MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Liberen sus almas del cautiverio de este mundo por medio del amor al Plan de Dios. Si aman los Planes del Altísimo paratodo lo que fue creado, trascenderán la comprensión común acerca de todos los acontecimientos que se manifiestan en el mundo. 

Dispónganse a amar el Plan de Dios por encima de ustedes mismos y podrán, entonces, vivir lo que el Señor realmente espera de ustedes.

Cuando el amor propio es mayor que el amor al Plan de Dios, corren el riesgo de perderse en sus limitaciones y pierden la oportunidad de descubrir la trascendencia de todas las expresiones de la vida, sean mentales, emocionales, físicas o espirituales.

Cuando aman el Plan de Dios por encima de todas las cosas, son capaces de lanzarse hacia lo imposible para manifestarlo y, entonces, cruzan el umbral de las limitaciones humanas y descubren nuevas capacidades que están eternamente adormecidas en las consciencias de todos, justamente por la falta de amor y de entrega por parte de los seres.

Sé que este es un amor desconocido e inalcanzable para muchos, porque no aprendieron a amar lo intangible, lo divino, lo espiritual. En este mundo, el amor siempre está basado en los beneficios, e incluso el amor a Dios y a la vida espiritual tiene que producir algún mérito, aunque sea la santidad.

Aquellos que buscan la vida espiritual encaminándose hacia la santidad, comienzan su trayectoria tratando de lograr un beneficio, un reconocimiento, una meta; sin embargo, en el camino, descubren que para encontrar lo que buscan, deben perderse a sí mismos. Y, así perdidos, van dejando poco a poco todo lo que tienen, todo lo que son y lo que piensan ser, como también sus aspiraciones y hasta la intención de alcanzar la santidad.

Cuando el corazón siente que ya no quiere más nada y solo camina hacia Dios, cuando más lejos parece encontrarse de cualquier perfección, porque para él nada se asemeja a la Perfección del Padre, es cuando el alma llega, sin percibirlo, al primer paso de su meta.

Yo los llamo hacia este amor verdadero: amor que trasciende a los individuos, los beneficios, las aspiraciones, las conquistas, que trasciende las necesidades de la vida y deja al alma y al espíritu suspendidosen las manos del Creador, para que sean Sus instrumentos en el mundo, atrayendo Su Paz en los tiempos de caos.

Lo que les digo y que parece tan distante sería la razón de la existencia humana; mientras tanto, los seres humanos le dieron un nombre y lo colocaron en un punto inalcanzable para las consciencias, pues incluso aspirar a esto les causa miedo, vergüenza o piensan que es falta de humildad. Esto es la santidad.

La santidad es la unión con Dios, es la manifestación de Su Plan.

La santidad no es una excepción, es una meta para toda la consciencia humana.

Para encontrar la santidad, se necesita amar al Único, pero para amar al Único, es necesario dejar atrás los amores humanos, para descubrir el amor al Divino.

El mundo necesita corazones que amen de verdad, que atraigan del universo el Amor dejado por Cristo, porque solo así se equilibrará semejante mal que se expande en la Tierra.

Yo los amo y los invito a amar con el mismo Amor.

San José Castísimo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Cuando un alma ora de corazón, crea las condiciones para la aproximación del espíritu. Cuando él está despierto, permite que leyes superiores permeen la materia y conduzcan los acontecimientos de la vida de acuerdo con principios divinos y universales, que responden a la Voluntad de Dios.

Solo cuando un ser se abre para la vida espiritual y despierta la fe en lo que no puede ver con sus ojos físicos, todo aquello que es una realidad en el cosmos puede hacerse sentir en su corazón. 

Cuando el alma despierta es que la personalidad siente la imperiosa necesidad de descubrir lo que está más allá de la vida material. Es el alma quien hace que la mente y las emociones no estén conformes con la vida de superficie y, así, dispone los cuerpos tridimensionales para una búsqueda superior.

Mientras ustedes aprenden y crecen en espíritu, el alma lucha constantemente con los aspectos que aún están muy arraigados en las tendencias de la vida material planetaria. Por esta razón es que, al mismo tiempo en que aspiran a lanzarse al abismo de la Voluntad Divina y entregarse al misterio que es vivir bajo esa Voluntad, otra parte del ser duda de la existencia de ese abismo, de la posibilidad de vivir la Voluntad de Dios y, según las propias resistencias, ustedes pueden dudar, incluso de la Existencia Divina.

Cuando el espíritu se aproxima a la materia, el alma se fortalece y sus convicciones se convierten en la verdad que rige la vida. Las dudas y los cuestionamientos no dejarán de existir, porque en cuanto estén en el mundo siempre habrá algún aspecto que purificar; aspecto que no quiere sacrificarse y que prefiere mantenerse en la vida común de las gratificaciones y los placeres mundanos. Pero será como un adulto que vive como un niño reclamando, a veces más, a veces menos, al demandar atención para hacer su voluntad.

¿Por qué les digo esto?

Porque ustedes necesitan dejar de darle tanta atención al niño dentro de ustedes que no quiere crecer; deben comenzar a actuar con la consciencia del espíritu, con el adulto espiritual que comprende la realidad planetaria y que está dispuesto a vivir según los designios superiores, sin importarle las circunstancias.

Muchos niños internos están disfrazados de grandes héroes, porque están totalmente dispuestos a cambiar el mundo, siempre y cuando protagonicen grandes papeles en el fin de los tiempos. Sin embargo, cuando se habla de transformarse por medio de las pequeñas cosas de la vida, ya no le dan tanta importancia y piensan, por ejemplo: “¿Para qué aceptar humillaciones, vivir en obediencia, silencio y sacrificio, cuando puedo realizar un gran servicio en África?”.

Sepan, Mis queridos, que les hablo a sus corazones. Sin embargo, hoy les hablo sobre todo a sus consciencias, porque llegó el tiempo de comprender que la única salida, para que la humanidad no sea un proyecto muerto en la memoria de la Creación, es que cada uno asuma la propia transformación y viva en sí los Principios de Dios, depositando en la consciencia humana los códigos de una raza redimida.

Si no redescubren la vida del espíritu y no se dejan transformar por el poder de la oración, jamás descubrirán que la salvación y la redención de las almas del mundo entero dependen de cada uno.

Nuevamente les digo que permitan que la prioridad de sus vidas sea la oración por el planeta, el servicio y el amor que todo lo transforma.

Yo los amo y los guío en los pequeños detalles, para que sus consciencias despierten a la vida superior.

Oren y transfórmense. Imiten a Cristo todos los días, sigan Sus Pasos. El mundo necesita que así sea.

Su amado padre y compañero,

San José

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