- Inicio
- Blog
- Mensajes
- Oración por la Paz en las Naciones
- Calendario
- Oraciones
- Impulsos Diarios
- Libros publicados
- Pinturas e Imágenes
- Objetos Sagrados
- Música
- Galeria de fotos
- ¿Quiénes somos?
- Centros Marianos
- Campaña por la Paz
- Redes Sociales
- Contacto
Hijo Mío e hija Mía:
En este tiempo final, construye tu fortaleza y tu fe en Mi Inmaculado Corazón.
Yo seré tu refugio, seré quién te llevará a Dios. Y, aunque la Madre de Dios se esté recogiendo, la oración perpetua será el puente que nos unirá entre el Cielo y la Tierra.
La vida te mostrará todo lo que aún hay que transformar. Las miserias y los desiertos están dentro de ti para que, etapa tras etapa, vayas trascendiendo y redimiendo tu consciencia.
Este es un tiempo final anormal, porque todo lo que siempre estuvo oculto y fuera de la Ley, se mostrará.
Tú sigue orando por la Paz en el mundo, para que la humanidad pueda estar interiormente preparada para todo lo que ya está llegando.
Confía, la Madre de Dios nunca abandonará a un alma orante.
Ofrécete en sacrificio y reparación del Corazón ofendido de Dios; así, los pecados del mundo, que son muchos, serán aplacados.
Recuerda a tu Ángel de la Guarda.
Mi Amor puede estar en ti. ¡Adelante!
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Hijos:
Mientras oran, Yo purifico sus labios de todas las palabras que podrían pronunciar apartados de Dios.
Mientras oran, Yo sublimo su verbo para que alcancen la comprensión del Propósito de Dios y así, lo testimonien al mundo.
Mientras oran, Yo curo sus corazones, aunque sean imperfectos, para que ellos tengan sentimientos cada vez más puros.
Mientras oran, Yo libero sus mentes para que tengan pensamientos de luz, de sabiduría, de hermandad y de fraternidad, para que todo sea constructivo.
Mientras oran, Yo alivio sus almas, para que sus internos sientan la convicción y la razón de estar respondiendo al Llamado de Dios.
Mientras oran, Yo les derramo Mis Gracias, para que ustedes aprendan a enmendar sus posibles errores y para que, en oración perpetua, ustedes se sientan libres de las prisiones de la vida.
Mientras oran, Yo puedo estar más cerca de ustedes y les puedo hacer sentir el Amor de Dios.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Hijo:
Haz de tus luchas internas un camino para profundizar tu unión con Dios y tu madurez como ser humano y espiritual.
Que en tus dificultades más profundas no busques llenar tus vacíos con lo que es aún más vacío, que son las cosas del mundo.
Busca el alivio de los dolores, la cura de tus temores, la respuesta a tus cuestiones internas, la plenitud para tu vacío, siempre en Dios. Busca a tu Creador en el silencio, en la oración, en el canto, en la respiración, en el servicio, en la propia vida.
Encuentra al Padre Celestial en aquel que sufre, en los más necesitados, en aquellos que tienes a tu lado, tus hermanos de camino, tus compañeros.
Encuentra al Padre Celestial en la naturaleza, en el aire que respiras cada día, en el silencio, en el misterio que hay en tu interior.
Encuentra al Padre Celestial en la fuerza que te viene de adentro para tomar una decisión, para no permanecer en infantilidades, para no caer en las mismas tentaciones, para no cometer más los mismos errores y cambiar.
Encuentra a tu Padre Celestial en la respuesta de amor que puedes sentir, aunque sea por un segundo, en la gota de agua que cae del cielo en el desierto de tu corazón, y que puede no saciar tu sed, pero si te da una esperanza.
Y así, hijo, haz de cada prueba una dádiva, una oportunidad de encontrar a Dios y crecer.
Ora y sirve. Descubre que sirviendo en las cosas más simples también encuentras plenitud, porque no se trata de emprender grandes misiones, sino de salir de sí mismo para amar, y que el amor lave tus ojos y te haga percibir la vida de una forma diferente.
Ora y haz de tu vida una oración. Así encontrarás la paz.
Tienes mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Cuadragesimoprimer poema
Reina del Cielo y de la Tierra,
ilumina nuestros caminos con las estrellas de Tu Corona,
para que en la senda de la vida nos encontremos con Dios.
Haznos simples de corazón y ardientes en la oración,
porque esperamos estar cumpliendo
con una parte del Plan del Creador.
Reina del Cielo y de la Tierra,
concédenos la Gracia de ser liberados
de las cadenas de la opresión
y de la esclavitud que podría estar viviendo nuestra alma.
Reina del Cielo y de la Tierra,
ayúdanos a que, finalmente,
seamos discípulos y servidores de Cristo.
Que nuestra vida y nuestra existencia
estén en las Sagradas Manos de Tu Hijo,
para que Él las pueda moldear como nuevos instrumentos
a Su servicio de Amor y de Paz.
Reina del Cielo y de la Tierra,
aspiramos a no querer ya nada para nosotros,
sino que nuestras vidas sean el ejemplo
de las promesas de Cristo
para la redención de la humanidad.
Reina del Cielo y de la Tierra,
Te pedimos que nos guíes y nos acompañes
hasta que podamos caminar solos
para que, con madurez,
respondamos amorosamente a los pedidos de Dios.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Cuando estuve en la Tierra, en Nazaret, y Mi corazón humano y frágil se sentía cansado, Yo Me alejaba de todo y de todos y, solo con Dios, oraba.
Muchas veces no tenía fuerza para orar y la angustia callaba no solo Mi voz, sino también Mis pensamientos. Entonces, arrodillado ante el Señor, Yo Me silenciaba. Permanecía en silencio, sintiendo Su Soplo ingresar en Mi cuerpo, en el aire que Yo respiraba. Buscaba paz.
No le pedía nada al Señor, y todo lo que Yo tenía ya le pertenecía; entonces, solo Me silenciaba y esperaba, vaciando el corazón del miedo y de las angustias y encontrando fortaleza en ese silencio profundo que Yo compartía con Dios.
¿Por qué hoy les digo esto?
Porque conozco lo más profundo de sus corazones y sé que, bajo la presión de estos tiempos, se ven cansados, angustiados e impulsados siempre a una transformación mayor, a un paso más profundo en lo desconocido.
Por eso les enseño, hijos, que aun en las debilidades, su fortaleza se encuentra en Dios. Y, cuando no tuvieran palabras ni sentimientos para compartir con el Señor, solo silénciense y busquen la paz, compartiendo el Silencio de Dios. Su Soplo Divino les revelará esa paz.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Trigesimoseptimo poema
Santísima Señora del Rosario,
Sostén incondicional de la humanidad,
Amor celestial y profundo,
haznos comprender el misterio de Tu servicio y entrega.
Impúlsanos a servir y a entregarnos,
para que seamos merecedores de las Gracias del Cielo.
Que, en el camino de la entrega incondicional,
podamos reconocer, en nuestros hermanos,
el Rostro vivo de Cristo,
porque necesitamos crecer en el amor
y en la transparencia de nuestras vidas.
Danos a conocer, Señora de la oración eterna,
el valor incalculable de la oración interior.
Que nuestra llama de la fe se encienda,
y se eleven nuestras súplicas
hacia el Corazón del Padre.
No nos dejes caer en la ilusión ni en la indiferencia.
Que tengamos nuestros corazones abiertos,
para reconocer la urgente necesidad
de servicio y de oración en este tiempo.
Señora del Santísimo Rosario,
que podamos ver y sentir,
así como Tú sientes y ves a Tus hijos del mundo.
Tráenos la consciencia
de lo que significa cumplir la Voluntad de Dios.
Que nuestra percepción de la realidad se amplíe,
para que no nos quedemos en lo pequeño,
sino en lo grande,
en lo maravilloso de responder a Dios.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Un alma, que se sentía perturbada por no conseguir contener el flujo de sus pensamientos al orar, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, cuando me detengo para estar ante Ti y orar, mis pensamientos siguen agitados, las palabras de mi oración se confunden con el verbo incesante de mi mente y no encuentro paz. ¿Cómo puedo, Dios, purificar mis pensamientos para estar en paz ante Ti?”.
Y el Señor le respondió: “Alma pequeña, tu mente es un espejo de todo lo que recibes y consumes del mundo. Aquello con lo que tienes contacto durante tu día es lo que estará en tus pensamientos cuando llegue el momento de orar. Para que alcances la paz, no hay una fórmula, sino una actitud que se debe transformar dentro de ti, una decisión de no buscar ya determinadas cosas que solo contaminan tu mente y toman espacio en tu corazón.
Si hicieras lo contrario y en lugar de alimentar tu mente con las cosas del mundo la alimentaras con las cosas del Cielo, verás cómo la oración será para ti un momento de profundización interior y no de eterna y constante autotransmutación. Pero, para eso, debes escoger pensar y sentir correctamente, cortar los pensamientos degenerativos, detenerte ante los impulsos que te conducirán a la oscuridad y escoger siempre estar en Mí y pensar en lo que te conduce a Mi Corazón”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe cómo estar en Dios y permanecer en Él, construyendo en cada instante de sus días, a través de las pequeñas elecciones, su momento de oración.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que por mucho tiempo se preparaba para la gran tribulación del planeta, a medida que esta se aproximaba, se sentía más insegura e ignorante. Sentía lo desconocido de esta prueba planetaria y le cuestionaba al Señor, diciéndole: “Señor y Padre Eterno, ¿cómo puedo estar preparada para vivir estos tiempos? ¿Cómo puedo ir más allá de mi ignorancia e ingresar en Tu Sabiduría? ¿Cómo puedo ir más allá de mis miedos e ingresar en Tu Paz?”.
Y el Señor le respondió: “Como percibes, alma pequeña, estos tiempos son nuevos y esta prueba es desconocida y desafiante para toda la vida en la Tierra y más allá de ella; pero en tu interior, se encuentran Mis Gracias y todos los Dones que un día, mientras orabas y servías, fui depositando en él. Ellos emergerán y serán tu auxilio y tu paz.
Dentro de ti, sin embargo, vive también una síntesis que te permite encontrar aquello que aún no fue vivido: el Amor-Sabiduría aún no alcanzado en ninguna época de la humanidad, sino solo en el Corazón de Mi Hijo. Por eso, alma pequeña, deja que todos los aprendizajes más profundos de la humanidad se sinteticen en tu interior.
Vive y siente la ignorancia de los pueblos primitivos que, en su simplicidad mental, no permanecieron allí, sino que fueron capaces de lanzarse a lo desconocido para sobrevivir y evolucionar. Toma de ellos los registros más profundos de la posibilidad humana de romper barreras y crecer. Crece, entonces, no solo como ser humano pensante, sino como ser humano que siente la vida, que comulga y que se encuentra en el Todo de la Creación.
Vive la pureza de los pueblos indígenas, los pueblos originarios. Vive la perseverancia de los que, a pesar de toda el ansia de poder de la humanidad, escogieron la pura sabiduría y permanecieron en su paz.
Vive en tu interior la compasión de Oriente, la ciencia pura del estudio del cuerpo, de la naturaleza y de las estrellas, que hace que la consciencia humana reconozca, al mismo tiempo, su grandeza y su pequeñez.
Vive la fe de los primeros cristianos, los que rompieron barreras y fueron más allá de las primeras Escrituras Sagradas; los que no permanecieron en las palabras, sino que creyeron al ver profecías vivas; los que se permitieron transformar y supieron escuchar, más que a la simbólica predicación de Mi Hijo, a todas las revelaciones celestiales que Él trajo; a los que vivieron el Reino y se descubrieron Reino con Cristo, imitando Sus Pasos a lo largo de todos los siglos.
Vive la paz de las almas simples, que no se aferran a las riquezas del mundo, pero sí se sustentan en la alegría de la Presencia de Dios; almas cuya fortaleza fue construida sobre la roca y que no se perturban cuando se derrumba la gloria del mundo, sino que permanecen en Dios, aun delante de las tempestades.
Es así, alma amada, que experimentando en tu interior los Dones que Yo le entregué a la humanidad en cada época, en cada pueblo, en cada religión, te abres para vivir algo nuevo, fruto de todo lo que fue aprendido. Esta es la transición de los tiempos”.
Que este profundo diálogo los inspire, hijos, a encontrar la paz y la sabiduría en los tiempos de transición.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que se sentía agraciada por todas las bendiciones que le llegaban constantemente a su vida, en un momento de oración, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor amado, tengo todo y mucho más recibo de Ti cada día, dime el motivo de tantas bendiciones. ¿Qué debo hacer con cada Gracia recibida? ¿Cómo puedo agradecer los Dones de Tu Eterno Espíritu?”.
Y el Señor le respondió: “Ve, alma pequeña, que del Universo Celestial fluyen constantemente Dones y Gracias hacia toda la vida. Mi Amor es vertido sobre la Creación, indistintamente, sobre todos aquellos que se abran para vivirlo.
Si tú Me abres las puertas de tu corazón, de tu consciencia y de tu vida, esas Gracias fluirán por ti e inundarán todo a tu alrededor. Pero, cuando Mis hijos Me cierran las puertas, cuando son ignorantes o indiferentes, cuando están con su atención dirigida solo hacia el mundo, Mi Manantial pasa y simplemente pasa, sin que lo sientan, sin que lo vean o lo perciban.
Todo lo que les envío a las criaturas es por Amor, para que crezcan, renueven y recreen la Creación. Por eso, toma Mis Bendiciones y sé un alma agradecida; toma Mis Dones y multiplícalos a través del servicio, de la oración, del ejemplo vivo de cada día en el que Yo vivo en tu interior y Mis Gracias fluyen por ti, para que así los ciegos puedan ver, los que tienen miedo se puedan arriesgar, los que no aman se puedan abrir, los que no sirven y no salen de sí se puedan donar y descubrir el inmenso Amor que fluye de Mi Corazón hacia aquellos que se donan sin condiciones.
Que Mis Gracias y Bendiciones no permanezcan en ti y en ninguna alma de este mundo, sino que crezcan, se multipliquen, se renueven y lleguen a todos los seres”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe a percibir el fluir de la Gracia de Dios, a recibirla, multiplicarla y donarla constantemente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que aspiraba a vivir y a expresar la pureza de su corazón, pero que sentía que ese atributo estaba corrupto en su interior, le oraba a Dios pidiéndole que la pureza volviera a emerger, y le cuestionaba al Señor, diciéndole: “Señor, sé que en mí está el atributo de la pureza, porque sé que, al crearme, colocaste esa pureza en mi interior; pero, a lo largo de esta vida, creo que la perdí y no consigo encontrarla. ¿Cómo recobrar la pureza en mi corazón? ¿Cómo amarla y expresarla más que a todas las energías capitales que rodean a nuestros seres?”.
Y, con amor, el Señor le respondió: “Alma pequeña, sí, desde el principio de la vida la pureza habita en tu ser, esa pureza que proviene del Vientre Inmaculado que te creó en el universo infinito de Mi Creación. Esa pureza no se pierde, pero está oculta debido a todas las experiencias humanas que no le permiten expresarse en los corazones de Mis hijos.
Para que ella vuelva a emerger y gane espacio en toda tu consciencia, lo que debes transformar en ti es tu concepto del amor y del amor propio en tu corazón; o sea, alma pequeña, debes amarme más a Mí, a Mi Plan y a Mi Reino que a los hombres y a las cosas del mundo. Pero este amor debe ser verdadero, genuino e incondicional. No debe haber ninguna condición que impongas para amarme y, poco a poco, este amor te hará ver la vida y a cada ser con ojos diferentes.
Es el amor por Dios lo que transforma a las criaturas. Mi Amor en ustedes cambia sus pensamientos y sentimientos, cambia su forma de actuar, cambia sus necesidades y aspiraciones, lava sus ojos y las manchas en sus corazones, haciendo que recobren la pureza.
Es así, alma amada, que no debes buscar vencer a las energías del mundo para expresar esta pureza; porque, si así fuera, estarás en constante batalla y no conocerás la paz. Antes, esfuérzate solo en amarme, de verdad y con entereza, y que crezca en ti Mi Amor. Así encontraras la pureza en tu interior”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe que todos los misterios celestiales y la pura expresión de los seres se guardan tan solo en el Amor de Dios. Basta amar al Creador con todo su ser, de verdad e incondicionalmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Vigesimotercer poema
Templo de la Sabiduría Divina,
Madre de la Gracia y de la Misericordia,
Señora del Silencio,
enséñanos a encontrar las respuestas
en el profundo silencio espiritual,
porque allí, conseguiremos comprender, con el corazón,
los misterios de la Creación.
Señora del Silencio,
que Tu profundo silencio ante la Cruz
nos impulse a aceptar con gratitud
cada prueba que vivimos.
Que Tu silencio maternal
nos revele, todo el tiempo,
la inmensa gratitud que Tú vives
en cada Llamado de Dios.
Señora del Silencio,
ayúdanos a encontrar las palabras correctas
en cada situación de la vida.
Que seamos guiados por el Espíritu Santo
a través de Tu amorosa
y bienaventurada intercesión.
Enséñanos, Madre del Silencio,
a no herir a los demás
con nuestras palabras y comentarios.
Que le demos valor y reverencia al Divino Verbo.
Que podamos descubrir, dentro de nosotros,
el significado de las vibraciones sutiles,
para que ya no perdamos tiempo en cosas innecesarias,
sino que nuestras palabras sean siempre
una cálida y fervorosa oración de silencio.
Así, con Tu amorosa ayuda,
percibiremos la vida como Tú, Señora del Silencio,
conoces la vida de toda la humanidad.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Contemplando el mundo y también los espacios más internos de su consciencia, un alma buscaba paz y no conseguía encontrarla. La confusión de la humanidad, los desequilibrios de los hombres, las enfermedades, el sufrimiento, la falta de un verdadero sentido de la vida, eso era lo que esa alma veía al buscar paz en el mundo y hasta aun dentro de sí.
Pidiendo, entonces, el auxilio de Dios, esa alma oraba al Señor, diciéndole: “Señor, si es posible sentir paz en tiempos de angustias, dame la paz. Si es posible sentirte, aun en el desierto, hazme sentirte. Si es posible mantener la fe y creer que después de esta noche profunda vendrá la luz de un nuevo día y de una nueva vida, concédeme entonces esa fe, porque me siento perdida, sola y vacía, y no encuentro sino angustias e incertidumbres a mi alrededor”.
Y, después de observar a esa alma durante un largo silencio, el Señor le respondió: “Ve, alma pequeña, tus pies están, espiritualmente, sobre un monte, este es el Calvario del mundo. Para pasar por él sin perder la fe, la esperanza o la paz dentro de ti, debes colocar tu consciencia en el verdadero propósito de tu existencia.
Contempla, entonces, la Cruz y revive cada día el Calvario del Señor. Medita en qué momento Él encontraba paz en Su Corazón e imita Sus pasos. Percibe que era en la mirada de María Santísima y en la certeza de Su Presencia silenciosa, durante todo el trayecto con la Cruz, que tu Señor, Mi Hijo, encontraba paz y Se renovaba para seguir adelante. Era en los Ojos de María, Virgen Madre de la vida, en los que tu Señor encontraba esperanza y retomaba el propósito de cada gota de Su Sangre derramada.
El Calvario de estos tiempos es diseñado por las elecciones de las almas del mundo entero. Como una única humanidad, deberán pasar por esa prueba. Pero tú, alma pequeña, puedes vivir el Calvario con la inconsciencia de los dos ladrones o puedes vivir el Calvario renovando la Creación, las leyes y la vida, como Cristo te enseñó a hacerlo.
Entonces, si pierdes la paz, busca esa paz en los Ojos de la Virgen María. Ora a Su Inmaculado Corazón, y Ella, que es la propia Fuente de la Paz para toda la vida, te responderá con silencio, pero con Su profundo Amor, con Su Paz y Su renovación. Esa es la forma de encontrar la paz en estos tiempos de transición”.
Que este diálogo, hijos, les enseñe a no permanecer en las angustias del mundo, sino a aprender a renovarse en María Santísima y a encontrar Su Paz, a pesar de cualquier tribulación en el mundo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma que creía en Dios, en Su Existencia Infinita, pero que no podía comprender los misterios de la oración, le cuestionó al Señor, diciéndole: “Señor, sé que existes y que eres el Dios de la vida y de la eternidad, pero sé que existen leyes que mueven esta vida y que existe el libre albedrío que nos da la libertad para que estemos en ella. Siendo así, Señor, no comprendo el misterio de la oración y no consigo creer que un Rosario o un simple diálogo Contigo transformen las leyes de la Tierra”.
Sintiendo el Señor la sinceridad de sus cuestionamientos, le respondió, diciéndole: “Alma pequeña, lo que ignoras en verdad no es el poder de la oración, es Mi Poder y Mi Amor por ti. Es la capacidad que tienes de unirte a Mí y la potestad que Yo te doy cuando oras en Mi Nombre, porque eres una hija querida y amada. Y como un hijo le pide a su padre y recibe de él lo que necesita, así Yo, que puedo todas las cosas, también les doy a Mis hijos aquello que necesitan.
Sin embargo, el misterio de la oración es aún más profundo, porque no espero que Me pidan solo aquello que necesitan para permanecer en el mundo como almas del mundo. Lo que Yo espero es que ustedes Me pidan aquello que hace de este mundo una parte de Mi Reino. Y, cuando se rinden ante Mí y abren sus corazones, Yo les concedo el perdón, les revelo el Amor oculto en sus esencias y les doy la potestad de transformar las leyes y la vida, como lo hacen los Ángeles y los Arcángeles al recrear Mi Creación.
No solo el misterio de la oración te es desconocido, alma pequeña, sino también el misterio de tu propia vida y el misterio de Mi Amor aún te son desconocidos. Por eso, aunque no comprendas, ora y rinde tus incomprensiones a Mis Pies, a los pies de Mi Altar, porque cuando Yo encuentre en ti un corazón abierto, no solo te haré comprender, sino saber y vivir todas esas cosas”.
Que, a través de este diálogo con Dios, hijos, sus almas sean inspiradas a orar y a clamar cada día más por la transformación del mundo.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Decimoprimer poema
Señora eterna de la Luz,
poder invencible e inmaculado,
sostén de los que necesitan de Ti,
Amor divino de los que lo buscan,
haznos descubrir a Dios en nuestro interior,
para que cualquier adversidad o desafío,
sea superado por el auxilio espiritual
que Tú nos das, Divina Madre.
Te pedimos en este día,
que nos guíes siempre hasta Tu amado Hijo.
Que, en el servicio incondicional de nuestras vidas,
podamos reconocer el Rostro de Cristo.
Que, en cada oportunidad de donarnos,
comprendamos la importancia
del Plan de Amor por la humanidad.
Así, Santísima Madre,
estaremos libres de nosotros mismos,
para que, a cada nuevo día,
nuestra entrega y oferta,
sea cada vez más profunda.
Querida Madre,
protege cada uno de nuestros pasos.
Ayúdanos a encontrar la humildad y el silencio,
en cada ritmo de la vida.
Porque aspiramos imitarte
en la contemplación y en la oración silenciosa.
Para eso, Madre,
nos rendimos ante Ti,
a fin de que Tu purísimo Corazón
nos bendiga para siempre.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
Poemas al Inmaculado Corazón de María
Octavo poema
Amantísima Reina del Cielo y de la Tierra,
a Tus humildes pies, dejamos nuestras vidas y corazones,
como ofrecimiento sincero de todo nuestro amor por Ti.
Queridísima Madre del Universo,
gran Espejo de la Misericordia de Dios,
ayúdanos a ser merecedores de las Gracias del Cielo.
Establece, dentro de nosotros,
el Propósito Divino de la Creación,
para que nuestras consciencias representen
al menos una pequeña parte del Infinito
y del gran Plan de Rescate de la humanidad.
Somos Tus siervos, Virgen Santísima.
Somos los que en oración nos ofrecemos
para estar vigilando a Tu lado,
a fin de que se cumplan las promesas de Cristo
en todos los corazones posibles.
Madre, quítale la sed
a los que tienen sed de la Luz y del Amor de Cristo.
Madre, alivia el corazón de los que se desesperan.
Trae para cada uno de nosotros
el universo del Amor de Dios,
para que nos sintamos colmados
de la fuerza y del poder de la Misericordia Divina.
Amén.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Compañeros, hoy traigo para ustedes el Santísimo Cuerpo de su Señor y el Sagrado Cáliz del Redentor para que, en este mes de mayo, ofrezcan la Comunión Reparadora todos los días, a fin de que Dios escuche el corazón de Sus hijos y las súplicas de los que oran de verdad, pidiendo por esta humanidad y por este planeta para que, en este tiempo final, las almas se fortalezcan y aprendan a transitar el fin de estos tiempos, tiempos reveladores y definitivos, tiempos en los que la humanidad conocerá la Verdad en este ciclo del Apocalipsis.
Derramo los Rayos de Mi Corazón sobre la Sagrada Eucaristía que hoy llevo en Mi Mano y sobre el Sagrado Cáliz del Redentor, para que el Cuerpo y la Sangre de Cristo sean esa unidad divina, perpetua y eterna, que las almas necesitan en este tiempo final.
Es allí, en esa fuerza divina, en esa unión esencial con el Sacramento del Altar en donde encontrarán la fuerza, el coraje y la valentía para sobrellevar estos tiempos y no en otro lugar.
Por eso, la Luz de Mi Espíritu hoy no solo se derrama sobre el Santísimo Cuerpo de su Señor y el Santo Cáliz, sino también sobre el mundo y, en especial sobre la humanidad, sobre aquellas regiones de la Tierra en donde el conflicto, la pandemia y el terror azota a los corazones inocentes.
En esa unión divina que cada uno de ustedes puede alcanzar, por medio de este ofrecimiento especial durante el mes de mayo, estarán unidos verdaderamente a Mí y, en consecuencia, estarán unidos a la Vida Superior y Cósmica.
De esa forma, a pesar de lo que suceda, la ayuda vendrá del universo por medio de sus corrientes poderosas, por medio de sus energías sublimes, a través de los sagrados rayos materiales e inmateriales que deben colmar a las almas para que puedan concretar, finalmente, la realización de su misión y de su compromiso Conmigo, para que toda la raza humana aprenda a superar estos tiempos y, sobre todo, aprenda a transitarlos.
Es fundamental que, para este ofrecimiento especial durante el mes de mayo, la vida sacerdotal sea la que infunda, con la fuerza y el ímpetu del corazón y del amor, la ayuda que necesitan las almas por medio de los Sacramentos que Yo les he entregado.
Ahora, que para millones de almas es imposible comulgar con la sagrada forma del Cuerpo de Cristo y con la preciosa Sangre, es el tiempo de vivir la Comunión espiritual, tan verdadera como la Comunión habitual que siempre vivían.
Es en esa unión espiritual en donde su compromiso se fortalecerá, y aquellas adversidades, tinieblas e incertidumbres no prevalecerán, porque cada día que trabajen y vivan esa unión Conmigo permitirá que Yo también pueda actuar y obrar a través de ustedes.
Dedico mi Mensaje, especialmente, a todas las almas, a los buenos corazones silenciosos y anónimos que rezan por los sacerdotes, todos los días, porque el espíritu de la oración, el poder de la oración les hará comprender, más allá de las apariencias, la esencia espiritual de los sacerdotes en este tiempo final, en donde la cura, la redención, la reconciliación y la Misericordia para el mundo entero se alcanzarán a través de la vida sacerdotal.
De ese compromiso y de esa unión que cada uno pueda vivir Conmigo, verdaderamente, a través de Mi Corazón espiritual y de la Luz que emana de los Rayos de la Misericordia Divina, es que Yo podré derramar y depositar en los corazones de los sacerdotes los atributos y, sobre todo, los designios que Yo tengo pensados desde el principio para cada uno de ellos.
Mientras la humanidad está preocupada y agitada por no saber cómo continuará el próximo tiempo, Yo los invito cada día a profundizar más en esa unión Conmigo por medio del Sacramento espiritual con Mi Cuerpo y con Mi Sangre.
También estoy considerando en este tiempo las adoraciones que son ofrecidas a la Santa Eucaristía, porque mientras más adoraciones se realicen, más ejercicios se llevan adelante espiritualmente, y las almas también son beneficiadas por medio de ese ejercicio espiritual que permitirá mantener a los corazones en equilibrio, en ese equilibrio fundamental que la humanidad hoy no tiene por todo lo que se preocupa y por la incertidumbre que siente en este tiempo.
Todo lo que le dejé, hace más de dos mil años al mundo entero, son importantes llaves para hoy. Esa es la razón de la vivencia espiritual de los Sacramentos y de la fuerza inmutable y permanente que ellos tienen a través de los tiempos.
De esa forma, por medio de los Sacramentos, de manera espiritual encontrarán la fuerza de la renovación y de la fe, y las almas, a pesar de todo lo que suceda en el mundo, se sentirán seguras porque no se enfermarán; sus almas se regocijarán y celebrarán Conmigo la victoria de Mi Corazón en cada una de ellas.
Necesito que comprendan, en una visión más amplia, lo que esto significa para Mí: que la vivencia del Sacramento espiritual en cada uno de ustedes le podrá demostrar al Padre Eterno que los tesoros que Yo les entregué están en lugares seguros y que esos mismos tesoros que Yo les entregué dan frutos en la redención y en la conversión.
Este es el tiempo en el que por medio de la Comunión espiritual Conmigo, que a través de la Maratón de la Divina Misericordia todos podrán vivir, se fortalecerán y podrán comprender, más allá de todo, la esencia de lo que Yo he realizado a través de los últimos años.
Porque todo lo que he hecho, hasta ahora y desde el principio, solo ha sido una preparación en sus vidas y espíritus para que sus consciencias no tuvieran miedo ni tampoco dudas de poder enfrentar estos tiempos y de llevar a la humanidad constantemente a la elevación de la consciencia, porque por más que tan pocos hagan ese esfuerzo y esa entrega; todo eso siempre beneficiará al resto de la humanidad y aquellos que tal vez no merecerían nada ni siquiera una Gracia, la recibirán.
Es así que el Amor de Mi Corazón se multiplica en todos los corazones que se ofrecen no solo para rezar por el ministerio sacerdotal y la vida sacerdotal, sino también para que la Obra de Mi Misericordia y Redención sea llevada adelante por los compañeros que Yo he convocado para vivir esta vida y este principio espiritual, entre tantos otros.
Quiero que estén atentos y tengan una clara visión de que este es el tiempo y el momento de vivir lo que Yo tanto he esperado a través de los tiempos y de las generaciones.
He obrado y Me he presentado con el mismo fin y propósito, y eso no cambiará hasta que Yo retorne al mundo, en donde su Sacerdote Mayor y Señor de señores llevará adelante la institución y el advenimiento del nuevo tiempo, de la nueva vida, de la nueva humanidad.
Si sus espíritus y almas están fuertes en la Comunión Conmigo en este tiempo crucial, nada les sucederá, al contrario, ayudarán a los que más lo necesitan, a los que son débiles de espíritu, a los que son tibios de corazón, a los que no son pobres en sus vidas, a los que han perdido la fe, a los que no son humildes, a los que no Me aceptan.
Todos sus ofrecimientos se multiplicarán y Yo los aceptaré, porque los devolveré en Gracia y en Misericordia para los que no merecen nada.
Es así que, poco a poco, los invito a vivir la misma escuela de superación, de entrega y de fe que Yo viví por ustedes hasta la Cruz, para que su última espiración, en el último minuto de su vida, también sea un ofrecimiento.
Piensen y mediten en lo que les digo. No les pediré cosas imposibles, sino les pediré lo que verdaderamente Me pueden dar, porque necesito estar en los corazones, necesito ser consolado por las almas, debo tener un espacio y un lugar en el templo de cada corazón para que puedan sufrir Conmigo, en silencio, por la liberación y la trasmutación de la humanidad por no haber correspondido a la Ley y ni siquiera a Mi Padre Eterno.
Deben comprender lo que les estoy diciendo, porque estas ya son Mis últimas Palabras, en este tiempo final. Y no podrán olvidar todo lo que les he dicho, porque necesito estar vivo en los corazones y en las almas que se ofrecen para vivir esa gran entrega por Mi Corazón y Mi Consciencia.
Es así que, a través de ese camino, alcanzarán la Vida Mayor y la Vida Cósmica. Pero primero tienen que rendirse para que Yo pueda triunfar en el mundo a través de ustedes.
Por eso, hoy les traigo el Santísimo Cuerpo y el Sagrado Cáliz, frutos de la entrega y de los méritos de la Pasión de Jesús, para que el mundo no se olvide que, antes de todo esto, existió un Hombre de Nazaret, Hijo de carpintero y de una humilde Madre, que cumplió y llevó adelante una importante tarea por la humanidad, derramando Su Sangre por los pecadores, derramando Su Agua por los que estaban perdidos, liberando a todo el planeta hasta las entrañas más profundas de este mundo.
Que el poder de Mi Sangre los justifique ante Dios. Que el poder de Mi Agua los purifique ante Dios, porque esperaré su gran y definitivo paso, todo lo que sea necesario, hasta que cada uno de ustedes comprenda que si Yo he venido aquí, para encontrarlos, hablarles e instruirlos durante tanto tiempo, hay una razón y un propósito, porque nada es por acaso.
Que esta Maratón de la Divina Misericordia despierte en ustedes la llama de la cura que necesita la humanidad y, sobre todo, el planeta que agoniza no solo por esta pandemia.
La humanidad tuvo que enfermarse para comprender cómo está el planeta desde hace tanto tiempo y, aun así, cómo todo el planeta y su naturaleza ha respondido y se ha expresado ante la quietud de la humanidad.
Vean, a través de los Reinos de la Naturaleza, el mensaje que les deja el universo, y ya no se resistan más. Anímense a vivir el gran cambio de consciencia para que todo se pueda revertir y curar.
Mientras eso no suceda, el mundo seguirá sufriendo y su Maestro también sufrirá en los corazones que se abran para recibir la Cruz que su Maestro vive en este tiempo actual. Cruz que quiere ser compartida con los perseverantes, con los abnegados, con los que son incondicionales, con los que trabajan, día y noche, en humildad y por la paz, por un único fin y una única meta de que se cumpla la Divina Voluntad.
Por medio del Sacramento de la Comunión y de la Sangre de Cristo, Yo los bendigo para que esta tarea de la Maratón de la Divina Misericordia sea profunda y verdadera, para que no sea un pasar del tiempo, sino una necesidad imperiosa y definitiva de responder a Dios hasta que duela.
Les agradezco por la unión, la perseverancia y la fuerza de determinación en estos tiempos.
Recuerden el ofrecimiento espiritual durante todo este mes de mayo para que, junto a la consagración de sus vidas al Inmaculado Corazón de María, sus amados Mensajeros Celestiales lleven a Dios, una vez más, los frutos de la redención.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración para imitar a Cristo
Señor,
que mis ojos contemplen el mundo con Tus Ojos,
que mi corazón sienta la vida como Tu Corazón,
que mi alma viva en la Tierra, y más allá de ella, como Tu Alma,
que mis días sean un eterno reflejo de Tu Misericordia,
para que yo vea al prójimo como Tú me ves,
para que así yo comprenda al prójimo como Tú me comprendes,
para que yo sea paciente con el prójimo como Tú lo eres conmigo,
para que yo hable con el prójimo como Tú hablas con los Tuyos,
para que yo actúe con el prójimo como Tú actúas con los Tuyos,
y yo les entregue a ellos todo cuanto Tú desearías entregarles.
Que así, Señor,
yo ame como Tú amas,
sirva como Tú sirves,
y viva como Tú vives,
eternamente.
Amén.
Oren como los primeros compañeros de Cristo que, unidos alrededor de Él, judíos, paganos, ateos, pescadores, prostitutas, eruditos y soldados, pobres y cobradores de impuestos, médicos y leprosos, aprendieron a amarse como Él los amaba.
A través de Su sagrada Presencia, sus ojos se tornaron misericordiosos y pudieron ver más allá de las miserias y de las apariencias.
Es así, hijos, que con esos mismos ojos se deben mirar hoy. Es así que deben reconocerse, unos a otros, en la Presencia eterna de Cristo, amando, comprendiendo, siendo pacientes, misericordiosos y compasivos como es Su Corazón.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Alinea constantemente tu consciencia con el Propósito Divino a través de la oración, de la adoración, del canto, del silencio, del contacto con la naturaleza y de todo aquello que despierta amor verdadero y espiritual en tu corazón.
Llegó el tiempo de que corrientes poderosas desciendan a la Tierra, con impulsos cada vez más intensos que moverán no solo los mundos internos, sino cada espacio de la consciencia humana, desde sus células hasta su espíritu.
Eso es así porque la humanidad debe ir retornando al principio de su pureza, debe ir ingresando en el Tiempo y en la Gracia de Dios para que este mundo vuelva a ser sagrado.
Y, cuando esas corrientes universales encuentran resistencias en las almas y en la vida humana, generan choques, desequilibrios, conflictos, a fin de ir rompiendo los muros de la indiferencia en las consciencias.
Pero si un ser ora y crea por sí mismo, poco a poco, el camino para llegar a Dios, esas corrientes actuarán en su consciencia como una Gracia, como un viento sublime que empuja la barca hacia océanos más profundos, para que esa barca se mueva y llegue a su destino.
Por eso, hijo, no temas, pero solo alinea tu consciencia con el Propósito Divino y no te resistas a lo que te conduce al crecimiento interno y a la maduración de tu consciencia. Así, todo se cumplirá.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Queridos hijos:
Nunca se olviden del poder que tiene la Fe. Ella es como una llama que ilumina el fin de estos tiempos.
La Fe es un principio superior que los puede sostener y los mantiene en contacto directo con Dios.
La Fe es inmutable y no pasajera. Sus bases provienen del Espíritu Santo y ella actúa en todos los niveles del ser.
La Fe es cultivada por la oración, la que despierta la Fe y la confianza en lo que es espiritual e invisible.
En la Fe existen vertientes importantes que los llevan a encontrar la caridad, la solidaridad, la armonía, la fraternidad y la compasión, entre otros principios internos que hacen de una persona una consciencia capaz de reconocer la Gracia que trae la Fe y la oportunidad de que, a través de la Fe, el ser pueda reconciliarse consigo mismo y con el universo.
Por eso, la Fe es una poderosa corriente que nunca termina, porque no es algo que sucede una sola vez, la Fe es algo interminable. El alma puede estar en comunión con la Fe todos los días de su vida.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz
En este tiempo es necesario, hijos Míos, crecer espiritual y humanamente, madurar en la consciencia todos los impulsos recibidos y colocarlos al servicio del planeta y de toda su humanidad.
Crecer espiritualmente es comprender los tiempos en los que viven, la urgencia de que haya una transformación en la consciencia humana y la certeza de que esa transformación comienza y termina dentro de cada ser.
Madurar es asumir con responsabilidad la propia parte dentro del Plan de Dios, sabiendo dar todo de sí en cada instante.
Cuando oran, que lo hagan de todo corazón, con la mente y el espíritu presentes, con los sentimientos enteros y las palabras colmadas de su sentido más profundo.
Cuando sirven, que lo hagan por completo, donando todo de sí para que la Voluntad de Dios se cumpla, sin dar lugar a las actitudes infantiles que siempre los conducen a las comodidades humanas, a un lugar de inercia y no de sacrificio.
Cuando se relacionan con el prójimo, sepan amarlo como es, observar sus miserias en el espejo del propio interior y antes de juzgar, callar y mirar hacia dentro. El otro se transforma con el ejemplo y no con el juicio.
La humanidad es una consciencia viva, única, que tarde o temprano se mueve en cadena. Cuando un ser da un paso verdadero, su entorno se transforma. Por eso, usen el verbo para abrir las puertas del Reino de Dios y el ejemplo para transformar lo que impide a ese Reino manifestarse.
Madurar humanamente, hijos, es salir de la postura adolescente de ser eternamente servido, cuidado y amparado; y comenzar a moverse para servir, cuidar y amparar, no solo al prójimo, sino al Plan de Dios en sí, al planeta, a la vida.
Así como un adulto es responsable por su casa, ustedes son responsables de este mundo. Llegó el momento de transformar esa postura y de asumir la propia casa, porque las leyes se están moviendo y los ciclos avanzando en ascensión.
Para acompañar el movimiento del universo es necesario crecer humana y espiritualmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más