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Un alma pobre y desprovista de los medios básicos para subsistir en el mundo le cuestionaba al Señor dónde Él estaba y cuál era el motivo de su sufrimiento, diciéndole: “Señor, yo que tanto busco y pido en Tu Nombre no obtengo respuestas, sino sufrimientos y padecimientos cada vez mayores. Dime el motivo del desequilibrio de este mundo y por qué no puedo tener tanto como mis semejantes”.
Y respondiéndole el Señor, también con una pregunta, le dijo: “¿Dónde está tu tesoro, alma pequeña? ¿En ansiar acumular cosas en la Tierra o en descubrir los misterios del Cielo? Contempla, pues, a aquellos que Me conocieron de verdad. La iluminación de sus consciencias les permitió renunciar a todos los bienes del mundo y, siendo pobres entre los pobres, fueron ricos ante Mí.
Contempla, pues, a Mi Hijo. ¿Él fue enviado al mundo para acumular riquezas, para sentir placeres, para saciar Su Cuerpo, Su Mente y Sus Sentimientos? ¿Será Mi Hijo tu ejemplo y guía? ¿En Él está el espejo en el cual quieres encontrarte reflejada todos los días?
Entonces, alma pequeña, comprende que el sufrimiento y la pobreza de esta vida vienen para equilibrar tantos excesos de la humanidad. Ellos deben ser para ti el símbolo de que tu escuela no está en la acumulación, sino en la renuncia y en la gratitud.
Enséñale al mundo a través de un ejemplo humilde y abre las Puertas del Cielo para los que son ignorantes de esa verdad y buscan en el mundo, y no en Mí, la forma de colmar sus vidas”.
Les cuento esta historia para que aprendan en dónde está el verdadero tesoro de sus vidas. Y, cuando sientan que algo les falta, den gracias y sean ejemplo del Amor Humilde de Dios. Así, les abrirán las Puertas del Cielo a los más ignorantes.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma, muy esforzada por cumplir el Plan de Dios y ser mejor, estaba afligida por sentir que, a pesar de sus esfuerzos, no sabía amar y no conseguía ser mejor como tanto aspiraba.
En un momento de oración, le cuestionó al Señor y le preguntó: “Señor, hago tanto esfuerzo para amar más y ser mejor, pero siento que no salgo del lugar y que estoy lejos de la perfección de Tu Amor y de la semejanza Contigo. ¿Dónde está eso que Tú dices que habita en nosotros?”.
Y respondiéndole el Señor, también con una pregunta, le dijo: “Alma pequeña, ¿acaso Me buscas más a Mí, o a ti y al mundo? ¿Está tu atención en edificar tu propia consciencia, en contentar a los demás o en amarme de todo corazón y con todo tu ser?
Comprende que Soy Yo quien debe amar a través de ti, y para que alcances la revelación de esta unión profunda Conmigo, debes buscarme más a Mí que a ti. Debes poner tu atención en Mi Espíritu, tu corazón dispuesto ante Mi Presencia y, antes que nada, construir tu vínculo espiritual y esencial Conmigo. Así, seré Yo quien ame en ti, y te sentirás mejor, porque Me sentirás más a Mí y menos a tus limitaciones humanas. Tu vida hablará sobre Mí, y aquellos que te encuentren, Me encontrarán.
Es así, alma pequeña, que alcanzas la perfección cuando Yo puedo ser perfecto en tu interior.
Este es un camino largo y diario, en el que cada día buscas más a Mi Corazón y Me cedes un espacio en tu interior. Pero, si tu atención está en ser mejor y en que tu amor sea mayor y más perfecto, entonces siempre te frustrarás y no encontrarás la paz”.
Les cuento esta historia para que sepan en qué dirección deben hacer sus esfuerzos, para que su empeño esté en amar a Dios, conocerlo y expresarlo cada día más. Así, encontrarán la paz.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Un alma, que vivía sumergida en la tristeza y en la amargura, le cuestionaba al Señor cuál era el sentido de su existencia. Sabiendo que todas las criaturas fueron hechas para expresar el Amor y sintiéndose lejos de conocer ese Amor y de expresarlo, no encontraba la razón de su propia existencia.
Su Señor, con Ojos de Compasión, contempló a esa alma y le respondió también con una pregunta: “Sientes que no puedes expresar Mi Amor y vives sumergida en la amargura y en la tristeza, pero ¿buscas, cada día, a Mi Corazón? ¿Pides Mi Gracia y te esfuerzas, en la sequedad de tu interior, para superar tu amargura y llegar a Mi Pensamiento para ti?”.
El alma, afligida y un tanto contrariada, le respondió al Señor que no lo buscaba, que no lo sentía y que estaba solo sumergida en sus debilidades y amarguras.
Entonces, el Señor le dijo: “Eres un alma amada, y Yo te amo tanto como tú también puedes amarme a Mí y a todo. Sin embargo, desde que Yo te creé, alma querida, te distanciaste de Mi camino y te cubriste con tantas vestiduras y tantos velos que ya no puedes reconocer quién eres ni quién Soy Yo. Pero, para que Yo te muestre tu verdadera faz, necesitas pedírmelo, ir más allá de tus amarguras y debilidades, de tu sequedad y tristeza, de tus deseos y metas, y de todo aquello que piensas sobre cómo Yo Me manifiesto en tu vida, cómo Me revelo a ti y cómo Me puedes sentir.
Deja que Yo actúe en tu corazón y, para eso, solo dime sí, todos los días, con humildad y persistencia. El propósito de tu existencia es vivir y renovar Mi Amor, pero para que eso suceda hay un camino de redención y de humildad, de renuncia y de entrega, de superación y de rendición, en el que tú te pierdes de ti y Me encuentras a Mí para que, solo entonces, sepas lo que es expresar y renovar Mi Amor.
Mi milagro en tu vida comienza cuando Me dices sí, mas él es constante y eterno, y muchas veces no percibirás que Mi Amor actúa a través de tu corazón; pero, por encima de todo, debes confiar en Mí”.
Hoy, les cuento esta historia, breve y profunda, porque las almas del mundo no encuentran el sentido de la propia existencia, pero tampoco buscan a Aquel que se lo puede revelar.
No es en el mundo o en las metas humanas en donde encontrarán la realización y la plenitud. Para liberarse del vacío y de la amargura de una vida sin amor, deben buscar a Dios, hijos, y en Él las respuestas a sus cuestionamientos más profundos.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un nuevo ciclo llega a tu vida, contempla, alma amada, en la coyuntura de las estrellas, el mensaje celestial que tu Creador te envía.
Recibe los impulsos que Él generó en la manifestación de tu esencia y, a través de una comunicación profunda con Dios, comprende Sus Sagradas Geometrías y, a través de ellas, los designios del Padre para los ciclos que llegarán.
Cuando cumples un año más en esta Tierra, sabe que tu evolución se renueva y tu compromiso con Dios se amplia. La profundidad de la madurez de tu ser humano y espiritual te conduce a responsabilidades cada vez mayores ante Dios y Su Plan.
Renueva, entonces, tu espíritu en este nuevo ciclo, dejando que Su Amor cierre las heridas más profundas y ocultas aún abiertas por las experiencias de la vida.
Entrega a tu Creador tus pesares más internos, tu silencioso sentimiento de impotencia ante aquello que no puedes ofrecer a Dios.
Deja que, por un instante, el dolor que compartes con el Creador, por aquello que Él ve en el mundo, se calme y se restaure, porque para comenzar un nuevo ciclo es necesario restaurar y calmar el corazón.
Retoma los impulsos perdidos en las batallas de esta vida, reconstruye la esperanza herida por la acción de la astucia del enemigo sobre las almas y confía, alma pequeña, en que cada oración pronunciada por los que se perdieron en el camino será el mérito que les abrirá las Puertas de un nuevo Cielo en el último instante de sus vidas.
Respira por un momento y recibe el Soplo de Dios. Su Amor Divino renueva tu consciencia y, en un diálogo profundo y silencioso, todo se hace nuevo. Este es tu aniversario con Dios.
Recibe Mi bendición para el ciclo que vendrá.
San José Castísimo
El mes de mayo, hijos, podría ser conocido como el mes de la intercesión por las almas y por el planeta.
Es el mes en el que las Leyes de la Gracia y de la Misericordia actúan más intensamente en la Tierra, a través de la devoción de las almas que se consagran y se reconsagran al Inmaculado Corazón de María.
Mayo no es solo un período cronológico, es además el período de un ciclo espiritual en el que los Espejos del Cosmos se alinean con los Espejos de lo profundo de la Tierra y también con aquellos que están en el corazón y en la esencia de los que oran. De esa forma, una red de luz espiritual, divina y planetaria se manifiesta por el simple hecho de que las almas expresan su devoción y amor al Inmaculado Corazón de María, la Reina de todos los Espejos de la Creación.
A través de las oraciones de Sus hijos, la Madre y Gobernanta Celestial manifiesta, entre las dimensiones, Portales de liberación y de intercesión para las almas más pecadoras y perdidas. Es así que la oportunidad de una Gracia es concedida a los que se arrepienten de corazón y oran por la redención y por la paz en el planeta.
También los Reinos de la Naturaleza, los elementos y la vida que habita el planeta son tocados por las Gracias más profundas que provienen del Corazón de Su Madre Celestial.
En el universo, como en la Tierra, los ángeles y arcángeles se mantienen atentos a las súplicas de los que oran en todas las culturas y religiones, a los que claman sinceramente por paz porque, a pesar de su incomprensión e ignorancia, el amor en los corazones de los que oran se transforma en méritos para la cura, la redención y el despertar de todas las almas.
Por eso, oren, hijos, y reconsagren sus vidas a Dios en cada instante. Están en un ciclo de Gracias, de Misericordia y de intercesión, aun ante el escenario caótico del planeta. Que sus almas estén en el punto correcto de su elevación para que siempre alcancen la paz.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castíssimo
Hijo:
La única cosa que Dios espera de ti es que tu vida esté impregnada de transparencia y de verdad.
Que cuando ores lo hagas de verdad, pronunciando cada palabra con todo tu ser y, aunque no comprendas los misterios celestiales y las Leyes Divinas que se mueven en una oración sincera, que lo hagas simplemente por saber que el mundo lo necesita.
Que cuando cantes lo hagas de verdad, emanando cada nota con la simple intención de alabar a Dios como lo hacen los ángeles y los arcángeles, que no cantan para sí ni tampoco por la armonía o el bienestar que se genera al cantar, sino simplemente por saber que el canto abre las Puertas del Cielo y aproxima a las criaturas más necesitadas a Dios.
Que cuando sirvas lo hagas de verdad, reconociendo tus limitaciones, pero siempre dispuesto a superar limites, para que cada día descubras que eres capaz de dar un poco más de ti y así, en esa superación constante, descubrirás el verdadero potencial del ser humano.
Que cuando te esfuerces para transformar algo, que tu esfuerzo sea de verdad y que no importe el resultado de tu transformación, sino tu esfuerzo verdadero en la dirección correcta. Si así lo hicieras, será la propia Misericordia Divina la que ingresará en tu interior y transformará aquello que te parecía imposible. Así, sabrás lo que es ser hijo de la Misericordia y vivir permanentemente en la Gracia.
Que cuando mires hacia el universo en busca de tu origen lo hagas de verdad, abriendo tu consciencia hacia lo desconocido, y no limitando la existencia a tu pequeña comprensión humana. Así, estarás permitiendo que una realidad sublime sea revelada para ti y para el mundo.
Vive cada instante de la vida inspirado por la verdad, rompiendo con la mentira y la ilusión humana, consagrando tu espíritu, mente y corazón con transparencia, con esfuerzo, con valentía y humildad, siempre dispuesto a transponer obstáculos y, al mismo tiempo, siempre abierto a recibir el auxilio que llega, por muchas vías y formas, enviado por Dios.
Si todo lo hicieras de verdad, permanecerás en la Verdad Divina y aun en un tiempo de locura y de incertidumbres para la humanidad, en el que el caos impregna el mundo con nubes de confusión, cuando los hombres estuvieran ciegos por esta oscuridad, tus ojos estarán más allá de las nubes, viendo el sol que se oculta por encima de las tinieblas y sabiendo que la luz siempre permanece, mucho más allá de la aparente oscuridad.
Por eso, hijo, mantén tu corazón en la verdad.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Que, en cada nuevo día, la Misericordia sea para ti como una luz que se enciende en tus abismos más oscuros, ocultos y profundos.
Que la Misericordia sea el símbolo de que siempre recibes de Dios una oportunidad para recomenzar, y más que eso, hijo Mío, de que siempre recibes del Padre la posibilidad de ir más profundo en tu cura y en tu transformación, y de sanar, en tu interior, heridas que a veces ni siquiera sabes que existen.
Que, cada nuevo día, clamar por Misericordia sea tu esperanza, para que puedas mirar las miserias del mundo y también aquellas que persisten en tu interior y que, más allá de eso, hijo, tus ojos se vuelvan hacia el Corazón de Dios, hacia Su Mirada y hacia Su Amor, y que tu confianza esté en Su infinita Misericordia.
Mucho más allá de todos los pecados y desvíos humanos, el Corazón de Dios, a través de Su Hijo, sigue derramando Sangre y Agua sobre el mundo. Que este manantial no pase desapercibido por ti, sino que encuentre en tu corazón un recipiente nuevo, limpio y vacío, para ser colmado.
Por eso, cada nuevo día, que tú fe esté colocada en la Divina Misericordia. Y, mucho más allá de todos los pecados de ayer, que hoy sepas que puedes recomenzar, arrepentirte y caminar hacia los Brazos siempre abiertos de Dios.
Tu Creador es paciente e incansable. Por eso ve, hijo, a Su misericordioso encuentro, y recuerda llevar en tu corazón el clamor por todas las almas.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Toma un tiempo en tu día para meditar sobre quién verdaderamente eres, para pensar que antes de esta vida había una Vida Mayor, de la que provienen el Propósito y el sentido de toda existencia.
Medita en la Creación y en el profundo Amor de Dios por ti, cuando Él pensó en cada una de Sus criaturas. Y tan grande fue Su Amor por la vida que hizo nacer esencias semejantes a Su Esencia Divina, para que pudieran amar como Él ama, multiplicar la vida como Él la multiplica y recrear la Creación como Él la recrea y la renueva en cada respiración celestial.
Piensa, hijo, que más allá de todo el caos material hay una realidad sublime, que el Paraíso es más que un cielo de paz eterna, es el principio y el fin de la vida desde donde parten las criaturas y hacia donde deben retornar con todos los dones alcanzados en su evolución más allá de las dimensiones.
Recuerda que este planeta es una escuela y que las dificultades existen para ser superadas, llevándote así, a superarte cada día en el amor, a través de un Amor mayor, ese que en algún momento de tu evolución te revelará el Amor de Dios.
No mires al mundo solo con ojos humanos, ojos que están presos de una condición de ignorancia, ojos de quien ve la vida por detrás de los velos. El Amor de Cristo rasgó los velos que cubrían tu rostro. Por eso busca este Amor. Busca el punto de tu consciencia capaz de comprender la vida más ampliamente y coloca tu corazón allí, sobre las olas de la tribulación de estos tiempos, caminando con tu Señor en estas aguas, pues ellas no son nada más que el Viento de Dios soplando el caos del mundo, para remover lo que estaba podrido y tornarlo todo nuevo.
Eleva tu consciencia más allá de las atrocidades, de las batallas del caos y del mal en el escenario de la Tierra y sé, para este mundo, un puente hacia el Corazón de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un alma tiene un compromiso con Dios, Él pacientemente la conduce por el camino de la entrega.
Primero la inspira a transformar la vida, a direccionar su camino hacia la senda que conduce a Su Corazón, y no al mundo. De a poco, coloca en su trayecto oportunidades, señales, encuentros que la inspiran a dar por sí sola nuevos pasos rumbo al Corazón de Dios.
A medida que esa alma conoce el Amor de Dios y confía, el Creador comienza a pedirle nuevas cosas, nuevas entregas, nuevas renuncias, hasta que llega un punto definitivo para esa alma, en el que el Señor le pide una renuncia mayor, una transformación completa de la vida.
Cuando el alma se lanza en el abismo desconocido de la entrega, descubre que estaba cayendo en las Manos de Dios, en una Fuente de Amor inagotable, que se escondía en lo profundo del alma que aprende a renunciar y a arriesgarse a vivir la entrega.
Aún en ese camino, el alma inspirada por el Amor de Dios le hace muchas ofertas, coloca todo en Sus Manos, pero ofrece aquello que le es conocido, aquello que en verdad ella ya entregó al saltar al abismo. Entonces, el Señor abre una puerta en lo profundo de su consciencia y le apunta dónde está aquello que debe ser transformado.
Un nuevo abismo desconocido se presenta. El alma se ve ante aspectos de su consciencia que eran como tesoros escondidos: sus destrezas, su magnetismo, su autoconfianza, sus vanidades más ocultas.
Y, por más que le siga ofreciendo su vida a Dios, su Creador siempre busca, más profundo en su ser, el foco de la entrega, lo que debe ser vaciado de su corazón. Y a veces duele, y el alma sufre, pero ella sabe que cada espacio que se vacía de su corazón, de su consciencia, espacio oculto de su ser, es aquel que se dona al Corazón de Dios, a Su Amor, a Su Espíritu, para que allí Él tenga una dulce morada, limpia y pronta para habitar.
El camino de la entrega, hijos, es eterno, profundo, una senda hacia el vacío y al mismo tiempo hacia una unidad con el Todo.
Por eso, nunca piensen que ya entregaron todo, sino siempre dejen que Dios llegue más profundo. Y, por más que a veces cause dolor, sepan que el dolor es humano y que será reparado por la Presencia Divina en el propio interior.
Hasta hoy y en cada instante, le ofrezco al Padre todo lo que soy, todo lo que hay en Mí y todo lo que hago, vivo, experimento, pienso y le hablo al mundo, porque la entrega es eterna.
Yo los invito a seguir estos pasos y a profundizar cada día en su unión con Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Oración para imitar a Cristo
Señor,
que mis ojos contemplen el mundo con Tus Ojos,
que mi corazón sienta la vida como Tu Corazón,
que mi alma viva en la Tierra, y más allá de ella, como Tu Alma,
que mis días sean un eterno reflejo de Tu Misericordia,
para que yo vea al prójimo como Tú me ves,
para que así yo comprenda al prójimo como Tú me comprendes,
para que yo sea paciente con el prójimo como Tú lo eres conmigo,
para que yo hable con el prójimo como Tú hablas con los Tuyos,
para que yo actúe con el prójimo como Tú actúas con los Tuyos,
y yo les entregue a ellos todo cuanto Tú desearías entregarles.
Que así, Señor,
yo ame como Tú amas,
sirva como Tú sirves,
y viva como Tú vives,
eternamente.
Amén.
Oren como los primeros compañeros de Cristo que, unidos alrededor de Él, judíos, paganos, ateos, pescadores, prostitutas, eruditos y soldados, pobres y cobradores de impuestos, médicos y leprosos, aprendieron a amarse como Él los amaba.
A través de Su sagrada Presencia, sus ojos se tornaron misericordiosos y pudieron ver más allá de las miserias y de las apariencias.
Es así, hijos, que con esos mismos ojos se deben mirar hoy. Es así que deben reconocerse, unos a otros, en la Presencia eterna de Cristo, amando, comprendiendo, siendo pacientes, misericordiosos y compasivos como es Su Corazón.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Alinea constantemente tu consciencia con el Propósito Divino a través de la oración, de la adoración, del canto, del silencio, del contacto con la naturaleza y de todo aquello que despierta amor verdadero y espiritual en tu corazón.
Llegó el tiempo de que corrientes poderosas desciendan a la Tierra, con impulsos cada vez más intensos que moverán no solo los mundos internos, sino cada espacio de la consciencia humana, desde sus células hasta su espíritu.
Eso es así porque la humanidad debe ir retornando al principio de su pureza, debe ir ingresando en el Tiempo y en la Gracia de Dios para que este mundo vuelva a ser sagrado.
Y, cuando esas corrientes universales encuentran resistencias en las almas y en la vida humana, generan choques, desequilibrios, conflictos, a fin de ir rompiendo los muros de la indiferencia en las consciencias.
Pero si un ser ora y crea por sí mismo, poco a poco, el camino para llegar a Dios, esas corrientes actuarán en su consciencia como una Gracia, como un viento sublime que empuja la barca hacia océanos más profundos, para que esa barca se mueva y llegue a su destino.
Por eso, hijo, no temas, pero solo alinea tu consciencia con el Propósito Divino y no te resistas a lo que te conduce al crecimiento interno y a la maduración de tu consciencia. Así, todo se cumplirá.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En cada nuevo día, amanece con el corazón pleno de gratitud.
Que tu primer pensamiento esté impregnado de gratitud por el don de la vida, de gratitud por cada aprendizaje que ese día traerá consigo, de gratitud por todas las Gracias recibidas, de gratitud por aún poder levantarte y servir, amar y transformarte según la Voluntad de Dios.
La gratitud, hijo, te hará crecer humana y espiritualmente, porque aquel que es agradecido no se envuelve con las debilidades humanas, sino que se afianza en la Gracia Divina y en la Misericordia que cada día recibe de Dios.
El corazón agradecido se torna consciente de que todo cuanto pueda hacer en este mundo es poco para retribuir y multiplicar el Amor que recibe de Dios.
La gratitud eleva las consciencias más allá de las dimensiones del caos y las coloca en un estado de Gracia para que sepan lidiar con cada situación de la vida con sabiduría y discernimiento, imprimiendo la Voluntad de Dios, y no la propia, en todas las cosas.
Por eso, elévate a través de la gratitud y, en cada momento del día, recuerda agradecer a Dios por todo. Así estarás en el mundo perteneciendo a los Cielos y el Reino de Dios se podrá expresar a través de ti.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando un ser ama con el Amor de Dios, crece humana y espiritualmente, porque ese Amor lo lleva a donarse, a entregarse cada vez más profundamente, a alcanzar espacios desconocidos de la propia consciencia, adonde el amor no había llegado, y allí abrir las puertas hacia Dios.
Un ser que ama con el Amor de su Padre Creador no teme rendirse ante Él, no teme morir para sí mismo y para sus infantilidades, no teme dejar la falsa libertad y la autoafirmación de la adolescencia para crecer y ser un siervo de su Creador.
El Amor de Dios aproxima las criaturas a la Verdad y, ante ese Amor, nada que provenga del mundo tiene fuerza, todo pierde su sentido, su valor, su peso dentro de los corazones, porque ellos descubren el Infinito.
El ser que ama con el Amor de Dios solo aspira a construir Su Reino y a dar a conocer el Amor del Creador. Aprende a vivir de Sus milagros, despierta en su interior la fe, abre la consciencia a la Sabiduría Divina, es impregnado por los Dones del Espíritu Santo, porque cada día aspira menos para sí y más para Dios, se vacía de sí y da lugar al Padre, por eso crece humana y espiritualmente.
Aspiren a eso, hijos, a vivir ese Amor, a encontrar esa Verdad y a crecer humana y espiritualmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Superar los errores y persistir, hijos, es una forma de crecer humana y espiritualmente.
Cuántas veces sus personalidades, y aun las resistencias de sus almas, los llevan a caer en abismos profundos y oscuros, de donde solo pueden salir a través de la humildad, de la obediencia y cuando abrazan y acogen el desierto.
Cuando una consciencia comete un gran error en el camino espiritual, tiende a querer desistir de todo, porque le es más fácil sucumbir de una vez en el abismo que erguirse con esfuerzo y valentía, con humillaciones y obediencia, yendo en contra de todo lo que antes la engrandecía.
Pero cuando esa consciencia se arrepiente y abraza el camino de retorno al Corazón de Dios, por más doloroso que parezca ser, y coloca sus pies en las huellas de la humildad, de la rendición y de la obediencia, es entonces, hijos, que esta consciencia conocerá verdaderamente el Amor, el Perdón y la Misericordia de Dios.
Es entonces que crecerá como hombre espiritual y forjará en su interior una fortaleza que no es humana, sino divina.
Es entonces que aprenderá que más vale caer y levantarse mil veces que sucumbir en las facilidades de los abismos del mundo, porque estos abismos solo traen sufrimiento y dolor, angustia y pena, mientras que levantarse de ellos trae un crecimiento forjado a fuego que imprime en el alma la unión con Dios. Y por más que los seres sean siempre probados en su camino, esa alma ya sabrá lo que debe hacer al caer y, en cada caída, crecerá más, humana y espiritualmente.
Aprendan de los errores. No se rindan ante las debilidades humanas, sino afírmense en la humildad y en la obediencia, y así seguirán en ascensión al Corazón de Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Crecer humana y espiritualmente es contemplar todos los días no solo las propias responsabilidades, sino también y, sobre todo, las realidades espirituales, el conocimiento y la Instrucción que provienen de la Jerarquía.
De esa forma, consolidan en la consciencia la enseñanza, y ella se torna una experiencia que madura al ser y lo une a Dios y a Su Propósito.
Meditar sobre las Instrucciones que Dios les entrega todos los días es la parte elemental del camino de maduración de la consciencia. Es el primer paso para tornarse adulto en la vida espiritual y un ser humano pleno de Dios y no de sí mismo.
Es por medio de la Instrucción de la Jerarquía que desarrollarán en sus seres la capacidad de discernir, de decidir, de auxiliar, de conducir a los seres por el camino correcto, de mantenerse en la Voluntad Divina, a pesar de todos los desvíos del mundo.
Y no hablo de leer o de escuchar. Hablo de meditar, de sentir y de buscar comprender; hablo de intentar encontrar en la vida las oportunidades para practicar la Instrucción, hablo de tornar vivos los impulsos de Dios y hacerlos carne en ustedes cada día.
Es así, hijos, que podrán crecer, humana y espiritualmente, todos los días un poco más.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
En este tiempo es necesario, hijos Míos, crecer espiritual y humanamente, madurar en la consciencia todos los impulsos recibidos y colocarlos al servicio del planeta y de toda su humanidad.
Crecer espiritualmente es comprender los tiempos en los que viven, la urgencia de que haya una transformación en la consciencia humana y la certeza de que esa transformación comienza y termina dentro de cada ser.
Madurar es asumir con responsabilidad la propia parte dentro del Plan de Dios, sabiendo dar todo de sí en cada instante.
Cuando oran, que lo hagan de todo corazón, con la mente y el espíritu presentes, con los sentimientos enteros y las palabras colmadas de su sentido más profundo.
Cuando sirven, que lo hagan por completo, donando todo de sí para que la Voluntad de Dios se cumpla, sin dar lugar a las actitudes infantiles que siempre los conducen a las comodidades humanas, a un lugar de inercia y no de sacrificio.
Cuando se relacionan con el prójimo, sepan amarlo como es, observar sus miserias en el espejo del propio interior y antes de juzgar, callar y mirar hacia dentro. El otro se transforma con el ejemplo y no con el juicio.
La humanidad es una consciencia viva, única, que tarde o temprano se mueve en cadena. Cuando un ser da un paso verdadero, su entorno se transforma. Por eso, usen el verbo para abrir las puertas del Reino de Dios y el ejemplo para transformar lo que impide a ese Reino manifestarse.
Madurar humanamente, hijos, es salir de la postura adolescente de ser eternamente servido, cuidado y amparado; y comenzar a moverse para servir, cuidar y amparar, no solo al prójimo, sino al Plan de Dios en sí, al planeta, a la vida.
Así como un adulto es responsable por su casa, ustedes son responsables de este mundo. Llegó el momento de transformar esa postura y de asumir la propia casa, porque las leyes se están moviendo y los ciclos avanzando en ascensión.
Para acompañar el movimiento del universo es necesario crecer humana y espiritualmente.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando los corazones se unen en un clamor sincero, unen el Cielo y la Tierra y, como un manantial de luz, la Gracia y la Misericordia Divina descienden, lavando y purificando todo aquello que estaba oscuro, perdido, separado de Dios y de Sus Leyes.
Cuando la humanidad se une para manifestar un Propósito Celestial y sus corazones son verdaderos en la unidad y en el amor a Dios, toda la Creación contempla la Tierra, porque la Luz del Infinito, del más profundo Amor del Creador por la vida, emerge de Su Sagrado Corazón y cruza las dimensiones, llegando a la Tierra.
Es así que no solo los enfermos de cuerpo se curan, sino que también los enfermos de corazón, de alma y de espíritu reciben la cura.
Aquellos que tenían sus esencias perdidas en los abismos del mundo también reciben auxilio. Aquellos que lloraban desconsolados, por no tener esperanza, son aliviados. Aquellos que sufrían por las injusticias y los desequilibrios del mundo reciben un rayo de paz en lo profundo de sus corazones.
Cada vez que la humanidad ora más profundamente, más profundo es también el alcance de la Gracia y de la Misericordia del Creador; más profundos son los niveles de la consciencia planetaria adonde Su Amor puede llegar, porque Sus hijos le abrieron las puertas, le dijeron sí.
La oración es la gran puerta para la redención del mundo, es el camino a través del cual las Leyes Divinas llegan en auxilio de este planeta corrupto y lo hacen retornar al Pensamiento de Dios.
Los corazones de los hombres desconocen el poder de la oración, pero hoy les dijo, hijos: oren y no dejen de orar, con sinceridad y con verdad, pues es de esta forma que unirán los tiempos, curaran las esencias y recorrerán el camino de retorno a Dios.
Tienen Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Mientras caminaba con la Cruz, en el Corazón de Cristo, además de sufrimiento y dolor, había paz y compasión.
Ese era un ejercicio constante de Su Espíritu Divino en un cuerpo humano, trascender a cada segundo las dimensiones del caos, de la ignorancia, de la maldad, en las que los seres que lo rodeaban estaban absorbidos por la oscuridad, e ingresar en las dimensiones de paz, de compasión, de sabiduría, de Verdad, en donde Sus Ojos podían ver cada acontecimiento como era y no como parecía ser.
Los Ojos del Cristo del Calvario contemplaban el mundo y veían una realidad más compleja, más profunda; miraban la maldad de los seres y veían esencias presas del yugo de esa maldad; conocían al espíritu del mal que conducía cada acción de los que lo maltrataban y sabían que la forma de liberar esas esencias era el Amor, el Amor no solo de la Cruz, sino el Amor de toda la eternidad; el Amor que comenzaría a nacer con Su ejemplo, como una naciente que surgiría de la última gota de Sangre que se derramaría de Su Cuerpo, pero que se tornaría afluente a través de las almas que, a lo largo de los siglos, responderían a Su Llamado e imitarían Su ejemplo, renovando y multiplicando ese Amor.
En cada obstáculo de la vida, hijo, que tus ojos sean los Ojos del Cristo del Calvario, contemplando la Verdad y no la ilusión, colocados en las dimensiones de paz y no de odio, sabiendo que la cura proviene del Amor vivo, en el ejemplo de cada segundo de la vida.
Así es como cumplirás el Plan de tu Padre Celestial y serás uno con Él en todos los tiempos.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Cuando no tuvieras fuerza, ofrece a Dios tus flaquezas, tu debilidad humana, tu pequeñez.
Cuando tu corazón pareciera vacío, ofrece a Dios ese espacio para que sea Él, y no el mundo, quien colme ese vacío en tu interior.
Cuando tu canto estuviera mudo, ofrece a Dios tu silencio y ora con el pensamiento, para que sea Él, y no el mundo, quien colme tu mente.
Cuando tu cuerpo estuviera cansado, ofrece a Dios los pasos dados, todo el servicio vivido y cada mérito alcanzado y percibe así, hijo Mío, que siempre hay algo para ofrecer a tu Creador, Este que espera no solo tu triunfo, sino todo tu ser, de la pequeñez a la grandeza, de lo que conoces a lo que te es un misterio. Coloca todo en las Manos de Dios.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Que tu corazón sienta el dolor del mundo y se conmueva, encontrando en cada instante de la vida la forma de reparar el sufrimiento de la humanidad.
Desde las cosas más simples hasta las mayores renuncias, ofrece a Dios tus acciones, sentimientos y pensamientos, para que Él te transforme en un instrumento de reparación de la consciencia humana.
Que nazca de tu interior un amor mayor, cada día, que se exprese en la fraternidad y en la unidad con el prójimo, que se exprese en el servicio y en la cooperación entre hermanos, que se exprese en la superación de los límites y en el vencimiento de las barreras.
Que en todo, tu corazón reconozca la oportunidad de curar al mundo, sea con la oración o con la vida, con el verbo o el silencio, con la quietud o el servicio, sabiendo encontrar la necesidad, sabiendo abrazar las oportunidades y encontrando a Dios vivo en cada instante.
Tienes Mi bendición para esto.
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más