Sábado, 25 de junio de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE MARÍA, ROSA Y REINA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Yo soy Aquella que, en lo alto de la colina, abrió los Cielos y los ojos de siete niños, para así despertar a la humanidad.

Yo soy Aquella cuyo amor es infinito y que, por Su maternidad celestial, retorna al mundo todos los días desde hace treinta y cinco años.

Yo soy Aquella cuya humildad no pertenece a este mundo; Aquella, que siendo Madre y Reina de la Creación, se vuelve la menor de todas las siervas y que, estando en todas las cosas, se expresa en un cuerpo humano para hablar a la humanidad.

Mi humanidad ya fue trascendida en divinidad en el momento de la Asunción, pero Mi Amor por ustedes, hijos, es tan inmenso, que el Creador Me permitió seguir con este aspecto y apariencia humana, en Mi divina Consciencia, para hablarles al corazón y para despertarlos.

Hijos amados, quisiera construir, en los Centros Marianos, una imitación de Mi Reino que es invisible a los ojos del cuerpo, no obstante palpable para el corazón.

En los niveles sutiles de cada Centro Mariano está la esencia y el arquetipo de ese Centro; aquello en lo que él debe convertirse, para cumplir realmente su misión en la superficie de la Tierra e, incluso, más allá de ella.

Hijos, los Centros Marianos que Yo fundé, sobre el suelo que escogí, no fueron levantados por casualidad. Mi casa de paz y de redención primero se construye en los niveles del espíritu y después en la materia, para que la materia imite la construcción espiritual no solo en su apariencia, sino en sus principios y expresiones divinas.

Cada Centro Mariano representa una usina de transmutación, de salvación, de despertar, de redención y de paz para las almas, para los Reinos de la Naturaleza y para el Universo.

Un verdadero Centro Mariano, erguido y sustentado por Vuestra Madre Celeste, no comienza ni termina en este mundo. Aquello que ven en el plano material es solo una puerta para algo más sublime; es el inicio de un camino de despertar y de redención.

Quienes se aproximan a un Centro Mariano, con reverencia y con el corazón abierto, sentirán que lo sagrado habita allí y que Leyes divinas y seres sublimes comparten la Morada de Vuestra Madre Celestial.

Para disipar las tinieblas de la ignorancia de la propia consciencia y saber estar correctamente en un Centro Mariano, reconociendo la verdad sobre él, es necesario, hijos Míos, que se dispongan a eso de corazón.

Vayan a los Centros Marianos, no solo para orar y encontrar la paz, sino también para prestar un servicio planetario, para profundizar en el propio despertar espiritual y, en consecuencia, en el despertar y en la evolución humana.

No limiten, Mis amados, la actuación de Vuestra Madre Celestial. Sepan que Yo estoy en Omnipresencia, en cada Centro Mariano, esperando que se acerquen a Mi Corazón y develen por sí mismos los misterios que les corresponden reconocer en este tiempo.

Hijos, Mi presencia en los Centros Marianos es permanente e inmutable; no solo cuando vengo para hablarles es que estoy presente. Los Centros Marianos son Mis casas en la Tierra; son los epicentros de paz que Me permiten estar en el mundo.

Es desde los Centros Marianos que cuido y protejo a las almas, que las amparo y las conduzco al Reino de los Cielos. Los Centros Marianos son las puertas de ingreso de los ángeles y arcángeles en el mundo. Es a través de esos Centros de amor, que el Creador puede liberar y transmutar el sufrimiento de la Tierra.

Por eso, hijos, es importante que comprendan que la vida de los Centros Marianos debe ser permanente; no hay una fecha fija para liberar el caos y el mal del planeta. Porque el mal no tiene una hora para actuar. Mientras los orantes trabajan en una hora específica del día y donan a los Centros Marianos, muchas veces, solo algunos días del mes, el enemigo no duerme y trabaja sin cesar.

¿Comprenden la angustia de Vuestra Madre Celeste?

Mientras el enemigo ultraja a las almas y a los Reinos de la Naturaleza, sin pedir permiso, hijos, Yo dependo de la adhesión de sus espíritus y de sus corazones para actuar. Mis ojos tampoco se cierran para dormir y Mis brazos no buscan reposo o descanso, pero Yo los necesito, hijos Míos, despiertos y activos, construyendo y renovando Mis Centros de amor y redención, para que Yo pueda rescatar a las almas de la oscuridad del planeta.

Hoy les agradeceré por escuchar Mi llamado desde hace treinta y cinco años y les pediré, hijos Míos, que no se vuelvan cómodos con el paso de los años y que pongan manos a la obra para la redención planetaria, porque cuanto más tiempo pasa, mientras los seres humanos se acostumbran con la presencia de Dios y se acomodan en sus casas, sin ir a los Centros Marianos para trabajar activamente por la paz, el adversario del Creador multiplica sus ejércitos.

¡Despierten Mis amados! Salgan de sus confortables casas y descubran la gracia que es volverse un servidor consagrado al Plan Divino. Cuando den un paso verdadero en su despertar, no se arrepentirán y no mirarán para atrás, porque la meta de una nueva raza y de una nueva Tierra iluminará los ojos de sus corazones y los impulsará a seguir adelante.

Los amo y les doy Mi Paz,

Vuestra Madre María, Rosa y Reina de la Paz