes debe expresar para entregarlo a Mi Hijo, que hoy les sonríe en silencio.
Despierto la pureza de sus corazones para que, como niños, reciban la Gracia de la conversión espiritual.
En esta noche, tengo para ustedes un pedido especial: que oren por los Reinos, que establezcan una oración planetaria por los Reinos de la Naturaleza, por los elementos que también se purificaran, por los devas y ángeles de cada nación para que estén amparados y reparados en la purificación planetaria.
Para eso, les entregaré algunos de Mis Hijos consagrados, para que oren Conmigo por los Reinos junto a cada uno de ustedes. Es esencial, hijos Míos, que la humanidad comprenda que no debe orar solo por sí, sino también por todos los Reinos de la Naturaleza, por la consciencia de este planeta, por los ángeles de cada nación, que también padecen las consecuencias de las acciones humanas.
Hoy, le entrego a cada hijo que consagro el compromiso de orar por los Reinos, y que a ellos se sumen todos los que aspiran a ser otros y no solo a transformar la propia consciencia, sino también a toda la vida en este planeta.
En esta oración por los Reinos de la Naturaleza, orarán también por los Reinos invisibles y por todos los que sustentan el planeta, pero que la humanidad no ve.
Ahora, hijos, canten, eleven sus voces y sus espíritus a Dios, e ingresen en el Reino Sagrado del Creador en la Tierra, en el Templo de la Esfera, en el Templo de las Esferas Sublimes, para que sus esencias puedan ser curadas, rehabilitadas y retomen el compromiso, no solo Conmigo, sino también con el Plan de Dios.
Yo los escucho y los elevo.
Canción: Himno de los Hijos de María.
Sientan la presencia de Mis Ángeles, porque ya están presentes y danzan y cantan con ustedes para expresar la alegría de que la humanidad se consagre al Inmaculado Corazón de su Santa Madre Universal.
Permanezcan en el Templo de las Esferas Sublimes para que la cura que el Creador les ofrece sea profunda y los transforme, no solo como individuos, sino también como humanidad.
Les agradezco, como su Madre y Señora.
Yo los bendigo y los consagro.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo los esperaré, junto con Mi Hijo, junto con el Creador, con todo el Reino Celestial, con todos los Reinos del interior del planeta, en esa mesa infinita de redención de la humanidad, porque esta Sagrada Semana, hijos, los transformará para siempre.
Les agradezco.
Hoy quiero que entren en Mi Corazón.
Quiero que entren en Mi casa.
Vengan Conmigo.
Queridos hijos, todos pueden entrar: niños, jóvenes, adultos y ancianos; enfermos de cuerpo y de espíritu.
Esta es su casa, la casa de Dios.
He venido del Cielo para presentarles a San Rafael Arcángel. Él es quien cuidará de este lugar después de Mí.
No se preocupen, estoy aquí presente para recibirlos.
Vengo del Cielo como la Mensajera de la Paz.
Hoy están en Mi Corazón, como lo estuvieron en otros tiempos, con Mi hija Lucía de Jesús.
Ahora pueden ver, queridos hijos, como se construye la Obra de Dios, libre de poderes y de propiedades, Obra plena del Amor de Dios.
Me dirijo a ustedes, en este día, para que reencuentren el camino hacia la cura, la cura que Yo les ofrezco y que también les ofrece el Arcángel Rafael, para toda la humanidad, para todos aquellos que aspiran verdaderamente a curar su antiguo sufrimiento y a liberar sus amarras, para que reine el Amor de Dios por siempre. El Santo Arcángel los guiará en el proceso de cura.
Vengo a traerles aquí una pequeña parte de Aurora, para que todo el Brasil pueda encontrarla y para que este lugar sea la antesala de la liberación de las consciencias de Mi amado Centro Mariano de Aurora, en donde esa cura proseguirá hasta que el alma alcance la rehabilitación.
Por eso también quiero fundar un Centro Mariano en Europa, porque Lys-Fátima cumplirá un papel importante en el fin de los tiempos.
Lys-Fátima, junto con Monserrat, proporcionarán la cura planetaria, la liberación del mal y el avance en el proceso de evolución de la consciencia, para la consciencia europea y más allá de esa región.
Hoy vengo a hablarles, queridos hijos, en nombre de las Esferas Sublimes. Ayer los introduje en la Consciencia del Padre Celestial. Hoy los aproximo a la consciencia de la cura, que fluye como una preciosa corriente en el Universo. Es la cura de sus corazones y de sus almas, la que les permitirá alcanzar la redención.
Estos son los primeros pasos para que el alma se rehabilite. Los Centros Marianos son fuentes de cura. Y la fuente que aquí están construyendo en nombre de Mi amado Hijo, podrá ser para las almas un manantial de cura y de rehabilitación.
Agua que será impregnada y suelo que será colmado por la Gracia de Dios, para todos los que lleguen aquí, buscando el arrepentimiento, el perdón y la reconciliación con Dios.
Vean así, queridos hijos, como Mi Consciencia les muestra las contrapartes internas de los Centros Marianos, pues la tarea de estos Centros Marianos aún debe ser realizada con la ayuda de todos.
Cuando se cumplan los veinticinco años de Mis Apariciones, los Centros Marianos serán conocidos, contemplados y visitados por las tres cuartas partes del mundo. De esta forma,Yo los preparo para los grandes tiempos de conversión, en donde todas las religiones, después de los tiempos de tribulación, Me reconocerán como la siempre Virgen Bienaventurada, Madre del planeta y de la humanidad, Madre del Universo, del Cosmos, del Universo Celestial. Ustedes, queridos hijos, son los precursores de esos acontecimientos.
Quisiera que a partir de hoy, Me acompañaran hasta el fin de los tiempos, escribiendo en los Libros de Dios esta nueva historia de amor y de perdón que Yo les ofrezco a través de los Centros Marianos. La Iglesia demorará para reconocer estos lugares, pero cuando todo termine, Mi Inmaculado Corazón triunfará.
Yo los contemplo, como a estos corazones y estrellas que han colocado sobre Mi altar, porque dentro de cada alma misionera, que vino a vivir un propósito en este planeta, hoy también trabajo con su parte espiritual, rehabilitándola de tiempo en tiempo, de época en época, por la donación de Mis Manos y por el servicio incondicional que, como Madre Celeste, cumplo ante el Creador.
En este momento, queridos hijos, les permito estar en comunión con el Padre, por medio del Verbo Divino y de Mi humilde Presencia delante de sus corazones.
Comulguen, comulguen y comulguen, para que sus almas alcancen la paz y la redención del planeta.
También espero que la escuela viva de la Nueva Tierra sea conocida en el mundo entero, porque los niños del mundo no están siendo bien educados, sino hipnotizados con las artimañas de Mi adversario, por lo que llaman de “modernidad”. Quiero que la escuela viva esté en los corazones simples; que los nuevos patrones de conducta sean experimentados por la humanidad con un profundo amor a los Reinos de la Naturaleza, para que la educación universal que viene del Cosmos, se instale en la consciencia humana definitivamente. Para que así, los hombres y mujeres, padres, jóvenes y adultos, aprendan a vivir en la Ley, sin salir tanto de ella todo el tiempo.
El Espíritu Santo ayudará a que esta educación se vivifique. Los Centros Marianos deben ser parte de esta escuela viva, para los niños y adolescentes que lleguen en estos tiempos de caos, para ayudar a la humanidad.
Por último, queridos hijos, Mi Corazón está agradecido por la fuerza de su donación y por la unión Conmigo en esta manifestación del Centro Mariano del Niño Rey.
Para que estas bases sean construidas en dirección al Cielo, deben haber Hijos de María verdaderamente consagrados, que asuman el compromiso de ser guardianes y celadores de esta obra de amor y de redención.
Por eso, los que hoy se consagrarán como Hijos de su Madre Celeste, asumirán este compromiso directamente con Mi Corazón Inmaculado, para que también triunfe Mi Obra, que es una obra unida a la de Mi Hijo, una obra crística.
Que se aproximen los hijos que hoy se consagrarán, para recibir la bendición de la Madre Celeste, que acoge a Sus hijos en el Corazón materno de Su casa de oración.
Muchos de ustedes tienen sufrimientos inextinguibles, que hoy Mis Manos vienen a curar, al imponerlas sobre sus cabezas en presencia del Arcángel Rafael, para que las heridas más profundas sean curadas y sus almas se liberen de la cadena involutiva de los errores.
Es así como les traigo el Amor, el Amor que Dios concibió en Mi Corazón maternal, para que sus almas se glorifiquen en la bienaventuranza de la Compasión de Dios, que hoy desciende en ustedes para renovarlos en espíritu, alma y materia.
Coloquen sus manos en señal de recepción y reciban de la Bienaventurada Madre de Dios, Madre de los enfermos y de la cura, Madre de los inocentes y de los humildes, Madre de la Gracia y de la Misericordia, Madre de la redención, Madre de la caridad, Madre del infinito Amor.
Abriendo Mi Manto, extendiendo Mis Brazos y les doy la fuerza de Mis Manos; manos que sostuvieron a Cristo después de Su muerte en la Cruz, para declarar al Universo, como Madre de la Piedad, el triunfo del Redentor.
Sientan el Agua de Vida que hoy derramo sobre ustedes, que es el Agua del Santo Espíritu de Dios, que los renueva en el Sacramento de la fe y del bautismo.
Hoy, ustedes se arrodillan aquí, queridos hijos, ante Mi Presencia, por todos los que fueron esclavos en el pasado, por todos sus descendientes, familiares y por todas las generaciones, hasta el día de hoy.
Así, libero al Brasil y especialmente a Río de Janeiro, por la derrota vivida durante la colonización de los hombres indiferentes a Dios.
Queridos hijos, Yo les pido perdón en nombre de todos ellos, por las secuelas generadas a través de los tiempos y hasta el presente.
En nombre de la Gracia de Dios, Mis muy queridos hijos, hoy ejércitos de Mi Luz y de Mi oración, que son consagrados a Mi Corazón, llevan las Gracias de Mi Espíritu a todos sus seres queridos, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Me voy aliviada de este Centro Mariano, porque tengo la total confianza de que podré llegar en el mes de septiembre para bendecir esta casa terminada, con la ayuda de cada una de sus manos y para que muchas, muchas más almas reciban los mismos beneficios de la Misericordia de Dios.
Que así sea.
Sepan que siempre que estén Conmigo, serán flores de Mi jardín, pilares de Mis Centros Marianos.
Agradezco a todos Mis hijos del mundo por la fraterna cooperación, en nombre del cumplimiento del Proyecto Redentor de Cristo en estos tiempos.
Me elevo al Cielo con el Arcángel Rafael y todas Sus huestes, escuchando a sus voces entonar el himno de su consagración.
Les agradezco, ahora y siempre. Amén.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más